domingo, 19 de septiembre de 1993

La Bella y los libros



La Bella y los libros*.

            La proyección de La Bella y la Bestia despertó verdadera pasión, y ahora  ocurre lo mismo con la edición en vídeo de esta película de los estudios Disney. Además, la espléndida estructura de comunicación que siempre ponen en marcha los productores colabora en la creación de un verdadero mundo Disney. Bella es, sin duda, la gran heroína del momento para miles de personas. La película merece la atención prestada, y los personajes principales, Bella y Bestia, el cariño que están cosechando entre todos los públicos.
            En lo que tal vez menos se ha reparado es que esta película constituye la mejor campaña de animación a la lectura puesta en marcha. La del mono del Ministerio de Cultura, en tantos aspectos fracasada, no es nada comparada con el mensaje (y además de larga duración) de la película; y el “Leyendo se entiende la gente” de la Consejería de Educación y Cultura llega a ámbitos muy reducidos al no haberse utilizado los soportes clásicos de estas campañas. Pero tal vez no importa: ¿qué mejor programa de promoción de la lectura que esta película, vista por millones de personas en todo el mundo? Cierto que se trata de mensajes la mayoría de las veces implícitos, pues la película plasma con acierto cómo la sociedad, en general, vive de espaldas al libro. Pero muchísimos de los espectadores prendados de Bella pueden perfectamente enamorarse también de los libros y convertirse en lectores constantes.
            En la pequeña aldea donde vive Bella,  cada día es igual y “nada nuevo hay que contar” y todos sus vecinos coinciden en que ella es “una chica peculiar”, distinta  y que “nunca deja de leer: con un libro puede estar siete horas sin parar; con un libro no se acuerda de comer...” Bella vive en su mundo de imaginación, lugares lejanos, aventuras,...buscando la profundidad de lo interior, mientras sus convecinos no salen del monótono y superficial acontecer cotidiano. Y allí vive también el prototipo de hombre triunfador, arrogante, dominador...Gastón, como símbolo de tantos sectores que temen que el libro convierta a la persona en libre y crítica, recrimina a Bella: “No está bien que una mujer lea; enseguida empieza a tener ideas y a pensar...”  Debe olvidarse de los libros y prestar atención a “cosas importantes”...¿Tal vez la televisión, el bar, el deporte‑sillón, el consumismo, la escalada social, la comodidad...?
            La librería/biblioteca en la que Bella recibe prestados sus libros y, después, la gran biblioteca de la Bestia/Príncipe en su palacio, son los ejes de la metamorfosis de ésta: el amor de Bella y las lecturas de libros van humanizando a la Bestia hasta convertirse en el nuevo ser que hay en toda persona. Pero, en Toledo, ¿dónde leerán los conversos al libro?.



* Ya (19-9-1993), pág. VIII