sábado, 27 de agosto de 2016

Un bibliotecario invitado en el XXIX Recital de Poetas Bargueños


Un bibliotecario invitado en el XXIX Recital de Poetas Bargueños

El viernes 26 de agosto de 2016 he estado en el XXIX Recital de Poetas Bargueños como poeta invitado. He escrito libros de historia, de bibliotecas, de recopilación de artículos periodísticos...Por ello me cuesta aceptar que me consideren poeta, un oficio que a veces ejerzo con miedo y a la vez pasión. Lo decía hace unos días: "No sabiendo los oficios los haremos con respeto" (León Felipe). Y es lo que intenté en Bargas. Yo he cultivado poco la poesía y sólo he publicado mi poemario Hombre en camino (editorial Bendita María, colección Gotas del alma, 2013) aunque  tengo otros poemarios inéditos.  El acto se ha desarrollado en la Casa de la Cultura "María Zambrano", de Bargas, que acoge también a la Biblioteca Pública Municipal de esa localidad. Se veía la mano de esa espléndida bibliotecaria, Sara Sánchez del Cerro, y su pequeño pero gran equipo.  Cuando seleccioné los tres poemas que recitaría, como cierre del acto, pensé que uno de ellos sería de temática bibliotecaria. Muchas veces puse mi imaginación literaria al servicio de las bibliotecas, también en el género poético.  
El acto tenía dos partes: la entrega de premios del certamen que el Ayuntamiento de Bargas convoca, anualmente, y que ya tiene 38 ediciones, en las modalidades de  relato y poesía. Y la segunda parte un recital de poetas de la localidad, que celebraba su XXIX convocatoria. 
He sentido una honda emoción de ver cómo personas de todas las edades aman la poesía, la comunicación, la creatividad, la sensibilidad. Y he vislumbrado una vez más la verdadera cultura, no la cultura-escaparate que se hace a golpe de talonario y de grandes presupuestos, sino la que hace la gente, la que crean personas de todas las edades. Este acto es uno más de los miles que organizan las bibliotecas públicas en nuestra región, la mayoría sin contar con presupuestos y sí con la complicidad de la sociedad. 
El salón de actos estaba repleto de público y contaba, además de con las autoridades municipales y de distintas organizaciones bargueñas, con la presencia del consejero de  Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Castilla-La Mancha, Ángel Felpeto Enríquez. Angel es un buen amigo, que ya desde el retiro de la jubilación ha accedido hace unos a meses a desempeñar este puesto desde su compromiso político y personal por la cultura y la educación. Pero no todos los día un bibliotecario tiene la posibilidad de que tantas personas conozcan qué son y para qué sirven las bibliotecas públicas. Así que me parecía obligado en mi intervención previa a la lectura de los poemas hacer un alegato a favor de las bibliotecas públicas, defender públicamente estos centros que son neurálgicos en la vida de los municipios y de las personas. Como estaba presente  el consejero, que como he dicho es buen amigo,   aclaré que he conocido pocos políticos que valoren y apoyen las bibliotecas; y que en su caso tenía la esperanza de que los bibliotecarios vamos a tenerle como nuestro cómplice, a pesar de los malos tiempos presupuestarios que corren. Me habían pedido que por la larga duración del acto sólo leyera dos poemas y decidí que el poema "Tengo la voz ronca de clamar..." sería uno de ellos. Como dije anteriormente,  a veces he utilizado la literatura (novela, relato, poesía, artículos...) como una forma de combatir a favor de las bibliotecas públicas, de defender estos centros. Y este poema lo escribí hace ya muños años, en 2004,  como prólogo a una conferencia que pronuncié en Murcia, y que tuvo esta función clara. Era un momento en el que crecían los "gigantes" contra las bibliotecas, en forma de políticos que no sólo no apoyaban la política bibliotecaria que veníamos haciendo en Castilla-Las Mancha sino que intentaron suprimir algunos de sus programas de subvenciones más emblemáticos y necesarios. Luego ha ocurrido otras veces porque la historia se repite, lamentablemente:  ahora prácticamente llevamos en Castillas-La Mancha sin programas de subvenciones para las bibliotecas municipales desde hace un quinquenio. 
Este primer poema  emocionó a los bargueños. Y luego recité, teniendo en cuenta que el patrón de la localidad es el Cristo de la Sala, uno de mis poemas del libro Hombre en camino, "Camino del calvario".  
Me sentí abrumado por la acogida por parte de este pueblo, localidad natal de un "revolucionario" de principios del siglo XX, Manuel Puñal, a quien rescaté del olvido hace treinta años en una investigación histórica. Los pueblos que aman la cultura están en la senda adecuada y ver en el recital a personas de todas las edades, unidas por la poesía y la cultura, creo que es algo relevante. Los bargueños llevan tres décadas organizando este recital y casi otras cuatro décadas convocando unos certámenes literarios de poesía y relato que ya tienen un espacio en la vida literaria de nuestro país. Enhorabuena  al Ayuntamiento de Bargas y a todas las personas que colaboran en este singular proyecto de participación, en especial el escritor y cervantista José Rosell Villasevil.

Sigo combatiendo con todas mis fuerzas a favor de las bibliotecas públicas,  en todos los ámbitos. Un amigo presente en el recital, profesor del Instituto de Bargas, tomó unos imágenes y el video que  comparto, que incluye el final de mi recitado de este poema, titulado: "Tengo la voz ronca de clamar…"

Tengo la voz ronca de clamar.

Son ya muchos años de gritar,
como un profeta en el desierto.
Palabras, palabras, palabras lanzadas al viento
defendiendo un derecho que se niega
como el pan y el agua se niega en tantos países de la tierra.

Y sigo caminando.
A veces soy un peregrino de esperanza,
pero tantas veces siento el deseo de quedarme quieto…
y callado,… en silencio….

Es cierto
que ya somos un verdadero ejército
que lucha a favor del libro,
que sueña con que algún día
todos puedan acceder a bibliotecas repletas de palabras y pensamientos,
todos puedan disfrutar
de información en libertad y en convivencia.
Y, sin embargo, renacen gigantes que muestran sus dientes afilados,
que pretenden segar la cosecha de un trigo
que aún no tiene el tiempo necesario.

Si, en verdad somos un ejército inmenso,
bibliotecarios para un servicio público esencial,
cada uno en su barrio, en su ciudad, en su pueblo,
ofreciendo exquisitos manjares a quienes los demandan,
a quienes los aceptan, a tantos que aman las palabras.

          Somos un ejército de paz y de palabras,
pero demasiadas veces yo siento
que soy un corredor de fondo y voy solo corriendo,
sin nadie a mi lado,
y la meta se me antoja lejana,
infinitamente lejos,
y entonces me siento sin fuerzas,
y cesaría en mi empeño
si no fuera por Dios y por el Viento.

Información y lectura son derecho de todos,
derecho de los que viven en las grandes ciudades
derecho de los que viven en las áreas rurales,
en municipios medianos o en pequeñas aldeas,
derecho de los niños y también de los jóvenes,
derecho de los ancianos y de todos los adultos,
de hombres y mujeres y de pobres y ricos,
de inmigrantes que llegaron de tierras lejanas
y de quienes crecieron a la sombra de los árboles de su ciudad.

Y, sin embargo, se sigue negando este derecho
como se niegan el pan y el agua en tantos lugares de la tierra.
¿Cuándo bibliotecas para todos?
¿Cuándo políticos que asuman este derecho con valentía y firmeza?
A caminar, a caminar,
a seguir proclamando las palabras,
aunque el cansancio  amenace por los cuatro costados
y te sientas señalado por el dedo como un soñador enloquecido.

 



 

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