Mil nuevos vecinos para
el casco histórico de Toledo
No voy a hacer un
estudio demográfico sobre Toledo y singularmente sobre su casco histórico.
Basta con resaltar una evidencia: el corazón de Toledo, el casco histórico
situado en el interior del recinto amurallado, ha perdido progresivamente
población. El padrón municipal de 2017 recoge 10.400 vecinos, del total de
83.972 que tenía en ese año la ciudad. Apenas un 12%. Los expertos dicen que
además esa cifra no es real: que hay personas empadronadas que no viven en el
casco y hay otros que tienen vivienda en el casco y están empadronados pero su
residencia habitual es otra, en cualquier otro barrio de Toledo o incluso fuera
de nuestra ciudad. Los más pesimistas llegan a decir que en nuestro casco
apenas residimos ocho mil o incluso menos vecinos.
No hace falta recordar
por qué hemos llegado a esta situación. Lo ha explicado recientemente Tomás Marín en su estudio “Población y
vivienda en el casco histórico”, uno de los magníficos trabajos que integran el
libro Casco Histórico de Toledo. Construir la convivencia (Editorial
Toletum revolutum, 2018), que recomiendo leer vivamente. Y también
historiadores como Fernando Martínez Gil
y geógrafos como Antonio Zárate
en numerosos trabajos científicos. Aquellas oleadas de ciudadanos que vinieron a Toledo, en parte al
casco, cuando Toledo se convirtió en capitalidad regional, cesaron. Luego, la
inmigración extranjera que llegó a la ciudad y que en buena medida se asentó en
el casco por la disponibilidad de viviendas vacías y con menor costo de
alquiler. Ambas repoblaciones terminaron e incluso se fueron revirtiendo. Paralelamente, el lento pero continuado exilio
de toledanos a otros barrios o a localidades próximas buscando mejores
condiciones en las viviendas, precios más económicos, mejores servicios
públicos y comerciales y menores problemas a la hora de vivir. Y una desgracia
añadida: tenemos unas autoridades municipales que no dudan en expresar que la
gente no quiere vivir en el casco, por sus incomodidades. Presumen de casco, de
su maravilloso patrimonio histórico-artístico, programan espectáculos de luz y
sonido en sus monumentos, algunos eventos culturales…Pero vivir en el casco…. Predican
con su propio ejemplo. En 2015 propuse, sin ningún éxito, que se iniciase una
campaña para atraer nuevos vecinos al casco, que se titulase algo así: “Toledano,
¡ven a vivir al casco!”, poniendo en marcha, claro, determinados
beneficios para estimular el retorno al casco. Pero, con honrosas excepciones,
los miembros de la Corporación Municipal
viven extramuros, en los nuevos barrios y justifican el lento declive en las
dificultades urbanísticas y de todo tipo del casco histórico. Pero
continuamente se les llena la boca de que Toledo está lleno, más vivo y
precioso que nunca….Porque se está cumpliendo lo que diversos expertos
anunciaron hace décadas: Toledo se convierte en un parque temático.
Sin embargo, algo se
mueve en el casco. Los políticos siguen pensando en crear nuevos barrios, como
el que anuncian en La Peraleda y no renuncian a que la Vega Baja pueda volver a
ser objeto de deseo de las inmobiliarias. El IBI y los demás impuestos
relacionados con la vivienda son una de las fuentes de ingresos municipales más
importantes. Pero paralelamente hay todo un movimiento ciudadano que está
asentándose en el casco y que hacen que, junto a la Biblioteca de Castilla-La
Mancha, el Teatro de Rojas, el Ateneo de Toledo y alguna otra entidad o centro
cultural, se esté produciendo una programación cultural autogestionada en
Matadero Lab del IES Sefarad, el espacio sociocultural Urbana 6 y otras iniciativas. Normalmente son
jóvenes y hacen que la oferta cultural esté muy viva, al contrario de lo que
ocurre en otros barrios.
Pero no podemos cerrar
los ojos a la cruda realidad. El Ayuntamiento reconoce que de las 3.000 ó 4.000
viviendas vacías que existen en Toledo, en el casco habrá unas 1.600, con muy
distinto estado. Yo, que resido en el casco histórico, camino a menudo por estas calles y veo la compleja
situación de muchas de ellas, con inmuebles en ruinas, vacíos y en zonas muy
deterioradas y abandonadas. Porque el esplendor de Toledo, del casco histórico
de Toledo, se reduce a su impresionante catálogo de monumentos, a su amenazado
paisaje y a diversas arterias que acogen la mayor afluencia turística.
Dicen también en el
Ayuntamiento que hay una gran demanda de viviendas: 2.438 personas (el 74% jóvenes) solicitan un inmueble, y que las
peticiones en el casco son sobre todo por parte de jóvenes. Tengo
la sensación de que el Ayuntamiento intenta justificar sus ansias de construir
nuevas viviendas en nuevos barrios, aunque sea vulnerando la protección y
características de esos espacios. Quienes saben de urbanismo y vivienda
insisten que no hay cifras de población que justifiquen la construcción de
viviendas. En todo caso, sí debería haber un plan de actuación, especialmente
de rehabilitación y repoblación del casco, así como un proceso de reflexión
sobre la vivienda y el futuro en barrios como Palomarejos, Reconquista, Santa
Teresa…., junto a las posibilidades que entiendo sigue ofreciendo Santa María
de Benquerencia. De momento, frente a ese grave problema que constituyen las
viviendas vacías, el Ayuntamiento está pensando en una actuación de alquiler de
la Empresa Municipal de Vivienda, que va a consistir en facilitar a jóvenes
menores de 35 años el alquiler de 12 viviendas en Santa María de Benquerencia.
¡Poco se me antoja!, pero es bueno iniciar una senda.
Coincido con otros
toledanos en que tenemos que mostrar una actitud positiva y optimista sobre el
casco histórico de Toledo, para no “asustar” a posibles interesados en residir
en el casco, bien sean antiguos residentes o, por qué no, llegados de otras
tierras. Por mi parte, empezaré mi particular campaña personal: “Mil
nuevos vecinos para el casco histórico de Toledo”. ¿Y en qué
consistirá? Lo veremos en un nuevo artículo y en otras iniciativas que se irán
poniendo en marcha.
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