lunes, 20 de noviembre de 2017

Soñadores y visionarios de las bibliotecas públicas en Castilla-La Mancha



Soñadores y visionarios de las bibliotecas públicas en Castilla-La Mancha


            Al hilo de la XIX Jornada de Gestión de la Información de SEDIC, celebrada hace unos días en la Biblioteca Nacional de Madrid, veo el importante camino que hemos seguido en Castilla-La Mancha. El título de la Jornada era muy sugestivo: “Regreso al futuro: Visionarios de Ayer, Hoy y Mañana”.  En la presentación se habló de los grandes pasos que los archivos y las bibliotecas habían dado en las últimas décadas y de la influencia de grandes visionarios. También se citó a personas de épocas anteriores, como  María Moliner, que soñó y diseñó un plan de bibliotecas para todo el país.
            Desde Castilla-La Mancha, nuestro sueño fue la universalización del derecho de acceso a servicios bibliotecarios. Con una comunidad autónoma con dos millones de habitantes, mucha dispersión territorial,  municipios muy pequeños y con una gran extensión, lo establecido por la legislación nacional dejaba a la mayoría de las localidades de la región sin servicios bibliotecarios. La ley de bases de régimen local establece la obligatoriedad de que los municipios de más de 5.000 habitantes tengan biblioteca; pero nada más. La biblioteca no se regula como servicio público obligatorio, ni hace alusión a cómo afrontar este servicio en los municipios más pequeños. En 2007 se perdió una gran oportunidad, cuando se debatió la Ley 10/2007, de 22 de junio, de la lectura, del libro y de las bibliotecas: finalmente se suprimieron todas las mejoras que los distintos partidos y las asociaciones profesionales habían incorporado y  la  Ley no resolvió ninguno de los problemas históricos sobre este servicio público. Se limita a hacer definiciones y a hablar de cooperación, siempre voluntaria y no de coordinación, que es obligada
            En Castilla-La Mancha, especialmente en el período 1991-2005, el Gobierno regional, de la mano de un equipo técnico que constituía el Servicio Regional del Libro, Archivos y Bibliotecas, enarboló la bandera de la democratización de las bibliotecas: las bibliotecas constituyen un derecho ciudadano, vivan donde vivan. Y se puso en marcha un plan basado en criterios de cofinanciación y corresponsabilidad, estableciéndose subvenciones para los municipios destinadas a la contratación o mejora de contrato de bibliotecarios, adquisición de colecciones bibliotecarias, informatización, actividades culturales e inversiones.  El resultado fue un gran desarrollo de servicios bibliotecarios, utilizando la Biblioteca de Castilla-La Mancha como espejo en el que se mirase la sociedad regional y los políticos de nuestros municipios; y se puso en marcha una red de unas 500 bibliotecas, en todos los municipios de más de 1.000 habitantes e incluso en otros de menor población. Además se impulsó el plan de bibliotecas móviles para atender a las pequeñas localidades que carecían de biblioteca pública. Con pocos recursos, Castilla-La Mancha, lideró ideológicamente, quiero decir, desde el punto de vista de cómo afrontar este servicio público, las políticas bibliotecarias en España y fuimos referente para otras regiones.
            En suma, en  Castilla-La Mancha  fuimos pioneros y luchamos para que todos los municipios mayores de 1.000 habitantes dispusieran de biblioteca, e incluso los de menos población si los ayuntamientos estaban dispuestos a invertir en cultura en lugar de priorizar otro tipo de actuaciones (fiestas, tirar cohetes, corridas de toros....). Era la utopía de la universalización de los servicios bibliotecarios. Esta realidad impulsó en   una nueva ley regional de bibliotecas, largamente anhelada, que establecía por fin esa obligatoriedad: se daba cuerpo legislativo a una realidad que se había creado. Las bibliotecas  constituían una verdadera constelación de estrellas que iluminaban la cultura y el conocimiento en nuestra región.
            La crisis económica, con la falta de liquidez presupuestaria, obligó ya desde 2010 a abandonar esa política de apoyo a las bibliotecas, justo en el momento en el que las Cortes de Castilla-La Mancha aprobaban una ley de bibliotecas que es sin duda la más democrática y progresista de nuestro país. La Ley 3/2011, de la lectura y de las bibliotecas de Castilla-La Mancha, estableció el compromiso de financiar los servicios bibliotecarios de forma compartida desde la Junta, las diputaciones provinciales y el respectivo ayuntamiento. Pero desde entonces, los ayuntamientos de nuestra región están solos ante el peligro: El  Gobierno regional   abandonó a las bibliotecas municipales a su suerte. La Junta, que lideró una política bibliotecaria que fue calificada como “motor de las bibliotecas españolas”  por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, ha incumplido las obligaciones de la Ley, no aportando presupuestos para las bibliotecas municipales ni desarrollando los preceptivos convenios.
            Corremos el riesgo de que la Red de Bibliotecas de Castilla-La Mancha se derrumbe como un castillo de naipes si no hay financiación regional. Las asociaciones profesionales han reclamado que los presupuestos del año 2018 contengan partidas por un total de cuatro millones de euros para asegurar una financiación que evite la parálisis de una Red de Bibliotecas que tiene como socios a un tercio de la población regional. Yo mismo vengo insistiendo en la necesidad de que al menos se presupuesten tres millones de euros para los programas de contratación de bibliotecarios, colecciones bibliotecarias, actividades de animación a la lectura y equipamientos. 
            La biblioteca pública es un servicio esencial en los municipios: me atrevo a decir que el más importante junto a los centros educativos y los centros sanitarios. Es la puerta democrática para el acceso a la cultura, la educación permanente y la información, y además tienen un fuerte compromiso social. Apenas se destinan a este servicio unos 12 € por habitante y año por el conjunto de las Administraciones Públicas. Yo espero que los diputados regionales sean visionarios y defiendan a las bibliotecas con su apoyo en las Cortes. Sería grande, y un ejemplo para todo el país,  que los tres grupos políticos de nuestro parlamento acordasen una enmienda a los presupuestos que garantizase la actividad cotidiana de las cerca de 500 bibliotecas públicas y que los restantes pueblos de la comunidad pudieran beneficiarse de servicios de biblioteca móvil, que ahora no siempre es posible. El resultado sería una comunidad autónoma totalmente abierta a los servicios bibliotecarios: estas partidas serían las mejores para garantizar una sociedad más lectora y participativa y para influir poderosamente en la construcción de ciudadanos más libres, críticos, tolerantes y solidarios.
            Sé que muchas son las necesidades de nuestra región. Pero, sinceramente, dedicar tres o cuatro millones de euros a unos centros que cada año recibe más de seis millones de visitas de usuarios, es poco dinero si se compara con otro muchos servicios: a las bibliotecas, al contrario que a los centros educativos o sanitarios, los ciudadanos van libremente. Las bibliotecas son el santuario de la libertad de expresión y la mejor opción para colaborar en una sociedad más justa y  plural.


miércoles, 15 de noviembre de 2017

RELEVANCIA Y FUNCIÓN SOCIAL



 "RELEVANCIA Y FUNCIÓN SOCIAL". Conversación en las XIX Jornadas de Gestión de la Información de SEDIC "Regreso al futuro: Visionarios de Ayer, Hoy y Mañana".
Madrid, Biblioteca Nacional, 15 de noviembre de 2017. 

Conversación entre Riansares Serrano Morales, senadora por Guadalajara y exdirectora del Archivo Histórico Provincial de Guadalajara; y Juan Sánchez Sánchez exdirector de la Biblioteca de Castilla-La Mancha. Participó en la preparación de esta conversación Javier Docampo, director del Departamento de Manuscritos, Incunables y Raros de la BN de España. Modera la sesión Teresa Malo de Molina, directora del  Servicio de Biblioteca en la Universidad Carlos III de Madrid.
Se incluye el guión para esta conversación correspondiente a bibliotecas, de Juan Sánchez.


Relevancia.
Comenzamos con la imagen que tienen bibliotecas y archivos y los profesionales de las mismas hoy en día en la sociedad:
-         - El conjunto de la sociedad ¿conoce lo que hacen las bibliotecas y los archivos y cuál es su función?
Desde mi punto de vista ambas instituciones han mejorado mucho en este aspecto, especialmente las bibliotecas Cerca de 17 millones de personas son socios de una biblioteca pública, con un porcentaje del 36,23% sobre el total de la población. Y un dato que considero muy relevante: a pesar de la crisis, de los recortes, de los problemas, este indicador ha subido poderosamente en estos años. En 2011 el porcentaje de habitantes con carnet de usuario de biblioteca era del 28,32%, con lo que ha subido cerca de seis puntos. Creo que sobran más comentarios. Otro dato: en 2015 las bibliotecas públicas tuvieron cerca de 110 millones de visitas.
-         - ¿Siguen quizá teniendo la imagen anticuada de lugares de silencio que prestan libros y poco más? ¿Cómo ha podido surgir esta imagen?
En general no. Algunos políticos han intentado justificar la falta de actuación y de presupuesto en las bibliotecas porque ya no son necesarias, porque basta con internet y con google. Pero no es así: ahora precisamente, las bibliotecas son centros mucho más abiertos y especializados, con muchas tecnologías, y precisan profesionales de última generación. Las bibliotecas, además de sus funciones tradicionales, son lugares de encuentro, de convivencia, de creatividad, de propuestas ciudadanas para la mejora de las ciudades…Aquella imagen surgió de unos centros con instalaciones, colecciones y servicios muchas veces inadecuadas y con personal que, sobre todo en centros pequeños carecía de la formación y experiencia necesarias. Las funciones establecidas por el Manifiesto de la UNESCO, por citar el documento más clásico, no han variado tanto. Pero creo que hay una mayor profesionalización del personal que atiende las bibliotecas.
-         - ¿Qué se puede y se debe hacer para poner en valor la relevancia social de las bibliotecas, los archivos y sus profesionales?
Las bibliotecas constituyen un derecho ciudadano, vivan donde vivan. Pero, a pesar de los innegables avances producidos, creo que aún no tienen en toda España la consideración como servicio público. Soy defensor del Estado de las Autonomías, aunque hay gente que dice que ya está superado. Pero se ha creado una España con distintas velocidades y prioridades. Tenemos un marco normativo y de programas que induce a la desigualdad. Todo el mundo tiene claro que la educación y la sanidad, por ejemplo, son servicios a los que todos los ciudadanos tienen que acceder con bastante igualdad vivan en la región que vivan. Pero en el caso de las bibliotecas no es así. En 2007 se perdió una gran oportunidad, cuando finalmente se suprimieron todas las mejoras que los distintos partidos y las asociaciones profesionales hicieron a la Ley 10/2007, de 22 de junio, de la lectura, del libro y de las bibliotecas. La Biblioteca no se regula como servicio público obligatorio, salvo lo previsto en la ley de bases de régimen local, que habla de los municipios de más de 5.000 habitantes. La Ley se limita a hablar de cooperación, siempre voluntaria y no de coordinación, que es obligada. Desde hace décadas reclamo una verdadera política de Estado en materia de bibliotecas públicas, realizada en consenso entre la Administración General del Estado y las comunidades autónomas, pero no hay ninguna voluntad política de desarrollarla. Es un grave error, o simplemente la constatación de que el poder político no quiere que se formen ciudadanos libres, críticos y participativos. En suma, desde mi punto de vista, la relevancia social de estos centros se conseguirá cuando exista un verdadero derecho de acceso, la universalización o democratización de este servicio público.
-         - ¿Ha crecido la relevancia social de bibliotecarios y archiveros, o simplemente ha cambiado?
Ha crecido en el sentido de que se ha incrementado el número de profesionales. Yo considero que los bibliotecarios somos verdaderos dirigentes, especialmente en los municipios pequeños y en ciudades no populosas. Tenemos la posibilidad de influir de forma diaria en la vida de la ciudad, en la formación de las personas, en los mensajes que emitamos….Pero creo que, en general, los profesionales estamos demasiado refugiados en la vertiente profesional y no queremos asumir una vertiente de persona pública, una presencia en el debate social, en aportar ideas y propuestas. Por ejemplo, no intentamos influir en la vida pública y política para que las bibliotecas tengan esa mayor relevancia. Luego hablaremos más de ello.
Función social.
Vayamos ahora a  la función social de bibliotecas y archivos:
-         - Bibliotecas y archivos como instrumentos imprescindibles de la educación continua, en la difusión cultural.
Hay que partir de los componentes que tienen nuestros centros. Las bibliotecas son el servicio que garantiza políticas de lectura pública. Son la puerta democrática para el acceso a la información, la cultura, la educación permanente… Según autores tan prestigiosos como Antonio Basanta, no hay función más importante en el desarrollo de la persona que la lectura. Pero resulta que antes el Ministerio y ahora las comunidades autónomas no han querido asumir el desarrollo de una verdadera política de bibliotecas escolares en nuestro sistema educativo, con bibliotecarios profesionales, es cierto que adecuados a su función transversal en la comunidad educativa: una función para los alumnos, los propios profesores y los padres. Información y lectura son esenciales en la educación de la persona, pero aunque se han incrementado los recursos humanos de los centros educativos, nadie ha considerado imprescindible que haya profesionales de la información y la lectura, es decir bibliotecarios.  Y por otro lado algo similar ocurre en las bibliotecas públicas. Incluso en las regiones españolas más avanzadas, hay desigualdades tremendas entre sus distintas provincias. Porque las políticas bibliotecarias, a pesar de que se va completando el mapa legislativo autonómico (tras décadas….) son dispares. Las bibliotecas no pueden depender de la buena voluntad del político gestor de turno ni tampoco de un régimen de subvenciones,
           - Servicios públicos con un fuerte compromiso social. Bibliotecas y archivos multiculturales con servicios especiales (información, formación…) para refugiados e inmigrantes, desempleados...
Esa es la bandera de nuestro tiempo. Nuestros centros tienen una alta función social para personas afectadas por la crisis, para los ciudadanos que no participan habitualmente de la cultura. Las bibliotecas ya no son sólo centros de cultura o informativos, ya no son exclusivamente contenedores de libros o de colecciones audiovisuales. Ahora se está resaltando el fuerte compromiso social que tienen con el conjunto de la sociedad y, especialmente, en los sectores más necesitados.
Yo diría que no se trata de servicios especiales, que están en el corazón de las funciones de las bibliotecas. En Castilla-La Mancha tenemos el programa “Biblioteca Solidaria”, que fue un invento de la Biblioteca Pública del Estado en Cuenca, especialmente de esa gran bibliotecaria de guardia que es Begoña Marlasca, que luego llevamos también a la Biblioteca Regional de CLM. Y ahí están todas esas funciones que reflejan el compromiso social de las bibliotecas: las bibliotecas tienen que estar en clave de solidaridad, desde una actitud de esperanza. En mi último libro, Elogio de la biblioteca pública, hablo de ello. Las bibliotecas tienen que buscar a personas que habitualmente no están en los círculos culturales, ayudarles en sus relaciones con las Administraciones y servicios públicos, colaborar en la integración de los emigrantes y ofrecerles recursos extraescolares para su adaptación lingüística, pensar en las personas mayores que están sola en sus hogares o en residencias que no les ofrecen muchas veces un ocio creativo, basado en la lectura por ejemplo. Y a mí personalmente no me importa de quién es la competencia. Los hospitales pueden ser más humanos con servicios bibliotecarios, y las residencias de mayores y otros centros….Y las bibliotecas pueden colaborar, si tienen unos recursos humanos suficientes que además opten por integrar en esos proyectos sociales a voluntarios a los que hay que formar y que nunca sustituirán a los profesionales. Las tareas son infinitas, pero hace falta que los bibliotecarios creamos en este modelo de biblioteca.
-         - Bibliotecas y archivos con una fuerte presencia pública, en contacto con los medios de comunicación y la sociedad civil. Quiénes, que sectores, ¿deben ser especialmente los aliados y defensores de bibliotecas y archivos?
Las bibliotecas tienen que estar integradas en la comunidad a la que sirven. Esto lo hemos intentado hacer en la Biblioteca de CLM y lo vi más claramente todavía en mi estancia en Medellín, con unas bibliotecas fuertemente enraizadas en la sociedad, trabajando codo con codo con la comunidad. Las bibliotecas tienen que trabajar en coalición con la sociedad, con todo tipo de entidades: con autores, libreros, editores, centros educativos, instituciones y colectivos socioculturales, ONGs, con otras bibliotecas, con el conjunto de Administraciones Públicas…Y por supuesto con los medios de comunicación. Todos son aliados de las bibliotecas y la biblioteca no debe aislarse. En la Regional se va a constituir una especie de Consejo que integre a personas y representantes de algunos sectores para trabajar mejor desde esa dinámica. Las bibliotecas no son de los gobiernos o las administraciones, tampoco son del director o de su personal: son de los ciudadanos, que las financian con sus impuestos. Entonces trabajar colaborando estrechamente con la sociedad, con las puertas abiertas siempre, no es una moda sino una verdadera obligación. La biblioteca que no trabaje desde esta órbita perderá el tren. Son importantes las tecnologías, y las colecciones e instalaciones, y los recursos humanos…. Pero la línea de trabajo para el presente y el futuro va en esta línea.
-         - ¿Deben bibliotecas y archivos trabajar en coalición con la sociedad, afrontando las necesidades de colectivos especiales, participando en la vida de su comunidad local, ofreciendo respuestas a los problemas locales?
Ya lo he dicho. Desde luego, las bibliotecas públicas no tienen otra fórmula. Las bibliotecas, además de su fuerte compromiso social y por lo tanto la atención a colectivos especiales, tienen que ser un cauce de participación en la vida pública, especialmente en la vida local. Nosotros en la BCLM hemos organizado distintos ciclos para propiciar el debate público sobre nuestra ciudad, llamando a intelectuales y profesionales a que reflexiones y aporten sus propuestas. Un ciclo se llamó “El Toledo que queremos, el Toledo que soñamos”, o más recientemente uno muy provocado: “Toledo dentro de cien años”, en el que intentamos buscar soluciones al problema del casco histórico, en temas que llevan anclados porque las administraciones públicas están siempre en la inmediatez de las legislaturas. Las bibliotecas no podemos trabajar con cortedad de miras. Igual que fomentamos la creatividad, el emprendimiento, el desarrollo de unas culturas que surgen de la propia sociedad, de la gente, tenemos la obligación de participar en la construcción de la ciudad y de su sociedad.
-         - ¿Se deben exigir más recursos, o quizá dejar de ofrecer ciertos servicios porque no corresponden con las funciones que debe cumplir una biblioteca o un archivo?
Este es un tema esencial. Las bibliotecas, como cualquier servicio público, precisa recursos. Pero las crisis y la falta de presupuestos no nos pueden dejar con los brazos cruzados, en una actitud de crítica y justificando nuestra falta de acciones. Probablemente soy de los bibliotecarios que tenga una actitud más beligerante pidiendo a los políticos que sitúen a las bibliotecas en su agenda y lo demuestren con aportaciones presupuestarias. Pero personalmente he intentado actual incluso sin recursos, por un lado buscando mecenazgo para programas (nunca para personal ni para el mantenimiento de los centros) y también propiciando la participación de la sociedad y de todo tipo de colectivos en nuestros programas. Les he invitado a que devuelvan a la sociedad, gratuitamente, lo que la sociedad les dio. Claro que la actividad cultural merece un salario, pero lo que indico es que no podemos justificar la inacción en la falta de recursos. Las bibliotecas de municipales de CLM han obtenido el 25% de los premios María Moliner sin tener recursos para sus programas, y mi región está a la cabeza de las actividades bibliotecarias en España: hacemos 17,16 actividades por 1.000 habitantes, muy por delante de la segunda (Cataluña, 8,16) y las demás comunidades: Asturias, 4,97; Extremadura, 4,77. La media de actividades organizadas por las bibliotecas españolas por 1.000 habitantes es de 4,64. ¿Qué harían estos bibliotecarios maravillosos si el Gobierno regional colaborara, como estamos reclamando de forma insistente?