viernes, 23 de septiembre de 1983

La Biblioteca de Toledo pide vivir



La Biblioteca de Toledo pide vivir*

               Uno de los grandes defectos de este país ha sido la falta de planificación, construir con escasa visión de futuro. Así ocurrió también en Toledo con la Biblioteca Pública del Estado: ubicada en un nueva edificio en 1966, los técnicos de archivos y bibliotecas coincidieron en que esas brillantes instalaciones que integraban la que entonces se denominó Casa de la Cultura quedarían pequeñas en varios años y así lo comunicaron a los responsables del Ministerio de Educación y Ciencia. Evidentemente, se les hizo caso omiso, argumentando que era excesivo el celo profesional que mostraban. El tiempo daría la razón a los técnicos provincianos y, a los cuatro años de inaugurada, la Directora de la Biblioteca Pública se vio obligada a iniciar gestiones para ampliar sus instalaciones, pues su eficacia había quedado limitada por la carencia  de espacio; como el problema era progresivo, en 1973 tuvo que suspender las actividades culturales organizadas por la Biblioteca y el salón de actos comenzó a llenarse de libros que ya no podían acoger los depósitos. De centro vivo cultural, la biblioteca pasó a convertirse en un gran almacén de libros...
               Aquellos intentos primitivos de ampliación no fructificarían hasta finales de 1979, con la compra por parte del Ministerio de Cultura del antiguo convento de Santa Fe, contiguo a la Biblioteca. Ello supuso una esperanza para los toledanos que echábamos en falta un centro bibliográfico moderno, dinámico y funcional, que fuese el núcleo de la actividad informativo-cultural de la ciudad imperial. Pero aquel viejo defecto de este país, de parchear en lugar de dar soluciones a largo plazo, volvió a surgir y en 1981 la Dirección General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas anunciaba que Santa Fe se dividiría entre la Biblioteca y el contiguo museo de Santa Cruz. La salomónica división –que no solucionaría los problemas de espacio de ninguna de las dos entidades afectadas- provocó una fuerte polémica contra esa arbitraria decisión. El Ayuntamiento, la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, el sindicato CC.OO., la Asociación de Amigos de la Universidad, intelectuales  toledanos y la prensa provincial se opusieron a la división y pidieron que el histórico convento de Santa Fe, donde naciera el rey Sabio, Alfonso X, se destinara exclusivamente a Biblioteca Pública. El actual partido en el poder se opuso igualmente a la solución Tusell, y por mediación del senador Manuel Díaz-Marta interpeló al Gobierno centrista, asumiendo con claridad y firmeza la postura de los que defendíamos que Santa Fe debería convertirse en la gran biblioteca que necesitábamos y en el centro cultural por el que la ciudad suspira.
Una riqueza bibliográfica y documental desaprovechada 
        El cierre total en marzo de 1983 de la biblioteca toledana agudizaría al límite el problema, formándose un Comité Permanente de Apoyo a la Biblioteca Pública que difundió un manifiesto en defensa del centro bibliográfico, solicitando la inmediata reapertura, la paralización del proyecto de reparto de Santa Fe y la formación de una comisión que estudiase la situación bibliotecaria, museística y archivística en Toledo y negociase una solución real y válida a largo plazo con el Ministerio de Cultura. Historiadores, artistas, escritores, profesores, periodistas y otros numerosos profesionales, caracterizados progresistas de la ciudad, se solidarizaron con el Comité Permanente de Apoyo a la Biblioteca incorporándose así a la lucha para salvar la biblioteca toledana. Lo inaudito e indignante era, además de la catastrófica situación bibliotecaria y archivística de la ciudad (cerrados los archivos Municipal y Diocesano, igual que la Biblioteca, y reducida la jornada del Archivo Histórico Provincial a sólo las mañanas), que el PSOE asumiera sin mayor problema un proyecto elaborado por el equipo de UCD, olvidando incluso que cuando era oposición había luchado contra ese maldito proyecto de división redactado por la Dirección General del Iltmo. Tusell, hombre que desde luego no pasará a  la historia como benefactor de las bibliotecas. El único cambio respecto a la actuación de los centristas ha sido la apertura al diálogo del equipo de Jaime Salinas, con una de arena: no están dispuestos a modificar tan sabia decisión, aún a costa de demostrar su falta de coherencia política.
               Para aquellos que pudieran pensar que el caso de una biblioteca provinciana no es para ocupar tanta página de periódico ni para levantar tan grande polémica, les aclararé que la Biblioteca de Toledo es uno de los más importantes centros bibliográficos europeos. Además de su fondo moderno, contiene la internacionalmente conocida Colección Borbón-Lorenzana (unos 100.000 libros impresos procedentes de las colecciones de los antiguos arzobispos toledanos, algunos de ellos grandes bibliófilos; junto a 411 incunables y más de 1.000 manuscritos de los siglos XI al XIX). A ese interés hay que sumar el legado Malagón Barceló, compuesto por unos 20.000 volúmenes que recogen la producción de los exiliados españoles en Iberoamérica, aún no puesto a disposición del público por las dificultades de espacio de la Bibliotecas, y que será de consulta imprescindible para los interesados en la historia y literatura contemporánea española. El valor de la biblioteca es reconocido por numerosos investigadores de todo el mundo que la visitan o la solicitan servicios como fotocopias, microfilm, etc. 
No a lucha Biblioteca-Museo 
            Los simplistas quieren reducir el problema a una lucha entre los partidarios de la Biblioteca y los amigos del Museo de Santa Cruz. Ambos centros están evidentemente, infrautilizados e imposibilitados de crecer por las dificultades de espacio. Las dos entidades tienen prestigio y ricos fondos. Por ello habrá que buscar una solución que lo sea de verdad y para muchos años. Hace dos años los que clamamos contra la partición de Santa Fe fuimos tachados como rojos, mientras que las voces que defendieron la división lo fueron de derechosos o centristas. En un  asunto que la izquierda asumió casi unánimemente, la postura del PSOE merece al menos un punto de reflexión y la posibilidad de corregir su error con valentía. Si la división se lleva a efecto, Toledo hipotecará su futuro cultural: ni una ni otra institución verá solucionados sus problemas. El Museo, es verdad, tiene  lícito derecho, igual que la biblioteca, a vivir. Pero hay otras fórmulas: Toledo que es una ciudad-museo, salpicada ricamente de museos que muestran las distintas épocas históricas del Arte en Toledo, puede perfectamente asumir el desdoblamiento del actual museo de Santa Cruz, uno dedicado a las Bellas Artes y otro a mostrar la riqueza arqueológica de la provincia toledana. En una ciudad que ve cómo su casco histórico se despuebla y sus edificios monumentales quedan vacíos y amenazados de ruina, no es difícil encontrar sede: el monasterio de San Pedro Mártir, en una ruta museística envidiable, sería ideal para ubicar el nuevo museo arqueológico toledano y diseñarlo modélicamente, con arreglo a las condiciones pedagógicas que la museología actual proclama.
               Santa Fe, situado en el corazón de la ciudad, junto a Zocodover, espera su restauración y desea ser pronto el lugar de encuentro de los toledanos. El actual proyecto de partirlo en dos pedazos obligará dentro de unos años a buscar un nuevo emplazamiento para una de las dos instituciones que se lo disputan. ¿Por qué no empezar a ser serios? ¿Por qué no construir para el mañana? Los toledanos, que estamos cansados de soportar las decisiones arbitrarias del centralismo (el trasvase Tajo-Segura, el fantasma del campo de tiro de Cabañeros, en plenos Montes de Toledo...), espera que en esta ocasión se obre racionalmente y se cuide una ciudad en muchos puntos olvidada y degradada. La rica historia de estas tierras nunca podrá bordarse adecuadamente por los investigadores si seguimos dando sólo soluciones a corto plazo; la libertad de creación y de información, el cambio cultural que tantos deseamos será difícil hacerlo realidad en Toledo con el actual proyecto de dividir Santa Fe. Aún se está a tiempo de rectificar. Si la biblioteca pública es, según la UNESCO, “una fuerza viva al servicio de la enseñanza, la cultura y la información”, la de Toledo puede vivir: instalaciones capaces para acoger el fondo legado por los siglos y los libros que nacerán cada día, y que se garantice el espacio necesario para ejecutar una actividad cultural propia y acorde con el prestigio universal de esta ciudad.



* Escrito el 23-9-1983 para El País. Inédito. Recogido en el libro Combates por la biblioteca pública en España,  págs. 247-249.

sábado, 30 de julio de 1983

Compás de espera para la Biblioteca Pública de Toledo



Compás de espera para la Biblioteca Pública de Toledo*


              Indudablemente es positivo  el gesto de la Dirección General del Libro, y Bibliotecas de llamar a un comité de defensores de la Biblioteca Pública toledana. Pero absolutizar el  valor de esa acogida sería engañoso.
               Frente a la inaccesibilidad del Iltmo. Tusell hace varios años, Jaime Salinas ha reconocido explícitamente la importancia de que un grupo de ciudadanos levante una campaña de proporciones al parecer inusitadas y clame pidiendo soluciones para una Biblioteca. Y como en este país “el que no llora, no mama”, mostraba el Director General su deseo de que hubiese otros muchos como los locos miembros de este Comité en la confianza de que bastante mayor sería la atención que desde el Gobierno se prestaría al sector bibliotecario.
               El encuentro entre el Comité Permanente de Apoyo a la Biblioteca de Toledo y los representantes ministeriales no sirvió para conseguir la apertura de la Biblioteca pero sí para determinar algunas responsabilidades y aclarar ciertas posturas ante el problema de la ampliación de nuestro máximo centro bibliográfico.
               Porque, con ese común denominador de la preocupación por nuestra biblioteca, esos dos eran los aspectos concretos para los que exigíamos aclaración: el cierre de la biblioteca y el proyecto de ampliación de ésta, en base a la división del convento de Santa Fe.

Tras las promesas de apertura, la biblioteca permanece cerrada

               De la cordial y sincera entrevista de casi tres horas de duración, este Comité pudo constatar la absoluta responsabilidad/culpabilidad de la Dirección General en el cierre de nuestra biblioteca. Y esto es un hecho gravísimo: sin buscar soluciones alternativas, Madrid dejó a los ciudadanos toledanos sin servicio bibliotecario con una ligereza pasmosa. Que el traslado de los 36.000 volúmenes de la Colección Borbón-Lorenzana había que hacerlo –dada la precaria situación del edificio de la calle Cervantes- nadie lo pone en duda; pero que ello se hiciese a costa de la privación de la lectura y la información, hace que pongamos serios reparos a la sensibilidad cultural de los encargados ministeriales de velar por el libro y las bibliotecas.
               En el encuentro se reconoció que la solución podía haber sido situar la totalidad de los volúmenes en la capilla del convento de Santa Fe. Incluso el Ministerio había dado previamente orden a la directora del Museo de Santa Cruz de quitar de esa dependencia unas vitrinas utilizadas en una exposición de cerámica. Al final, faltó autoridad y se prefirió dejar a los toledanos sin acceso al libro antes que enfrentarse al Museo (?)
               Hubo otra cuestión pintoresca: la directora de la Biblioteca tenía solicitados desde hacía meses los créditos necesarios para acondicionar unas salas de Santa Fe para biblioteca infantil (en previsión de que en la actual sala infantil se colocarían parte de los volúmenes de la Colección Borbón-Lorenzana traladados). La Subdirectora General de Bibliotecas, Alicia Girón, profirió quejas contra la Administración, que “es tan lenta y había impedido la realización de esas obras”. Lo curioso es que había olvidado que ella era también Administración y, por tanto, corresponsable de esa lentitud y esa falta de instalaciones bibliotecarias para los niños.
               Sin atreverse a dar fecha, el Ministerio siguió diciendo que la biblioteca se abrirá en quince días “más o menos”. Ya son cuatro meses los que lleva cerrada y resaltamos que, cuando se abra, los niños, que son lo que más necesitan la biblioteca para adquirir hábitos lectores y a los que más perjudica el cierre por la ruptura del ritmo lector, seguirán sin esperanza de poder reanudar las consultas o el préstamo de libros en la biblioteca toledana.
               Este Comité, exceptuando sus numerosas declaraciones en emisoras de radio, ha preferido guardar silencio en la prensa durante un tiempo prudencial. Veinte días después de la entrevista, la Biblioteca permanece cerrada a cal y canto y nos vemos obligados a entonar nuestra protesta.
La futura ampliación de las instalaciones bibliotecarias
               Sobre el proyecto de división de Santa Fe para ampliar Biblioteca y Museo, se ha escrito mucho. Quizá demasiado. Numerosos artículos en prensa, polémicas y actitudes dictatoriales de antiguas autoridades ministeriales han conformado la historia reciente de una biblioteca que nació incapacitada para su crecimiento natural. No faltó tampoco la oposición de la izquierda, materializada en un momento en un comunicado de CC.OO en contra de la división del convento y una interpelación del senador socialista al Gobierno en idéntico sentido. A distintos niveles, el contencioso Biblioteca-Museo fue politizado al máximo, y siempre se dijo que el rojerío apoyaba a la biblioteca y la derecha (UCD, Opus,... ) al Museo. Evidentemente, se trata de una clasificación simplista, pero que tiene su parte de razón. El hecho, además, de que el concejal del P.C.E., Luis Alfredo Béjar defendiera en el Ayuntamiento que la totalidad del convento se destinase a ampliación de los servicios de la Biblioteca –apoyando así la moción de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas- fue otro ingrediente más de la creciente politización del tema.
               Esta ha sido una de las cuestiones que recordamos al Director General del Libro y Biblioteca en la entrevista del 2 de julio. ¿Por qué el PSOE, hoy en el poder, se desdice de su postura anterior y asume sin la más mínima autocrítica el proyecto Tusell?
               Desde hace unos días obran en nuestro poder los planos de Santa Fe, con el anteproyecto sobre la distribución de los servicios destinados a Biblioteca y Museo. No es momento ahora de presentar las graves deficiencias que observamos en el mismo de cara a que sea válido a corto, medio o largo plazo. En su día lo haremos, tras su estudio exhaustivo. Pero sí queremos afirmar rotundamente que con las instalaciones que se proyectan, Toledo volverá a hipotecar seriamente el futuro bibliotecario e informativo. Sin duda que todo lo que se construye viene a significar alguna mejora y una aportación; pero cuando se observan con certeza las deficiencias estructurales que el nuevo  centro tendrá y las limitaciones para su crecimiento, no podemos por menos que echarnos a temblar.
               Nos preocupa también el empecinamiento de que la división en intocable. “Bellas Artes exige la parte museable” –nos dijeron- . Incluso llegó a afirmarse que sólo la capilla de Belén y el ábside eran monumento histórico nacional; no así el resto del edificio (en el que hay que destacar un magnifico artesonado pintado del siglo XV y unas yeserías del siglo XVI). Luego llegó la contradicción -el Ministerio  querría adquirir todo el edificio para biblioteca, pero los problemas económicos...- Y entonces recordamos que ya el Ministerio estuvo dispuesto en la época de Tusell (ante la oposición al proyecto de división de Santa Fe que se dio en 1981) a acondicionar el monasterio de San Pedro Mártir para biblioteca, financiando el costo de esa adaptación. Ya entonces alguno de nosotros dijo que si bien era una solución aberrante para la biblioteca era una medida óptima para el museo, que se podía desdoblar en dos vertientes y trasladar a San Pedro Mártir la parte arqueológica.
               Creemos que no está existiendo clarividencia. Estamos ante la oportunidad histórica de dotar a Toledo de unas instalaciones informativo-culturales decisivas, y sin embargo da la sensación de que vuelve a no planificarse cara al futuro; la falta de ilusión por conseguir un edificio válido al menos para los próximos veinte años indican una cierta tacañería de principios al pensar que los problemas con que cuentan las bibliotecas hoy no se va a solucionar en gran parte con un gobierno socialista en el poder, que debe poner en el libro y la cultura las máximas esperanzas de transformación de nuestra sociedad. Pero esta pobreza planificadora no afecta sólo a la biblioteca: también el museo de Santa Cruz padecerá el lastre de la falta de visión. El Museo, que lo es fundamentalmente de Bellas Artes, a la larga no va tampoco con este pedazo de tarta del edificio de Santa Fe a solucionar sus necesidades de espacio. Y cuando una autoridad tan eminente como el profesor Máximo Martín Aguado recuerda que Toledo perdió la posibilidad de tener un gran museo arqueológico, es nuestra obligación decir que Santa Cruz seguirá siendo un mediocre museo arqueológico, sin posibilidad de adaptarlo –en sus actuales y futuras instalaciones de Santa fe- para convertirlo en un museo moderno, con las condiciones pedagógico-didácticas que la museología actual reclama para estos centros educativos. Cuando San Pedro Mártir atraviesa una preocupante situación de deterioro, debemos recordar otra moción de la Academia toledana en la que esta institución solicitó la instalación allí del nuevo Museo Arqueológico toledano, con espacio suficiente y válido a largo plazo para concebir un museo modélico.

La responsabilidad es del  Ministerio de Cultura

               Desde las sucesivas direcciones generales de bibliotecas –la de UCD de Tusell y la del PSOE de Salinas- se ha pretendido hacer creer a la opinión pública que si carecemos de biblioteca o si el proyecto de ampliación de ésta permanece paralizado es por culpa de los protestones de turno. Ante esa postura tan poco realista y escasamente ética, volvemos a manifestar que este Comité está compuesto por ciudadanos que no tienen ninguna capacidad decisoria, ni siquiera de gestión. En un gesto que ya hemos valorado suficientemente, fuimos llamados a Madrid para infomarnos y ser convencidos de lo que Toledo iba a ganar con este proyecto, incluso –según se dijo allí- a costa de dejar a otras provincias sin consignación presupuestaria para nuevas inversiones. Con la mayor seriedad del mundo, y ante la posibilidad de que todas las provincias españolas vean en Toledo la culpable de sus desdichas bibliotecarias, afirmamos que es preferible sacrificar a nuestra tierra en una cosa más que no enemistarnos con el resto del país, máxime cuando esas cuantiosas inversiones se van a hacer  sin la certeza de que constituyan una solución para la privilegiada Toledo. Por tanto, la responsabilidad de si se amplían o no la biblioteca y el museo; y de si se tarda más o menos en la realización de esas obras, será exclusivamente del Ministerio de Cultura. Y, evidentemente, el cómo se haga (bien o mal, con perspectiva de futuro o como una solución muerta antes de nacer) será igualmente responsabilidad de las autoridades ministeriales. Así lo dijimos claramente en Madrid y hoy volvemos a recordarlo. Nosotros, en todo caso, seremos espectadores de cuanto suceda y ciudadanos con derecho a opinar y a denunciar si fuera preciso unas soluciones que en nada cambiarán el presente culturalmente mortecino de esta ciudad.
               Uno de los máximos retos del P.S.O.E. es el del libro y las bibliotecas. Si existe suficiente convicción política de que la lectura es importante en este país, se invertirá en ese terreno. Si no es así, seguiremos hablando de las dificultades económicas, que a veces ya suenan a eterna excusa. Ley de Bibliotecas, creación de bibliotecas en las localidades mayores de 3.000 habitantes, bibliotecas modélicas en las capitales de provincia, con arreglo a las normas de la I.F.L.A.; e impulso de la actividad editorial a través de crecientes adquisiciones de libros con destino a las bibliotecas públicas, son algunas de las promesas del equipo del señor Salinas. Deseamos que todo el Gabinete asuma este proyecto y no pierdan la ocasión de sentar un mal precedente en Toledo. Porque si es verdad que ahora hay escaso presupuesto para adquirir libros, cuando el cambio sea realidad la nueva biblioteca de Toledo (la que se cree en Santa Fe) quizá ya tenga que ir pensando en otra ampliación para poder acoger los miles de volúmenes que tendrán la posibilidad de ingresar en nuestro centro bibliográfico y convertirse así en privilegiados compañeros de los 100.000 volúmenes que legaran los cardenales Borbón y Lorenzana, los 20.000 del fondo Malagón Barceló, los 10.000 de temática toledana y los adquiridos a lo largo de su historia por la biblioteca pública de esta ciudad.
               Hacemos un llamamiento a la meditación y abrimos un compás de espera.


* La Voz del Tajo (30-7-1983), pag. 2. Redacté este artículo, que apareció publicado y firmado por el Comité Permanente de Apoyo a la Biblioteca Pública. Recogido en el libro Combates por la biblioteca pública en España, págs. 243-247.

martes, 21 de junio de 1983

Biblioteca Pública de Toledo



Biblioteca Pública de Toledo*


Las bibliotecas continúan sin ser atendidas debidamente. Falta de personal técnico y auxiliar, escasos presupuestos, edificios en muchos casos insuficientes e inadecuados, son algunos de los problemas que afectan a las existentes. Luego están esa inmensa mayoría, legión de bibliotecarios. Y como trasfondo la promesa del actual Director General de Libro y Bibliotecas, Jaime Salinas, de crear bibliotecas en los municipios mayores de 3.000 habitantes, siguiendo los módulos que en este campo marca la UNESCO. Y deseamos cargarnos de esperanza.
Pero lo peregrino, lo triste, lo inaudito es el cierre de una biblioteca tan importante como la de Toledo. Todo el mundo lo reconoce: sus 100.000 volúmenes de fondo antiguo (procedentes de la colecciones legadas por los arzobispos toledanos), casi otros tantos libros del siglo XX; el fondo Malagón Barceló, que recoge la mayor parte de la producción de los exiliados durante sus años en Méjico y otros países iberoamericanos más importantes de todo el país. Por ello, cuando no estamos sobrados de bibliotecas, resulta paradójico que se cierre una.
La Biblioteca Pública del Estado en Toledo lleva desde hace años una vida azarosa: asfixiada, tuvo que cerrar su salón de actos en 1973 y convertirla en nuevo depósito para poder seguir incorporando nuevos volúmenes; adquirido en 1979 por el Ministerio de Cultura el edificio colindante de Santa Fe para ampliar sus instalaciones, dos años después el entonces Director General, Javier Tusell proyectó la división de este último inmueble entre el museo de Santa Cruz, la biblioteca y el archivo histórico porvincial, división que ocasionó una fuerte polémica en la ciudad y que  no solucionaba los problemas de espacio de ninguna de esas instituciones. Ahora, para acoger 30.000 volúmenes de la Colección Borbón-Lorenzana que se encontraban en la antigua y ruinosa sede de la biblioteca provincial, cierra sus puertas, con expreso consentimiento de la Dirección General de Libro y Bibliotecas y cuando había soluciones diversas (como el traslado de esos volúmenes al contiguo convento de Santa Fe). La sala de lectura, como ayer el salón de actos que daba vida a la Casa de Cultura  (de la que sólo queda hoy la pomposa denominación), se utiliza ahora para depósito, dicen que provisionalmente. Pero miedo, pavor, nos dan las soluciones provisionales que se adoptan en este país.
En Toledo un centenear de amantes de la cultura (historiadores, artistas, poetas, novelistas, representantes de instituciones ciudadanos y organizaciones vecinales) han firmado un manifiesto apoyando a la biblioteca pública toledana, unidos por el carácter progresista y la ilusión porque el cambio sea real en esta ciudad. Pero todo ello no puede eximirnos de seguir ejerciendo la crítica cuando sea necesaria.
La apertura de la biblioteca toledana es un primer paso que exigimos; el siguiente será su dinamización ( con aumento de personal técnico y auxiliar) y popularización: su acercamiento a todos los toledanos. Y respecto al contencioso que enfrenta a museo, archivo y bilbioteca para repartirse la “tarta” de un edificio sobre el que efectuar su legítima expansión, nuestra postura es clara: la formación de una comisión que formule la mejor solución para la ciudad. Repetir los procedimientos dictatoriales de antiguos directores generales que decretan desde Madrid y cambiaban de opinión cada vez que se publicaba un artículo en la prensa, sería lamentable.
La biblioteca es, según la UNESCO, una “fuerza viva al servicio de la enseñanza, la cultura y la información”y “un instrumento indispensable para fomentar la paz y la comprensión”. Si el interés por la cultura y por las bibliotecas es real, hoy pedimos una prueba de, al menos, buena voluntad: que la biblioteca de Toledo abra sus puertas al público, y que lo haga con rapidez y dignidad.


* Carta al Director. Diario 16 (21-6-1983), p. 4. Redacté y fui primer firmante de esta carta. Texto recogido en el libro Combates por la biblioteca pública en España, págs. 241-243.

domingo, 15 de mayo de 1983

Manifiesto en defensa de la Biblioteca Pública de Toledo



Manifiesto en defensa de la Biblioteca Pública de Toledo*


La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) proclamó en su Manifiesto de 1912 la confianza que esa máxima Institución ponía en la Biblioteca "como fuerza viva al servicio de la enseñanza, la cultura y la informaci6n, y como instrumento indispensable para fomentar la paz y la comprensi6n internacional".
Los abajo firmantes, to1edanos, hombres y mujeres preocupados por la cultura viva de esta ciudad, amantes de la Historia, el Arte, la Literatura y otras manifestaciones representativas de la actividad cultural, dan a la luz pública el siguiente comunicado:
Primero.-  Lamentamos profundamente el cierre desde hace dos meses de la Biblioteca Pública del Estado en Toledo, cierre que impide el acceso de los ciudadanos a esta primordial institución. Con esta medida se agravan notablemente la ya deteriorada situación de nuestro máximo centro bibliográfico y las difíciles condiciones que para el trabajo intelectual ofrece esta ciudad.
Segundo.- Acordamos recordar la importancia que el Manifiesto de la UNESCO concede a las bibliotecas en la vida de una comunidad:
“La biblioteca pública es una muestra de la fe de la democracia en la educación de todos como un proceso continuo a lo largo de la vida, así como en la aptitud de todo el mundo para conocer las conquistas de la Humanidad en el campo del saber y de la cultura...
Es el principal  medio de dar a todo el mundo libre acceso a la suma de los conocimientos y de las ideas del hombre, y a las creaciones de su imaginación.
Su misión consiste en renovar el espíritu del hombre suministrándole libros para su distracción y recreo, ayudar al estudiante y dar a conocer la última información técnica, científica y socio1ógica...
...Para lograr plenamente sus objetivos,  ...ha de ser de fácil acceso y sus puertas han de estar abiertas para que la utilicen libremente y en igualdad de condiciones todos los miembros de la comunidad, sin distinción de razas, color,  nacionalidad, edad, sexo, religión, lengua, situaci6n social y nivel de instrucción...”
Tercero.-  Consecuentes con el anterior espíritu, solicitamos de los poderes públicos:
a)      La inmediata reapertura de la Biblioteca Pública do Toledo.
b)      La paralización del actual proyecto de división del edificio de Santa Fe entre biblioteca, museo y archivo.
c)      La formación de una comisión (integrada por las distintas partes afectadas y por representantes del Ministerio de Cultura, Ayuntamiento, Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas, y ciudadanos interesados por la problemática cultural y, más concretamente, por la situación bibliotecaria, museística y archivística en Toledo) para que, con verdadera actitud democrática, busque las soluciones que más interesen a la ciudad de Toledo, en orden al más adecuado desarrollo y utilización de estos servicios por parte de todos los toledanos.
d)     Una vez solucionado el contencioso de la divisi6n de Santa Fe (con adjudicación, si fuera preciso, de otros edificios para asegurar la ampliación de alguna de las instituciones implicadas), recabar del Ministerio de Cultura las medidas que aseguren la dinamización y popularización de estos centros de cultura, con incremento de personal técnico y auxiliar y de las partidas presupuestarias necesarias para desarrollar la importantísima misión que biblioteca, museo y archivo están llamados a realizar sobre la sociedad toledana. 

Cuarto.- Una representación de los firmantes de este comunicado quedará constituido en Comité Permanente de Apoyo a la Biblioteca  Pública, para efectuar un continuo seguimiento del problema, hacer llegar el presente comunicado a cuantas autoridades fuera necesario e iniciar una amplia campaña en los medios de comunicación provinciales y nacionales para conseguir la definitiva recuperación de nuestra Biblioteca y transformarla en lugar de encuentro para todos los toledanos.


* Manifiesto de 15-5-1983. La Voz del Tajo (28-5-1983), p. 7. Redacté este Manifiesto, que creaba el Comité Permanente de Apoyo a la Biblioteca Pública, y encabecé, junto con mi hermano Isidro, la firma y difusión en los medios periodísticos de este Manifiesto. Recogido en el libro Combates por la biblioteca pública en España, págs.

martes, 3 de mayo de 1983

La Biblioteca, tristemente, otra vez



La Biblioteca, tristemente, otra vez*

           
Tristemente, sí, vuelvo hoy a escribir sobre la Biblioteca Pública del Estado en Toledo. Tras más de un mes de silencio, guardándome con esfuerzo mi queja y mi indignación, cojo el bolígrafo para volver a entonar un lamento seguramente estéril pero absolutamente necesario.

            Que una biblioteca cierre sus puertas para solucionar de una vez la situación preocupante de los 30.000 volúmenes de la Colección Borbón-Lorenzana que dormitaba bajo el miedo de despertar un día por el ruido de los escombros del viejo local que los cobijaban, podría ser normal; pero que esa situación se mantenga más de un mes tiene que significar forzosamente que la cultura (información, ocio, lectura, investigación...) que emana de las bibliotecas sigue relegada a un plano irrisorio.

            La historia de nuestro máximo centro bibliográfico en los últimos años es lastimosa: podríamos iniciarla en el cierre parcial que sufrió en septiembre de 1979, y que puso de manifiesto las deficiencias estructurales de ésta y las restantes bibliotecas españolas (falta de personal técnico y auxiliar, insuficiencia de sus locales para albergar los miles de volúmenes que cada año llegan a la biblioteca como nuevos inquilinos...) Entonces un artículo mío colaboró, al parecer, en la inmediata apertura y muchos pensamos que la prensa aún tenía el poder suficiente para solucionar estas cosas de la cultura que a pocos, aparentemente, importa. Vino luego, hace dos años, el polémico proyecto del Iltmo. Tusell (Director General del gremio en aquellos momentos pletóricos de la UCD) de ampliar la biblioteca en base a utilizar parte del edificio colindante de Santa Fe; la cosa provocó como se dijo, “ríos de tinta” en la prensa provincial y movió a distintos señores actuar para que el tema no se desbordase a nivel nacional. La Dirección General mostró sus grandes contradicciones, cambiando de idea a medida que un nuevo artículo aparecía en las páginas de los periódicos. La polémica fue tan impresionante que hasta en algún momento –algo inaudito- fue motivo de conversación cotidiana y callejera. Pero la gran movida se pasó y el tema de la partición de Santa Fe tendió a archivarse. La paulatina descomposición del partido gobernante durante la trasición me empujó a mantenerme en silencio, a la espera de los nuevos tiempos.

            Otro período trascendental de la historia de la biblioteca toledana nació con la dimisión de Julia Méndez del cargo de directora del Centro Provincial Coordinador de bibliotecas; eran los últimos tiempos del gobierno de Payo en la provincia y se tomó en la Diputación la enorme (e irresponsable, a mi juicio) decisión de separar el Centro Coordinador de la Biblioteca. Aunque pueda esgrimirse la legalidad de tal medida, ello supuso el hundimiento de la Biblioteca, que quedó sin personal y sin apenas presupuesto, y provocó la irremediable caída del máximo centro bibliográfico toledano. Nadie midió las consecuencias que para el público y la cultura tendría ese traslado. Y así nos va.

            Pero el último paso ha sido demasié: un autentico mazazo a la cultura; un irónico e irreverente martillazo para los escasos clientes que más o menos asiduamente buscamos en su rico fondo bibliográfico y hemerográfico un apoyo para nuestros trabajos e investigaciones. Como ocurriera hace ahora aproximadamente diez años –cuando al llenarse el salón de actos de libros, se nos privó a los toledanos de la actividad cultural potenciada desde la Biblioteca-, las salas de lectura se han convertido en depósitos. Y como toda situación provisional y de emergencia en este país, preveo que la cosa irá para años, máxime si tenemos en cuenta la delicada/penosa/catastrófica vida que últimamente lleva nuestra mortecina biblioteca.

            Dudo que haya habido persona que supere mi interés en defender a la biblioteca, como servicio público imprescindible para todo el pueblo toledano. He clamado en este campo/desierto donde la cultura es olvidada/ultrajada y donde a los hombres, de algún modo, nos movemos en alguna de sus parcelas se nos niega cada día nuestro más preciado alimento: la documentación. Por si era poco un archivo diocesano inaccesible y un municipal que sólo abre en las mañanas (y ahora con el traslado... ), esta clausura de la biblioteca imposibilita casi totalmente la labor investigadora. No sólo es esto: los estudiantes y los niños pagarán muy caro este cierre inaudito, que dice bien poco de la sensibilidad de nuestras autoridades culturales.     

            Si en 1983 somos incapaces de buscar soluciones para un centro que acoge 30.000 volúmenes errantes e inutilizados, sería preferible cerrar esta ciudad a cal y canto y dejar que se muera por sus cuatro constados. Dejarla para mostrarla a los visitantes ilustres. Dejarla para sede de congresos y exposiciones de alto rango. Dejarla dormitar, con carteles que recuerdan que fue ciudad importante e imperial, confluencia de culturas, centro comercial, capital de Castilla, ciudad cosmopolita. Convertirla en museo absoluto. Pero vaciarla de personas. ¡Que se abran sus puertas para todos los toledanos cansados de estrellarnos contra el muro de la ineptitud y el desprecio hacia la cultura cotidiana! Porque ¿para qué queremos los ricos fondos archivísticos y bibliográficos que atesora nuestra ciudad? ¿Sólo para testimonio mudo del pasado glorioso de Toledo? Ese tesoro tiene que vivir, palpitar, hablarnos a los toledanos ¡Y no nos dejan infundirles ese soplo vital!

            Quisiera pensar que la Dirección General del Libro y Bibliotecas ha autorizado este cierre a tenor de los informes de la Dirección Provincial toledana (aún de UCD). Ello explicaría en parte esta decisión tan comprometida. En todo caso, la máxima responsabilidad de este triste cerrojazo sigue estando en Madrid. Urge una decisión que no sólo abra nuevamente las puertas de la Biblioteca toledana, sino que la vivifique y la convierta en un foco real y auténtico de cultura. Lo contrario, al menos para mí, sería decepcionante.


* El Castellano (3-5-1983), pag. 28. Recogido en el libro Combates por la biblioteca pública en España, págs. 238-240.