lunes, 19 de diciembre de 2005

Manifiesto de Toledo por la Biblioteca Pública



Manifiesto de Toledo por la Biblioteca Pública*


            Comparecencia ante los medios de comunicación de la Ministra de Cultura y de la Consejera de Cultura de Castilla-La Mancha.



            Acaba de finalizar la Conferencia Sectorial de Cultura, y comparecemos conjuntamente para informarles, y a través de ustedes a toda la sociedad española, que hoy las bibliotecas públicas viven un día realmente histórico. Como Ministra de Cultura quiero comunicarles que antes de iniciarse la sesión de la Conferencia he tenido la oportunidad de celebrar una reunión con el Presidente del Gobierno de la Comunidad de Castilla-La Mancha, quien me ha transmitido su interés personal y político sobre la necesidad de que la Conferencia Sectorial aprobase una declaración institucional referente a las bibliotecas españolas. Sin duda el hecho de que la actual Consejera de Cultura sea bibliotecaria, lo que constituye un hito en la política cultural de nuestro país, ha influido poderosamente en este interés.



            Como seguramente conocen, el Gobierno de Castilla-La Mancha se había comprometido públicamente en el año 2003, mediante el Plan de Desarrollo Bibliotecario Bibliotecas Públicas Siglo XXI que el Gobierno regional aprobó para esta Comunidad, a buscar fórmulas que permitieran la publicación de un Manifiesto por la Biblioteca Pública que se redactase e hiciese público en Toledo y que constituyera un compromiso de futuro del conjunto de gobiernos autonómicos y del  Gobierno de España acerca de las políticas bibliotecarias. Pues bien, el Presidente me ha presentado un amplio informe acerca de las desigualdades que en este momento existen entre las distintas regiones españolas a la hora de prestar el servicio de biblioteca pública. Este informe, ha sido explicado por la Consejera de Cultura de Castilla-La Mancha en el curso de la Conferencia y, como consecuencia, se ha acordado de forma unánime la redacción de dicho Manifiesto,  que ha sido aprobado también con el acuerdo de todos los responsables autonómicos.



            Puedo asegurarles que lo que en principio era una Conferencia Sectorial más, con un orden del día que incluía los puntos que se les habían comunicado a ustedes a través de la nota difundida ayer por la Oficina de Prensa del Ministerio, se ha convertido en la práctica en una Conferencia Sectorial prácticamente monográfica en torno a la situación y el futuro de las bibliotecas públicas.



            Por la transcendencia de este acuerdo, se ha decidido esta comparecencia conjunta, que va más allá del papel de anfitriona que lógicamente tiene también la Consejera castellano-manchega por el hecho de celebrarse en la capital de Castilla-La Mancha esta reunión de la Conferencia Sectorial de Cultura.



            Tras esta introducción, vamos a proceder sin más explicaciones a la lectura del que hemos denominado Manifiesto de Toledo por la Biblioteca  Pública, que esperamos y deseamos sea un instrumento muy fructífero para la lectura pública en España:







            “En Toledo, en el Salón Emperatriz del Palacio de Fuensalida, sede de la Presidencia del Gobierno de Castilla-La Mancha, ha tenido lugar la Conferencia Sectorial de Cultura que ha sido convocada por el Ministerio de Cultura y a la que han asistido los responsables de cultura de la totalidad de Comunidades Autónomas españolas.



            Como acuerdo principal de esta Conferencia se ha aprobado, tras un amplísimo debate, este Manifiesto por la Biblioteca Pública, que finalmente ha obtenido el respaldo por consenso del conjunto de administraciones culturales presentes en la sesión, y que consta de los siguientes compromisos:



            1) El Ministerio de Cultura redactará un Proyecto de Ley de Coordinación Bibliotecaria que se tramitará durante el actual período de sesiones de las Cortes Generales.  Esta Ley establecerá el nuevo marco para las políticas de lectura pública en nuestro país. No obstante, el Ministerio de Cultura y los responsables de las políticas bibliotecarias en las Comunidades Autónomas han aprobado algunos de los parámetros que deberá recoger dicho texto legislativo, y que esencialmente se recogen en los puntos siguientes del presente Manifiesto de Toledo por la Biblioteca Pública.



            2) El servicio bibliotecario se enmarca en el derecho constitucional de los ciudadanos españoles de acceder a la Cultura, la Información y la Educación. Consiguientemente, la Ley deberá regular la obligatoriedad por parte de las Administraciones Públicas de organizar la prestación del servicio bibliotecario público para garantizar el acceso de todos los españoles a estos servicios, sin desigualdades por razón de la residencia en unas u otras comunidades autónomas, ciudades o pueblos.



            3) El servicio de Biblioteca Pública estable será obligatorio en todos los municipios que cuenten con una población superior a 1.000 habitantes. Para ello, el Gobierno de España, con la participación de los Gobiernos autonómicos, se compromete a realizar y desarrollar un PLAN DE BIBLIOTECAS PÚBLICAS para el período 2007-2016, al final del cual deberá haberse hecho realidad esta obligatoriedad. En el caso de municipios con población inferior a la citada, la Ley establecerá las fórmulas de servicio bibliotecario que deberán ponerse en marcha para conseguir que la totalidad de municipios españoles dispongan de servicios bibliotecarios adecuados y permanentes (Bibliotecas móviles, etc.), así como la Administración responsable de asumir la prestación de esos servicios.



            4) Los responsables institucionales reunidos en esta Conferencia expresan su radical confianza en la Biblioteca Pública como puerta de acceso democrático de los ciudadanos a la Sociedad de la Información y del Conocimiento, y como centro neurálgico en la vida local. Por ello, acuerdan que la Ley incluya unos estándares de servicios, funcionamiento, fondos, etc.,  a los que deberán ajustarse las bibliotecas públicas españolas para que puedan realizar su alta misión social y educativa de acuerdo a las necesidades de la sociedad del siglo XXI. De manera especial, se incide en la necesidad de que las ciudades y localidades mayores de 25.000 habitantes dispongan de redes urbanas de bibliotecas que presten servicio al conjunto de personas residentes en los distintos barrios y zonas de esas poblaciones.



            5) Finalmente, y aunque se acuerda felicitar al Ministerio de Cultura por haber impulsado la celebración de las Conferencias sectoriales de Cultura, los responsables autonómicos instan al Ministerio a profundizar en la coordinación de las políticas, programas e iniciativas del ámbito de la lectura pública como método de trabajo a seguir. Al efecto, proponen la constitución de la Conferencia General de Política Bibliotecaria, cuyas funciones, composición y formas de funcionamiento deberá regular la Ley de Coordinación Bibliotecaria.







            En definitiva, el espíritu que emana de este Manifiesto es que la lectura, concretada  en los servicios de la Biblioteca Pública, es una cuestión de Estado y que precisa de la participación y el esfuerzo coordinado del conjunto de Administraciones Públicas de nuestro país. “



            Toledo, 19 de diciembre de 2005.


* Escrito en diciembre de 2005. No obstante, permanecía inédito. Cuando se celebró la Conferencia Sectorial de Cultura en Toledo, ya tenía conocimiento, aunque no me había sido comunicado de forma oficial, de mi inmediato cese como responsable del Servicio Regional del Libro, Archivos y Bibliotecas. Por esta razón decidí no hacer público el texto del Manifiesto, que sin duda hubiera sido considerado ofensivo hacia las autoridades de la Consejería de Cultura. Como tantas  veces, la autocensura limitaba la libertad de expresión y conseguía que los sueños se encerrasen en el disco duro del ordenador… Fue recogido en el libro En defensa de la biblioteca pública (2012).

Bibliotecas públicas de Castilla-La Mancha: el reto de universalizar los servicios bibliotecarios


“Bibliotecas públicas de Castilla-La Mancha: el reto de universalizar los servicios bibliotecarios”. Idea La Mancha: Revista de Educación de Castilla-La Mancha. ISSN 1699-6429. Toledo. Núm. 2 (2005), Págs. 248-256.





viernes, 9 de diciembre de 2005

¡Estás llamado a ser un dirigente!



 ¡Estás llamado a ser un dirigente!*
           
            Vengo proclamando desde hace dos décadas algo que parece una obviedad: no hay biblioteca sin bibliotecario. Y es un mensaje que ha sido necesario  porque tan sólo hace unos años bastantes  bibliotecas públicas municipales de nuestra región no contaban con un profesional al frente, debidamente contratado y cualificado profesionalmente. En muchos casos  un colaborador, al que el ayuntamiento pagaba una gratificación, atendía de forma irregular la biblioteca; otras veces era un funcionario municipal, un maestro o cualquier otra persona quien, con buena intención y voluntad, se hacía cargo de atender el  servicio bibliotecario.
            Pero tales situaciones, que muchas veces constituían un verdadero fraude de ley, no creemos que pueda achacarse a la correspondiente corporación local. La responsabilidad recae en la insuficiente regulación que en España existe sobre la biblioteca pública municipal. La todavía vigente Ley de Bases de Régimen Local señala como obligatoriedad la prestación del servicio de biblioteca pública sólo a los municipios con población superior a 5.000 habitantes. Bien es verdad que esta obligatoriedad no está adecuadamente definida, pues, al contrario que en otro tipo de servicios públicos, ninguna legislación señala cuántos centros tiene que haber en cada municipio en función de su población y cómo deben prestarse estos servicios. Y cuando ayuntamientos tan importantes como el de Guadalajara incumplen la legislación y no han puesto en marcha ninguna biblioteca pública, existe una indefensión total de los ciudadanos.
            La Biblioteca Pública tiene en nuestro tiempo una importancia estratégica enorme. Es la puerta democrática para que el conjunto de los ciudadanos puedan acceder libre y gratuitamente a los beneficios de la Sociedad de la Información y del Conocimiento. Pero aunque durante las últimas décadas se ha producido un gran desarrollo de servicios bibliotecarios en España y en nuestra Comunidad Autónoma, producto del esfuerzo de las distintas Administraciones Públicas y de la demanda de la sociedad, todavía la biblioteca pública no es considerada un servicio público esencial. Un ejemplo de ello es que, frente a servicios como la educación y la sanidad, con una regulación estatal y autonómica y cuya responsabilidad y financiación está perfectamente delimitado en quién recae, no es éste el caso de las bibliotecas públicas municipales. En nuestra región existen 515 bibliotecas públicas, de las cuales 506 son de gestión municipal. Pero, legalmente,  sólo 62 municipios están obligados a tener en funcionamiento el servicio de biblioteca. La Consejería de Cultura, con una política bibliotecaria ejemplar desde mediados de los años noventa, ha estimulado la creación y desarrollo de bibliotecas públicas, con programas de apoyo técnico y financiero a los ayuntamientos, que son en muchos casos pioneros en el conjunto de España. Pero ese desarrollo todavía no ha evitado que la Red de Bibliotecas Públicas, con tantas virtudes, adolezca de unas debilidades y carencias verdaderamente impresionantes. Una inestabilidad preocupante especialmente en los municipios más pequeños y que origina situaciones profesionales entre los profesionales bibliotecarios lamentables.
            Mientras que en las grandes bibliotecas, como las Bibliotecas Públicas del Estado y otras de los mayores municipios, existen equipos humanos bastante consolidados que permiten además una adecuada diversificación de funciones en la prestación de servicios, en la mayoría de los municipios existe sólo un bibliotecario, generalmente contratado como Auxiliar de Bibliotecas (grupo C de la Administración) y con media jornada de trabajo, con independencia de que en la mayoría de los casos sean titulados superiores o medios. Si históricamente el refranero popular recogía la sentencia “Pasas más hambre que un maestro de escuela”, la asunción por el Estado de esa competencia resolvió el viejo problema. No ha ocurrido así con los bibliotecarios de municipales, que han visto mejorar sus contratos gracias a la mayor sensibilidad de los ayuntamientos y al apoyo de la Junta de Comunidades, pero que todavía tienen encima la inseguridad y unos salarios que no se corresponden con sus importantes funciones sociales y educativas.
            El bibliotecario municipal en un pequeño municipio es un mediador social, dinamiza la vida cultural y social, anima a la lectura, propugna la participación ciudadana, es un empedernido colaborador de proyectos de interés local, orienta a los usuarios,… Si la biblioteca pública es el lugar de encuentros de la comunidad local, el bibliotecario es el corazón, el motor de esa hermosa realidad colectiva. Por ello, en buena parte de los municipios, el bibliotecario es un verdadero dirigente, un líder sociocultural. Y creo que, con justicia, podemos aplicar a estos profesionales de la cultura, la información y la educación permanente el alegato que pronunció el poeta Bertolt Brecht: ¡Estás llamado a ser un dirigente!
            El proyecto de reforma de la  Ley de Bases de Régimen Local rebaja la obligatoriedad de la prestación del servicio de biblioteca hasta los 3.000 habitantes. Pero en Castilla-La Mancha hemos avanzado más y mejor que en el conjunto del país y ya prácticamente está cumplido el objetivo de que cuenten con biblioteca los municipios mayores de 1.000 habitantes. Esta realidad aconseja que en el proyecto de nueva Ley de Bibliotecas de Castilla-La Mancha, en que se viene trabajando desde hace tres años, la obligatoriedad se sitúe precisamente en los municipios de más del millar de habitantes. Pero esa medida, tan positiva para los ciudadanos, significa una obligación legal para los municipios de Castilla-La Mancha mayor que para los de las restantes regiones. El interés demostrado por los políticos municipales hacia la biblioteca pública, porque han visto que es un servicio básico para sus comunidades locales, ha de verse apoyado por nuevas vías de financiación desde la Junta de Comunidades, precisamente ante el Pacto Local.
            No se trata, desde luego, de cerrar bibliotecas sino de dignificarlas y adecuarlas para que realmente sean el servicio de referencia para sus ciudadanos.  Las bibliotecas son en Castilla-La Mancha el servicio público más visitado después de los hospitales: más de 5,5 millones de ciudadanos (lógicamente, repitiendo periódicamente su visita a la biblioteca) han usado las bibliotecas públicas de nuestra región. La demanda social es imparable y sólo queda seguir invirtiendo para mejorarlas, dotarlas de colecciones mayores y más actualizadas, de edificios adecuados y, esencialmente, de profesionales con una formación permanente y unos salarios  y condiciones dignas de su importante tarea. Por esta razón, en las recientemente celebradas II Jornadas Bibliotecarias de Castilla-La Mancha, un grupo de técnicos hemos lanzado una nueva propuesta: para compensar a esos municipios que no tienen obligación legal de tener biblioteca pública, hay que buscar fórmulas de cofinanciación estables y permanentes. En definitiva, que en el caso de gastos de personal se impulsen nuevas modalidades de ayuda desde la Administración Autonómica para que, al menos, los municipios menores de 3.000 habitantes (es decir, los no obligados por la nueva legislación estatal para los municipios) reciban recursos financieros con carácter ilimitado en el tiempo y no como en la actualidad, que se limitan a 3 ó, en el mejor  de los casos, 6 años. Se trata de una iniciativa que ha sido considerada por el Comité Científico de las Jornadas y, consecuentemente, incluida en las conclusiones oficiales de este importante encuentro bibliotecario.
            Esa medida, que precisa un incremento presupuestario de la Consejería de Cultura, llevaría a la consolidación y modernización necesaria a unas bibliotecas públicas que nacieron por el deseo de leer y recibir información de muchos ciudadanos del medio rural y que ahora es preciso estabilizar como verdaderos servicios públicos llamados a influir en el acceso democrático de las personas a los frutos de esta Sociedad del Conocimiento en la que estamos inmersos. Y tenemos esperanza de que este nuevo sueño utópico sea posible.




* La Tribuna de Toledo (12 de diciembre de 2005), pág. 22. Este artículo se publicó también, en la  misma fecha,  en las otras seis ediciones de este medio de comunicación en Castilla-La Mancha (La Tribuna de Albacete, La Tribuna de Ciudad Real, La Tribuna de Cuenca, La Tribuna de Guadalajara,  La Tribuna de Puertollano y La Tribuna de Talavera).

jueves, 17 de noviembre de 2005

Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha: diez propuestas de futuro



Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha: diez propuestas de futuro”. Juan Sánchez Sánchez, con la colaboración de: Óscar Arroyo Ortega, Dolores Membrillo Marco, Marta Bausá Arpón y Sonia Prieto Narváez. Ponencia en las II Jornadas Bibliotecarias de Castilla-La Mancha. En: Jornadas Bibliotecarias de Castilla-La Mancha. (2ª, 2005. Toledo). Título: Biblioteca Pública [Recurso electrónico]: garantía de participación ciudadana / II Jornadas Bibliotecarias de Castilla-La Manchas,   Toledo, 17, 18 y 19 de noviembre de 2005. Toledo:  ANABAD Castilla-La Mancha, [2008].  CD-ROM.  ISBN: 978-84-930901-1-1

viernes, 23 de septiembre de 2005

Las políticas bibliotecarias, hacia un segundo pacto local


“Las políticas bibliotecarias, hacia un segundo pacto local” Intervención en mesa redonda en el I Encuentro Bibliotecas y Municipio. En: Encuentro Bibliotecas y Municipios (1º. 2005. Peñaranda de Bracamonte). La administración local y las bibliotecas en la democracia / I Encuentro Bibliotecas y Municipios, Peñaranda de Bracamonte, Salamanca, 21-23 de septiembre de 2005.- Madrid: Ministerio de Cultura, Subdirección General de Información y Publicación, 2005

Resumen: El panorama bibliotecario ha cambiado en los últimos años pero aún queda mucho por recorrer para alcanzar los niveles europeos de uso de la biblioteca pública. Esos niveles implican grandes esfuerzos por parte de todas las administraciones e instituciones implicadas, en cuatro líneas fundamentales de trabajo: 
- Incrementar el número de bibliotecas. 
- Aumentar y enriquecer las colecciones. 
- Ampliar los horarios de apertura. 
- Profesionalizar las personas que las atienden. Han de ponerse en marcha los mecanismos institucionales y jurídicos para avanzar en la coordinación y desarrollo de las políticas bibliotecarias en España.

jueves, 15 de septiembre de 2005

Pasión por leer



Pasión por leer*
             

            Las estadísticas sobre hábitos lectores reflejan el largo camino que queda por andar en España para conseguir una sociedad lectora. Pero existen otros muchos indicadores por los que podríamos entonar un canto de esperanza. Sin duda, las bibliotecas públicas, todavía con carencias importantes, significan un buen espejo para demostrar que los castellano-manchegos, los españoles en general, quieren leer, desean entrar en la Sociedad de la Información y del Conocimiento que caracteriza el comienzo del siglo XXI.
            En 1934, el bibliotecario Javier Lasso de la Vega escribió un artículo titulado “Política bibliotecaria” en el que decía:  “Para que un pueblo pueda vivir en un régimen democrático y, por tanto, decidir su destino, elegir sus representantes, etc., necesita estar  capacitado para pensar por sí mismo. Sin libros, sin prensa, sin bibliotecas, España no podrá ser un país democrático jamás.” Y esta opinión, que mostramos como un ejemplo, pero que es mantenida por otros muchos autores y por prestigiosas instituciones, parece que empieza a calar en la sociedad española. Pero los resultados son lentos, y los frutos de la cosecha tardan en vislumbrarse; lo importante es que la sembradura sea correcta y que los “cuidados” sean permanentes y adecuados.
            El Gobierno de Castilla-La Mancha se ha caracterizado en política bibliotecaria por un gran reto: la universalización de servicios bibliotecarios para el conjunto de la población regional y para la totalidad de municipios.  Y esa utopía, única en nuestro país, va siendo una hermosa realidad.  Si en  1984, prácticamente al iniciarse la vida autonómica de nuestra región, disponíamos de 154 bibliotecas públicas, además de 12 bibliobuses, en 2003 existían un total de 510 bibliotecas, de las cuales 501 eran de gestión municipal. Teniendo en cuenta que en Castilla-La Mancha de los 919 municipios sólo hay 62 mayores de 5.000 habitantes, es fácil reconocer el esfuerzo que han hecho los ayuntamientos, que han creado bibliotecas públicas (436) y salas de lectura pública (65) en municipios menores de esa población y que, consiguientemente, no tenían obligación legal de hacerlo.  Esta poderosa realidad bibliotecaria, no exenta de carencias y de problemas,  ha tenido indudablemente dos protagonistas: la Consejería de Cultura, que ha estimulado a los ayuntamientos a crear y desarrollar bibliotecas públicas, con apoyo técnico y financiero; y los propios ayuntamientos, que han aceptado el reto de crear y financiar servicios bibliotecarios, a pesar de sus exiguos presupuestos municipales.
            Los principios esenciales para el desarrollo de Bibliotecas Municipales han sido la  cofinanciación y la corresponsabilidad.  Pero sin duda ha sido factor determinante para este proceso que la Consejería haya tenido entre sus prioridades políticas el desarrollo de servicios bibliotecarios en los municipios y lo haya hecho con exigencias progresivas para asegurar la dignificación, creciente calidad y estabilidad de la biblioteca pública. Esta política ha tenido muchas consecuencias positivas, y  una de ellas es que se han incrementado de forma constante los recursos públicos para bibliotecas, hasta el punto que Castilla-La Mancha está a la cabeza, junto con Cataluña, en gasto bibliotecario: frente a una media nacional de 8,15 euros por habitante, nuestra región destina 14,37 euros por habitante. Y otros indicadores confirman que nuestra Comunidad sí tiene pasión por leer:  en las bibliotecas públicas disponemos de 2,32 libros u otros soportes por habitante (1,21 es la media nacional); se realizan 2,62 visitas a la biblioteca por habitante (la media española es de 1,8); y el número de obras prestadas a domicilio es de 2,10 por habitante (media en España 1,0).
            Estos datos, que no alcanzan los niveles de los países más desarrollados en Europa,  son, sin embargo, un buen signo de que la mejor campaña de animación a la lectura consiste en disponer de servicios bibliotecarios dignos, estables, con personal especializado y suficiente, colecciones actualizadas y edificios adecuados para acoger confortablemente a la comunidad local.  Mientras que en España hay una biblioteca pública por cada 9.164 habitantes, en Castilla-La Mancha ese tremendo esfuerzo del Gobierno Regional y de las Administraciones Locales ha hecho posible que tengamos una biblioteca por cada 3.560 habitantes, indicador que nos equipara en este caso a los países de la Unión Europea más avanzados bibliotecariamente.
            Es cierto que todavía quedan muchos pequeños municipios sin servicios bibliotecarios, pero el Plan de Bibliotecas Móviles actualmente en desarrollo servirá para, progresivamente, acercar el libro y la información a los ciudadanos de esas zonas rurales.
            En definitiva,  el horizonte de la universalización se ve posible, siempre que se mantenga la cultura de planificación que se viene desarrollando desde mediados de la década de los noventa y que ha propiciado unas políticas estables de bibliotecas públicas. Sucesivamente, el Plan Estratégico de Cultura, el Plan de Desarrollo Bibliotecario Bibliotecas Públicas Siglo XXI, y en el anunciado Plan Regional de Lectura han sido los documentos del Gobierno de Castilla-La Mancha que han contribuido a crear una Red de Bibliotecas Públicas que hoy es un valor indudable de nuestra región y espejo para otras tierras de España.  
            Queda mucho camino por recorrer, muchos lugares en los que los ciudadanos todavía no pueden acceder democráticamente al libro y la información a través de servicios bibliotecarios. Pero lo importante es que la biblioteca pública en Castilla-La Mancha ha ido incrementado su presencia, y la sociedad regional (tanto las administraciones públicas como los propios ciudadanos) tienen un mayor conocimiento y aprecio por este servicio público.
            Derecho a leer, derecho a disponer de biblioteca pública. Para todos y para todas. Sin discriminación por razón de vivir en un barrio o en un alejado o pequeño municipio. Sigamos en Castilla-La Mancha creyendo en la biblioteca pública, que es, según la UNESCO “el principal medio de dar, a todo el mundo, libre acceso a la suma de los conocimientos y de las ideas del hombre, y a las expresiones de su imaginación creativa”. Prosigamos sembrando, y dentro de un tiempo habremos conseguido una sociedad que tenga, realmente, pasión por leer.



* La Tribuna de Toledo (15 de septiembre de 2005), pág. 3. Este artículo se publicó también, en la  misma fecha,  en las otras seis ediciones de este medio de comunicación en Castilla-La Mancha (La Tribuna de Albacete, La Tribuna de Ciudad Real, La Tribuna de Cuenca, La Tribuna de Guadalajara,  La Tribuna de Puertollano y La Tribuna de Talavera).

viernes, 1 de julio de 2005

Monólogo de Mateo Gómez



En el verano del año 2005 nació Mateo Gómez, un personaje de ficción que el autor creó para expresar públicamente sus ideas y, mezclando de nuevo la realidad con la ficción, expresar los sueños por los que venía luchando desde hacía décadas en el ámbito de las bibliotecas públicas.  Apareció por vez primera en el relato Monólogo de Mateo Gómez. En este inicial  texto, Mateo Gómez recorre durante el año 2005 los municipios de Castilla-La Mancha por encargo del Presidente del Gobierno y de la Defensora del Pueblo de esta Comunidad.  Aunque el informe que elaboró no se hizo público, el cuento aporta una reflexión literaria sobre lo que fue y significó el recorrido de este bibliotecario por tierras y lugares de Castilla-La Mancha. En otros momentos vendrán otras intervenciones de este bibliotecario imaginado...



Monólogo de Mateo Gómez*

I.

            Ha entrado la noche. Mis ojos están enrojecidos de cansancio y mi frente se ha topado en varias ocasiones, por el sueño que me vence, con la pantalla del ordenador. Mañana continuaré, como Don Quijote, recorriendo caminos y ciudades. Y seguiré manteniendo en mi cabeza aquellas dos ideas que el  Señor Don Quijote pronunció y que a mí hoy me saben a programa, a ideario, a reto utópico: la misma justicia para todos, deshaciendo los entuertos que impiden el logro de esa justicia.

            Porque ¿cuál es la razón que impide que todos los ciudadanos puedan disfrutar de servicios bibliotecarios?, ¿qué poderoso gigante estimula que se agrande la brecha digital, que las diferencias entre unas y otras regiones, entre unos y oros ciudadanos, aumenten a la hora de acceder al libro, la lectura y la información?

            Y, como telón de fondo, una pregunta se introduce en mi cabeza y en mi corazón y  no me deja descansar: ¿servirá de algo mi itinerario por estas tierras de Castilla-La Mancha?, ¿serán tenidas en cuenta mis observaciones, mis recomendaciones y propuestas  sobre la situación de las bibliotecas de la Comunidad Autónoma?

            Hoy ha sido un día repleto de emociones. En este pequeño pueblo toledano he coincidido con unos sorprendentes viajeros que me han ayudado a reflexionar sobre mi misión y sobre el contenido de mi informe…



II.



Todavía resuena dentro de mí aquel grito estridente, pero armonioso, del Caballero andante:

- ¡La misma justicia para todos!

Había leído infinidad de veces esta idea de Don Quijote, pero esta calurosa mañana de la primavera del 2005 me supo a nueva, a tremendamente actual, y con tanta fuerza que no he conseguido desalojarla de mi cerebro.  Eran geniales aquellos estrafalarios intérpretes de Don Quijote y Sancho Panza. ¿La Recua, se llamaba el colectivo teatral? Creo que sí. Repetían, como un viejo disco de vinilo rayado, dos de las ideas emergentes de la obra universal de Cervantes: “Desfacer entuertos” y “Justicia para todos”.  Esa casi veraniega mañana, en un pueblo de Toledo,  parecía que habíamos entrado en el túnel de la historia y que estábamos en el tiempo del Quijote. En la plaza, junto a la iglesia, en las calles saltaba la sorpresa, y los diálogos entre Quijote y Sancho salpicaban el aire cálido y seco. Y era muy visible la expectación  que en niños y mayores arrancaban aquellos personajes nacidos en la literatura y trasportados siglo a siglo a la historia, como modelos de idealismo y realismo y todavía cargados de futuro.

A estas alturas del año, repleto en todo el país, y singularmente en nuestra región, de celebraciones relacionadas con la efemérides de la publicación del IV Centenario del Quijote, todo el mundo relacionaba el evento que esa mañana contemplábamos con ese logotipo de las aspas del molino manchego que llenaba las páginas e imágenes de publicidad de las más importantes instituciones y empresas del país. Pero, aun así, ver, sobre todo, esos ojos chispeantes y sorprendidos de los niños era suficiente para dar por bienvenida y bien financiada esta representación callejera. Una actuación que sin duda había roto la monotonía matinal que cualquier día del año caracteriza la vida de este pequeño pueblo. Especialmente causaba sorpresa, inquietud incluso,  la cabeza de Don Quijote, ensangrentada y malherida, reflejo de los avatares de sus aventuras. Viéndoles alejarse, bien podríamos recitar los versos de  León Felipe:

Por la manchega llanura

se vuelve a ver la figura

de Don Quijote pasar.

Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,

 y va ocioso el caballero sin peto y sin espaldar,

va cargado de amargura,

que allá encontró sepultura

su amoroso batallar.



Por la manchega llanura

se vuelve a ver la figura

de Don Quijote pasar.

Va cargado de amargura,

va, vencido, el caballero de retorno a su lugar.

¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura

en horas de desaliento así te miro pasar!

¡Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura

y llévame a tu lugar;

hazme un sitio en tu montura,

caballero derrotado,

hazme un sitio en tu montura,

que yo también voy cargado

de amargura

y no puedo batallar!



Sí, inevitablemente yo, Mateo Gómez, también me sentía esa mañana derrotado, cansado, comprobando en mí mismo qué largo es el camino, y qué áspero;  y tal vez a punto, como León Felipe, de cobijarme bajo la sombra de un árbol –da igual un ciprés que un álamo- donde pueda conseguir el descanso, el sosiego que los acontecimientos de los últimos meses me hurtaban. ¿Ya no puedo batallar?, me preguntaba insistentemente. Y cantaba en silencio, en mi interior,  estos versos con la melodía que en los años setenta compuso Paco Ibáñez. Era una imagen tal vez excesivamente derrotista la que ofrecía el poeta sobre Don Quijote en estos versos, pero sin duda así debió sentirse en tantas ocasiones, en tantas derrotas, en tantas batallas perdidas…Porque esas dos ideas-fuerza emergían de nuevo, y me llenaban de razón. Y otra vez hacía acopio de esperanza. Desfacer entuertos y la misma justicia para todos…Y ambas frases se me quedaban revoloteando por mi mente…



III

Se ha hecho el silencio. Ya no hay gentes en las calles en esa mañana tórrida. Don Quijote y Sancho, La Recua,  abandonaron ya la localidad. En mi imaginación les veo ahora distintos, nuevamente pletóricos, llenos de vida, deseosos de seguir luchando, sin heridas ni en cuerpo ni en alma, portadores de esperanzas y anhelos de justicia. ¿Dónde estarán ya? ¿Fueron sólo unos intérpretes? ¿Llegó a este pueblo sólo la farándula o fue realmente el espíritu de Don Quijote y Sancho quien cabalgó esta mañana por estas calles castellanas?

Todavía me queda trabajo. ¿Tal vez un año? Llevo ya recorridos 355 municipios. Aquí, en este mismo  municipio, estuvo hace cien años Adolfo Alvarez Buylla, comisionado por el naciente Instituto de Reformas Sociales,  como en tantos pueblos de las dos Castillas, para elaborar una Memoria sobre la realidad agraria y social de los pueblos castellanos en aquellos comienzos del siglo XX. Todavía impresiona leer esas páginas llenas de realismo y crudeza. También hubo un bibliotecario, Juan Vicens, que en tiempos de la II República recorrió más de un centenar de pueblos españoles en calidad de  inspector de las bibliotecas de Misiones Pedagógicas y de las Juntas Municipales creadas por la Junta de Intercambio y Adquisición de Libros. También en nuestros años, en distintas regiones, hay profesionales que se dedican a una labor de apoyo e inspección de las bibliotecas públicas, aunque su labor sea muy anónima y no se convierta en noticia.

Yo también soy un comisionado. Un anónimo enviado del Gobierno autonómico. Es verdad que no soy un clandestino, pero se intenta que mi presencia pase lo más desapercibida posible ante la opinión pública. Tal vez para no politizar la cuestión. La Defensora del Pueblo quiere conocer en profundidad la situación de las bibliotecas públicas de la región. En realidad, pienso que es el propio Presidente quien ha lanzado este reto. Le preguntaban continuamente qué quería que permanezca de este año mítico del IV Centenario. Y decía que una estupenda Red de Bibliotecas que sirviese de espejo, de ejemplo, para todo el país. Luego han surgido las críticas procedentes de tantos municipios porque parecía que el edificio bibliotecario regional se resquebrajaba…No todos los políticos tienen la misma sensibilidad hacia este servicio público que es la biblioteca, pero era muy llamativo que precisamente se paralizasen proyectos y se rebajasen los presupuestos regionales  coincidiendo con un momento histórico de reforzamiento teórico de las políticas de lectura en la Comunidad Autónoma….

Leo y escucho a menudo otra idea: ningún ciudadano puede sufrir discriminación por razón del territorio, de la ciudad o pueblo, donde le ha tocado vivir. Y el propio Presidente lo reitera en muchas de sus intervenciones. Concretamente, en política bibliotecaria, se venía trabajando en esa línea: conseguir que todas las personas tengan acceso a servicios bibliotecarios de calidad y de última generación, como puerta de entrada a la Sociedad de la Información y el Conocimiento. En realidad es la  primera idea de Don Quijote: la misma justicia para todos. Y si no existe esa misma justicia, si todos los ciudadanos no tienen acceso a la biblioteca pública, hay que desfacer ese entuerto y cambiar la realidad de desigualdad existente.

Creo en la sinceridad del planteamiento. Pero mis fuerzas se debilitan a medida que escucho de viva voz la problemática de cada lugar. Y rumio en silencio el informe que cada noche, al descansar en la última localidad visitada, redacto. He prometido no adelantar aspecto alguno sobre los contenidos del informe. Es verdad que la Administración elabora y publica muchos y buenos datos sobre la situación bibliotecaria  regional. Pero éste es un informe confidencial  que sólo entregaré a dos altos destinatarios: el Presidente y la Defensora del Pueblo. Ni siquiera en estas cuartillas que, como un desahogo, escribo hoy, quiero revelar noticia alguna.



IV.

Estoy hablando con bibliotecarios, con alcaldes y concejales, a veces con usuarios a los que me presento como un forastero e inicio conversaciones que me ayuden a conocer mejor la realidad. Es un informe científico, pero está lleno de diálogos, de frases que recojo, de visiones que mis ojos captan. No me siento un arbitrista, pero a veces tengo la sensación de estar escribiendo como aquellos arbitristas del siglo XVII que exponían al Rey sus preocupaciones sociales y económicas. En los municipios que carecen de todo servicio bibliotecario me resulta especialmente complejo aparecer allí, conocer planteamientos y posibilidades y marcharme sin levantar expectativas pero al mismo tiempo sin generar desesperanzas. Especialmente dramático me ha resultado el viaje por las comarcas de Cuenca y Guadalajara que ya he visitado, y que contienen buena parte de los municipios sin servicios bibliotecarios. Y tal vez todo el peso, o la responsabilidad, empieza a hacer mella en mí y comienzo a preguntarme si merecerá la pena este esfuerzo. Si realmente el análisis y recomendaciones que formulo serán después tenidas en cuenta.

A veces me ha venido un grupo de niños. Y con sus grafías todavía en formación me han escrito en un papel: “Don Mateo: No queremos que la biblioteca vuelva a cerrarse. Ésta es nuestra casa. Es la casa de los libros para todos”. A veces han hecho un dibujo lleno de color, que es un cántico de esperanza, y que a mí me retorna a toda la dimensión del arco iris, a una vida más llena de mensajes vitales, en la que la sociedad tiene un papel menos pasivo y lucha por cambiar lo negativo, por conseguir los sueños y los retos que merecen la pena. En esas ocasiones me he preguntado. ¿Y por qué vienen a mí, si yo hago mi labor en silencio? Y entonces veo la mano del bibliotecario o la bibliotecaria, siempre generadores de actitudes positivas; y en la sonrisa de sus ojos percibo la complicidad que le llevó a delatar mi presencia.

No estoy desilusionado ni desesperanzado, pero sí abrumado. La existencia de una amplia red de bibliotecas, el esfuerzo que se viene realizando desde hace décadas, las luces en suma que alumbran esta realidad, conviven con las carencias, las debilidades del servicio en tantos lugares, las inquietudes de los profesionales, y todo el camino que resta para conseguir una verdadera red integrada de servicios. Tanta información, tantas imágenes no sólo se plasman en el trabajo que cada día realizo en mi portátil. Se quedan en mi interior, en mi cabeza, y también en mi corazón. Según voy recorriendo las carreteras y llego a nuevos pueblos, imposible eludir el recuerdo de tantas experiencias, de tantas confidencias, de tantas frustraciones, de tantos sueños en marcha….Pero al llegar, nuevos datos, nuevas sensaciones hacen que en el disco duro de mi cerebro tengo que dejar hueco a nuevas informaciones, y que tenga, al menos momentáneamente, que archivar las historias que venía recordando mientras conducía mi vehículo.

Sin duda estoy viviendo una experiencia única, irrepetible, enriquecedora. Pero día a día los kilómetros, mezclados con la frecuente dura realidad que percibo o me cuentan, crean en mí una sensación de comisionado al borde del límite, interrogado por la duda de si podré culminar el trabajo emprendido y que me ha sido encargado seguramente por mi condición de experto. Seguramente soy un privilegiado que no valora en su justa medida la posibilidad de aportar un informe que pueda definitivamente propiciar unas iniciativas legales y programáticas que sitúen a nuestra tierra en una posición destacada en el conjunto español en cuanto a servicios bibliotecarios.



V.



            Amanece. Abandono el pequeño hostal que me ha servido como lugar de descanso y de reflexión sobre las ideas y sensaciones que ayer me salpicaron en esta pequeña localidad. De repente mis ojos reparan en un titular del periódico La Tribuna de Toledo.  Recoge información sobre un encuentro científico  de bibliotecarios. “Sembradores de estrellas”, es el titular; y un subtítulo aclara la temática del texto periodístico: “La lenta travesía de las bibliotecas públicas de la región”.

            Se refiere a la intervención de un grupo de profesionales en ese Congreso. En Castilla-La Mancha ha habido verdaderos sembradores de estrellas, personas que han luchado para conseguir que el servicio de biblioteca pública se desarrollase cuantitativa y cualitativamente en la región. Proclaman sus autores que cada una de estas bibliotecas es como una estrella para su municipio, aunque a veces todavía tenga una débil luz porque sus colecciones bibliográficas o multimedia, sus servicios, la propia situación del bibliotecario o la proyección de la biblioteca en su comunidad no sean representativos de un servicio público tan estratégico e importante como es la biblioteca pública. Pero, continúan diciendo,  potencialmente estamos ante una verdadera constelación de estrellas,  un conjunto de servicios bibliotecarios que convierte a Castilla-La Mancha en un referente para el conjunto del país, 515 bibliotecas llamadas a convertirse en una red de servicios integrados que ofrezcan a la sociedad regional los beneficios de la Sociedad de la Información y del Conocimiento de forma gratuita y democrática.

            Resulta hermoso. Sé que lo han dicho convencidos del avance, que yo percibo también; pero veo en mi recorrido por las tierras, ciudades y pueblos de Castilla-La Mancha cuántas sombras impiden que esas estrellas, que esas más de quinientas bibliotecas alumbren con una luz potente y constante.

            Me alegra que existan personas que creen en la fuerza democratizadora y transformadora de la biblioteca pública. Ellos son los aliados de la biblioteca. Frente a políticos que se convierten en una amenaza para las bibliotecas, profesionales que cogen la bandera de la biblioteca y, como nuevos quijotes, proclaman que la biblioteca pública es un derecho de todos los ciudadanos.

            Cojo mi equipaje y el maletín que guarda el portátil  que me sirve cada noche de lugar de encuentros para verter experiencias, crónicas, opiniones y propuestas. Ayer, Don Quijote y Sancho partieron de este pueblo con esa imagen de vencidos. Ahora, la prensa  me otorga ingredientes para marchar a nuevos lugares cargado de esperanza. En los pueblos de Toledo ya va quedando poco trabajo. Pronto entraré en el corazón de La Mancha, y entonces, como el estrafalario caballero andante, proclamaré al viento: “¡La misma justicia para todos!”. Es decir: ¡Servicios bibliotecarios para todos!



* Escrito en el verano de 2005. Publicado en mi libros Combates por la biblioteca pública en España (2006) y En defensa de la biblioteca pública (2012).

lunes, 13 de junio de 2005

A quién le importa



A quién le importa*



A quién le importa
que en más de dos mil pueblos de España
no puedan alimentarse de palabras.

A quién le importa
que en tantos barrios de grandes y medianas ciudades
la biblioteca pública sea todavía un manjar inalcanzable.

A quién le importa
que oleadas de  jóvenes destinen su tiempo de ocio a beber en la calle,
sin invitarles a descubrir todos los mundos que facilita un libro.

A quién le importa
que centenares de bibliotecarios municipales sigan suspirando
por un trabajo digno y estable.

A quién le importa
que haya políticos que sigan pensando que el libro
debe ser artículo de lujo y que desean decidir hasta
los títulos que deben comprarse con dinero público.

A quién le importa
la cara de tristeza de los niños que esperan
un bibliobús que tal vez nunca les llegará,
porque algún poderoso decidió que era un servicio muy caro
para tan escasos y alejados habitantes.

A quién le importa
que una biblioteca pueda cerrar sus puertas
porque alguien decidió libremente que no era un servicio necesario.

A quién le importa
que todavía en nuestro tiempo puedan inaugurarse
bibliotecas sin bibliotecario, y casi sin libros,
y tal vez sin soportes multimedia,
aunque dotada de fantásticos ordenadores para navegantes.

A quién le importa
que los Gigantes puedan demoler impunemente los sueños
de quienes trabajamos para que el libro sea compañero cercano
y cotidiano de las gentes que viven en todos los lugares.

A quién le importa
que tengamos que ahogar nuestras palabras,
que nos obliguen a silenciar nuestros retos,
y que hasta el aliento haya que contenerlo
por el miedo impuesto por  tanto demócrata advenedizo.

A quién le importa
que desciendan los presupuestos para bibliotecas
y se despilfarre el dinero público en espectáculos
que no son un servicio esencial comunitario.

A quién le importa
que tengas que sufrir en silencio,
que no puedas acudir al Defensor del Pueblo,
que tus ideas no puedas expresarlas en un medio,
que los planes estratégicos sean archivados sin respeto.

Y, sin embargo, siento esta tarde un susurro muy próximo.
Siento esta tarde el aliento cercano,
la mano tendida que me invita a seguir caminando.
Claro que a ti te importa, Señor.
Y ya percibo tu esfuerzo para mantener los corazones
repletos de esperanza.




* Escrito el 13 de junio de 2005. Recogido en el libro En defensa de la biblioteca pública (2012).