jueves, 22 de marzo de 2007

Carta de Mateo Gómez a Su Majestad el Rey



Mateo Gómez es un bibliotecario creado por Juan Sánchez, del que se habla en otras entradas del blog. Carta de Mateo Gómez a Su Majestad el Rey se publicó en la revista Mi Biblioteca. La revista del mundo bibliotecario. Año III, nº 9 (Primavera 2007), págs. 32-36.Fue recogida también en el libro En defensa de la biblioteca pública, págs. 126-132.





Carta de Mateo Gómez a Su Majestad el Rey

Señor:

            Se han cumplido dos años desde que Su Majestad me encargó un informe sobre las causas que determinaban que la nación española no pudiera calificarse como una sociedad lectora.  Desde entonces, y con la mayor discreción posible, he viajado por centenares de municipios españoles, me he entrevistado con autoridades públicas y con profesionales y he consultado numerosos estudios elaborados por las distintas Administraciones Públicas y por entidades especializadas. La experiencia me ha permitido, además, dialogar ampliamente  con la gente.

 Por supuesto, he cumplido fielmente el mandato que me disteis y en ningún caso he relacionado a Su Majestad con este estudio, ni a ninguna Institución Pública.  Mis credenciales como autor de una hipotética Tesis Doctoral sobre Lectura, Información y Bibliotecas Públicas en la Sociedad Española de  comienzos del Siglo XXI  fueron siempre suficientes a la hora de abrir puertas y de recibir fructíferas colaboraciones. Reconozco  que he encontrado mucha sensibilidad y ayuda, que me han permitido realizar el informe con un grado de descripción elevado y formular una serie de recomendaciones y propuestas que en realidad laten en los sectores más implicados y que en buena medida muchos ciudadanos reclaman de los poderes públicos.

Tengo, Señor, disponible el Informe para entregárselo en el Palacio de la Zarzuela en la fecha que estime, y nadie conoce el estudio ni imagina quién es el destinatario.  Espero me disculpen las personas, a veces con altas responsabilidades públicas, a quienes  he tenido que silenciar la verdad de este trabajo y en muchos casos engañar para que no hubiera sospecha alguna. Especialmente compleja ha sido mi relación con altos responsables del Ministerio de Cultura, que a toda costa deseaban el informe, y a quienes he tenido que decir que pasarán no menos de tres años antes de que concluya la Tesis Doctoral y que no deseaba dar ninguna conferencia ni escribir artículos ni nada parecido para congresos y otros eventos. Han sido también frecuentes las llamadas desde distintos medios de comunicación pidiéndome opinión, al hilo de noticias relativas a los servicios de lectura pública españoles o a polémicas puntuales que surgían en regiones y ciudades; pero he dicho siempre que yo era un observador, un espectador que tenía que centrarme en realizar mi trabajo académico y no podía permitirme el lujo de estar opinando sobre lo divino y lo humano. De igual modo he visto con sorpresa cómo representantes de algunos partidos políticos, entre ellos los dos partidos mayoritarios de nuestro país, me han realizado distintos ofrecimientos: desde participar en sus respectivas Conferencias Políticas hasta colaborar en la redacción de sus Programas Electorales para las próximas elecciones autonómicas y municipales, asumiendo unas propuestas que en realidad desconocían.  Sin duda, Señor, es una de las ventajas de ser un  perfecto desconocido en España, tras mi vuelta a mi país  para realizar este trabajo académico. Todos sospechaban que “soy” de su partido, o al menos que tengo buena sintonía con ellos, y aunque les reiteraba que yo era un bibliotecario-profesor y militaba en la independencia más absoluta, pienso que no me creían.  Por supuesto, he rechazado estos generosos ofrecimientos, con la documentada excusa de mi pronta vuelta a Helsinki.

Permítame, Señor, que le adelante algunas de las conclusiones más relevantes del Informe.

1) Conforman la población más lectora aquellos que tuvieron la posibilidad de leer. No es cierto ese tópico de que los españoles no aman la lectura: sólo hay que ofrecerle buenos servicios que hagan a todas las personas accesibles el libro y los demás soportes  de nuestro tiempo que contienen información. En las ciudades y pueblos en los que hay buenas bibliotecas públicas, los índices de lectura son mucho más altos que en las localidades que carecen de este servicio público. Da verdaderamente gusto acceder a bibliotecas modernas y cómodas, llenas de vida, con colecciones actualizadas y con profesionales que efectúan un trabajo de apoyo y asesoramiento espléndido. En estas bibliotecas encontramos personas de todas las edades, de todas las condiciones sociales y constituyen el espacio integrador de las minorías así como de la población inmigrante.

            2) La familia y la biblioteca escolar tienen decisiva influencia en la creación y desarrollo de hábitos lectores.  Junto a la biblioteca pública, el ámbito familiar resulta determinante para crear en los niños la pasión por la lectura. Pero se precisa una continuidad cotidiana en los espacios de referencia educativa, y para ello sigue pendiente una política que consagre la biblioteca escolar como un servicio para el conjunto de la comunidad educativa. Debe ser un centro de recursos informativos pero también de motivación a la lectura, y de apoyo no sólo a los alumnos sino a los docentes. Los estudios indican que en muchos casos la “lectura obligada” incide negativamente en el descubrimiento del placer de leer.

            3) Más de 3.000 municipios españoles carecen de servicios de lectura pública.  Esto me ha sorprendido, pues aunque es cierto que la dispersión territorial y el pequeño número de habitantes de muchas localidades influyen negativamente a la hora de establecer cualquier servicio público, no podía imaginarme que en los inicios del siglo XXI, en plena Sociedad de la Información y del Conocimiento, existan tantos pueblos sin biblioteca y sin cualquier otro servicio bibliotecario, como el Bibliobús. El problema sociológico que significan estos pueblos ha sido resuelto en España en otros servicios esenciales, como la educación o la sanidad, pero no en el caso de la biblioteca pública. Ello sin duda  es un obstáculo para el desarrollo de una sociedad lectora y un ejemplo de que las barreras de la desigualdad no se han eliminado plenamente en nuestro país.  He visto con mis ojos, y con mi corazón, cómo pequeñas localidades que cuentan con biblioteca pública propician que las personas lean y constituyen firmes  pilares para el diálogo, el trabajo creativo, la solidaridad y la creación de un espíritu crítico que es determinante para vivir en esos lugares con esperanza y abiertos a nuestro tiempo.

            4) Los municipios son claves para promover la lectura.  Junto a esos tres millares de pequeños pueblos que carecen de servicios bibliotecarios, he encontrado enormes diferencias en cuanto a la extensión y a la calidad de los servicios  de biblioteca pública. En conjunto,  los peores indicadores se dan en las grandes ciudades, con estadísticas que se alejan de los países más avanzados en servicios bibliotecarios. Hay municipios que no sólo han realizado planes modélicos, y ello se percibe en el porcentaje de ciudadanos que son usuarios estables de las bibliotecas, sino que además han diseñado unas políticas culturales que tienen a la lectura y la biblioteca como el verdadero eje de la vida ciudadana. Pero son muchas las ciudades en las que las autoridades locales no han considerado importante este servicio y cuando se presta se hace con condiciones que desde luego no  representan a la sociedad de la información en la que hoy estamos inmersos. Como la legislación nacional sólo obliga a que presten servicio de biblioteca a los ayuntamientos de municipios mayores de 5.000 habitantes, este servicio aparece en demasiadas ocasiones como algo voluntarista, y muchas veces la biblioteca tiene muy difícil cumplir su  misión de integración en la comunidad local y de constituir un verdadero motor de la vida ciudadana. La propia demanda social ha propiciado la creación de bibliotecas en pequeños municipios, a veces sujetas a vaivenes políticos y a subvenciones de otras administraciones públicas. Sus carencias se perciben en todo tiempo: escasos horarios, jornadas reducidas del bibliotecario, pequeñas colecciones que se quedan obsoletas, ... A veces la pasión de  los profesionales hace que veamos impresionantes ejemplos de buenos servicios bibliotecarios a pesar de los pequeños medios;  pero también las escasas retribuciones, no acordes con la titulación y responsabilidad social del bibliotecario, inciden en cambios demasiado frecuentes y envuelve a la biblioteca en una gran inestabilidad. En verano, he encontrado muchas bibliotecas cerradas para que el bibliotecario pudiera disfrutar de su período de vacaciones; este mismo hecho es significativo de la falta de mayoría de edad de este servicio público.

            5. Las librerías son un eslabón crucial en la vida del lector. Muchas son las amenazas a las que tienen que enfrentarse las librerías españolas. A la queja unánime respecto a la competencia que efectúan las grandes superficies comerciales, hay que unir un factor que me parece preocupante:  demasiadas veces nos encontramos con establecimientos que parecer “uniformados”, con idénticas novedades en sus escaparates, con estrategias comerciales que invitan sólo a leer a determinados autores...Las librerías de aeropuertos, centros comerciales, grandes superficies, aparecen como meros lugares de consumo, impersonales, sin comunicación posible con el lector. Son sin duda las reglas del mercado. Pero creo que hay otro tipo de librerías, ya sean generales o especializadas, que hay que proteger: librerías donde puedes respirar mejor desde que cruzas el umbral de su puerta, donde recibes información, lugares en los que el autor se mezcla de forma muy personal con el autor, librerías que realizan actividades de difusión y de promoción lectora con un cariño que resulta sobrecogedor,... Muchas veces estas librerías han puesto en marcha iniciativas conjuntas con la biblioteca pública y con centros docentes, y en localidades en las que la biblioteca se ha consolidado como un servicio esencial esas librerías han recibido también un importante apoyo. Quienes han entendido que no hay enfrentamiento entre ambas actividades culturales, hoy han conformado una realidad de promoción lectora que resulta muy creativa y firme. Sería aconsejable crear una figura de librería que, por su trayectoria y los servicios que realiza de forma continuada a la sociedad, pudiera percibir determinadas ventajas fiscales y financieras.

            6. Leer es un derecho de todos.  El acceso a la lectura, a la información, a las fuentes de la cultura tiene que constituir de forma positiva un derecho de todos los ciudadanos, con independencia de su lugar de residencia. Una de las constataciones más lamentables es que existe una creciente desigualdad de los españoles en el acceso a los servicios bibliotecarios. La débil e insuficiente legislación nacional, las desigualdades en las políticas y en las legislaciones autonómicas y, finalmente, la falta de regulación de los servicios de biblioteca pública en los municipios españoles, han acuñado un mapa de desigualdades que no se dan de forma tan acusada en otros servicios comunitarios. Tengo el convencimiento de que la biblioteca  pública es la puerta de acceso a la sociedad de la información y es la vía más democrática para que todas las personas puedan leer en libertad.  Los hábitos lectores no pueden medirse por el número de libros existente en cada hogar o por el número de libros que compra  una familia anualmente. Los indicadores más determinantes para ver el carácter lector de una sociedad son el porcentaje de población que es socio activo de una biblioteca, el número de libros que consulta en préstamo cada año o el gasto percápita que realiza un país, una región o un municipio en sostener sus servicios bibliotecarios. Consiguientemente los poderes públicos tienen la alta responsabilidad de diseñar un sistema nacional de lectura pública que facilite el acceso a toda la población, y que desde el consenso garantice la participación técnica y financiera de todas las administraciones públicas.

            7. Los Planes de Lectura, una estrategia de comunicación. He visto también con sorpresa la proliferación de Planes de Lectura promovidos normalmente por las Administraciones Públicas. Tras su análisis pormenorizado, tengo que concluir que me parecen positivos, aunque frecuentemente son una estrategia de comunicación. Por mi experiencia en los países bibliotecariamente más desarrollados, el mejor Plan de Lectura es contar con una Red de Bibliotecas Públicas moderna y amplia, dotada de todos los medios tecnológicos y de colecciones renovadas, y con un personal muy capacitado profesionalmente. Esta Red será la garantía de un buen servicio de forma estable a la sociedad y permitirá medir con indicadores establecidos internacionalmente las verdaderas características de la población en cuanto a su perfil de sociedad lectora. Las personas crecen y la biblioteca puede conformar buena parte de ese crecimiento integral.  He comprobado cómo los niños fueron haciéndose adultos de la mano de los libros en la biblioteca pública, y cómo se convirtieron en ciudadanos con capacidad de elegir y de discernir, en ciudadanos críticos que fueron empapándose de la sabiduría y del conocimiento que está en las bibliotecas.  Concluyendo, parecería conveniente que se propicie la articulación de un verdadero PLAN NACIONAL DE FOMENTO DE LA LECTURA Y LAS BIBLIOTECAS PÚBLICAS, que cuente con la participación del Ministerio de Cultura y la totalidad de las Comunidades Autónomas y ponga las bases legales y financieras para consolidar el desarrollo de la biblioteca pública en el conjunto de los municipios españoles.

            8. La lectura pública, una cuestión de Estado. De lo anterior parece obvio que la lectura pública, es decir los servicios de biblioteca pública, han de constituir una obligada cuestión de Estado. La lectura influye decisivamente en la formación de las personas, y por ello no se trata sólo de que los ciudadanos “consuman” libros. Se trata de que sean personas que puedan educarse desde la lectura y la información, que la lectura conforme en buena medida la estructura existencial de una persona. Y esta exaltación de la biblioteca como servicio público esencial no significa que estemos en contra de uno de los ámbitos comerciales más importantes en nuestro país: el libro y el sector editorial constituyen un factor económico muy importante, al que la potenciación de la red de bibliotecas públicas le ocasionaría sólo influencias positivas. Autores, editores, librerías y bibliotecas conforman un tejido que se necesita recíprocamente  y pueden potenciarse si se interrelacionan.  

            En fin, Señor, espero que el trabajo realizado durante estos dos años pueda serle útil. Yo ahora sólo he esbozado algunas de las ideas-fuerza que con más insistencia emanan del Informe, y cuya lectura completa espero pueda resultar de utilidad a Su Majestad.

            Quedo lealmente a su disposición.
            Un afectuoso abrazo de.
                                                          
                                                                       Mateo Gómez.





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