viernes, 7 de septiembre de 2007

La crisis de la independencia



La crisis de la independencia

            Frecuentemente se ha utilizado en política  la etiqueta de “independencia” o de “independiente”, cuando en unas elecciones o en el nombramiento para un puesto concreto figuraba una persona sin militancia política partidista. Muchas veces esas personas acabaron integradas en los aparatos de los partidos, aunque casos hay, entre los que me cuento, que tras un período de colaboración intensa, se prefiere abandonar la vida pública en las instituciones por razones de conciencia,  por no compartir aspectos determinados de las políticas a desarrollar o simplemente por haber cumplido una etapa de tu vida.
            Pero hay ocasiones en las que hay que ser especialmente cuidadosos. Una de ellas, y probablemente de las más singulares, es la Institución del Defensor o Defensora del Pueblo. Como vamos siendo mayores, uno tiene que hacer esfuerzos todos los días para guardar silencio ante declaraciones políticas e institucionales que son verdaderas tomaduras de pelo. Recuerdo aquellos versos de León Felipe, nacido precisamente a la poesía en tierras de la actual Castilla-La Mancha, que decían: “Me han contado todos los cuentos y sé todos los cuentos”. O aquellos otros de Gloria Fuertes, poeta y bibliotecaria, que exclamaba: “…trabajo como si fuera tonta… pero Dios y el botones saben que no lo soy”. Pues efectivamente, para no molestar, con frecuencia muchos ciudadanos, nos vemos obligados a hacernos el tonto o a creernos los nuevos cuentos que nos narran desde los altavoces mediáticos. Pero la propuesta de nombramiento de  José Manuel Martínez Cenzano como Defensor del Pueblo excede todas las previsiones.
            Me resistía a escribir, porque conozco a Cenzano y me parece una persona valiosa, en lo personal y en lo político. Consiguientemente, expreso mi respeto hacia él, más tras un fracaso electoral que pocos esperaban. Y si se le quiere recuperar o agradecer su dedicación política y pública, búsquese otra vía. Como indica la propia web del Defensor del Pueblo de Castilla-La Mancha, se trata de una Institución que tiene por misión la defensa de los derechos y libertades de los ciudadanos frente a los posibles abusos de la Administración pública” y debe ser  “políticamente independiente”, no recibir “instrucciones de ninguna autoridad”  y desempeñar  “sus funciones con absoluta autonomía”.
            Probablemente Cenzano tratase de ejercer su misión con esa “independencia”  y “autonomía” que debe caracterizar la Institución del Defensor del Pueblo. Pero las sombras  de partidismos caerían como una losa sobre él y la Institución. Una persona que ha sido Consejero Adjunto al Presidente del Gobierno Regional, Presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha y Alcalde de Cuenca en varias legislaturas, siempre perteneciendo al PSOE, no encaja en el perfil necesario para ser Defensor del Pueblo bajo las premisas de independencia, autonomía y libertad.
            Empaña, además, la propuesta la circunstancia de que el PSOE haya hecho pública esta proposición sin ningún tipo de consenso con las restantes fuerzas políticas, al menos con las que tienen presencia en las Cortes regionales.
            Puedo entender que José Manuel Cenzano se sienta “conmovido”, según ha declarado él mismo, porque siempre es un honor recibir una propuesta de este tipo. Pero espero que luego, más en frío, entienda que no debería aceptar que se presente formalmente la propuesta en las Cortes. Escuchar también al vicepresidente y portavoz del Gobierno, Fernando  Lamata,  de que Cenzano "reúne condiciones excepcionales para poder desarrollar la importante labor de ser el Defensor del Pueblo de Castilla-La Mancha” me llena de perplejidad. ¿Cómo una persona inteligente y con fuerte experiencia política como Lamata no es capaz  de pensar en el significado de ese nombramiento? ¿Puede el Poder dejarnos tan ciegos  o hacernos olvidar principios democráticos tan básicos? Coincido con el Vicepresidente en que Cenzano ha contribuido al “desarrollo de Castilla-La Mancha” y tiene una "trayectoria política acreditada". Pero no puedo compartir su opinión de que es magnífica “la propuesta del Grupo Parlamentario Socialista para que Cenzano sea el nuevo Defensor del Pueblo de la región".
            La oposición política tampoco aparece muy coherente. Un representante del PP ha dicho que puestos a pensar en un José Manuel, “por qué no nombrar a José Manuel Molina, que además ganó las elecciones municipales aunque luego no sea alcalde de Toledo por el pacto entre PSOE e IU”.  Estas propuestas, que lógicamente adolecen del mismo problema, dicen muy poco a favor de los Populares. Seamos serios señores y señoras: a una propuesta desajustada no se puede salir con idénticos guiones.
            Por cierto, que el nombramiento del Defensor del Pueblo precisa del consenso político. Por lo que, al menos en las tres primeras elecciones que se hagan para elegir al Defensor, Cenzano necesitará las tres quintas partes de los votos de las Cortes. Es decir, como actualmente hay 47 diputados regionales, se precisan 28 votos, mientras que el grupo Socialista sólo dispone de 26.  Y me cuesta creer que el Gobierno Regional nombre a Cenzano en cuarta votación por mayoría simple; y me cuesta creer que el propio Cenzano acepte un nombramiento en esas condiciones para un puesto que precisa del consenso desde el primer día.
            Regenerar la vida pública es una asignatura pendiente, y a ello hemos de contribuir todos. Pero el Gobierno Regional, y el partido que lo sustenta, debería ser más cuidadoso. No sólo hacen daño a las instituciones: es que son una bofetada a la esencia del sistema democrático.  Pero confío en que las aguas vuelvan a su cauce y que el Presidente Barreda corrija un error cuyas consecuencias tal vez no calcularon.

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