lunes, 15 de octubre de 2018

Toledo desde el cielo de la Biblioteca


Toledo desde el cielo de la Biblioteca

 
            He escrito bastantes artículos sobre la Biblioteca de Castilla-La Mancha. Probablemente una síntesis de su desarrollo y aportaciones se publicó al cumplirse los 80 años del inicio de la Guerra Civil, el 18 de julio de 2016, titulado “La Biblioteca de Castilla-La Mancha, signo de reconciliación”. Por ello no insistiré en la historia de la puesta en marcha de la Biblioteca ni en sus logros a lo largo de estas dos décadas. Intentaré recordar algunos de los sueños que se cumplen este 16 de octubre de 2018.
            Que sea una biblioteca pública para ciudadanos de todo tipo y edades. Las bibliotecas, por carácter, son para todos los públicos y además no hay barreras ideológicas, raciales, religiosas, sociales, de edad….A veces se hacen bibliotecas exclusivamente para niños o para jóvenes. Todo es positivo, pero mi opción es que las bibliotecas integren a personas de cualquier edad. Que los niños convivan con personas mayores, que los emigrantes sean acogidos y participen con la comunidad, que los jóvenes perciban que allí están algunos de sus profesores; que artistas, escritores y profesionales tengan en la biblioteca su lugar mágico de encuentro con la sociedad.
            Yo escuchaba frecuentemente a mi maestra Julia Méndez Aparicio, directora de la Biblioteca de Toledo que fue nombrada directora honoraria de la Biblioteca de Castilla-La Mancha en 2013, que niños, jóvenes, adultos, ancianos….tenían que convivir con investigadores, educadores y todo tipo de creadores. Eso me llevaba a que la biblioteca en el Alcázar tenía que acoger todos los servicios de biblioteca pública. Y no tenía sentido hacer una biblioteca especial denominada Biblioteca Regional, más considerando los ricos fondos bibliográficos que atesoraba la biblioteca de Toledo. Por eso el segundo sueño fue que hubiera una única biblioteca, y que el ciudadano no percibiera que había dos centros: biblioteca pública del Estado en Toledo y Biblioteca Regional. Fue una decisión valiente y arriesgada, no asumida por casi ninguna otra comunidad autónoma pero el tiempo nos ha dado la razón. La Biblioteca de CLM integra dos bibliotecas con una única dirección, una única plantilla profesional y un único catálogo.
            Pero no fue fácil. En 1984 queríamos dedicar todo el Alcázar a gran centro cultural,  con la base esencial de la biblioteca. Hubo parones, convenios, desencuentros, promesas… El Gobierno de CLM, como ha hecho en otros temas esenciales para la región (universidad, Cabañeros….) estuvo firme y luchó por su sueño: conseguir que el Alcázar fuese centro de cultura y finalizase el largo período de imagen de división y guerra que el edificio tenía. Por ello aceptó en un momento concreto que sólo se ocupase la planta noble del edificio. Yo no podía compartir esa decisión. Es verdad que veía en el Alcázar la solución a los problemas de espacio y limitaciones de la Biblioteca en el Miradero, pero aceptar esa solución significaba que sólo llegaría al edificio alcazareño la Colección Borbón-Lorenzana, es decir el fondo antiguo, mientras que el resto de salas y servicios de la Biblioteca permanecerían en el Miradero y no se creaba la Biblioteca Regional. Me opuse con todas mis fuerzas a esa solución. El sueño de la unidad de colecciones, usuarios y bibliotecas se esfumaba….En mi discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas el 29 de noviembre de 1992  fui contundente: yo era entonces Jefe del Servicio Regional del Libro, Archivos y Bibliotecas pero me opuse a la división de las colecciones y servicios, clamé por la Biblioteca Regional y me mostré partidario del Alcázar como sede. Las hemerotecas recogen mi clamor.
            Ser funcionario público te hace a menudo ponerte del lado de los ciudadanos y del sentido común. Por ello luché con todas mis fuerzas para que el Gobierno regional no se conformase con esa planta principal, que no resolvía ningún problema de la biblioteca ni de la cultura en Toledo. En febrero de 1993 hubo un manifiesto de intelectuales toledanos en favor de la instalación de la Biblioteca en el Alcázar, pero sin disgregación de fondos. Sin duda fue un factor determinante en la renegociación del convenio entre Defensa y la Junta. La solución sería la de utilizar la octava planta del edificio, además de los cuatro torreones.
            Todavía quedaría mucho camino pero empezaban a corregirse los mayores errores aceptados en la negociación. Los últimos dos años, incluso con la promesa de la instalación de la Biblioteca en el Alcázar, no fueron fáciles y a menudo hubo que utilizar tácticas casi de “guerrilla” y buscar el apoyo, de nuevo, de los intelectuales, ahora con alcance nacional.
            Se estaba a punto de conseguir el logro de un Alcázar que fuese lugar de encuentro de los ciudadanos, de cultura e información para todos, de debate público, de educación permanente, de propuestas ciudadanas…. El Alcázar era reconquistado para la cultura y la participación. Y ese logro influyó en una Biblioteca con un carácter distinto a buena parte de las bibliotecas del país. Una biblioteca que trabaja en coalición con la sociedad y que, recordando las palabras del filósofo toledano José Antonio Marina, es “el laboratorio de la ciudad soñada”.
            Hubo otro sueño. La Biblioteca de CLM nacía con recursos, con una importante plantilla de profesionales, con colecciones en todos los soportes, con un amplio y permanente programa de actividades culturales….Y  fue un espejo en el que la sociedad regional se miró: la Red de Bibliotecas Públicas de CLM, con sus cerca de 500 centros, debe mucho a la Biblioteca situada en el Alcázar. Alcaldes, concejales, profesores y ciudadanos querían en sus municipios una biblioteca como la del Alcázar, pero más pequeña. Fue sin duda uno de los motores para desarrollar los servicios bibliotecarios en nuestra comunidad autónoma. Las bibliotecas dejaron de ser lugares con una colección de libros y se convirtieron en ágora permanente, en un centro cultural y social esencial en cada municipio. Universalizar el acceso a los servicios bibliotecarios en la región, no conseguido totalmente, fue uno de los retos de la región, con bibliotecas que son faros de libertad, de actividad cultural y debate ciudadano.
            Y, aunque las bibliotecas normalmente se hacen en planta baja, a pie de suelo, en esta ocasión yo mismo estuve de acuerdo en que era una biblioteca muy especial: tuvimos que hacerla en el borde del cielo. Y así fue como logramos crear el lugar más singular: un centro para todos los ciudadanos que además permite situar la cultura como un valor por encima de los demás, o al menos más alto. Y nació una frase que quienes amamos este proyecto tenemos a gala: “Toledo desde el cielo de la Biblioteca.”

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