jueves, 17 de mayo de 2018

Bibliotecas: Leer, participar, debatir y cambiar nuestro mundo


BIBLIOTECAS: LEER, PARTICIPAR, DEBATIR Y CAMBIAR NUESTRO MUNDO

XVI ENCUENTRO PROVINCIAL DE CLUBES DE LECTURA

Liétor, 17 de mayo de 2018.

 
 

 
Buenos días. Gracias por estar aquí. Y gracias por haberme invitado a compartir mi visión de la lectura.
Supone para mí un verdadero honor pronunciar mis palabras en este auditorio. Liétor, con 1.240 habitantes, es un ejemplo de cómo se ha democratizado el acceso al libro y a la información mediante las bibliotecas públicas en Castilla-La Mancha y concretamente en la provincia de Albacete.  La ciudad de Albacete ha sido sede de estos encuentros provinciales en diversas ocasiones. Pero además, antes que Liétor, lo fueron Caudete, Chinchilla, La Roda, Tarazona de la Mancha, Almansa, Fuentealbilla, Villarrobledo, Higueruela, Casas Ibañez, Munera y Balazote. ¡Honor a todas esas localidades, que son signo de acogida al libro y a los lectores! Junto con Higueruela, con 1.196 habitantes, Liétor sirve de ejemplo para una de las tesis que vengo defendiendo desde hace cuarenta años: que las bibliotecas son un derecho de todos los ciudadanos, vivan donde vivan. Y estamos construyendo ese sueño, ese reto, esa utopía. Los encuentros están perfectamente documentados con  sus carteles, imágenes, videos, palabras…Y me emocionan porque los clubes de lectura significan sin duda una de las estrategias más importantes para hacer lectores estables, personas apasionadas por la lectura, ciudadanos críticos y constructivos.
Por esto no podía negarme a venir a Liétor. Porque tenía que darles a todos ustedes, a todos vosotros si me lo permitís, las GRACIAS por ser fieles al libro y a la lectura. Por ser un ejemplo maravilloso de que no existe tanta alergia a la lectura como a veces quieren hacernos creer. Periódicamente nos salpican con estadísticas de libros en casa, de títulos comprados, etc…. Y sin embargo parece que no se valora suficientemente que el 36% de los españoles sean socios de bibliotecas públicas, socios de unas entidades culturales a las que se va libremente.  Se lo oí a mi maestra en la iniciación al amor a las bibliotecas públicas, Julia Méndez Aparicio: que los españoles quieren leer, pero a veces no se les deja porque no existe biblioteca  o no las hay en el número y con los recursos humanos y bibliotecarios que precisan.
Voy a comenzar con el recuerdo a un escritor: Gabriel Celaya.  Siempre me gustó especialmente la poesía social y este poema era de mis preferidos. “La poesía es un arma cargada de futuro”, que reivindica la poesía como algo necesario en la vida de las personas, en el discurrir cotidiano de la gente. Y dice en el mismo poema:
“Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.”
Me van a permitir una licencia. Lo hice hace varios años en el encuentro provincial con bibliotecarios de Albacete e insisto hoy, como una especie de grito de guerra: Transformo ese alegato en un canto en favor de las bibliotecas públicas, con música del genial Paco Ibáñez:
“Bibliotecas para todos,
bibliotecas necesarias
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
exijamos bibliotecas,
defendamos el derecho a las palabras.”

Que existan en  nuestra región un millar de clubes de lectura me parece uno de los datos más significativos de lo que pueden hacer las bibliotecas públicas en la transformación de la sociedad. Ya sé que hay otros ámbitos en los que aparecen clubes de lectura: centros educativos, librerías, centros culturales o sociales…. Pero sin duda, que en la provincia de Albacete existan cerca de 300 clubes de lectura, con unos 4.000 miembros, y algo similar ocurre en las demás provincias de nuestra comunidad autónoma, es una verdadera maravilla, es uno de los signos de que la cultura que realizan los ciudadanos corrientes es la más importante y necesaria, frente a los grandes eventos que se hacen a golpe de recursos financieros.
El escritor mexicano Benito Taibo dijo que “No hay nada más peligroso que un lector”… y añadió a continuación: “tal vez sí: un promotor de lecturas”.
Y llego hoy a este encuentro de Clubes de Lectura que desarrollamos en Liétor y me encuentro con un verdadero ejército de peligrosos lectores, de personas normales que tuvieron que correr para conseguir mediante internet ser uno de los selectos 333 que podrían inscribirse a este encuentro. Y junto a una representación de los clubes de lectura, otra representación de los bibliotecarios, que junto a los usuarios de las bibliotecas, conformáis el doble corazón de la biblioteca pública. Los bibliotecarios, junto a los  monitores que en muchos casos animáis los clubes, pertenecéis a ese peligroso clan al que aludía Taibo: los promotores de lectura, generadores de sueños, iniciadores de emociones mediante las palabras, inspiradores de convivencia, causantes de grupos que tienen al libro como elemento principal.
Mi admirado Antonio Basanta, que fue director general de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, en esa obrita llena de palabras de amor hacia la lectura, Leer contra la nada (Ediciones Siruela, 2017), dice: “La primera biblioteca que conocí en mi vida fue mi madre. Ella fue quien antes me desveló el secreto de las palabras, su capacidad mágica de crear historias…” No siempre se tiene la suerte que comenta Antonio: su madre fue su primera biblioteca.
Uno de los grandes escritores de nuestro tiempo, Mario Vargas Llosa, escribe: “Siempre he dicho que lo más importante que me ha pasado en la vida ha sido aprender a leer…Recuerdo cómo a los cinco años mi mundo de pronto se enriqueció de una manera extraordinaria y cómo gracias a la lectura empecé a vivir, no solo a leer, experiencias extraordinarias, viajes en el espacio, viajes en el tiempo: unos destinos que estaban fuera del alcance de la experiencia real, pero que la literatura volvía reales por el hechizo que me producía la lectura.”
Y otro de los grandes, Jorge Luis Borges, centró el debate: "Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca". Y es que las bibliotecas son la garantía del acceso democrático de todos los ciudadanos a la lectura, la información, la educación permanente y la participación en la vida pública. Sin duda estoy de acuerdo en esa afirmación de sociólogos y otros especialistas que nos dicen que la lectura se realiza mediante un trípode: familia, centro educativo y biblioteca pública. Y todos son importantes, y los tres han de ser planteados por los poderes públicos en la idea de fomentar una sociedad más lectora.
Otro poeta, Miguel Hernández, que era cabrero, leía mientras cuidaba su rebaño, aunque su padre le miraba con cierta preocupación, y escribió sus primeros poemas. Pero supo valerse de varias estrategias para conseguir libros que llevarse a su espíritu. Un canónigo le abrió su estupenda biblioteca personal y otra persona favoreció su acceso a una biblioteca de uno de los centros culturales de Orihuela en aquellos años treinta del siglo XX. Sin la biblioteca pública ¿podría haber llegado Miguel Hernández a ser el escritor hoy admirado?
El título completo de mi intervención es: “Bibliotecas: Leer, participar, debatir y cambiar nuestro mundo”. Probablemente, demasiado largo. Pero yo, más habituado a dirigirme a los profesionales de las bibliotecas que al ejército de  lectores, no quería dejar de significar la importancia que entiendo tienen las bibliotecas en la construcción de lectores y de personas. Voy a utilizar cuatro verbos, aunque sin duda podría hacerlo con muchos más.
  1. LEER.
Tengo que empezar hablando de mi experiencia. Yo viví mi infancia y adolescencia en un pequeño pueblo toledano, Nambroca. Allí no había biblioteca, como ocurría en la mayoría de localidades de nuestra región en los años sesenta y setenta del siglo XX. Mis padres tenían  una pequeña tienda de todo un poco. Y entre los artículos que se vendían había tebeos, que llegaban de Logroño, como restos de ediciones. Cuando abría el paquete, antes de ponerlos a la venta, yo los leía todos, y disfrutaba con las aventuras del Jabato, Roberto Alcázar y Pedrin, El Capìtán Trueno… Escribí un cuento que narra esta experiencia e hizo nacer, sólo como deseo literario, la biblioteca en mi pueblo: El niño que acumulaba libros, que leí por primera vez en 1992 en el Maratón de Cuentos de Guadalajara, tras Buero Vallejo y el alcalde de la ciudad. Mi padre murió prematuramente, cuando yo tenía 13 años, y trabajé en ese comercio, que además de productos de limpieza y droguería, mercería, alimentación y tebeos, los domingos se convertía en el puesto de chuches para todos los niños del pueblo….Luego llegarían los primeros libros a nuestra casa, y el diccionario Espasa de doce volúmenes, que según me dijo un importante librero madrileño, amigo de mi hermano mayor,  contenía todo el saber de la humanidad y que no dudase en leerlo todo… Años después descubrí la Biblioteca de Toledo, en su antigua sede del paseo del Miradero, donde encontré todos los libros que jamás pude imaginar; y más tarde mi primer trabajo en un bibliobús desde el 9 de julio de 1973….Y desde 1978, hace cuarenta años, comencé mi defensa de las bibliotecas públicas, que hoy no toca contar. Yo soy un defensor de las bibliotecas, por ello no puedo hablar de lectura sin hacerlo en clave de bibliotecas. En una intervención mía presentando mi libro Elogio de la biblioteca pública, aludí a este amor a las bibliotecas y un periódico reseñó el acto con este titular: “Juan Sánchez Sánchez: de joven enfermé de bibliotecas”. Es un modo de hablar, pero les aseguro que leer no sólo no perjudica a nadie sino que abre muchas posibilidades en la vida de cada persona, de cualquier edad.
No concibo la animación a la lectura sin bibliotecas y sin bibliotecarios. Cuando realizan campañas en los medios de comunicación para promover la lectura me parecen un modo de dilapidar el dinero público. Las bibliotecas son lugares mágicos, de encuentro, de lectura, de convivencia, sin barreras de edad ni de ningún tipo.
            La BP es imprescindible en la época de internet y del desarrollo tecnológico. Que no nos vengan políticos u  otros diciendo que las bibliotecas son prescindibles. La BP no es sólo una colección de libros y otros soportes. Una BP  es lugar de encuentro, un centro que cree y practica la libertad de expresión, en el que se debate la vida y circunstancias del propio municipio y se hacen propuestas de mejora. Garantiza el acceso libre y gratuito al conocimiento, a los recursos informativos, a la creatividad. Acoge a personas de todas las edades, de todas las ideologías y creencias, de cualquier nacionalidad. La biblioteca sale al encuentro de quienes no acuden a sus instalaciones y servicios.
La biblioteca pasa de constituir un centro cultural a tener una misión como centro social. Este es uno  de los modelos de biblioteca que gana adeptos. Y más en una época de crisis como la que venimos arrastrando desde hace siete años. Las bibliotecas, más que nunca, son lugares de encuentro y creatividad. Y muchos de nosotros, lectores, hemos crecido a la sombra  de esos lugares llenos de vida. Los libros y las  bibliotecas ayudan a que una persona crezca, son esenciales. Leer ayuda a ser persona, a ser un ciudadano crítico, a participar en la mejora de la sociedad, a ser tolerante, abierto y respetuoso con las ideas de los demás.
La lectura sale a nuestro encuentro y nos tiene que ayudar a entendernos. Nos ayuda a comprender mejor los textos, a mejorar nuestra gramática, a ampliar nuestro vocabulario. También nos puede ayudar a concentrarnos: tenemos tantos ruidos en nuestro entorno, que necesitamos silencio. Igualmente la lectura puede ayudar a relajarnos, a descansar… Y, paradójicamente, en ese descanso podemos ser mucho más activos, porque obligamos a nuestro cerebro a mantenerse activo, a trabajar. Por supuesto, la lectura es esencial para impulsar nuestro conocimiento: en los estudios, en nuestra relación con el mundo… Por ello siempre hemos dicho que las bibliotecas atesoran el saber humano, que eran templos del conocimiento, de las palabras, de las ideas. Leer es una magnífica ocasión para el encuentro en familia, para compartir. Los niños necesitan el apoyo de sus familiares, aunque ya sepan leer. No les dejemos solos: está bien que tengan autonomía; pero leer juntos, leer en familia, es una ocasión, una oportunidad magnífica para madurar, para que nuestra familia crezca y conviva.
El placer de la lectura se contagia leyendo juntos. Leamos cuentos, tebeos, contemos cuentos. Utilicemos los libros, aprendamos sobre el mundo que nos rodea. Dejemos libros en los espacios en los que se mueven los niños. Dejemos libros apetecibles al alcance de los niños. Con la lectura podemos ESTIMULAR, ALENTAR… Podemos recomendar nuestras lecturas: los libros que a nosotros nos gustaron más… Es el éxito actual de los booktubers, que de un modo sencillo, utilizando las redes sociales, recomiendan libros, especialmente a los jóvenes y tienen un impacto espectacular. Videos sencillos con palabras directas de un joven que se dirige a jóvenes desconocidos tienen un poder de convicción sorprendente.
La lectura, la palabra, nos ayuda a comunicarnos. También crea sentimientos: la palabra hace nacer belleza. El trabajo bien hecho nos hace amar las cosas que creamos, también nuestras relaciones. Pero hace más: nos permite comprender a los demás, conectar con ellos,  ponernos en la piel de otras personas. Los personajes de un libro nos ayudan a conocernos a nosotros mismos y a las personas con las que convivimos. Leer puede alimentar la inspiración, nos aporta ideas. Yo defiendo que una persona que ama la lectura, que se apasiona por la lectura, termina apasionándose por escribir. No hay escritura sin lectura. La pasión de leer lleva a la pasión por escribir. Es un amor profundo al acto de leer, a la lectura, a los libros. Pero esto no va sólo con los escritores. Lo digo por todos. La palabra nos ayuda a expresarnos. Seguro que entre vosotros hay muchas personas que aman la escritura, que escriben poemas, que dan sus opiniones en las redes sociales, que mantienen un blog… Vivimos ahora un verdadero fenómeno de democratización creativa, que me parece una forma de creación cultural muy importante.
Voy a terminar este primer apartado con un dato sorprendente. Hay un libro magnífico, de Angel Esteban, titulado El escritor en su paraíso. Está dedicado a treinta grandes autores que fueron bibliotecarios. Entre otros, ahí está la experiencia de escritores como Jorge Luis Borges, Lewis Carroll, Rubén Darío, Leandro Fernández de Moratín, Gloria Fuertes, Grimm, Marcelino Menéndez Pelayo, Juan Carlos Onetti, Eugenio D´Ors,  Charles Perrault, Marcel Proust, José Vasconcelos, Mario Vargas Llosa y muchos más, que muestran esa simbiosis que se crea entre la pasión por leer y el oficio apasionado de escribir, y que la biblioteca es uno de los espacios esenciales donde puede originarse la creación literaria en cualquiera de sus géneros.
2.     PARTICIPAR.
Sin duda las bibliotecas son una forma de paraíso. Las llamábamos “templos del saber”, “casas del conocimiento”, “lugares de los libros”…. Ahora las definimos como la puerta democrática para acceder al conocimiento y la cultura… Pero no me importan las definiciones. Las bibliotecas son paraísos normalmente callados, llenos de vida y de encuentros, de relatos e historias, que están en nuestra sociedad haciendo el bien, haciendo crecer personas, tejiendo encuentros, favoreciendo la creatividad, fomentando la solidaridad… Forman parte de la vida cultural pero sin hacer aspavientos, sin integrarse en los moldes de un tipo de cultura que yo llamo de escaparate, de utilización de recursos públicos o incluso privados para conseguir una sociedad que contemple la cultura, que sea espectadora de la cultura.
            En el paraíso de las bibliotecas el destino de sus usuarios no es que sean contempladores sino protagonistas. Leer, informarse, estar en talleres, asistir a conferencias y a tantas actividades socioculturales y de animación a la lectura, hacer propuestas para mejorar la sociedad, la ciudad en la que residen esos usuarios... Las bibliotecas apuestan por generar ciudadanos comprometidos con la sociedad, creativos, libres y partícipes de la propia cultura con sus aportaciones. Los usuarios de una biblioteca no son espectadores de la cultura ni de la sociedad: sois constructores, generadores de la cultura  de nuestro tiempo.
            He dicho en multitud de ocasiones que los usuarios de las bibliotecas son los verdaderos protagonistas, el corazón de estos centros. Los ciudadanos son copropietarios de las bibliotecas pues las financian con sus impuestos. Por esto es esencial que las bibliotecas trabajen en coalición con la sociedad, propicien la PARTICIPACIÓN de la gente en los objetivos y programas de la biblioteca.
Cualquier ciudadano puede hacerlo, a nivel personal. También mediante la participación en la Asociación de Amigos de la Biblioteca de su localidad, que si no existe recomiendo crear. Las bibliotecas tienen entre sus aliados a los centros educativos, los medios de comunicación, las asociaciones de todo tipo, los creadores, los libreros, las Organizaciones No Gubernamentales, los grupos teatrales o poéticos, las entidades deportivas… Son los aliados de las bibliotecas públicas.  Y otra fórmula, en la que hoy nos centramos especialmente, son los clubes de lectura. En mi libro Elogio de la biblioteca pública, los he definido como “escuelas de desarrollo lector y convivencia”. La lectura facilita la comunicación, y los clubes de lectura son un buen ejemplo de que se puede estar años compartiendo opiniones con personas que tal vez tienen ideas o incluso ideologías distintas.  Hace más de veinte años en CLM tuvimos un lema para el Día del Libro en esta línea: “LEYENDO SE ENTIENDE LA GENTE”. Los clubes de lectura son pequeños ágoras, parlamentos ciudadanos, en los que un grupo de personas son capaces de dialogar sin tensiones y con respeto.
Y recuerdo algún párrafo de los que he dedicado a los clubes: “…esencialmente, un club de lectura es una forma maravillosa para hacer lectores, para convertir en lectores estables y apasionados a personas que en su origen no tuvieron la lectura y el libro como sus grandes objetos de deseo, sus mayores aficiones. Es cierto que en muchos casos nace un club de lectura aprovechando la existencia de un grupo de personas que están unidas por vínculos de amistad o por el gusto por una literatura concreta, un autor, un género… También surgieron muchos clubes de lectura entre los miembros de una asociación de amigos de una biblioteca u otros colectivos de apoyo a las bibliotecas. El trabajo diario, las tareas conjuntas, los objetivos comunes… fueron generando unos lazos que les llevaron a constituir un club de lectura como un medio de diálogo, de estrechar vínculos, de tener un grupo humano que se encuentra en torno al libro y la lectura pero que crece e impulsa nuevas actividades (una excursión, quedar a tomar un café, ver una exposición, visitar un museo…).
En definitiva, cuando hablamos de PARTICIPAR no nos referimos sólo a propiciar la participación de ciudadanos de todas las edades en las actividades de la biblioteca o en utilizar sus servicios. Me refiero a que todo tipo de colectivos tenga la certeza de que puede contar con la biblioteca en su estrategia. Tampoco soy partidario de impulsar la participación ciudadana como un mecanismo simplemente de obtención de recursos, aunque éste pueda ser uno de los objetivos de la biblioteca. En realidad es algo más profundo: se trata de estar convencido de que la biblioteca tiene que trabajar en complicidad con la sociedad civil. Y éste es uno de los grandes retos de los miembros de los clubes de lectura de cualquier biblioteca. Frecuentemente os resulta apasionante el encuentro semanal o quincenal, los debates en torno a una obra que se está leyendo, las actividades culturales que organizáis…. Creo que formar parte de un club de lectura tiene que llevar también a un cierto compromiso, cada uno en la medida de sus posibilidades, de participar en la vida cotidiana de la biblioteca y, a través de ella, de la localidad, de la sociedad local. Sería el tercer verbo que voy a utilizar en mi intervención.
3.      DEBATIR.
Las bibliotecas tienen que estar en el corazón de la sociedad. No sólo conservan libros y otros soportes de información. No sólo se ofrecen servicios a los ciudadanos, garantizando su acceso a internet y a las tecnologías de la información. No sólo se programan infinidad de actividades culturales, de animación a la lectura, de apoyo a los sectores más desfavorecidos… Las ciudades y los pueblos, aunque pertenezcan a un régimen democrático, no pueden estar gobernadas sólo por políticos e instituciones. Han de contar con la opinión, la experiencia y las ideas de  historiadores, escritores y otros creadores, urbanistas, pensadores, geógrafos, periodistas, profesores, instituciones culturales…ciudadanos, en suma. A menudo la participación de este sector, importantísimo en la vida de cualquier ciudad y comunidad, no es muy alta, tal vez refugiados en los cuarteles de invierno de cierta apatía y separación de la vida pública. Y entiendo que las bibliotecas son una plataforma esencial para reflexionar, debatir y hacer propuestas a la comunidad local. Las bibliotecas públicas son la mejor fórmula del espíritu democrático y a ellas acuden muchas de las personas más preparadas intelectualmente o que tienen algo que aportar desde su especialización o experiencia. Si creemos en el poder de la lectura, en la función que la lectura realiza en los ciudadanos, podremos convenir que muchos de los ciudadanos lectores son usuarios de las bibliotecas y pueden aportar sus ideas.
Los clubes de lectura ya he dicho que son uno de los vehículos más importantes para debatir. Pero también pueden organizarse ciclos de conferencias, mesas redondas y otras iniciativas que sirvan para colaborar en la construcción de la sociedad local en la que se inserta la biblioteca.
A veces me preguntan sobre los usuarios de las bibliotecas. ¿Son distintos?,  insisten. Y respondo: las bibliotecas son un reflejo de la sociedad en la que vivimos, acuden ciudadanos de todas las tendencias, de diversidad de actitudes…Pero no hay duda de que muchos usuarios son esenciales; son, podríamos decir, usuarios-Vip. Son personas con inquietudes, que participan en clubes de lectura o en otras actividades, que se ofrecen como voluntarios para participar en programas sociales y solidarios de la biblioteca, que imparten generosamente conferencias, cursos o talleres sin ser retribuidos, que forman parte de la Asociación de Amigos de la Biblioteca…. Estas son personas en apariencia corrientes pero están bañadas de una serie de principios que les hacen sentirse al servicio de la sociedad, de su mejora, de su construcción… Usuarios que veo reflejados en aquel magnífico poema de Bertolt Brecht “Loa al estudio” (1933), que anima a no  rendirse, a no pensar jamás que es tarde. Este poema lo he aplicado a veces a los bibliotecarios, que están llamados sin duda a ser dirigentes desde su puesto profesional en la biblioteca pública.
¡Estudia lo elemental!
Para aquellos cuya hora ha llegado
no es nunca demasiado tarde.
¡Aprende el “abc”! No basta, pero
estúdialo. ¡No te desanimes!
¡Empieza! ¡Tienes que aprenderlo todo!
Estás llamado a ser un dirigente.
¡Estudia, hombre en el asilo!
¡Estudia, hombre en la cárcel!
¡Estudia, mujer en la cocina!
¡Estudia, sexagenario!
Estás llamado a ser un dirigente.
¡Aun sin techo, asiste a la escuela!
¡Persigue el saber, muerto de frío!
¡Empuña el libro, hambriento! ¡Es un arma!
Estás llamado a ser un dirigente.
¡No temas preguntar, compañero!
¡No te dejes convencer!
¡Compruébalo tú mismo!
Lo que no aprendas por ti,
no lo sabrás.
Comprueba la cuenta:
tú tienes que pagarla.
Apunta con tu dedo a cada cosa
y pregunta: “Y ésto, ¿de qué?”
Estás llamado a ser un dirigente.

  1. CAMBIAR EL MUNDO
Recientemente pronuncié una conferencia que titulé “Leer ayuda a construir personas. Decálogo de la lectura”. Hablaba de vivir, escuchar, compartir, crecer, soñar… un decálogo esencial de actitudes que se da en los lectores. Voy a recordar algunas de estas señas de identidad.
Vivir. Dicen los expertos que no hay ninguna otra actividad más importante que la lectura. Tan importante que, cuando leemos, el cerebro se dedica enteramente a la tarea de leer, al cien por cien. La lectura despierta vías neuronales, activa la memoria… En otras actividades, como ver una película, conversar, escuchar música… sólo utilizamos una parte de nuestro cerebro. Pero leer es tan importante que el cerebro requiere todas sus neuronas para el acto de leer.
Aunque hoy no se valora tanto, yo les animo a convertirse en promotores de lectura. Vosotros sois grandes lectores, pero por ética tenéis que convertiros en constructores de un mundo mejor, precisamente utilizando los libros. Para construir lectores es fundamental que en la familia exista el hábito lector, que haya libros, leer en familia. Luego están los centros educativos: deberían ser esenciales para afianzar ese hábito lector. Hay que apasionar a los niños y jóvenes por la lectura. No se ayuda obligando a leer, sino motivando, haciendo descubrir a los escolares que leer puede ser una aventura apasionante y necesaria. Las personas mayores somos un modelo de lectura para los niños. Leamos delante de ellos, disfrutemos leyendo. VIVE LEYENDO. Recordemos aquella película de dibujos animados, La Bella y la  Bestia, que sirve realmente como campaña de animación a la lectura y en la que  Bella camina leyendo. Utilicemos el lema que queramos: “Más libros, más libres”; “Leer estimula tu imaginación”; “Salva un libro, lee un libro”; “Un libro puede cambiar la historia de tu vida”; “Leer te hace interesante”; “Cuando un niño no lee, la imaginación desaparece” Y tantos otros… Aunque insisto que la mejor campaña de animación a la lectura es una buena red de bibliotecas públicas, también podemos coger ideas de otros para promover la lectura.
Escuchar. En las preguntas de los niños está su camino para seguir aprendiendo. Estemos pendiente de sus dudas. La lectura nos tiene que ayudar a CRECER, a RESPETAR. Leer nos permite conocernos mejor a nosotros mismos. Hay un pequeño libro que es admirable y siempre recomiendo a todos: El principito, de Saint-Exupéry. El zorro dice al pequeño príncipe: “Mi secreto es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos” La sencillez de las ideas a veces coincide con la sencillez de las palabras, que invitan a la profundidad.
Crecer. Crecer con la lectura es crecer como persona. Los libros nos ayudarán a tener criterio propio, a pensar, a ser ciudadanos libres y críticos, a ser tolerantes y solidarios. Si los libros no nos ayudan a ser mejores personas, es mejor no leer.  Y la lectura es algo cotidiano, como el aire que respiramos: todos los días hay que reservar un tiempo para leer. En casa y en el colegio. Hay que respetar los gustos de los lectores, que tienen derecho a elegir los libros que desean leer. El pluralismo en la lectura nos ayudará a aceptar al otro, al que piensa distinto. Nos ayudará a ser pluralistas y respetuosos. Con los libros se crece. Nuestro pensamiento va profundizando, se construye, hasta llegar a tener una opinión propia.
Soñar. Las personas tenemos necesidad de ser positivas, de soñar. Tener proyectos, tener sueños, acariciar utopías, nos permite participar más activamente en nuestra sociedad. En nuestro tiempo tenemos necesidad de la esperanza, de tener ánimo. Colaborar en el colegio, en la asociación, en la biblioteca… con todos: hemos de  tener siempre tendida una mano al otro, especialmente al que lo necesita. Si hay que cantar, cantemos; si hay que hacer teatro, participemos; si hay campañas contra el hambre, colaboremos. Y actuar desde nuestras convicciones: si tenemos fe, no tengamos miedo en expresar y comunicar el mensaje de la Buena Noticia del Amor de Dios. Todos estamos necesitados de recibir buenas noticias.
Leer, un derecho; no leer, también. Lo dijo Pennac en un libro que les recomiendo si es que aún no lo han leído: Como una novela (última edición en Anagrama, 2017). Debemos intentar evitar tratar la lectura como una obligación. Podemos sugerir lecturas, pero no imponer. Es verdad que niños y jóvenes precisan una educación en el esfuerzo, en la responsabilidad. Pero tenemos que ayudarles a disfrutar la lectura. Tener pasión por leer, puede llevarles a la pasión por escribir. Obligar a leer determinadas lecturas les aparta del libro y de la información. Educadores, bibliotecarios, profesionales del libro hemos de intentar con todas nuestras fuerzas que los escolares sean apasionados del libro, se enamoren de la lectura. Pero la lectura obligada no construye  lectores. Por eso es tan fundamental que los centros educativos cuenten con bibliotecarios, una carencia que es la gran asignatura pendiente de los sistemas educativos.
Para finalizar, algunos consejos de un bibliotecario jubilado:
Hablaba de que las bibliotecas nos pueden ayudar a cambiar el mundo, a mejorarlo, con nuestra ayuda y colaboración activa.
- Una de las estrategias que considero muy importante: La biblioteca tiene que estar en clave de solidaridad. El fuerte compromiso social de la biblioteca nos obliga a pensar siempre en los sectores de la sociedad más excluidos o marginados.
- Otra actitud esencial: Las bibliotecas deben ser “un faro de esperanza”. Así concluí mi ponencia en el VII Congreso de Bibliotecas Móviles. La esperanza es una virtud que no debe faltar en bibliotecarios y tampoco en unos usuarios tan especiales como los que formáis parte de un club de lectura. Ya sé que a veces las condiciones del trabajo, el tipo de contrato, el sueldo, etc. parece que son ingredientes que condicionan nuestro buen ánimo y tal vez nos lleven a una presencia y una actividad profesional que no estén barnizadas de esperanza. Y respecto a los usuarios, cada día nos salpican problemas que nos turban y nos llenan de inquietud. Sin embargo, animo a militar en la ESPERANZA. Ver las condiciones en las que trabajan personas en pequeñas bibliotecas comunitarias, en muchos países, y que sin embargo obtienen unos resultados espectaculares, invita a imitarles. Las bibliotecas son un motor de desarrollo, de encuentro, de socialización, de participación y quienes trabajamos en bibliotecas de países considerados desarrollados no podemos estar ajenos a la bandera de la esperanza. Contemplando, escuchando o leyendo los medios de comunicación nos sentimos abrumados por las malas noticias y a veces, como una brisa suave, una buena noticia llega hasta nosotros y nos arranca una sonrisa, una esperanza. Nosotros, lectores, podemos colaborar en ser una luz que irradie esperanza.
- Y no perdamos de vista otra cuestión: hay que atraer a los alejados mediante estrategias innovadoras y de cercanía. Tenemos que echar las redes en mar adentro y no sólo en pecera. Buscar a los jóvenes, a los mayores, a aquellos que aún no descubrieron la magia y la grandeza democrática de la biblioteca pública. La experiencia de quienes militáis en los clubes de lectura puede ser una ayuda importantísima para contagiar vuestra vivencia, vuestra experiencia, y animar a los más jóvenes a apasionarse por la lectura.
- La biblioteca, que está en el corazón de la vida democrática, tiene que respirar libertad. Las bibliotecas públicas no son sólo lugares de estudio, depósitos de libros y audiovisuales, de conservación del conocimiento y las ideas, templos del saber…, según se escucha. En nuestra época, como he dicho, las bibliotecas son esenciales para el desarrollo de la cultura democrática y constituyen lugares de encuentro, debate y convivencia, centros de propuestas para la comunidad local, lugares donde se respira libertad y donde se forman ciudadanos libres y críticos. Por ello las Administraciones Públicas tienen que invertir en bibliotecas, porque en ellas se crece como personas, se construyen ciudadanos que tienen como base la lectura y la información.
Confieso que me emociona que los ciudadanos vengan libremente a las bibliotecas. Acudimos por fuerza a un hospital, incluso a un centro educativo en sus etapas de estudios obligatorios…Pero  las bibliotecas públicas son paraísos de libertad, y además accesibles para cualquier ciudadano, aunque carezca de recursos. Otros centros culturales de carácter público (los museos, por ejemplo) tienen determinados días que ofrecen sus puertas abiertas de forma gratuita; también determinados colectivos tienen ventajas para asistir, mediante descuentos o entradas especiales. Por supuesto, el acceso a teatro, cines, auditorios...., tanto si es de iniciativa privada como de entidades públicas, normalmente es preciso adquirir una entrada, pagar pues por el acceso. Probablemente tiene que ser así, para que se valore como actividad esencial. Pero lo que quiero poner en valor es que las bibliotecas públicas son centros a los que cualquier persona pueda acceder sin limitación alguna y de forma totalmente gratuita. Esta es la grandeza democrática de las bibliotecas públicas: que no hay barrera alguna y que cualquier ciudadano puede entrar, disfrutar y utilizar todos los servicios que prestan estos santuarios del conocimiento, la información, la cultura, la educación permanente y la libertad que son las bibliotecas públicas.
            Finalizo. Hoy he venido a este salón para hablar de la lectura, pero quiero dejar claro que veo difícil que una persona se enamore de los libros, de la lectura, si no tiene la posibilidad de disfrutar de una biblioteca. Hay tres mil municipios en España que carecen de acceso a cualquier modo de servicio bibliotecario. Y desde hace cerca de una década el Gobierno Regional ha negado recursos a las bibliotecas públicas, a pesar de cosechar éxitos en sus programas y de estar trabajando en estrecho contacto con la sociedad. En nuestra casa podemos tener libros, una pequeña biblioteca familiar; pero nunca podremos disponer de todos los libros que ofrece una biblioteca pública, por pequeña que sea.      
Vosotros sois apasionados usuarios de una biblioteca pública.  Las bibliotecas trabajan en coalición con la sociedad. Y, lógicamente, esta estrategia está directamente vinculada a los ciudadanos, bien de forma individual o a través de colectivos muy diversos. Las bibliotecas son un servicio público esencial, básico, en una comunidad local. Y se está produciendo en los últimos tiempos un cambio conceptual: las bibliotecas no sólo son “para” los ciudadanos; las bibliotecas públicas son “de” los ciudadanos.  Cuando dirigía la Biblioteca Regional siempre invitaba a los ciudadanos a que sintiesen que la biblioteca es su segunda casa, su segundo hogar; a los estudiantes les decía que ya sabía que pasan muchas horas en el centro educativo, pero que a él van de forma obligada, como parte de la formación que el sistema educativo tiene previsto para todas las personas. Pero que a la biblioteca vienen libremente, como un acto de libertad, como una elección libre porque consideran que es un centro esencial en su vida. E insistía en el hecho de que todos los servicios son gratuitos porque ya pagamos mediante los impuestos ese servicio público. Y, como pagamos de forma permanente este servicio, podemos admitir que los ciudadanos somos copropietarios de la biblioteca.
Aunque las bibliotecas no han estado muy presentes en las campañas que, por ejemplo, realiza la Agencia Tributaria para resaltar el valor y necesidad de pagar nuestros impuestos, porque “Hacienda somos todos”, recuerdo que a mediados de los años noventa, la campaña incluyó el edificio de una biblioteca y el siguiente texto que pronunciaba un ciudadano: “¡Esa biblioteca es mía!”
En todo esto, los bibliotecarios no pueden estar solos. Vosotros, los usuarios, los lectores, tenéis un papel prioritario. No sois convidados de piedra de la biblioteca pública, sino que formáis parte de un verdadero motor de transformación de la sociedad en la que las bibliotecas son el centro verdaderamente neurálgico.
Los ciudadanos, los usuarios, son, junto con los bibliotecarios, el corazón de la biblioteca pública. En efecto, la biblioteca pública tiene ese doble corazón que he citado repetidamente: bibliotecarios y usuarios constituyen el doble corazón de la biblioteca pública, que debe latir al ritmo de la vida y en la sociedad local a la que la biblioteca sirve.
Por ello, vosotros que sois miembros de un club de lectura, podéis convertiros en cómplices de una causa por la que llevo luchando cuarenta años: os propongo seáis defensores de las bibliotecas públicas, como el  arma más fructífera para conseguir una sociedad más lectora y participativa. Si defendéis las bibliotecas, si apoyáis su creación y desarrollo, estaréis participando de una manera maravillosa en cambiar el mundo.
Y como soy un poco osado, voy a terminar mi intervención cantando. Una canción que hizo el cantautor toledano José Miguel Seguido, inspirada en dos poemas míos que escribí en defensa de las bibliotecas. Se titula “Tengo la voz ronca de clamar”.

TENGO LA VOZ RONCA DE CLAMAR
Tengo la voz ronca de clamar como un profeta en el desierto.
Palabras y más palabras que son lanzadas al fuego.
Un derecho que se niega; biblioteca es cultura, es encuentro.
Peregrino de esperanza, un libro será mi lanza.
Sólo tengo a Dios y al viento.

A QUIÉN LE IMPORTA QUE LAS LETRAS NO PUEDAN LLEGAR A TRES MILLARES DE PUEBLOS.
A QUIÉN LE IMPORTA QUE LOS JÓVENES EN VEZ DE LEER GASTEN BEBIENDO SU TIEMPO.
A QUIÉN LE IMPORTAN LOS CIENTOS DE NIÑOS QUE ESPERAN EL BIBLIOBÚS CON ANHELO.
A QUIÉN LE IMPORTA QUE GIGANTES PUEDAN DEMOLER IMPUNEMENTE LOS SUEÑOS.
Tengo la voz ronca de clamar; la tentación de quedarme quieto.
La meta está tan lejana que cesaría en mi empeño.
Pero somos un ejército; bibliotecarios que entregan su tiempo:
Peregrinos de esperanza; un libro en la lontananza.
Tenemos a Dios y al viento.

A QUIÉN LE IMPORTA QUE LAS LETRAS NO PUEDAN LLEGAR A TRES MILLARES DE PUEBLOS.
A QUIÉN LE IMPORTA QUE LOS JÓVENES EN VEZ DE LEER GASTEN BEBIENDO SU TIEMPO.
A QUIÉN LE IMPORTAN LOS CIENTOS DE NIÑOS QUE ESPERAN EL BIBLIOBÚS CON ANHELO.
A QUIÉN LE IMPORTA QUE GIGANTES PUEDAN DEMOLER IMPUNEMENTE LOS SUEÑOS.

Tengo la voz ronca de clamar……….

LETRA Y MÚSICA : JOSÉ MIGUEL SEGUIDO
(INSPIRADA EN LOS POEMAS “TENGO LA VOZ RONCA DE CLAMAR” Y “A QUIÉN LE IMPORTA” DE JUAN SÁNCHEZ EXDIRECTOR DE LA BIBLIOTECA DE  CASTILLA- LA MANCHA)




6 comentarios:

  1. Qué palabras más acertadas, me emocionan de nuevo. Un placer y un privilegio haberlas escuchado de tu boca en el Encuentro, Juan.
    Saludos

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    1. A mí si que me emociona percibir el cariño con el que fui tratado. Ver vuestro empeño es una gran ayuda para continuar la labor que intento: propagar a los cuatro vientos la necesidad de bibliotecas y de profesionales que puedan realizar su labor en mejores condiciones. Estoy a tu disposición. Te dejo mi correo: juanssanchez1@hotmail.com También puedes seguirme en facebook. Saludos

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  2. Un gran discurso.Muy acertado y sin tapujos.Personas como tú,defensoras de las bibliotecas públicas y con tanto amor por los libros,son las que hacen que no caigamos en la incultura.GRACIAS por tus palabras,tus canciones y a disfrutar mucho de tu merecido descanso laboral.

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    1. Muchas gracias. Como acabo de escribir, volvi a Toledo contentísimo de ver vuestra acogida y vuestro cariño. Hay que seguir, cada uno en su sitio. Los clubes de lectura son magníficos y quienes hemos tenido la suerte de disfrutar de las bibliotecas y ver lo que hacen en las personas estamos obligados a defenderlas y a seguir pidiendo recursos para estos centros. Un abrazo. Mi correo es juanssanchez1@hotmail.com

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  3. Tuve el privilegio de escucharlo en directo y hacia mucho tiempo que la palabra no me emocionaba tanto , hasta el punto de ponerme los pelos de punta y levantarme del asiento como un rayo al final, para ser el primero en aplaudir (creo que lo consegui, a pesar de mi discapacidad -57%-)MUCHAS GRACIAS D.JUAN

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  4. Muchas gracias por tus cariñosas palabras, que sé están escritas con lo que llamo "tinta del corazón". Para mí fue un verdadero honor y placer estar en el Encuentro de Clubes de Lectura. Y, sinceramente, todo el cariño que recibi por vuestra parte no se puede pagar con nada. Sí, de un modo: siguiendo la labor en defensa de las bibliotecas y la lectura. Estoy a tu disposición. Te dejo mi correo: juanssanchez1@hotmail.com Saludos cordiales.

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