viernes, 20 de octubre de 2017

Yo no estoy en la biblioteca

Yo no estoy en la biblioteca

Una campaña del Observatorio de la Lectura y el Libro anima a enviar fotos que muestren la felicidad de estar en una biblioteca, lo que aportan. Hay que participar en las redes sociales con la etiqueta #EstoyenlaBiblio. Es con motivo del Día de la Biblioteca que se celebra cada 24 de octubre. Pero yo no puedo.
Yo no estoy en la biblio, porque mi pueblo es uno de los 3.106 pueblos de España que carecen de biblioteca. El delito de estas localidades es ser pequeñas. Y, claro, quienes vivimos en pueblos de poca población no tenemos derecho a leer, ni a estar informados ni a tener espacios de convivencia ni a disfrutar de internet y todo lo que puede aportar. Leer no es esencial, piensan los políticos y quienes mandan. Quienes residimos en pueblos pequeños sí tenemos derecho a recibir servicios educativos y sanitarios, e incluso a que trabajadores sociales vengan a resolvernos necesidades burocráticas. Pero la lectura es un grave peligro para construir ciudadanos críticos y libres, para hacer personas que deseen participar en la construcción de la sociedad.
Pero no somos los únicos sin derecho a leer. Tampoco gozan de este derecho muchos de los vecinos que residen en cualquiera de los barrios o pedanías de una gran o mediana ciudad. Por supuesto que allí hicieron un colegio, e incluso un instituto; y también un centro cívico-social; y un centro de salud…. Pero quienes toman las decisiones sobre qué servicios públicos necesitan los barrios entendieron que una biblioteca es prescindible.
Los gobiernos y muchos ayuntamientos siguen pensando que el derecho a leer, a estar informado, a disfrutar de actividades culturales o educativas se logra con una campaña de comunicación, con un plan de lectura o regalando libros a los recién nacidos. Pero no es así. Se precisan bibliotecas públicas en cada pueblo, en cada barrio, en cada ciudad para construir una sociedad más activa y responsable, más tolerante y participativa, más solidaria y emprendedora, más inteligente, más esperanzada.
Las bibliotecas tienen un doble corazón, compuesto por usuarios y bibliotecarios. Y además precisan colecciones, instalaciones, espacios acogedores, presupuestos para colaborar en su vitalidad y en su presencia pública en la localidad.
Pero quienes gobiernan, en lugar de corregir las legislaciones inoperantes, en lugar de aportar recursos para adquirir nuevos fondos bibliotecarios, en lugar de contratar bibliotecarios y edificar hermosas bibliotecas, se dedican a hacer campañas y a regalar unos lotes de libros.
Aun así tengo que felicitar a los organizadores de esta iniciativa. La biblioteca pública es la puerta más democrática para acceder a la cultura y la información y hay que situarlas en el corazón de la sociedad. Hay que trabajar en coalición con los ciudadanos y todo tipo de colectivos. Pero, paralelamente, hay que alzar la voz clamando para corregir el olvido de esta realidad que a pocos políticos parece preocupar.
¿Cuándo el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes abordará esta verdadera asignatura pendiente?
¿Cuándo los gobiernos regionales superarán esta vergüenza de tantos municipios sin libros, sin servicios bibliotecarios?
Cuándo los ayuntamientos estarán dispuestos a crear bibliotecas en los barrios que carecen de ellas y a apostar con decisión por este servicio público?
Yo no estoy en la biblio. No puedo, por tanto, enviar una fotografía, que refleje mi felicidad por estar en ese paraíso. Pero ¿quién es responsable de ello? ¿Quién se atreve a desfacer este entuerto?, como diría Don Quijote.
Un cordial saludo de un ciudadano sin biblioteca pública.

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