jueves, 18 de noviembre de 2004

El derecho a no leer



El derecho a no leer*

            Como en todo catálogo  de derechos, la lista de los derechos de la lectura debe iniciarse por el derecho a no utilizarlo, es decir por el derecho a no leer. Es ésta la contundente opinión de Daniel Pennac en su obra Como una novela.  Personas que optan por ver una película en lugar de leer un libro; respetables y cultos ciudadanos que no tienen tiempo para leer o no sienten necesidad de leer; e incluso sensibles y apasionadas personas que entre sus grandes amores vitales no descubrieron el de la lectura y prefieren cualquier otra afición. Pero se supone que estamos hablando de gentes que tienen libros en su entorno, que conviven con libros, que atesoran libros en sus bibliotecas personales…; y, a pesar de tener a su disposición libros, renuncian cotidianamente, por distintos motivos, a adentrarse en sus páginas. Y son libres de hacerlo, sin duda.
            Por esta razón la mayoría de los estudios de hábitos de lectura no reflejan con fidelidad la realidad. Además de las muestras tan reducidas  que se utilizan, se analiza la compra de libros, el número de volúmenes en los hogares, etc., pero estos datos difícilmente sirven como  índices de lectura de los ciudadanos. Y así, reiteradamente, los sucesivos titulares del Ministerio de Cultura han lamentado los bajos índices de lectura existentes en nuestro país. Y para mitigar esa situación desarrollaron pomposas y costosas campañas de promoción de la lectura. Y cuentan voces autorizadas que al evaluar los resultados de esas iniciativas normalmente observaron que no mejoraba la situación.
            Y es que se equivocan los responsables ministeriales. No se trata de editar más libros (sabido es que España es una de las grandes potencias mundiales de la edición) ni de vender más libros (aunque la costumbre de comprar o de regalar libros sea saludable para todos, y necesaria para editores y libreros). Se trata de contar con una buena red de bibliotecas públicas en todo el país. Y esto, a pesar de los grandes avances experimentados en las últimas décadas, sigue siendo la asignatura pendiente de las políticas culturales españolas. Cuando la biblioteca pública esté verdaderamente en el corazón de las políticas diseñadas por los responsables de las Administraciones Públicas y, consiguientemente, los ciudadanos cuenten con servicios bibliotecarios bien dotados y cercanos, con colecciones actualizadas y con profesionales suficientes para atender esos servicios públicos; cuando la biblioteca pública sea realmente un derecho de todos los españoles, entonces veremos cómo cambian los índices de lectura.
            Aseguran que la mayor corrupción de un país es nombrar a personas inadecuadas para asumir las distintas responsabilidades  públicas. Tal vez pueda parecer exagerado, pero en buena medida he podido constatar esa idea en muchos casos, especialmente en el ámbito de la cultura y las bibliotecas, que siempre he seguido más de cerca. Ni los programas electorales de los grandes partidos españoles ni los programas culturales desarrollados por la mayoría de las administraciones públicas culturales han tenido a la biblioteca pública como llave de cultura, de referente democratizador, de vehículo para que los ciudadanos accedan a la Sociedad de la Información. Y, más grave: aunque sé que existen  honrosas excepciones que confirman la regla…, la mayoría de esos dirigentes careció y carece de la necesaria actitud utópica y profética para situar a España en el nivel de los países bibliotecariamente desarrollados.
            En este sentido recuerdo, a modo de ejemplo, una conversación sosegada que mantuve con el titular de la  Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura hace ya unos años. Viendo la estadística de bibliotecas públicas y los municipios españoles que contaban con este servicio, le mostraba mi preocupación por todos esos municipios pequeños (y no tan pequeños…) que carecían de biblioteca pública, por esos ciudadanos que no tenían derecho a leer. Yo imaginaba que me diría que habría que tener paciencia, que se tardaría décadas en resolver el problema, etc.; pero estaba equivocado: con tranquilidad me respondió que ese era el drama de los pueblos y que no había manera de conseguir que esos municipios pudieran acceder a servicios bibliotecarios. Y me sorprendió y dolió esa actitud desesperanzada y, sobre todo, carente de valentía y utopía para poder ir transformando la realidad. Por cierto que esa mañana, hace unos diez años,  nació en mí un firme deseo: al menos en Castilla-La Mancha conseguiremos la universalización de los servicios públicos de lectura e información. Y en esas andamos…
            Aunque la lectura y la información construyen ciudadanos libres y son una vía para edificar una sociedad más justa y democrática, respeto el derecho a no leer de quienes, pudiendo hacerlo, renuncian a ello. Pero hoy alzo mi voz en nombre de los hombres y mujeres que viven en zonas rurales, en pequeños pueblos; de tantas personas que viven en los barrios de las grandes ciudades; en nombre de quienes el Estado les niega reiteradamente el derecho a leer y a estar libremente informados. Hoy quiero hablar en nombre de los habitantes de esos 3.200 municipios españoles que no pueden acceder al libro y la lectura como fuente de información, de educación o de ocio. Y también en nombre de quienes en sus municipios cuentan con servicios bibliotecarios insuficientes o inadecuados. Para que todas estas personas disfruten del derecho a no leer, antes el Estado debe garantizarles el derecho a leer a través del mejor cauce, el más democrático, el que por ser gratuito garantiza la igualdad para todos los ciudadanos: la biblioteca pública.
            Alzando hoy mi voz, también quiero expresar públicamente mi respetuoso homenaje a tantos alcaldes y alcaldesas de cientos de pueblos españoles que, aun no teniendo obligación legal de poner en marcha una biblioteca pública, lo han hecho con esfuerzo e ilusión. Unas veces con ayudas de otra Administración Pública y otras muchas sólo porque han descubierto que la biblioteca pública es un servicio básico imprescindible, socialmente necesario e, incluso, políticamente rentable. ¡Qué mérito tienen! ¡Descubrieron que la cultura es un arma cargada de futuro y de esperanza! De igual forma mi homenaje a los bibliotecarios y bibliotecarias que con su dedicación y su profesionalidad hace que la biblioteca sea uno de los centros neurálgicos de los municipios.
            Una de las virtudes de la democracia es que los mediocres y quienes no desempeñan correctamente su cargo público suelen sufrir un varapalo de los ciudadanos en las siguientes elecciones. Por ello, para terminar, un consejo: no voten a quienes desdeñan la biblioteca pública; no apoyen a quienes teniendo responsabilidades en las políticas culturales consideran que la biblioteca pública es un servicio que no precisa recursos y que es un lujo que no puede estar al alcance de todos los ciudadanos. Vamos, que quienes no creen en la biblioteca pública se alejen de responsabilidades públicas que no se merecen…


* Originariamente fue escrito para el libro Palabras por la Biblioteca. Edición a cargo de Javier Pérez Iglesias. Toledo, Consejería de Cultura. Asociación Cultural Educación y Biblioteca, 2004 págs. 205-208.  Coincidiendo con la celebración del II Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas se publicó en la prensa regional, concretamente en La Tribuna de Toledo (18 de noviembre de 2004, pág. 3) y en las otras seis ediciones de este medio de comunicación en Castilla-La Mancha (La Tribuna de Albacete, La Tribuna de Ciudad Real, La Tribuna de Cuenca, La Tribuna de Guadalajara, La Tribuna de Puertollano y La Tribuna de Talavera). También  fue recogido en el libro Combates por la Biblioteca Pública en España (2006), páginas 313-316.

miércoles, 17 de noviembre de 2004

Planificación de redes autonómicas de bibliotecas: balance del primer año del Plan Bibliotecas Públicas Siglo XXI Castilla-La Mancha


Planificación de redes autonómicas de bibliotecas: balance del primer año del Plan Bibliotecas Públicas Siglo XXI Castilla-La Mancha”.  En colaboración con Javier Docampo Capilla. Comunicación presentada al II Congreso Nacional de Bibliotecas. En: Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas (2º. 2004. Salamanca). La biblioteca pública: compromiso de futuro: actas / II Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas, Salamanca, 17, 18 y 19 de noviembre de 2004.- Madrid: Ministerio de Cultura, Subdirección General de Información y Publicación, 2004.- P. 161-171

 


Resumen: La necesidad de planificación para un desarrollo correcto y sostenido de los servicios públicos, incluidos los bibliotecarios, parece hoy fuera de toda duda. La comunicación analiza los antecedentes y principales aspectos del Plan de Desarrollo Bibliotecario 2003-2006 Bibliotecas Públicas Siglo XXI Castilla-La Mancha, que, a través de un conjunto de ochenta medidas que abarcan todos los aspectos de la realidad bibliotecaria, pretende que el 100% de la población castellano-manchega disponga de servicios bibliotecarios de calidad. Se estudia la evolución de varias de sus medidas a lo largo del primer año de su puesta en marcha y hasta qué punto éstas han incidido en el desarrollo de la Red de Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha.


 


viernes, 15 de octubre de 2004

La biblioteca pública, derecho de los ciudadanos


“La biblioteca pública, derecho de los ciudadanos”. Actas del “Foro Biblioteca y Sociedad: Experiencias de innovación y mejora”, Murcia. 14-16 de octubre de 2004 Boletín ANABAD, LIV (2004), núm. 1-2, enero-junio, págs. 29-65.

Enlace: Presentación de la ponencia: La biblioteca pública, derecho de los ciudadanos 


 

domingo, 26 de septiembre de 2004

Bibliotecas Públicas y desigualdades




Bibliotecas Públicas y desigualdades*

         Escucho reiteradamente a altos responsables públicos de nuestro país o de las comunidades autónomas un viejo grito: “todos los españoles tenemos los mismos derechos”, o “debemos velar para que todos los españoles tengan los mismos derechos”, …o frases parecidas.  Y ello en múltiples temas: educación, sanidad, vivienda,… Sin embargo son pocos los políticos que se hayan pronunciado sobre el derecho de todos los españoles a leer, a informarse, a educarse permanentemente mediante uno de los servicios públicos que aún tienen una consideración como de segunda fila, no esenciales: la biblioteca pública.
            Vivimos en una sociedad que desea tener unas propiedades que la conviertan en la llamada Sociedad de la Información y del Conocimiento. Y se hacen planes para extender internet, se ofrecen cursos de alfabetización digital, se quiere construir progresivamente una administración electrónica, y grandes empresas del sector y entidades intentan facilitarnos eso de “poner un PC en nuestra vida”. Pero no proliferan los políticos o incluso los intelectuales que proclamen su confianza en una institución tan respetada por la UNESCO y de tan fuerte implantación en países anglosajones, escandinavos, etc. como es la biblioteca pública.
            España ha dado sin duda un gran salto en las últimas dos décadas en cuanto al desarrollo de servicios públicos de lectura e información, que es lo que son realmente las bibliotecas.  Ministerio de Cultura, Comunidades Autónomas y Corporaciones Locales han realizado esfuerzos para crear, modernizar o desarrollar bibliotecas públicas. Sin duda, las estadísticas son un fiel reflejo de este avance que, como en tantos otros campos de los servicios públicos, ha experimentado España.
            Pero me parece que uno de los factores más preocupantes sigue siendo la bastante generalizada carencia del reconocimiento de este derecho ciudadano. Aunque la Constitución Española reconoce el “acceso a la cultura” como un derecho de todos los españoles (art.  44) y también el derecho a “recibir libremente información veraz” (art. 20.1.d) o, genéricamente, el “derecho a la educación” (art. 27), estos tres pilares que constituyen la misión de la biblioteca pública (cultura, información y educación permanente) no han logrado convertirse jurídicamente en un  derecho que revierta en la universalización o democratización del acceso de los españoles a servicios de biblioteca pública.
            Si analizamos las grandes o medianas ciudades españolas, las estadísticas nos hablan de carencias de bibliotecas en muchos de sus barrios, de colecciones obsoletas e insuficientes. En general, con excepciones que confirman la regla,  estas ciudades no han implantado redes urbanas de bibliotecas públicas en consonancia con el desarrollo que los servicios sanitarios, educativos, comerciales, deportivos, etc. han tenido en esos mismos municipios. Podemos afirmar que el mosaico español es en cuanto a bibliotecas públicas un fiel reflejo de la desigualdad de los ciudadanos para acceder a servicios bibliotecarios.
            Pero esta desigualdad se agrava en los municipios más pequeños. La Ley 7/1985, Reguladora de las Bases del Régimen Local, única legislación de carácter nacional que establece como servicio básico y obligatorio la biblioteca pública en los municipios, sólo obliga a los mayores de 5.000 habitantes, y en este caso tampoco define qué tipo de servicios deben prestarse en los municipios en razón a su población. Por esta razón, la puesta en marcha de servicios bibliotecarios ha tenido y tiene mucho que ver con la voluntad política de los dirigentes públicos. Es decir, la voluntariedad y luego el reconocimiento de que las bibliotecas públicas son socialmente necesarias y políticamente rentables han servido de estímulo para crear o potenciar servicios bibliotecarios. Lógicamente, esa voluntariedad ha chocado aún más con los condicionantes presupuestarios en los municipios más pequeños. Los más recientes datos hechos públicos por el Ministerio de Cultura y las Comunidades Autónomas, correspondientes al año 2002, son verdaderamente escalofriantes: aproximadamente 3.200 municipios españoles carecen de cualquier tipo de acceso a servicios de biblioteca pública. Es cierto que ese altísimo porcentaje de los municipios españoles que no tienen biblioteca o no reciben servicios de biblioteca móvil se corresponde globalmente con un 4% de la población, pero los españoles no pueden sufrir discriminación alguna en razón de su residencia. Además, aunque estadísticamente se considere que una ciudad determinada tenga cubierto el servicio porque exista una biblioteca para 50.000, 70.000 o incluso más habitantes, no podemos aceptar esta hipocresía estadística. ¿Se imaginan ustedes una ciudad de esa población con un único Instituto de Bachillerato o con un único Centro de Salud? Pues en bibliotecas es bastante corriente.
            A falta de una Ley de Coordinación Bibliotecaria estatal, que sirva de Ley-marco para el conjunto del país, las legislaciones autonómicas, distintas y distantes en forma, tiempo y características de los servicios de biblioteca pública, no han resuelto en la mayoría de los casos la pregunta crucial de quién tiene la obligación de crear y sostener una biblioteca pública. En muchas regiones el listón para crear bibliotecas públicas se situó en los 5.000 habitantes que marcó la Ley de Bases de Régimen Local. Otras optaron por los 3.000 habitantes que tradicionalmente recomendaba la UNESCO. Hay regiones que han sido más democratizadoras de este derecho y situaron en 2.000 e incluso en 1.000 habitantes la frontera para que el municipio contase con biblioteca pública. Estas legislaciones, junto al desarrollo de planes bibliotecarios más progresistas o a programas regionales que han venido apoyando financiera y técnicamente el desarrollo de bibliotecas públicas municipales,  han colaborado en articular un mosaico bibliotecario verdaderamente desigual de unas regiones a otras y entre unos municipios y otros. 
            Algunos de los indicadores del año 2002 son verdaderamente expresivos: en cuanto a colecciones, con una media de 1,18 libros u otros soportes por habitante, frente a la ratio de  2,2 que tiene Castilla-La Mancha y que constituye el mejor dato español, están Andalucía o Murcia, con sólo 0,7 por habitante, Madrid con 0,8, la Comunidad Valenciana con 1,0 o Cataluña con 1,19.  El gasto en adquisición de colecciones es también significativo: con una media lamentable de 0,70 euros/habitante, Castilla-La Mancha figura a la cabeza con 1,57 frente a 0,34 de Andalucía, 0,37 de Aragón o 0,.49 de Murcia.  Respecto al gasto total en bibliotecas por habitante, con una media de 7,67 euros/habitante, figuran a la cabeza Cataluña y Castilla-La Mancha, respectivamente con 11,08 y 10,68 euros, frente a los 3,58 de Andalucía.  Este desigual gasto, que sitúa a regiones tradicionalmente pobres como Castilla-La Mancha a la cabeza en muchos de los indicadores, refleja las políticas estables y de decidido apoyo a las bibliotecas municipales, frente a Comunidades en las que los municipios no han gozado de similares apoyos de su correspondiente Administración Autonómica.  El mayor gasto en bibliotecas se corresponde con unas bibliotecas más dinámicas y con mejores servicios. Así, por ejemplo, si analizamos las actividades culturales de las bibliotecas, con una media del 68% de bibliotecas que organizan actividades, están  en los puestos más altos Cataluña (91%),  Canarias (88,5) y Castilla-La Mancha (85%), frente a Navarra (46%) y Andalucía y Valencia (ambas con el 58%).
            Desde hace más de una década vengo reclamando que, mediante el consenso de las Comunidades Autónomas y el Ministerio de Cultura,  las Cortes Generales puedan aprobar una Ley que determine las características básicas del servicio de biblioteca pública en España y legisle en cada caso qué administración está obligada a desarrollar los distintos servicios bibliotecarios. Un paso necesario sería la celebración de una Conferencia Sectorial de Cultura dedicada a analizar y buscar soluciones para que las bibliotecas públicas dejen de ser una de las clásicas asignaturas pendientes de las políticas culturales de las distintas Administraciones Públicas españolas.
            Aunque incluso hay profesionales que proclaman que el Ministerio nada tiene que hacer en esta tarea, nuestra Constitución dejó muy clara la resolución de estas desigualdades: “El Estado tiene competencia exclusiva sobre…la regulación de las condiciones básicas que garanticen la igualdad de todos los españoles en el ejercicio de los derechos…” (art. 149.1.1ª) Y por si aún hay alguien que tenga dudas, recordamos otro texto constitucional:  “El Estado podrá dictar leyes que establezcan los principios necesarios para armonizar las disposiciones normativas de las Comunidades Autónomas, aun en el caso de materias atribuidas a la competencia de éstas, cuando así lo exija el interés general.  Corresponde a las Cortes Generales, por mayoría absoluta de cada Cámara, la apreciación de esta necesidad” (art. 150.3).
            Consiguientemente, la Ministra de Cultura, tan parca hasta el momento en compromisos que puedan dar idea de que el Ministerio va a tener entre sus prioridades una política bibliotecaria acorde con las necesidades de los ciudadanos del siglo XXI, no puede seguir mirando a otro lado. Si busca la “excelencia cultural”, las bibliotecas públicas deben situarse en el corazón de toda política cultural. De no ser así, fracasarán. Y, si no, al tiempo.


* La Tribuna de Toledo (26 y 27 de septiembre de 2004), pág. 3. Este artículo se publicó también, los mismos días,  en las otras seis ediciones de este medio de comunicación en Castilla-La Mancha (La Tribuna de Albacete, La Tribuna de Ciudad Real, La Tribuna de Cuenca, La Tribuna de Guadalajara,  La Tribuna de Puertollano y La Tribuna de Talavera).

viernes, 23 de abril de 2004

Declaración Institucional sobre la Lectura Pública



Declaración Institucional sobre la Lectura Pública*

            Como Portavoz del Ejecutivo tengo, también, que darles cuenta de que en este  primer Consejo de Ministros ordinario, y por iniciativa del Sr. Presidente del Gobierno, se ha aprobado la siguiente Declaración Institucional:

            “En una fecha tan singular, en la que celebramos el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, el Gobierno desea proclamar su confianza en el libro, la lectura, la información y, especialmente, en los centros que en nuestro tiempo están llamados realmente a democratizar el acceso de todos los ciudadanos a estos medios:  las bibliotecas públicas.
            Vamos caminando hacia el año 2005, en el que en todo el mundo se conmemorará el IV Centenario de la primera edición de la obra literaria  más inmortal: Don Quijote de la Mancha. Y hoy el Consejo de Ministros quiere impregnarse del idealismo del caballero manchego y anunciar las primeras medidas que el Gobierno va a poner en marcha para garantizar el acceso libre y gratuito de todos los españoles y españolas a la Sociedad de la Información y del Conocimiento a través del mejor cauce que existe para todos los sectores de la población: la biblioteca pública.
            Estamos asistiendo en los últimos días a una verdadera movilización puesta en marcha por bibliotecarios a favor de que las bibliotecas públicas queden exentas por la Unión Europea del pago del canon por el préstamo de libros. A lo largo y ancho de todo el país se están desarrollando actos de información, recogidas de firmas,…Centenares de  autores han expresado su apoyo a la biblioteca pública, manifestando su deseo de renunciar a sus derechos cuando se trate del préstamo de sus libros en bibliotecas públicas. El Gobierno no puede ser insensible a estas justas reivindicaciones y ha dado instrucciones a la Ministra de Cultura para que con rapidez se plantee a las Instituciones Comunitarias esta excepción al pago previsto en la Directiva comunitaria.
            Pero el Gobierno entiende que esta cuestión no es ni mucho menos el problema más grave que afecta a las bibliotecas públicas españolas. Desde hace décadas se vienen alzando voces, especialmente representativas del sector profesional de las bibliotecas, a favor de que exista una política de Estado en materia de lectura pública. Es cierto que las competencias, junto a las de coordinación en materia cultural que conserva la Administración General del Estado, son compartidas por las Administraciones Autonómicas y Locales. Pero la confianza en la educación, la información y la cultura como factores de desarrollo personal y social, así como los derechos constitucionales para garantizar estos valores, llevan al Gobierno de España  a anunciar importantes medidas, que como Portavoz me complazco en comunicar a todos ustedes:

            1ª) La Titular del Ministerio de Cultura convocará a los consejeros autonómicos a una Conferencia Sectorial para debatir la situación de la Biblioteca Pública en España y estudiar de forma conjunta las iniciativas a desarrollar, desde el talante de consenso y cooperación con las Comunidades Autónomas que el Presidente anunció en su discurso de investidura.
            Creo que no es preciso reseñar la importancia de esta Conferencia, primera que se celebrará en el ámbito de la cultura en nuestra historia democrática.

            2ª) Con independencia de los acuerdos que puedan tomarse en dicha Conferencia, el Gobierno desea impulsar desde hoy mismo un Plan Nacional de Fomento de la lectura y las Bibliotecas Públicas. Las bases de este Plan, que será consensuado con las  Comunidades Autónomas, serán presentadas por el Gobierno al Congreso de los Diputados antes de que finalice el presente año.

            3ª) Como garantía de que la anterior iniciativa se gestiona con la urgencia y rigor necesarios, se ha acordado el nombramiento de un Delegado del  Gobierno para el Plan de Fomento de la Lectura y de las Bibliotecas Públicas, adscrito a la Presidencia del Gobierno. Este nombramiento se materializará en el próximo Consejo de Ministros. Por supuesto que sus trabajos estarán coordinados con los realizados por el Ministerio de  Cultura a través de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas.

            4ª) El Gobierno va a proponer al Director General de la UNESCO que el año  2005 sea declarado AÑO DE LA BIBLIOTECA PÚBLICA”. Y ello porque entendemos que el mejor homenaje que podemos hacer a la obra de Cervantes es proclamar los valores de la biblioteca pública como centros neurálgicos de encuentro y en los que las personas tengan a sus disposición todos los registros de la palabra y de la información.

            5ª) Finalmente, el Gobierno confía que los trabajos desarrollados en el Plan de Fomento permitan articular un verdadero Pacto por la Lectura Pública y las Bibliotecas, en el que, partiendo del reconocimiento de la autonomía municipal y de las regiones y nacionalidades españolas, pueda hacerse realidad el acceso igualitario y sin discriminaciones de todos los ciudadanos a este servicio público esencial que es la biblioteca pública. En este Pacto el Gobierno quiere contar, lógicamente, con la voz de los autores, de los editores, de los bibliotecarios  y de distintos sectores y agentes socioculturales.

            Todas estas iniciativas están en el espíritu del Manifiesto de la UNESCO sobre la Biblioteca Pública de 1994, que señala: “Para lograr la cooordinación y cooperación bibliotecaria a nivel nacional, la legislación y los planes estratégicos han de definir y promover, también, una red nacional de bibliotecas, basada en normas de servicio convenidas”.
En este sentido, con estos acuerdos el Gobierno de España desea asumir su papel en la consecuención de una política de Estado en materia de promoción del libro y, en general, de servicios de lectura pública; una política bibliotecaria que sea el resultado de coordinar y sumar las políticas ya en marcha o que puedan desarrollarse  en este rico mosaico pluricultural que es la  España de las Autonomías.

            Esta Declaración va a ser comunicada hoy mismo a todos los Presidentes autonómicos.

            Antes de que formulen ustedes las preguntas que deseen a la Sra. Ministra de Cultura, quiero hacerles entrega de una pequeña joya bibliográfica: se trata de una edición del libro del poeta León Felipe Versos y Oraciones de caminante (1920) que por iniciativa del Sr. Ministro de Defensa se ha impreso para conmemorar esta importante reunión del Consejo de Ministros que ha coincidido con la celebración del Día Mundial del Libro. Se ha elegido precisamente un libro poético siguiendo la invitación que para la edición del Día del Libro del presente año ha hecho el Gobierno de Castilla-La Mancha bajo el lema: “Descubre un mundo lleno de poesía”.
            Muchas gracias.





* Era el 23 de abril de 2004, Fiesta del Libro y del Derecho de Autor. En el Palacio de la Moncloa se reunía en su primera sesión ordinaria el Consejo de Ministros,  presidido por José Luis Rodríguez Zapatero. En esa mañana, a través de la lista Públicas, distribuí un correo electrónico con el siguiente texto:
                “Según fuentes generalmente bien informadas, el Consejo de Ministros de hoy, primero de los celebrados con carácter ordinario por el Gobierno de España, presidido por Zapatero, ha aprobado una serie de medidas relacionadas con el canon del préstamo de libros y la política nacional de bibliotecas.
Con la reserva lógica, se adjunta el texto al que he tenido acceso y que en rueda de prensa hará público la Portavoz del Gobierno.
Se trata de medidas realmente muy importantes y que muchos llevamos esperando décadas.
Seguiré informando...
Por supuesto, ¡FELIZ DIA DEL LIBRO Y DE SAN JORDI!  para todos y todas.
Un cordial saludo.  Juan Sánchez Sánchez, Jefe del Servicio Regional del Libro, Archivos y Bibliotecas de Castilla-La Mancha”
                El correo adjuntaba la Declaración Institucional sobre la lectura pública, que yo había redactado en mi casa durante la madrugada del 23.
A las 13:33 remití a Públicas un nuevo correo con el siguiente texto:
Al parecer, finalmente el Consejo de Ministros no ha aprobado la Declaración Institucional sobre Lectura Pública que se había "filtrado" esta mañana...Espero disculpeis esta pequeña licencia literaria. El Día del Libro, además de leer, hay que escribir. Porque la pasión por leer tiene que llevar a la pasión por escribir y ...por soñar.
Esta ficción literaria está en línea con la que presentamos al I Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas que se celebró en Valencia en octubre del 2002, en la comunicación "La Biblioteca Pública ¿un derecho de todos?". Está disponible en el Portal Travesía. http://www.mcu.es/lab/bibliote/travesia_actas/pdf/sumario.pdf . Es decir, necesitamos seguir soñando y escribiendo.  Y tal vez los políticos, especialmente el nuevo equipo de Zapatero, decidan poner en la cresta de la ola a las bibliotecas públicas en España.
Soñar, como el préstamo de libros en las bibliotecas, es gratuito.  Y ¿quién puede poner límites a nuestros sueños?
Con afecto, y reiterando mis mejores deseos para este Día del Libro,
Un cordial saludo. Juan Sánchez Sánchez, Jefe del Servicio Regional del Libro, Archivos y Bibliotecas”
                Públicas distribuyó este nuevo correo un poco más tarde de lo habitual (15:22 horas) por lo que muchos profesionales no vieron  esta “explicación”. El primer correo corrió como la espuma y las reacciones fueron muchas. Lo impresionante es que se dió crédito a la Declaración y se pensó que yo realmente estaba anticipándome a la rueda de prensa de la Portavoz del Gobierno.
                Recibí numerosos mensajes. Trascribo unas palabras de Roser Lozano, directora de la Biblioteca Pública del Estado en Tarragona: “Encantador el texto... me ha emocionado de veras, creo que en este país estamos volviendo a renacer, a volver a tener ilusión...gracias por tu envio del texto, es la mejor forma que podria haber tenido para celebrar el Sant Jordi…”
                También algunos profesionales se molestaron al descubir que todo era una ficción….