lunes, 17 de septiembre de 2018

Elogio de una bibliotecaria rural


Elogio de una bibliotecaria rural

Dicen los expertos que la riada de Cebolla era un desastre tan previsible como evitable. El encauzamiento del arroyo Sangüesa, escondiendo y estrechando su cauce en el centro de la localidad, viene provocando estas riadas, que en esta ocasión han arrasado el pueblo y algunos de sus servicios públicos básicos, como la biblioteca municipal. Jaime Lener, un arquitecto brasileño, escribió en su libro “Acupuntura urbana”: “Cuesta mucho corregir una idiotez. Sí, cuesta mucho; pero más contemplar año tras año, tormenta tras tormenta, sus consecuencias.” Y en esas están los vecinos de Cebolla y el ayuntamiento del pueblo, intentando convencer a los organismos competentes que hay que actuar y no sólo esperar una nueva tormenta que inunde casas, servicios públicos, ilusiones…
La riada, como suele ocurrir, ha tenido un efecto positivo: mostrar la solidaridad de la gente ante desastres y sufrimientos de estas características. Pero probablemente esa oleada de cariño y humanidad, de ayuda solidaria, la está recibiendo de una forma patente uno de los servicios públicos que frecuentemente pasan más desapercibidos: la biblioteca pública. De toda España, y singularmente de la región de Castilla-La Mancha, se están recibiendo libros, palabras de esperanza, ayuda económica…para reconstruir la biblioteca y que pueda volver a prestar sus importantes servicios.  Tantas iniciativas, que el Servicio del Libro, Bibliotecas y Lectura de Castilla-La Mancha, con Óscar Arroyo al frente, está organizando la recogida, selección y posterior entrega a la biblioteca de Cebolla de los nuevos fondos que formarán parte de una colección prácticamente nueva. Donde hubo 12.000 volúmenes apenas quedaron dos millares recuperables.
Cebolla es uno de los 6.825 municipios españoles menores de 5.000 habitantes que, según la legislación nacional, no está obligada a prestar a sus ciudadanos el servicio de biblioteca pública. ¡País! Afortunadamente, las legislaciones autonómicas, el propio interés de los ayuntamientos y las demandas ciudadanas, han hecho posible que muchos de estos pueblos cuenten con biblioteca. La estadística del año 2016 indica que son 2.053 los municipios españoles de menos de 5.000 habitantes que disponen de biblioteca pública, y 1.888 son servidos por bibliotecas móviles. Pero 3.006 municipios de toda España, en las regiones más desarrolladas o en las de menos recursos, no cuentan con ningún tipo de servicio bibliotecario. ¡Un escándalo a corregir!
Cebolla, con 3.445 habitantes, sí tiene biblioteca. Es un ejemplo, con horario de mañana y tarde (35 horas a la semana), un horario que por ejemplo no tienen las bibliotecas municipales de Toledo, a pesar de sus 83.972 habitantes. Y con una bibliotecaria municipal que lleva al frente de la biblioteca desde mayo de 2000. Unos 1.400 habitantes son usuarios (socios) de la biblioteca, con cerca de 6.000 préstamos anuales. El edificio de la biblioteca tiene 170 m2, con 36 puestos de lectura y 12 ordenadores. Es una biblioteca dinámica, que ha sido reconocida en varias ocasiones con el Premio “María Moliner” para programas de animación a la lectura que concede el Ministerio de Cultura, como otras muchas bibliotecas de nuestra región, verdaderamente un ejemplo para el conjunto del país.
Hace dos años vinieron a Castilla-La Mancha dos profesionales colombianas, de Medellín, a conocer nuestra realidad bibliotecaria. Les mostramos, entre otras, esta biblioteca, como ejemplo de servicio bibliotecario en este tipo de localidades pequeñas. Y se fueron sorprendidas por estos centros en poblaciones tan pequeñas. Pero bibliotecas como la de Cebolla proliferan en toda nuestra región, con profesionales creativos y apasionados, aunque no siempre reconocidos adecuadamente en sus contratos y retribuciones.
El día de la riada, sábado y además gran fiesta del municipio, afortunadamente la biblioteca estaba cerrada. Cualquier otro día podría haber sido una tragedia, pues es una biblioteca siempre viva, llena de gente, con clubes de lectura y con actividades culturales y de animación a la lectura que organizan casi de forma permanente. Ahora, todo ha sido destruido  e incluso el edificio presenta una situación que hay que evaluar para ver qué actuaciones precisa.
María José Olivares Saldaña, nacida el 4 de enero de 1972 en Talavera de la Reina, bibliotecaria municipal de Cebolla, recuerda el día que se hizo cargo de la biblioteca como uno de los más felices de su vida. Considera que era el mejor trabajo para ella, una mujer que llevaba trabajando desde los 14 años en talleres de confección, haciendo Bachillerato en el nocturno y  COU con nota de sobresaliente en todas las asignaturas, excepto en inglés. Luego estudiaría en la UNED, universidad en la que se licenció en Geografía e Historia y cursó también estudios del Grado de Historia del Arte en la misma universidad. Conoce bien la vida de los pueblos: toda su familia es de Cebolla, y residieron hasta los 17 años en Alcaudete de la Jara. La Biblioteca forma parte de la vida de María José  desde su niñez. Cuando era pequeña no había apenas libros en su casa y los devoraba. Cuando salía del colegio, cogía la merienda y se iba rápidamente a la biblioteca, creciendo entre libros. Utilizaba la Biblioteca todos los días, pero, nos cuenta, había tan poquitos que volvía a releerlos.  Convocaron la oposición a bibliotecaria municipal y decidió presentarse.  En el tribunal estuvo uno de los grandes profesionales de nuestra provincia, Modesto Triviño, que ha formado a generaciones de bibliotecarios. Entonces, me cuenta María José, tenía una niña de dos meses que tomaba el pecho y entre examen teórico y el práctico la tenía que amamantar. Por esa razón fue  la última en enterarse de que había sido ella quien aprobó la oposición. En principio tuvo una jornada de 4 horas, pero la Biblioteca fue creciendo poco a poco y cada vez demandaba más tiempo, un horario más amplio. Con las ayudas a los contratos de Bibliotecarios de la Junta a los 4 años pasó a jornada de 35 horas semanales. Eran tiempos en los que el Gobierno de Castilla-La Mancha impulsó el desarrollo de las bibliotecas municipales con ayudas a la contratación y mejora de puestos de bibliotecarios, subvenciones para las adquisiciones y actividades…. María José fue completando su formación bibliotecaria gracias a los cursos que se han ido organizando a nivel regional y provincial, y que han sido una escuela de biblioteconomía para los profesionales de Castilla-La Mancha.
Las bibliotecas, poco a poco, han pasado a formar parte de los servicios básicos imprescindibles de estos municipios. Sin duda una de las claves ha estado en los bibliotecarios, que son amigos, confidentes, formadores, promotores de la cultura, la información y la educación permanente de los ciudadanos. Los bibliotecarios son verdaderos dirigentes sociales en estos municipios y trabajan en coalición con la sociedad. María José es un ejemplo muy singular: Además de los clubes de lectura, uno de ellos infantil, intentan participan en los encuentros con autores que se organizan en los pueblos de la zona y en el provincial. También organizan salidas culturales, con visitas a museos, conciertos, obras teatrales… Y participan en los programas que organizan conjuntamente diversas bibliotecas públicas municipales de la comarca…. María José, y tantos bibliotecarios, especialmente en municipios pequeños, viven con pasión su trabajo, entregados a la gente. Las bibliotecas forman parte de su vida. El día de la riada, cuando comprobó los efectos devastadores del agua, lloró con amargura: su segunda casa estaba inundada y el mobiliario y casi toda la colección destrozada.
Estos bibliotecarios y bibliotecarias del mundo rural merecen todo un reconocimiento. Están solos ante el peligro. Sus contratos son normalmente como técnicos auxiliares de bibliotecas, en lugar de como técnicos de bibliotecas. Es una de las situaciones que demuestra que las bibliotecas siguen marginadas en nuestro país. En los colegios y en los centros de salud o consultorios médicos, por supuesto los profesionales que los atienden no son discriminados por estar en una localidad de menor población. Hay médicos, maestros, enfermeras…. Las bibliotecas municipales deberían contar todas con al menos un técnico de bibliotecas, contratado y pagado como tal. Pero es una de las demandas históricas que los políticos españoles no han afrontado, igual que no afrontan esa vergüenza de que tres millares de municipios españoles carezcan de servicios bibliotecarios. Muchos de los bibliotecarios tienen un contrato a media jornada, lo que dificulta su vida familiar y personal desde esas condiciones laborales. María José es mileurista y tiene que conciliar la dedicación  a su biblioteca con la que debe a su familia, especialmente sus tres hijos: una chica de 18 años que estudia bachillerato de Artes, un chico de 12 que estudia en la escolanía del Escorial,  y un niño de 7 años que estudia en Cebolla 3º de primaria. Me emociona cómo percibe a su familia: “Tengo una familia feliz, trabajando mucho pero feliz”.
Tengo la certeza de que la biblioteca de Cebolla no va a ser abandonada a su suerte. Todo el país mira a Cebolla y envía libros y otros materiales. Pero, ¿alguien pensará en esta bibliotecaria rural y en tantos profesionales que llevan décadas ejerciendo apasionadamente su trabajo en la biblioteca y siguen en unas condiciones paupérrimas? Su trabajo es cada vez más especializado, con una actividad que resulta imprescindible en las bibliotecas, mucho más que sus edificios o colecciones. Sabemos que los ayuntamientos tienen graves dificultades para afrontar estos puestos de trabajo. Por ello, resulta urgente que se firmen los convenios que garanticen una financiación adecuada para las bibliotecas públicas municipales, y singularmente para que los bibliotecarios tengan unos contratos dignos.  Es algo previsto en la Ley 3/2011, de la Lectura y de las Bibliotecas de Castilla-La Mancha: pero ni el Gobierno regional del Partido Popular ni el del PSOE han afrontado esta previsión. El cielo puede esperar…


domingo, 9 de septiembre de 2018

¿Dignificar los puestos de trabajo en las bibliotecas públicas?


¿Dignificar los puestos de trabajo en las bibliotecas públicas?

Próximamente se va a celebrar en Logroño el IX Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas, con un tema inicialmente apasionante: “Bibliotecas públicas: profesionales para todos los públicos”. Viendo el avance del programa, entiendo que no se ha querido coger el toro por los cuernos. Se va a hablar de la formación, reglada y no reglada de los profesionales; de los modelos de gestión en las bibliotecas, incluyendo pistas para conseguir financiación en proyectos internacionales; y se finalizará con el tema de inclusión y diversidad, importante y que merecería la pena se tratase monográficamente en un congreso. Pero, al parecer, ni el Ministerio ni las comunidades autónomas quieren abordar el problema histórico de las bibliotecas públicas, sobre todo en los pequeños municipios: el personal.

Claro que es muy importante reflexionar sobre los nuevos perfiles profesionales que se precisan. Es fundamental que las universidades adapten sus programas a la formación de bibliotecarios para nuestro tiempo. También conocer vías de financiación que complementen las de las administraciones públicas gestoras de esas bibliotecas. E incluso insistir en los contenidos y programas sociales que deben hoy desarrollar las bibliotecas y, consiguientemente, los bibliotecarios.  Las bibliotecas están en permanente proceso de cambio, y se visibiliza en muchos ámbitos, incluso en los espacios, en el uso de las tecnologías, en el trabajo en coalición con la sociedad…

Pero, como el VIII Congreso, que se desarrolló en Toledo, tengo la sensación de que va a pecar de lo mismo: se plantea, sobre todo, para las grandes bibliotecas, las de más plantilla y recursos, las que tienen la posibilidad de promover programas de mecenazgo internacional; las que disponen de un personal más estable, perteneciente a cuerpos o escalas profesionales y con retribuciones acordes a la pertenencia a esas categorías de personal. Para las de pequeños municipios siempre nos queda el Premio María Moliner, con sus premios especiales y los 300 por un valor de 1.706,66 €, muchas veces lo único que llega de la Administración General del Estado a las bibliotecas públicas de  localidades de menos de 50.000 habitantes. Las pequeñas bibliotecas, con bibliotecarios contratados como auxiliares, a veces con jornadas completas pero en demasiadas ocasiones con jornadas parciales, son generalmente un ejemplo para todo el país, no sólo en el ámbito de las bibliotecas sino del conjunto de los servicios públicos.

En 2016, había en España un total de 12.483 personas empleadas en las bibliotecas públicas, que equivalen a 10.676 a Tiempo Completo. Ese  dato significa que en cada biblioteca hay una media de 2,30 trabajadores y que en el conjunto de España existe un profesional por cada 4.362 habitantes. El mejor dato lo tienen Castilla-La Mancha y Extremadura, que disponen de un bibliotecario por cada 2.702 habitantes, ambas regiones el mismo indicador.

No hace falta recordar que una de las claves del éxito de las bibliotecas públicas son los profesionales. Pero, además de los datos cuantitativos que he recordado, hay otros aspectos que deberían ser tenidos en cuenta. El entusiasmo, la imaginación, la profesionalidad, la adecuada formación de los bibliotecarios españoles… creo que no se pone en duda. Generalmente aquellos tiempos en los que en un municipio alguna persona, con mayor o menor formación o voluntad, se hacía cargo de la biblioteca ya pasó. Los procesos de oposición o de concurso se fueron imponiendo y la gran mayoría de los profesionales tienen su contrato laboral. Otra cosa es el tipo de contrato, la categoría profesional de las plazas que existen en muchas de las bibliotecas españolas.

En mi artículo “La dignidad de los bibliotecarios y las bibliotecas públicas”, publicado en numerosos medios de comunicación de Castilla-La Mancha en enero de este año, hice un análisis detallado de la situación en esta región.  Sin duda, la cuestión del  personal, como en otros servicios públicos, fue siempre esencial en las bibliotecas. Pero, desde mi punto de vista no se acaba de resolver. Voy a decir alguna obviedad que llevo repitiendo décadas pero que ningún gobernante acepta el reto: los centros educativos, los consultorios médicos o los centros de salud, disponen de profesionales sin tener en cuenta la población a la que atienden.  Creo que nadie se imagina que un consultorio médico en lugar de con un médico contase con un “Auxiliar Sanitario”. Y lo mismo en un colegio: en todos los casos, hay maestros y no “Auxiliares Docentes” Los profesores, los médicos, las enfermeras…que prestan servicio en localidades pequeñas tienen que haber obtenido la plaza en idénticos procesos de selección, pertenecer a los mismos cuerpos o escalas y ser retribuidos con idénticas condiciones. ¿Por qué se discrimina a las bibliotecas públicas? No es sólo un problema presupuestario, que sabemos existe; no se plantea un objetivo nacional con carácter progresivo que permita dignificar los puestos bibliotecarios y les otorgue la debida consideración social, profesional y retributiva.

Los mapas de bibliotecas, que se van publicando en algunas comunidades autónomas, son demasiado respetuosos con un pasado que no fue bueno para las bibliotecas. Hay que dar el salto. Cualquier biblioteca pública tiene que contar con un técnico de bibliotecas, que sea retribuido acorde con esa categoría. Y luego habrá los auxiliares de bibliotecas y el personal de otras categorías que establezcan los mínimos de la normativa. Los ayuntamientos aducen que no cuentan con recursos suficientes, lo que ocurría cuando, por ejemplo, las escuelas dependían de los ayuntamientos. Pero de eso hace ya muchas décadas….

            Una solución es la firma de convenios a tres, entre comunidad autónoma, diputación provincial y ayuntamiento, que garantice recursos para que las bibliotecas puedan prestar dignamente sus funciones, entre ellas el pago del personal. Pero si esa vía no es posible, la única garantía es que las administraciones autonómicas asuman la retribución del personal bibliotecario, al menos del director. Tal vez podría hacerse en el caso de los municipios menores de 5.000 habitantes, que son los que la Ley de Bases de Régimen Local no incluye para prestar el servicio de biblioteca de forma obligatoria. Por supuesto, que una nueva ley de coordinación bibliotecaria podría afrontar éste y otros temas que son básicos para que los servicios de biblioteca pública se puedan prestar en condiciones similares en todo el país. Necesitamos, realmente, una Política de Estado en materia bibliotecaria. Pero, para que esa política y esa nueva legislación puedan nacer,  necesitamos políticos que sepan soñar y pensar en el bienestar y la educación permanente de los ciudadanos.

            ¿No era el IX Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas una buena oportunidad para haber reflexionado sobre estas cuestiones, que afectan a buena parte de los profesionales de las bibliotecas españolas? Están bien los planteamientos pedagógicos, conocer las innovaciones, los nuevos tiempos en las bibliotecas…. Pero ¿cuándo la dignificación profesional de los bibliotecarios? Al parecer, el cielo puede esperar





lunes, 3 de septiembre de 2018

Las Bibliotecas Públicas del Estado en Castilla-La Mancha necesitan inversiones


Las Bibliotecas Públicas del Estado en Castilla-La Mancha necesitan inversiones


En noviembre de 1994 publiqué un artículo de opinión titulado “Desinterés por las Bibliotecas Públicas del Estado.” Critiqué entonces la política ministerial en general sobre las bibliotecas públicas y específicamente sobre las que el Estado conserva la titularidad aunque las gestionen las Administraciones Autonómicas: las 53 Bibliotecas Públicas del Estado. Preguntaba entonces: “¿Por qué el Ministerio, con el apoyo solidario de todo el Gobierno, no proyecta un Plan de Bibliotecas que permita completar el programa inversor básico antes del año 2000? La respuesta es muy simple: porque las bibliotecas públicas no son prioritarias para el Gobierno español. Si no, ¿cómo entender que en el conjunto de países integrados en la Unión Europea mantengamos esa vergonzosa penúltima posición que desde hace décadas denuncian las estadísticas europeas sobre bibliotecas públicas?” Por supuesto, han pasado veinticinco años y el Ministerio sigue sin desarrollar un plan nacional de esas características, consensuado con las comunidades autónomas. Critiqué en el mismo artículo el olvido del Ministerio hacia estos centros de titularidad estatal en Castilla-La Mancha. Hasta entonces sólo había construido, antes de 1982, la biblioteca provincial de Albacete. Yo era entonces Jefe del Servicio Regional del Libro, Archivos y Bibliotecas e intentaba gestionar con la Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria necesarias actuaciones urgentes, al menos hasta que se construyeran nuevos edificios en Guadalajara y Ciudad Real, se remodelara la sede de Cuenca y se materializara el traslado de la Biblioteca de Toledo al Alcázar. Pero no había presión política y las pocas inversiones ministeriales se iban a otras regiones. Ahí están las estadísticas.

Es un artículo que tuvo bastantes consecuencias...Porque la palabra, como la poesía, es un arma, necesaria como el pan de cada día y el aire que respiramos, recordando a mi admirado poeta Gabriel Celaya. En la misma mañana en la que se publicó el artículo, recibí la llamada de mi Director General en la Consejería pidiéndome explicaciones por ese duro artículo que, al parecer, había levantado las iras del Ministerio. Con tranquilidad, aunque la procesión iba por dentro, contesté que era fiel a mis principios de luchar por una política bibliotecaria moderna. Prosiguió diciéndome que tres consejeros habían pedido mi cese, y lógicamente contesté que me podían cesar, pero que diría públicamente las razones. Debí de comentar la situación de crisis que se había producido pues recuerdo que durante la tarde recibí la llamada del coordinador de opinión del periódico diciéndome que, si cesaba, al día siguiente ese medio nacional, con las ediciones regionales, informaría de la falta de libertad  de expresión que teníamos los funcionarios de Castilla-La Mancha. Pero en esa ocasión no pasó nada…

 Paradójicamente, supe que, poco después, el presidente autonómico había echado un broncazo a los responsables de la Consejería por permitir esas bajas inversiones en Castilla-La Mancha, al contrario de lo que ocurría en otras comunidades autónomas. Es decir, el tiempo me dio la razón. Cambió el modo de actuar y llegaron las nuevas bibliotecas en Guadalajara, Cuenca (espectacular remodelación de la existente) y Ciudad Real. De la de Toledo y Regional no hablo ahora, porque ese proyecto salió adelante gracias a la convicción del Gobierno de Castilla-La Mancha y la lucha que numerosos ciudadanos, entre ellos un buen número de intelectuales, emprendimos. Pero, a pesar de los convenios firmados entre la Junta, Defensa y el Ministerio de Cultura, el Estado no aportó cantidad alguna destinada a la readaptación del Alcázar para Biblioteca Pública del Estado.

Recuerdo ahora estas circunstancias porque me indigna la poca energía y ambición del Gobierno regional para defender que el Ministerio aborde la construcción del Depósito Bibliográfico que necesita la Biblioteca de Toledo, que es también Regional. Como expuse en mi artículo “El olvido del Miradero”, no deben trasladarse los 150.000 documentos conservados en la antigua sede de la Biblioteca en el edificio del Miradero sin que antes se aborde la construcción de un Depósito adecuado, como tienen todas las grandes bibliotecas que tienen misiones de conservación del patrimonio bibliográfico y cultural. Ha de reanudarse con urgencia el servicio de utilización de esos fondos por los ciudadanos y proyectar un Depósito en Santa María de Benquerencia para que cuando esté construido los espacios del Miradero pasen a ser utilizados por el Museo de Santa Cruz, en su gran proyecto museológico concentrando Santa Cruz, Santa Fe y el Miradero.

El Ministerio había presupuestado una cantidad de 500.000 € pero era para las actuaciones inversoras urgentes en el Miradero como Depósito, pero el anterior Director General con competencias en bibliotecas del Ministerio estuvo de acuerdo en la reunión Junta/Ministerio que se celebró en Toledo que lo prioritario era construir el nuevo Depósito. Al parecer las autoridades culturales de Castilla-La Mancha se conforman con recibir dinero para estanterías y equipamiento sin tener en cuenta la gravedad que supondrá para la colección y su utilización un traslado teóricamente provisional pero sin visos de disponer de una solución definitiva.

Como entonces, probablemente nuestros políticos son tan ingenuos que son pobres hasta para pedir. Avanzo algunos datos que deberían sonrojar a nuestras autoridades: en el período 2012-2016, cinco años, los presupuestos del Ministerio para Bibliotecas Públicas del Estado han descendido de forma muy singular: de los más de once millones de euros en 2012 y 2013, en 2016 no han alcanzado ni los siete millones de euros. En ese quinquenio la Administración Estatal ha invertido  en las 53 bibliotecas un total de 47.992.651 euros. ¿Saben qué cantidad ha invertido en las cinco Bibliotecas de titularidad estatal que existen en Castilla-La Mancha? Poco más de un millón de euros (1.149.142 €), que significan el 2,39 % del total nacional, a pesar de que corresponde a cinco centros. En ese período de cinco años, el liderazgo en las inversiones estatales en bibliotecas lo tiene Castilla y León, que recibió un total de 17.990.936 €, que suponen el 37,49% del total nacional.  En el mismo período, Cataluña recibió en inversiones más de once millones de euros para cuatro bibliotecas, que son el 23,12% del total nacional. Galicia, que tiene también cuatro bibliotecas, recibió inversiones por valor de 5.818.280 €, que equivalen al 12,12% del total nacional.  Andalucía, con ocho bibliotecas, recibió el 14,21 % del total nacional, una cantidad de 6.819.833 €. Incluso Extremadura, que tiene tres bibliotecas, supera las inversiones de nuestra región: 1.558.160 €, el 3,25% del total nacional. 

Sé que las inversiones se planifican, y que oscilan en función de las que se están desarrollando; pero no deben hacerse con tanta desigualdad, por razones en las que yo no quiero entrar pero que se entienden perfectamente. He traído a colación estos datos no para atacar a ninguna región; ni siquiera  a los responsables ministeriales que se ve tratan de muy distinta manera a los ciudadanos de unas y otras regiones. Para eso está el Congreso de los Diputados, donde deberían pedirse explicaciones.  Publico estos datos para que el Gobierno de CLM exija al Ministerio inversiones en nuestras bibliotecas. Y, desde luego, la primera e irrenunciable es que el Ministerio proyecte y construya un Depósito para la Biblioteca de Toledo. Hay otras inversiones pendientes y necesarias, que no me corresponde a mí enunciar. Pero tengo que alzar mi voz para que, de una vez, el Ministerio cumpla con sus obligaciones respecto a la Biblioteca de Toledo, la única para cuya sede no puso ni un euro.

¿Se conformará el Gobierno de Castilla-La Mancha con unas estanterías? Quienes no tienen retos en sus objetivos y no defienden a los ciudadanos de su tierra  no merecen gobernar.