viernes, 23 de septiembre de 2005

Las políticas bibliotecarias, hacia un segundo pacto local


“Las políticas bibliotecarias, hacia un segundo pacto local” Intervención en mesa redonda en el I Encuentro Bibliotecas y Municipio. En: Encuentro Bibliotecas y Municipios (1º. 2005. Peñaranda de Bracamonte). La administración local y las bibliotecas en la democracia / I Encuentro Bibliotecas y Municipios, Peñaranda de Bracamonte, Salamanca, 21-23 de septiembre de 2005.- Madrid: Ministerio de Cultura, Subdirección General de Información y Publicación, 2005

Resumen: El panorama bibliotecario ha cambiado en los últimos años pero aún queda mucho por recorrer para alcanzar los niveles europeos de uso de la biblioteca pública. Esos niveles implican grandes esfuerzos por parte de todas las administraciones e instituciones implicadas, en cuatro líneas fundamentales de trabajo: 
- Incrementar el número de bibliotecas. 
- Aumentar y enriquecer las colecciones. 
- Ampliar los horarios de apertura. 
- Profesionalizar las personas que las atienden. Han de ponerse en marcha los mecanismos institucionales y jurídicos para avanzar en la coordinación y desarrollo de las políticas bibliotecarias en España.

jueves, 15 de septiembre de 2005

Pasión por leer



Pasión por leer*
             

            Las estadísticas sobre hábitos lectores reflejan el largo camino que queda por andar en España para conseguir una sociedad lectora. Pero existen otros muchos indicadores por los que podríamos entonar un canto de esperanza. Sin duda, las bibliotecas públicas, todavía con carencias importantes, significan un buen espejo para demostrar que los castellano-manchegos, los españoles en general, quieren leer, desean entrar en la Sociedad de la Información y del Conocimiento que caracteriza el comienzo del siglo XXI.
            En 1934, el bibliotecario Javier Lasso de la Vega escribió un artículo titulado “Política bibliotecaria” en el que decía:  “Para que un pueblo pueda vivir en un régimen democrático y, por tanto, decidir su destino, elegir sus representantes, etc., necesita estar  capacitado para pensar por sí mismo. Sin libros, sin prensa, sin bibliotecas, España no podrá ser un país democrático jamás.” Y esta opinión, que mostramos como un ejemplo, pero que es mantenida por otros muchos autores y por prestigiosas instituciones, parece que empieza a calar en la sociedad española. Pero los resultados son lentos, y los frutos de la cosecha tardan en vislumbrarse; lo importante es que la sembradura sea correcta y que los “cuidados” sean permanentes y adecuados.
            El Gobierno de Castilla-La Mancha se ha caracterizado en política bibliotecaria por un gran reto: la universalización de servicios bibliotecarios para el conjunto de la población regional y para la totalidad de municipios.  Y esa utopía, única en nuestro país, va siendo una hermosa realidad.  Si en  1984, prácticamente al iniciarse la vida autonómica de nuestra región, disponíamos de 154 bibliotecas públicas, además de 12 bibliobuses, en 2003 existían un total de 510 bibliotecas, de las cuales 501 eran de gestión municipal. Teniendo en cuenta que en Castilla-La Mancha de los 919 municipios sólo hay 62 mayores de 5.000 habitantes, es fácil reconocer el esfuerzo que han hecho los ayuntamientos, que han creado bibliotecas públicas (436) y salas de lectura pública (65) en municipios menores de esa población y que, consiguientemente, no tenían obligación legal de hacerlo.  Esta poderosa realidad bibliotecaria, no exenta de carencias y de problemas,  ha tenido indudablemente dos protagonistas: la Consejería de Cultura, que ha estimulado a los ayuntamientos a crear y desarrollar bibliotecas públicas, con apoyo técnico y financiero; y los propios ayuntamientos, que han aceptado el reto de crear y financiar servicios bibliotecarios, a pesar de sus exiguos presupuestos municipales.
            Los principios esenciales para el desarrollo de Bibliotecas Municipales han sido la  cofinanciación y la corresponsabilidad.  Pero sin duda ha sido factor determinante para este proceso que la Consejería haya tenido entre sus prioridades políticas el desarrollo de servicios bibliotecarios en los municipios y lo haya hecho con exigencias progresivas para asegurar la dignificación, creciente calidad y estabilidad de la biblioteca pública. Esta política ha tenido muchas consecuencias positivas, y  una de ellas es que se han incrementado de forma constante los recursos públicos para bibliotecas, hasta el punto que Castilla-La Mancha está a la cabeza, junto con Cataluña, en gasto bibliotecario: frente a una media nacional de 8,15 euros por habitante, nuestra región destina 14,37 euros por habitante. Y otros indicadores confirman que nuestra Comunidad sí tiene pasión por leer:  en las bibliotecas públicas disponemos de 2,32 libros u otros soportes por habitante (1,21 es la media nacional); se realizan 2,62 visitas a la biblioteca por habitante (la media española es de 1,8); y el número de obras prestadas a domicilio es de 2,10 por habitante (media en España 1,0).
            Estos datos, que no alcanzan los niveles de los países más desarrollados en Europa,  son, sin embargo, un buen signo de que la mejor campaña de animación a la lectura consiste en disponer de servicios bibliotecarios dignos, estables, con personal especializado y suficiente, colecciones actualizadas y edificios adecuados para acoger confortablemente a la comunidad local.  Mientras que en España hay una biblioteca pública por cada 9.164 habitantes, en Castilla-La Mancha ese tremendo esfuerzo del Gobierno Regional y de las Administraciones Locales ha hecho posible que tengamos una biblioteca por cada 3.560 habitantes, indicador que nos equipara en este caso a los países de la Unión Europea más avanzados bibliotecariamente.
            Es cierto que todavía quedan muchos pequeños municipios sin servicios bibliotecarios, pero el Plan de Bibliotecas Móviles actualmente en desarrollo servirá para, progresivamente, acercar el libro y la información a los ciudadanos de esas zonas rurales.
            En definitiva,  el horizonte de la universalización se ve posible, siempre que se mantenga la cultura de planificación que se viene desarrollando desde mediados de la década de los noventa y que ha propiciado unas políticas estables de bibliotecas públicas. Sucesivamente, el Plan Estratégico de Cultura, el Plan de Desarrollo Bibliotecario Bibliotecas Públicas Siglo XXI, y en el anunciado Plan Regional de Lectura han sido los documentos del Gobierno de Castilla-La Mancha que han contribuido a crear una Red de Bibliotecas Públicas que hoy es un valor indudable de nuestra región y espejo para otras tierras de España.  
            Queda mucho camino por recorrer, muchos lugares en los que los ciudadanos todavía no pueden acceder democráticamente al libro y la información a través de servicios bibliotecarios. Pero lo importante es que la biblioteca pública en Castilla-La Mancha ha ido incrementado su presencia, y la sociedad regional (tanto las administraciones públicas como los propios ciudadanos) tienen un mayor conocimiento y aprecio por este servicio público.
            Derecho a leer, derecho a disponer de biblioteca pública. Para todos y para todas. Sin discriminación por razón de vivir en un barrio o en un alejado o pequeño municipio. Sigamos en Castilla-La Mancha creyendo en la biblioteca pública, que es, según la UNESCO “el principal medio de dar, a todo el mundo, libre acceso a la suma de los conocimientos y de las ideas del hombre, y a las expresiones de su imaginación creativa”. Prosigamos sembrando, y dentro de un tiempo habremos conseguido una sociedad que tenga, realmente, pasión por leer.



* La Tribuna de Toledo (15 de septiembre de 2005), pág. 3. Este artículo se publicó también, en la  misma fecha,  en las otras seis ediciones de este medio de comunicación en Castilla-La Mancha (La Tribuna de Albacete, La Tribuna de Ciudad Real, La Tribuna de Cuenca, La Tribuna de Guadalajara,  La Tribuna de Puertollano y La Tribuna de Talavera).