jueves, 7 de septiembre de 2006

¿Ley de Bibliotecas? No, gracias



¿Ley de Bibliotecas? No, gracias*


Apenas 8 euros por habitante dedican  en España el conjunto de las Administraciones Públicas a los servicios de bibliotecas públicas. Este bajísimo gasto es más preocupante porque los crecimientos anuales son escasos y lentos y porque las desigualdades entre las regiones no sólo no se resuelven sino que se incrementan. Y ello se percibe en las estadísticas de préstamo de libros y otros soportes, en el número de actividades culturales y de animación a la lectura, en la renovación e incremento de las colecciones,...Un ejemplo: las colecciones bibliotecarias españolas ofrecen una triste media de 1,2 títulos por habitante. En general, junto a Comunidades Autónomas con unas  políticas estables y de apoyo a las bibliotecas públicas, en otras regiones las bibliotecas parecen abandonadas a su suerte y al voluntarismo de los profesionales que trabajan en ellas. Aunque es fructífero el camino recorrido en las últimas décadas, los indicadores bibliotecarios nos sitúan muy lejos de los países europeos más desarrollados y el avance experimentado en bibliotecas públicas es muchísimo más débil que el desarrollado por otros servicios públicos esenciales para la comunidad, como los centros sanitarios y educativos, por poner sólo dos ejemplos clásicos.

La realidad es que en 2006 más de 3.000 municipios españoles no tienen acceso a servicios bibliotecarios, por lo que a los españoles residentes en pequeños municipios se les niega el derecho a la lectura y a la información.  Las  ciudades tampoco se salvan de los graves problemas: muchas, que deben tener una verdadera Red Municipal de Bibliotecas que atienda a los ciudadanos de los distintos barrios, cuentan sólo con un centro bibliotecario. Como faltan obligaciones legales precisas y la cuestión de la financiación municipal sigue sin resolverse, conviven ciudades con planes modélicos de desarrollo del servicio de biblioteca pública junto a casos verdaderamente dramáticos. En conjunto, la biblioteca pública, sigue siendo una asignatura pendiente en las políticas culturales españolas.

            Quienes creímos y apoyamos el cambio político de 1982, escuchamos esperanzados la promesa de que el PSOE llevaría al Congreso una Ley de Bibliotecas;  pero éste fue uno de los grandes incumplimientos de aquel período ilusionante y, a la vez, decepcionante, especialmente en política cultural. Luego los responsables ministeriales,  tanto de gobiernos socialistas como populares,  empezaron a echar balones fuera y a proclamar que las competencias bibliotecarias eran de las Comunidades Autónomas y de las Administraciones Locales. Hoy seguimos exigiendo que se apruebe una Ley de Coordinación Bibliotecaria que sirva de marco básico para la prestación de servicios de biblioteca pública en el conjunto de nuestro país, desde el consenso entre las Regiones.  Si a esta carencia añadimos la dispar situación de las legislaciones autonómicas y la insuficiente regulación del servicio de biblioteca pública para los municipios, la desigualdad está servida.  Y aunque altos responsables públicos insisten en que  todos los españoles tenemos los mismos derechos en temas como  la educación, la sanidad, la vivienda,… son pocos los políticos que se pronuncian sobre el derecho de todos los españoles a leer, a informarse, a educarse permanentemente mediante la biblioteca pública.
Parecía que el Ministerio de Cultura modificaba sus planteamientos:  anunció una Ley del Libro y la Lectura, añadiendo después el ámbito de las bibliotecas, y asumió políticamente que el Ministerio tenía algo que decir no sólo en su papel de coordinación sino también en los tres niveles competenciales posibles: legislativo, desarrollo legislativo y ejecución. De forma contundente, Rogelio Blanco, Director General del Libro, Archivos y Bibliotecas, proclamó en el Senado el 29 de septiembre de 2005 que “el Estado tiene competencias sobre las bibliotecas y puede actuar en esta materia en el territorio de cualquier comunidad autónoma...” Pero el anteproyecto de Ley de la Lectura, del Libro y de las Bibliotecas que presentó la Ministra de Cultura al Consejo de Ministros el día 12 de mayo suena a broma.

Este anteproyecto no ha seguido el necesario camino de participación  en un documento legal de tal importancia y  está repleto de buenas voluntades y de generalidades propias de otro tipo de declaraciones programáticas. Así que  no puedo más que mostrar mi decepción: no se garantiza el derecho de acceso de los ciudadanos a servicios bibliotecarios ni se aclaran las competencias de las distintas Administraciones Públicas; no se incluyen  compromisos concretos ni mínimos que resulten clarificadores y sirvan de mandato a los responsables competentes... A pesar de las buenas intenciones del preámbulo e incluso de alguno de los artículos, este anteproyecto de Ley nada aporta a las bibliotecas y, lo más importante, a los ciudadanos.  Las asociaciones profesionales y otros sectores afectados han presentado alegaciones y se están mostrando muy críticos con este anteproyecto. Percibimos que estamos ante  una legislación de salón,  y  que la Ministra de Cultura quiere presumir y pasar a la historia como la política que hizo una Ley de Bibliotecas, que articuló la lectura entorno a las bibliotecas. En la realidad, será la ministra que quiso vendernos el cuento de una Ley de Bibliotecas, pero que no resuelve ninguno de los problemas que las bibliotecas tienen en el conjunto de España.

            Hay dos opciones:  modificar los capítulos relativos a bibliotecas o exigir una Ley específica de Bibliotecas, independiente de la Ley del Libro y la Lectura, que realmente se ve era la preocupación del Ministerio. Con este anteproyecto, las bibliotecas seguirán siendo un servicio público de segunda división, demasiadas veces voluntario y al arbitrio del interés o desinterés del político de turno, y, en la práctica, los servicios bibliotecarios no serán un derecho de todos los ciudadanos. Junto a  los preocupantes indicadores, es más grave la falta de una política de Estado para afrontar el reto de las bibliotecas públicas en la actual Sociedad de la Información y el Conocimiento, pero la Ministra de Cultura, como sus antecesores, mantiene un cierto complejo que le incapacita para ofrecer soluciones estructurales.  La biblioteca pública es un derecho de todos, y al Ministerio de Cultura corresponde abordar un plan coordinado con los gobiernos autonómicos que garantice este derecho al conjunto de la población española. El primer eslabón de ese Plan tiene que ser una Ley de Coordinación Bibliotecaria que dé respuesta a las necesidades reales de la sociedad española, garantice la igualdad de los ciudadanos en el acceso a servicios bibliotecarios y afronte el problema histórico de la biblioteca pública en España.   Aunque esta Ley es  urgente, el anteproyecto presentado no resuelve ninguno de los  problemas de las bibliotecas españolas. Clamo por una Ley de Bibliotecas,  pero así no, gracias. 


           

jueves, 27 de julio de 2006

El cuento de la Ley de Bibliotecas



El cuento de la Ley de Bibliotecas*


            Decía León Felipe: Me han contado todos los cuentos y sé todos los cuentos. Vengo insistiendo desde hace décadas en la necesidad de que nuestro país pueda contar con una Ley de Coordinación Bibliotecaria, y normalmente el silencio ha sido la respuesta. Quienes creímos y apoyamos el cambio político de 1982 escuchamos esperanzados la promesa de que el PSOE llevaría al Congreso esa Ley, pero éste fue uno de los grandes incumplimientos de aquel período ilusionante y, a la vez, decepcionante, especialmente en política cultural. Luego los responsables ministeriales,  tanto de gobiernos socialistas como populares,  empezaron a echar balones fuera y a proclamar que las competencias bibliotecarias eran de las Comunidades Autónomas y de las Administraciones Locales. Y siempre decían que la legislación bibliotecaria española estaba obsoleta y era sólo de papel, es decir de BOE, pero inadecuada a la realidad.
            Recientemente el Ministerio parecía que modificaba sus planteamientos. Se anunció una Ley del Libro y la Lectura, añadiéndose después el ámbito de las bibliotecas, y se asumió políticamente que el Ministerio tenía algo que decir no sólo en su papel de coordinación sino también en los tres niveles competenciales posibles: legislativo, desarrollo legislativo y ejecución. De forma contundente, Rogelio Blanco, Director General del Libro, Archivos y Bibliotecas, proclamó en el Senado el 29 de septiembre de 2005 que “el Estado tiene competencias sobre las bibliotecas y puede actuar en esta materia en el territorio de cualquier comunidad autónoma...”
            Siempre he dicho que la necesaria Ley de Bibliotecas, debería ser una Ley-marco y contar con el consenso entre las Comunidades Autónomas y el Ministerio. Por ello me sorprendió que la plataforma de cooperación bibliotecaria, siempre alabada por el Ministerio, es decir las Jornadas que anualmente se celebran a tal fin, y que tienen trabajo permanente a través de los grupos en funcionamiento para variados temas bibliotecarios, no haya sido utilizada en este caso para realizar propuestas previas que luego reviertan en el anteproyecto de Ley y, tras las consultas y alegaciones pertinentes, en proyecto de Ley.
Pero ya sé la razón a esa negativa. La ministra de Cultura presentó al Consejo de Ministros del día 12 de mayo un informe sobre el anteproyecto de Ley de la Lectura, del Libro y de las Bibliotecas.  He tenido la oportunidad de leer ese documento, lleno de buenas voluntades y de generalidades propias de otro tipo de declaraciones programáticas, y no puedo más que mostrar mi decepción. Ningún elemento que garantice el derecho de acceso de los ciudadanos a servicios bibliotecarios, ninguna medida que aclare las competencias de las distintas Administraciones Públicas, ningún compromiso concreto, ningún mínimo que resulte clarificador y sirva de mandato a los responsables competentes... Además de las buenas intenciones del preámbulo e incluso de alguno de los artículos, este anteproyecto de Ley poco aporta a las bibliotecas y, lo más importante, a los ciudadanos. Late una sensación de una legislación de salón, en la línea con aquel viejo  refrán que habla de que presume de tacón y pisa con el contrafuerte.  Me consta que las asociaciones profesionales van a presentar alegaciones, pero mi sentimiento es que la ministra de Cultura quiere presumir, pasar a la historia como la política que hizo una Ley de Bibliotecas, que articuló la lectura entorno a las bibliotecas. En la realidad, será la ministra que quiso vendernos el cuento de una Ley de Bibliotecas, pero que no resuelve ninguno de los problemas que las bibliotecas tienen en el conjunto de España.
            Hay dos opciones: o modificar totalmente los capítulos relativos a bibliotecas o, simplemente, exigir una Ley específicamente de Bibliotecas, independiente de la Ley del Libro y la Lectura, que realmente se ve era la gran preocupación del Ministerio. Con este anteproyecto, las bibliotecas seguirán siendo un servicio público de segunda división, demasiadas veces voluntario y al arbitrio del interés o desinterés del político de turno. Pero, en la práctica, los servicios bibliotecarios no serán un derecho de todos los ciudadanos.


* Este artículo, es en realidad una versión del artículo anterior. Fue publicado en  Mi Biblioteca. La revista del mundo bibliotecario. Año II, nº 6 (2006), págs. 16-17.
-          Reproducido en El Digital de Castilla-La Mancha.  (27-07-2006). http://www.eldigitalcastillalamancha.es/articulo-de-opinion-de-juan-sanchez-sanchez-4021.htm

martes, 27 de junio de 2006

Combates por la biblioteca pública en España

Este libro reúne 69 trabajos de Juan Sánchez Sánchez escritos entre 1978 y 2006. En la primera parte, Política, sociedad y bibliotecas, el autor aborda los problemas de las bibliotecas públicas y su vinculación con las políticas culturales en España. En la segunda, Presencia pública y biblioteca, recopila artículos breves, escritos entre 1978 y 2005, que presentan su opinión sobre múltiples aspectos de la realidad cultural en general y bibliotecaria en particular en España y Castilla-La Mancha, y que reflejan los avatares de la sociedad española en esos años. La tercera parte recoge diez estudios centrados en la situación de las bibliotecas públicas en Castilla-La Mancha, escritos entre 1992 y 2006, que constituyen una fuente de primera mano para conocer la evolución de este sector y las líneas fundamentales que han orientado su desarrollo.

Las ideas que aparecen a lo largo del libro son básicas y fundamentales: La consideración del acceso a la información y la cultura como uno de los derechos fundamentales que todos los ciudadanos deben poder disfrutar en una sociedad democrática. La concepción de la biblioteca pública como una de las instituciones fundamentales a la hora de que los poderes públicos garanticen ese derecho. La convicción de que la biblioteca pública “es el arma más poderosa para la democratización de la información y la cultura”, elemento fundamental para formar ciudadanos libres y críticos, capaces de participar en plenitud en la sociedad en la que viven. 

A través de estos trabajos podemos rastrear la evolución de las bibliotecas públicas en España. Si en 1978 había que reivindicar la necesidad de ofrecer servicios de lectura pública en muchos municipios, en 2006 esta necesidad se ha reducido considerablemente. Ahora es preciso luchar también por la mejora, por la planificación, por la estructuración de sistemas y redes de bibliotecas que, con el concurso de todas las administraciones, permitan ofrecer un auténtico servicio universal de biblioteca a todos los ciudadanos

INFORMACIÓN de Almud Ediciones de Castilla-La Mancha:



jueves, 27 de abril de 2006

10 palabras, 10 principios. Confesiones en voz baja.

 


Palabras pronunciadas en el Paraninfo del Palacio Lorenzana de Toledo, en el homenaje organizado por ANABAD el 27 de abril de 2006.

10 palabras, 10 principios. 
Confesiones en voz baja.



Buenas tardes.

            Me dicen  mis amigos que puedo sentirme un hombre afortunado. Y lo soy. Ellos se refieren al hecho, un tanto insólito, de que apenas cruzado el umbral de los cincuenta años estoy recibiendo el apoyo, el cariño, el homenaje de los profesionales, las asociaciones e instituciones. Sí, debo sentirme un privilegiado por recibir reconocimientos públicos todavía en vida y en activo. Empiezo, pues, por agradecer todos estos detalles de mis amigos y de las asociaciones amigas que, como ANABAD, me muestran su amistad en forma de distinciones. Ser el primer Socio de Honor de ANABAD/Castilla-La Mancha es sin duda un privilegio, un gran detalle hacia mi persona por parte de los compañeros y compañeras que han tomado esa decisión. Y recibir la Medalla de Honor al Mérito Profesional de ANABAD es otro gran detalle que evidencia que quienes han tomado esta otra decisión  son personas de bien que intentan transmitirme una palabra de ánimo en unos momentos que saben que han resultado duros para quien les habla, que ha dejado un puesto de trabajo apasionante y que he vivido de forma apasionada durante 16 años.
            Pero yo añadiría antes de comenzar mi intervención que puedo sentirme un hombre afortunado por muchas más razones. Muchos de vosotros sabéis que está a punto de aparecer un libro mío titulado Combates por la Biblioteca Pública en España (1978-2006), que recogerá mis  trabajos científicos y periodísticos publicados de temática bibliotecaria, así como algunos textos inéditos de conferencias y otras intervenciones públicas sobre la misma materia. Al hilo de este hecho, un amigo me preguntaba: ¿Son tus obras completas? Y, lógicamente, le dije que no, que aún aspiraba a seguir reflexionando, a seguir opinando, a seguir escribiendo. De hecho, este libro estaba en imprenta cuando se produjo mi cese como Jefe del Servicio Regional del Libro, Archivos y Bibliotecas, y no aparecen buena parte de las intervenciones en congresos realizadas durante el año 2005, porque el libro era ya demasiado extenso.
            Pero atravesado el pórtico del medio siglo, con un obligado cambio de destino, y sabiendo que hay que seguir caminando y aportando a la sociedad, aprovecho la oportunidad de este discurso para reflexionar sobre mi experiencia en estos años, mi trayectoria humana y profesional. Como podéis comprender no voy a realizar aquí mi semblanza biográfica, ni a mencionar las iniciativas desarrolladas durante este período largo de mi vida. Es algo más sencillo, que hago sabiendo que aquí estáis mis amigos. Son unas confesiones, unas reflexiones que deben imaginarse en voz baja, como si estuviésemos tomando un café, y que por las exigencias del guión de este acto han de ser pronunciadas en voz alta. Con esta confianza me atrevo hoy a expresar estas ideas. Voy a comentar 10 PALABRAS, que podrían significar 10 principios. Pueden ser más sin duda, pero he querido significar con este decálogo de palabras o principios toda una simbología: para mí estos principios han sido como unos diez mandamientos éticos para mi vida profesional que he intentado seguir de forma cotidiana.

            1) HISTORIA. Señala la Real Academia de la Lengua en su Diccionario de la Lengua Española que “hacer historia”, “historiar”, es “escribir historias y exponer las vicisitudes por que ha pasado una persona”. Pero calma, que ya he dicho que renuncio a exponer aquí mi autobiografía. Pero sí deseo ofrecer unas pinceladas que pueden hacer más entendible mi historia personal en lo que hoy viene al caso: mi trayectoria relacionada con los libros, los archivos y bibliotecas. Si tuviese que agrupar en períodos esta historia, hablaríamos de cinco etapas:
            1ª) Usuario de bibliotecas (1970-1973). Mi residencia en un pequeño y cercano pueblo de la capital, Nambroca, me hizo pasar muchas horas todos los días en la Biblioteca Pública Provincial de Toledo, en el paseo de Miradero. Estudiante de bachillerato y de C.O.U, la mayoría de las tardes mi casa era la impresionante sala de lectura del siglo XVIII, y yo era frecuentemente uno de los privilegiados 48 lectores que conseguía un puesto de lectura. Confieso que leí mucho: novela, ensayo, poesía, revistas literarias,…Un momento de gran influencia en mi vida de los existencialistas Sastre, Camus, Marcel,…Allí leí sus obras.
            2ª) Trabajo en bibliotecas (1973-1976). Al finalizar el Curso de Orientación Universitaria, inicié mi primer aprendizaje en tareas bibliotecarias, especialmente de catalogación. Modesto Treviño, tuvo la paciencia infinita de trasladarnos sus conocimientos. Y comencé a escuchar de labios de Julia Méndez la importancia para la formación, la cultura y la educación permanente que tenía la biblioteca pública. Apenas un mes después inicié mi primer trabajo con contrato: el servicio de bibliobuses en la provincia de Toledo, una experiencia irrepetible que me marcó profundamente. Eran largas jornadas, de 8 de la mañana a veces hasta las 11 de la noche; un encuentro profundo con los libros, con los lectores, con las personas, con nuestra tierra,….Problemas internos entre el Centro Coordinador de Bibliotecas y la Diputación nos llevó a los dos encargados de bibliobús a una situación de huelga que finalizó con nuestro despido, declarado improcedente por la Magistratura de Trabajo. Una pequeña indemnización nos llevó de todos modos a la calle y cortó esa vital experiencia.
            3ª) Usuario de archivos y bibliotecas y defensor de la Biblioteca de Toledo (1977-1983). Mis estudios de Geografía e Historia, junto con mi actividad profesional desde octubre de 1976 como funcionario público, me posibilitaron un inicial y bastante profundo contacto con los archivos, materializado en las primeras investigaciones históricas y mis primeros libros. También se iniciaron largas estancias en la Biblioteca Nacional, la Biblioteca de la Universidad Complutense y la Biblioteca de Toledo, para materializar una Bibliografía de temática Toledana nunca concluida pero que para mí supuso también un nuevo paso en el conocimiento y el amor hacia estos centros. De esta etapa fueron mis primeros contactos con el Archivo Histórico Provincial, con Charo García Aser y su pequeño equipo como amables anfitriones y casi formadores de investigadores. Pero sin duda, me marcó el hecho de que por caminos del destino o de la historia yo me viera de defensor de la causa de la Biblioteca ante el Ministerio de Cultura y los  dos partidos sucesivamente gobernantes, protagonizando polémicas en la prensa con verdaderos ríos de tinta y culminando en la constitución del Comité Permanente de Apoyo a la Biblioteca Pública, que yo coordiné  y que aglutinó a buena parte de la sociedad toledana. También es de estos momentos preautonómicos mi primera reivindicación de la Biblioteca Regional, del derecho de todos a disfrutar de servicios bibliotecarios, de mejorar los archivos toledanos, etc. He de confesar que Julia Méndez, tal vez a base de reiterar su idea, me marcó, me introdujo su semilla relativa a la biblioteca pública y me convertí en un ingenuo defensor de este servicio público. Buena parte de mis artículos se recogieron en un proyectado libro, Combates por la Cultura en Toledo, cuya edición paralicé al incorporarme al Gabinete del Consejero de Educación y Cultura a finales de 1983.
            Recuerdo que en el simposio Toledo ¿ciudad viva? ¿ciudad muerta?, que tuvo lugar del 26 al 30 de abril de 1983 presenté una comunicación titulada “Toledo en el siglo XVII, una ciudad en crisis: historiografía, influjo y persistencia de la crisis en la historia de la ciudad”. Pues bien, aunque con este tema, incluí un apartado denominado: “Toledo, un rico archivo que hay que desempolvar”, y allí formulé un duro diagnóstico de la situación de los archivos y bibliotecas toledanos y formulé propuestas concretas de actuación. Igual ocurrió en muchos de mis artículos periodísticos de esos años, donde los archivos y las bibliotecas eran tema clave en mis intervenciones.
            4ª) Política cultural y otras políticas (1984-1990). De este período, en el que fui director del Gabinete del Consejero de Educación y Cultura, del Consejero de Relaciones Institucionales y del Vicepresidente del Gobierno Regional y tuve otros ofrecimientos que rechacé, tengo que agradecer que si inicialmente mi ámbito fue el de las políticas culturales, incluidas las relativas a archivos y bibliotecas en un momento absolutamente de pues en marcha del camino autonómico, luego tuve la oportunidad y la suerte de poder conocer de cerca políticas de administraciones públicas, económicas, del medio ambiente, etc., desde una óptica de estudio, análisis y propuestas realizadas con un magnífico equipo de colaboradores que me aportaron mucho.
            5ª) Responsable del Servicio Regional del Libro, Archivos y Bibliotecas (1991-2006). Primero hubo que crear el Servicio, articularlo, potenciarlo,…y luego trabajar y soñar e impulsar. Sólo recordar que cuando presenté mi dimisión como director del Gabinete del Vicepresidente y volví a mi puesto de funcionario en Cultura, se me ofreció muy pronto la Jefatura del Servicio, y lo rechacé pues conocía las carencias, todo lo que quedaba por hacer y me sentía cansado, quería remar tranquilo en las aguas de la Administración.  Habían ofrecido el puesto a profesionales como Charo García Aser y Blanca Calvo, que no lo asumieron, aunque durante un tiempo ambas habían estado colaborando con la Consejería en esas tareas. Finalmente accedí, en gran parte porque las citadas compañeras me lo pidieron. Yo rehusaba, porque les decía que no era Facultativo, y ellas me decían que conocía a la perfección la realidad y necesidades de los archivos y bibliotecas y que la gran experiencia que tenía en la Administración me serviría para hacer muy bien mi trabajo. Recuerdo que pocos años después devolví a Charo la jugada, y  me dijo que se veía moralmente obligada a aceptar dirigir el proyecto del Archivo Regional, y efectivamente ella fue la primera directora. No voy a contar la historia de este período, lleno de sorpresas que alguna vez revelaré, de luchas para sacar adelante los proyectos, de silencios y de silenciamientos, de duras realidades que fueron cambiando, de sueños que fueron haciéndose gozosa realidad.
            En definitiva, la HISTORIA está repleta de recodos, de caminos que nunca imaginamos recorrer y de recorridos que jamás hubiéramos pensado que iban a ser nuestra senda. Toda historia es un inmenso puzzle, y sólo al final de la vida tenemos la certeza de si todas las piezas encajaron bien. Y, al mismo tiempo, desde la perspectiva del creyente, podríamos decir, recordando a Santa Teresa que “Dios escribe derecho con renglones torcidos”. O con renglones que a nosotros nos parecen torcidos, pues la vida, la historia está plagada de acontecimientos que no entendemos o que no aceptamos. Y sin embargo tengo la certeza que nada ocurre por casualidad, y hay que estar abierto siempre a descubrir con Sabiduría que hay detrás de cada paso, de cada decisión que salpica nuestra vida.

            2) COMPLICIDAD. La complicidad es tener “cualidad de cómplice”, que según la R.A.E. en su primera acepción significa: “Que manifiesta o siente solidaridad o camaradería”. Sí, yo he trabajado estos años con complicidad. Con ANABAD, con los bibliotecarios y archiveros; con otras asociaciones , instituciones y Administraciones Públicas,...Cuando eres funcionario público, muchas veces tienes la duda sobre a quién debes servir. ¿Cómo eres más fiel a los ciudadanos que pagan con sus impuestos tu sueldo, aceptando sin más decisiones que ves que claramente perjudican a la sociedad o buscando fórmulas de convergencia o de modificación de planteamientos? El problema es que mostrar la discrepancia tiene sus consecuencias, y siempre tienes que medir en el termómetro ético hasta dónde se puede llegar sin deslealtad a nadie.
            Pero la complicidad muchas veces no ha tenido necesidad de grandes principios. Yo, por ejemplo, socio de ANABAD, nunca negué que desde la Consejería de Educación y Cultura y a través de iniciativas del Servicio Regional del Libro, Archivos y Bibliotecas, estábamos apoyando claramente el asociacionismo y sus programas. Y firmamos convenios que permitieron un gran desarrollo de ANABAD y de su número de socios. Y a veces buscamos, en secreto, estrategias para que determinados programas pudiesen ver la luz. Me siento realmente satisfecho de haber sido cómplice de ANABAD y de otras asociaciones y colectivos.  Y puedo decir que siempre busqué soluciones a problemas que se planteaban, y soñamos juntos. No debo decir públicamente casos de complicidad que hicieron posible el cambio de rumbo incluso en temas muy importantes. La complicidad tiene sus riesgos, pero hoy, con la perspectiva del tiempo pasado, puedo afirmar que estoy contento de haber seguido siempre a mi conciencia, aunque a veces ser cómplice te pueda haber convertido en un guerrillero. Pero ya sabéis, del ejército por la Paz y la Palabra.

            3) LEALTAD. La lealtad es definida por la RAE como “cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien”. Introduzco en tercer lugar el término lealtad  para vincularlo al anterior, complicidad. Siempre he pretendido ser leal a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, pero esa lealtad había que armonizarla con la lealtad y fidelidad a los archivos y bibliotecas y, lo que es más importante, a los propios ciudadanos. Y ha sido una aventura compleja, porque mi postura fue siempre hacer la crítica donde hay que hacerla, en el debate con los propios responsables políticos que sucesivamente asumieron los cargos directivos competentes en el ámbito de los archivos y las bibliotecas. Y no siempre se entendió. A veces, interpreté la lealtad como una necesidad de tener una presencia pública, fundamentalmente en los medios de comunicación y encuentros científicos, en los que defendí principios que tal vez los responsables políticos no defendían. Y en ocasiones se impusieron silencios y censuras, a veces barnizados de amenaza, que generaban incluso la peor de las censuras: la autocensura.  Tener claros los principios, las ideas, y no poder desarrollarlos suma a veces en el desasosiego, más incluso cuando escuchas a compañeros que reivindican lo mismo y casi te acusan a ti; y tienes que guardar silencio...
            En todo caso, me siento satisfecho de haber dicho a mis superiores siempre lo que he pensado, llegando incluso a realizar informes exponiendo mis posiciones antagónicas, a pesar de que esa postura sabía no iba a ser bien vista. Cuando vez que los proyectos se paran, que los planes estratégicos se arrinconan y cuando incluso te condenan al silencio, tienes que buscar refugio en los brazos de Dios y en la poesía. Hoy hago público un poema que escribí el 13 de junio del año 2005.

                       A quién le importa



A quién le importa
que en más de dos mil pueblos de España
no puedan alimentarse de palabras.

A quién le importa
que en tantos barrios de grandes y medianas ciudades
la biblioteca pública sea todavía un manjar inalcanzable.

A quién le importa
que oleadas de  jóvenes destinen su tiempo de ocio a beber en la calle,
sin invitarles a descubrir todos los mundos que facilita un libro.

A quién le importa
que centenares de bibliotecarios municipales sigan suspirando
por un trabajo digno y estable.

A quién le importa
que haya políticos que sigan pensando que el libro
debe ser artículo de lujo y que desean decidir hasta
los títulos que deben comprarse con dinero público.

A quién le importa
la cara de tristeza de los niños que esperan
un bibliobús que tal vez nunca les llegará,
porque algún poderoso decidió que era un servicio muy caro
para tan escasos y alejados habitantes.

A quién le importa
que una biblioteca pueda cerrar sus puertas
porque alguien decidió libremente que no era un servicio necesario.

A quién le importa
que todavía en nuestro tiempo puedan inaugurarse
bibliotecas sin bibliotecario, y casi sin libros,
y tal vez sin soportes multimedia,
aunque dotada de fantásticos ordenadores para navegantes.

A quién le importa
que los Gigantes puedan demoler impunemente los sueños
de quienes trabajamos para que el libro sea compañero cercano
y cotidiano de las gentes que viven en todos los lugares.

A quién le importa
que tengamos que ahogar nuestras palabras,
que nos obliguen a silenciar nuestros retos,
y que hasta el aliento haya que contenerlo
por el miedo impuesto por  tanto demócrata advenedizo.

A quién le importa
que desciendan los presupuestos para bibliotecas
y se despilfarre el dinero público en espectáculos
que no son un servicio esencial comunitario.

A quién le importa
que tengas que sufrir en silencio,
que no puedas acudir al Defensor del Pueblo,
que tus ideas no puedas expresarlas en un medio,
que los planes estratégicos sean archivados sin respeto.

Y, sin embargo, siento esta tarde un susurro muy próximo.
Siento esta tarde el aliento cercano,
la mano tendida que me invita a seguir caminando.
Claro que a ti te importa, Señor.
Y ya percibo tu esfuerzo para mantener los corazones
repletos de esperanza.”

4) EQUIPO. Refine la RAE el término equipo como “un grupo de personas, profesionales o científicas, organizado para una investigación o servicio determinado”. Aunque creo que se entiende, podría decir que esta cuarta palabra, ese cuarto principio de actuación sería TRABAJO EN EQUIPO. No voy a detallar ahora cómo fuimos formando el equipo, pero sí puedo recordar que durante bastante tiempo el personal del SERLAB se redujo al Jefe del Servicio y una auxiliar administrativa. Claro que poco a poco, con tesón, convicción y poniendo proyectos sobre la mesa, conseguimos crecer y estructurar unos servicios técnicos y administrativos en la Consejería y después en las Delegaciones Provinciales para gestionar las políticas archivísticas y bibliotecarias. Desde el principio se trabajó también en equipo con los propios centros, Bibliotecas Públicas  del Estado y Archivos Históricos Provinciales. Y se tendieron cables de colaboración a los archivos de las diputaciones y los municipios, las bibliotecas y archivos de la Iglesia, las bibliotecas municipales y universitarias, etc. Trabajar en equipo no ha sido algo retórico, como muchas veces se lleva; fue una firme convicción, una necesidad, una vocación, un estilo de vida, de implicar a los demás, de ilusionarse juntos, de crear proyectos, de hacer autocrítica, de compartir sueños,… Especialmente en los últimos años he viajado bastante, invitado por numerosas Instituciones y Administraciones, y he contado nuestra experiencia, nuestros proyectos, nuestras realidades, nuestras carencias,… pero sólo he presumido de una cosa: de equipo. He repetido hasta la saciedad que lo que estaba ocurriendo en Castilla-La Mancha era fruto del trabajo conjunto y coordinado de muchas personas, de muchos profesionales. Y que los frutos que estábamos recogiendo, consiguientemente, eran mérito de todos.
Por eso hoy, que recibo este Título de Socio de Honor de ANABAD/Castilla-La Mancha, el primero que se concede, y esta Medalla de Honor al Mérito Profesional, entiendo que ambos símbolos no son sólo para mí. ANABAD se ha fijado en mí para recoger estos galardones, pero en realidad en mi nombre están otros muchos, cientos de compañeros y compañeras que en estos años han luchado en sus ayuntamientos, en sus centros, para hacer de su archivo o de su biblioteca un centro esencial para la comunidad; y en el combate que hayamos podido librar a nivel regional un grupo de personas a los que nos ha tocado mirar más lejos, planificar con mayor profundidad, siempre nos hemos sentido apoyados. Por eso me gustaría que esta noche todos imaginásemos que recibimos este título y esta medalla. Os lo merecéis. ¿Qué podía haber hecho yo sin vuestra ayuda, sin vuestras sugerencias y críticas, sin vuestro ánimo, sin vuestro trabajo apasionado a pie de obra?
Pero perdonad si, dentro de este reconocimiento generalizado a los profesionales de Castilla-La Mancha, tenga un recuerdo especial para mis más cercanos colaboradores, que han sido alma, corazón, arterias, que han participado de los más utópicos sueños que fueron naciendo. Permitidme, mis mejores cómplices, que no mencione ningún nombre, que todos queden en mi corazón y en silencio mis labios….
He dicho que renuncio a narrar cómo fuimos construyendo el gran equipo. Pero sí quiero hacer público hoy una gran noticia. De Anónimo Toledano, se ha escrito una narración titulada Las aventuras del Osito pardo, de la que sólo se conservan tres ejemplares, uno de ellos en la Biblioteca Regional, y que al parecer cuenta cómo fue formándose el equipo del SERLAB. Distintos investigadores, filólogos, bibliotecarios y archiveros están trabajando en la edición crítica de esta obra metafórica. De momento no se ponen de acuerdo en que la GRAN LAGUNA sea el SERLAB. De la lectura del prólogo tampoco puede constatarse la identificación entre lo narrado en este relato y el origen y desarrollo del SERLAB. Dice el prólogo, también anónimo:

“Querido lector. Voy a contarte una historia que ocurrió hace muchísimos años, en el país de la ilusión, donde existía un ser amado por muchos, y por algunos otros no tanto, que dedicó su vida a luchar por la justicia y la igualdad, que se caracterizó por su gran profesionalidad, pero, sobre todo, por su gran corazón.
Permanece atento, lector, porque estos hechos podrían estar sucediendo ahora, aunque advierto a todo avispado y/o mal pensado que leyere este cuento, que cualquier parecido de esta historia con la realidad es pura coincidencia….”

            5) SOLEDAD. Dice la RAE que soledad es “Carencia voluntaria o involuntaria de compañía”. Como introducción a la conferencia “La Biblioteca Pública, derecho de los ciudadanos”, pronunciada en Murcia el día  14  de octubre de 2004, dentro del Foro Bibliotecas y Sociedad, organizado por ANABAD, escribí el poema  “Tengo la voz ronca de clamar”.

“Son ya muchos años de gritar,
como un profeta en el desierto.
Palabras, palabras, palabras lanzadas al viento
defendiendo un derecho que se niega
como el pan y el agua se niega en tantos países de la tierra.

Y sigo caminando.
A veces soy un peregrino de esperanza,
pero tantas veces siento el deseo de quedarme quieto…
y callado,… en silencio….

Es cierto
que ya somos un verdadero ejército
que lucha a favor del libro,
que sueña con que algún día
todos puedan acceder a bibliotecas repletas de palabras y pensamientos,
todos puedan disfrutar
de información en libertad. y en convivencia.
Y, sin embargo, renacen gigantes que muestran sus dientes afilados,
que pretenden segar la cosecha de un trigo
que aún no tiene el tiempo necesario.

Si, en verdad somos un ejército inmenso,
bibliotecarios para un servicio público esencial,
cada uno en su barrio, en su ciudad, en su pueblo,
ofreciendo exquisitos manjares a quienes los demandan,
a quienes los aceptan, a tantos que aman las palabras.

          Somos un ejército de paz y de palabras,
pero demasiadas veces yo siento
que soy un corredor de fondo y voy solo corriendo,
sin nadie a mi lado,
y la meta se me antoja lejana,
infinitamente lejos,
y entonces me siento sin fuerzas,
y cesaría en mi empeño
si no fuera por Dios y por el Viento...”

            Es cierto que a veces me he sentido solo, que a menudo era yo el blanco al que se dirigían las flechas y me sentía incomprendido por todos lados: por los políticos y por los compañeros. Los políticos porque yo era tal vez demasiado exigente, demasiado utópico; y los compañeros porque veían, probablemente ven, que todo iba demasiado despacio. Mi cese me ha servido sólo para recibir una inmensa oleada de cariño y de apoyo, que hizo que en el homenaje que se me tributó el pasado 11 de febrero en la sede de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, pronunciara estas palabras: “Hoy quiero pedir perdón públicamente. Tal vez yo creí que iba siempre en vanguardia, cada vez aportando nuevas ideas y soluciones, pensando que yo portaba el estandarte en el que enunciábamos la utopía de la universalización del acceso a bibliotecas públicas para todos los ciudadanos. En realidad yo era el pregonero, el encargado de difundir vuestros sueños y anhelos, vuestras necesidades; yo era el gestor que en los despachos y en los foros técnicos y científicos llevaba vuestras palabras. Yo erraba, estaba equivocado radicalmente cuando me veía a mí mismo como un atleta que en la larga carrera establecería nuevas marcas, indicadores magníficos que teníamos que mostrar para que los presupuestos creciesen y pudiésemos construir entre todos el gran edificio bibliotecario de nuestra Comunidad Autónoma. En realidad, vosotros, amigos y amigas, poníais ladrillo a ladrillo, piedra a piedra, el edificio de la Red de Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha. Y yo, que siempre he hablado de equipo y me he sentido totalmente orgulloso de mi equipo, tal vez no vislumbré nítidamente que el equipo era inmenso, un verdadero ejército de paz y de palabras.
            Y en este año 2006, desde que supe que llegaba la hora de bajar de la nave en la que habíamos hecho la larga travesía, he visto, aún con más luminosidad, que nunca estuve solo, que esta maratón era en realidad una carrera de relevos en la que cada uno llevaba el testigo cuando era necesario”.
            A veces tuve la sensación de no ser profeta en mi tierra, de que se valoraba mucho más fuera de nuestra región lo que estábamos haciendo aquí que por nosotros mismos. Pero tal vez lo que ocurrió es que habíamos construido un inmenso equipo, casi una gran familia, y ya se sabe lo que dice el refranero: “Donde hay confianza….” Y pensaba, si estaba equivocado, si no estuve solo, ¿debería erradicar esta palabra de este discurso? Creo que no, que hoy no soy yo quien se siente solo, pero muchos compañeros y compañeras de nuestra tierra sienten ahora un cúmulo de soledad que les inquieta… Pero tampoco vosotros estáis solos.

            6) UTOPÍA. No estoy de acuerdo, en este caso, con la RAE, que define el término utopía como  “Plan, proyecto, doctrina o sistema halagueño, pero irrealizable”. Yo creo en las utopías, y afirmo que cuando se pone el tesón, la ilusión, el esfuerzo, los recursos precisos, la voluntad, …es posible realizar esos planes que parecían irrealizables. Y muchos de vosotros habéis sido testigos de que es posible convertir en realidad los sueños y las utopías, aunque el camino esté sembrado de dificultades. Yo podría enumerar bastantes utopías concretas; aunque creo que la utopía verdadera es la que estábamos construyendo, por ejemplo, en bibliotecas: conseguir el sueño de la universalización de servicios bibliotecarios para el conjunto de la población y los municipios de la región. Éste es uno de los más ambiciosos retos que esta joven Comunidad Autónoma se había impuesto y es posible que se culmine con éxito si se prosiguen e intensifican las políticas bibliotecarias desarrolladas hasta el momento. No me hagáis decir por qué no se ha terminado este sueño, que se inició hace una década y que hoy se ve más posible, siempre que los actuales responsables de la Consejería estén dispuestos a seguir esta línea de trabajo.
            Pero si lo preferís, enumeraré algunas de las utopías por las que trabajamos en los últimos años:
            - Poner en marcha la Biblioteca de Castilla-La Mancha, que conseguimos integrara tanto a la Biblioteca Regional como a la Pública del Estado. Y todo tras un proceso muy complejo para que no se realizara la aberración de dividir los fondos de la biblioteca de Toledo y llevar sólo al Alcázar la colección histórica. Recuerdo un momento muy delicado: el 29 de noviembre de 1992 ingresé como académico numerario en la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Mi discurso de ingreso versó sobre la “Historiografía del Toledo contemporáneo”, pero me las arreglé para que saliesen  en las conclusiones algunos de los problemas que me preocupaban siendo como era ya entonces Jefe del Servicio. Entre las cosas que dije, cito estas palabras:

            “Resulta, por ejemplo, una sombra la inexistencia todavía de la Biblioteca Regional,… Pero este centro no debe partir de cero: ha de fundarse tomando como base las ricas colecciones de la Biblioteca Pública toledana, que no deben fragmentarse.
            Por cierto que resulta asimismo preocupante que una década después la Biblioteca Pública del Estado, biblioteca de función y ámbito provinciales por excelencia, permanezca en una situación similar a la denunciada en aquel momento: falta de espacio, inexistencia de recursos tecnológicos adecuados y carencia de personal técnico suficiente….
            …Y formulo estas deficiencias con conocimiento de causa y con dolor, por las responsabilidades técnicas que en este momento tengo sobre los archivos y bibliotecas…”
           
            Al día siguiente, algunos periódicos toledanos titulaban: “El Jefe del Servicio Regional de Bibliotecas contra la división de los fondos de la Biblioteca de Toledo”. Se ha escrito mucho, en la literatura oficial, sobre la puesta en marcha de este importante proyecto del Gobierno Regional, en el que participé desde su génesis en 1984, y aún hoy existen claves desconocidas. Sí puedo afirmar que en este tema, lealtad, complicidad, trabajo en equipo, utopía…la mayoría de los términos de nuestro particular diccionario de principios éticos tuvieron que aliarse para conseguir que la Biblioteca Regional fuese una realidad y respondiese a los criterios técnicos que entendíamos eran imprescindibles para asegurar el éxito que luego ha tenido.
         - Articular el sistema de archivos de la Junta y construir el edificio del Archivo Regional. Hoy también es una realidad, pero a mediados de los noventa cuando apostamos por un edificio de estas características, nadie daba credibilidad a proyecto tan ambicioso. Recuerdo que Angeles Díaz Vieco, sin duda cómplice y coartífice de muchos sueños utópicos en sus tiempos de Directora General, se impresionó bastante en la visita que ambos hicimos al Archivo Nacional de Cataluña, cuyo modelo estudiamos. También extrañó que apostáramos por archiveros del grupo A para las consejerías, y desde luego, cuando lo que se demandaba era una nave para contener la creciente documentación de la Junta, apostar por la construcción de un edificio singular de las características que pretendíamos, era una verdadera utopía. En Cultura realizamos el proyecto, convocamos y resolvimos el concurso,….aunque luego la culminación de este reto correspondiese a otra consejería.
         - Iniciar una política de planificación estratégica en archivos y bibliotecas. Cuando Angeles Díaz Vieco asumió la Dirección General de Cultura preparamos en el SERLAB un largo informe, que era un plan de actuación para los próximos años. Ella, que no procedía del mundo de la cultura, sí aportó una dinámica de trabajo en equipo y diseñó, con algunos expertos externos, una metodología para impulsar la planificación estratégica de las políticas culturales. Tampoco es momento ahora de recordar las fases que atravesamos, y los momentos de desierto que hicieron que esta política fuese abandonada. Luego en el propio SERLAB, con la bicefalia que se produjo en las políticas archivísticas, nos centramos bastante en el impulso de las políticas de bibliotecas públicas, articulando el Plan de Desarrollo Bibliotecario Bibliotecas Públicas Siglo XXI, que fue un verdadero revulsivo a nivel nacional y ha inspirado algunos de los más importantes planes bibliotecarios y de promoción de la lectura en diversas regiones. Y hace un año que se presentó el Plan de Lectura, que lamentablemente todavía no es una realidad. Y también iniciamos el Plan de Bibliotecas Móviles y diseñamos el Plan de Infraestructuras Bibliotecarias, al que tampoco han dejado nacer…Bien. Podríamos decir que es bueno ser utópico, y que todas estas utopías son posibles; pero para ella se necesita una complicidad absoluta entre los equipos técnicos y los equipos políticos, confianza recíproca, ser generosos y diseñar políticas que tal vez fructifiquen en el largo plazo y otros recojan los frutos, mirar en la misma dirección y con similar ilusión…Si todo esto no se da, las utopías no será posible realizarlas, al menos en el ámbito de los órganos gestores responsables. Y ahí es donde entonces le toca ser responsable a las asociaciones, a los propios profesionales, a los medios de comunicación, con la denuncia profética, con la presión constante a las autoridades… Cuando los responsables políticos no quieren planificación estratégica y sí fuegos artificiales, es hora de exigir que servicios públicos tan importantes y esenciales como los archivos y bibliotecas sean gestionados por otros políticos que tengan mayor altura de miras y visión de servicio a la sociedad.
            - La creación y desarrollo de políticas de apoyo a las bibliotecas y archivos municipales, en especial del programa de ayudas para la contratación de bibliotecarios y archiveros municipales. Los programas de ayudas para las bibliotecas municipales han sido uno de los referentes de este país: apoyo para colecciones, informatización, actividades culturales, equipamiento,..y, lo más importante: el personal. Y en el caso de los archivos, la articulación del Programa de Archivos de la Administración Local, luego en parte paralizado, ha sido también el germen del desarrollo de los servicios de archivo en numerosos municipios y mancomunidades. Otra utopía que ha sido posible, aunque muchas de las iniciativas se hayan quedado por el camino….
  - Potenciar el desarrollo de servicios bibliotecarios estables en pequeños municipios.  En mi conferencia La biblioteca pública, derecho de los ciudadanos, me preguntaba:  “Pero en el conjunto de las políticas bibliotecarias desarrolladas por la Consejería de Cultura a través del SERLAB, ¿no fuimos tal vez excesivamente utópicos o idealistas? Tal vez, pero necesario. Escuchar los testimonios de bibliotecarios de pequeñas localidades nos reafirmaba en nuestra opinión de que todos los ciudadanos tienen derecho a acceder a servicios bibliotecarios. En ocasiones he contado que hemos sentido la incomprensión incluso de cualificados profesionales, cuando nos acusan de promover centros bibliotecarios en municipios tan pequeños. Y contestamos que hemos tenido que diseñar unas políticas bibliotecarias acordes con nuestra realidad demográfica, social y territorial, y siempre partiendo de que todas las personas tienen derecho a leer, a informarse, a educarse en libertad, a poder convertirse en un ciudadano crítico, a disfrutar de un ocio distinto del que le ofrecen sectores económicos e incluso ideológicos que sólo ayudan a pasar el tiempo y no a construir una verdadera cultura de la comunidad, la solidaridad y el respeto”.
Y el tiempo nos ha dado la razón. Ahora hasta quienes criticaban la existencia de esas bibliotecas y salas de lectura pública en pequeños municipios, acuden a ellas en visitas mediáticas y se sorprenden de su implantación en la sociedad local.

Y muchas más utopías, como la transformación de los espacios de las Bibliotecas Públicas del Estado, en coordinación con el Ministerio; el Maratón de los Cuentos, los ambiciosos programas de formación para archiveros y bibliotecarios, las Jornadas de Castilla-La Mancha de investigación en archivos,… Muchos programas, que surgieron de diversas iniciativas, pero que siempre recibieron el respaldo y el apoyo del SERLAB, especialmente en momentos que nuestro apoyo eran lo único que podían esperar….

            7) RETO. Aunque este término casi pudiera ser sinónimo del anterior, utopía, la RAE nos aporta la clave diferencial. Si lo utópico es  irrealizable, el término reto se define en una quinta acepción como “Objetivo o empeño difícil de llevar a cabo, y que constituye por ello un estímulo y un desafío para quien lo afronta”. Resulta difícil, por tanto, establecer las fronteras, los límites, entre ambos términos. Pero he querido reservar esta palabra en mi particular diccionario a un tema utópico que ha sido verdaderamente bandera, bandera personal y un de un grupo de compañeros y compañeras que han compartido este sueño, este reto, y que en este caso me parece justo, imprescindible mencionar: Oscar Arroyo, Javier Docampo, Joaquín Selgas, Begoña Marlasca, Alicia Arellano, Chelo García, Dolores Membrillo, Carmen Sañudo y Modesto Triviño. Este reto tan especial ha sido universalizar el derecho de todos los castellano-manchegos a servicios bibliotecarios de calidad y, paralelamente, extender como una inmensa ola por España que la biblioteca pública es un derecho de todos los ciudadanos. Este ha sido el reto en el que muchas personas hemos creído, y seguro que con el tiempo y el esfuerzo continuado, lo lograremos. Y aquí sí que hemos sentido soledad e incomprensión, cada vez que predicábamos esta teoría y la gente tachaba de utópico (por irrealizable) este sueño. Y este reto lo asumimos en clave de esperanza, el siguiente término que comentamos.

            8) ESPERANZA. Siempre he militado en la esperanza, y siempre he tenido una actitud esperanzada ante la evolución de la historia, de los acontecimientos. Los problemas de los archivos y bibliotecas de nuestra región, como del conjunto del país, son muchos, a pesar del gran desarrollo experimentado en las dos últimas décadas. Pero cada profesional percibe su problema, y quienes hemos tenido la oportunidad de contemplar desde una atalaya todas las realidades, las sombras y las luces, los problemas y los indicadores positivos, tal vez hemos podido enfrentarnos a la situación estructural con una mayor perspectiva. Nunca he caído en la actitud de que los avances arrinconasen las realidades más duras; siempre que he acudido a pronunciar una conferencia o a exponer una ponencia en un congreso, o cuando he escrito un artículo periodístico, he intentado ser fiel a la realidad, mostrando una actitud experimentada, pero sin caer en el autobombo . Armonizar avances con problemas, desde una óptica crítica, pero siempre con esperanza. Y cuando ha surgido el desánimo, cuando nos hemos sentido incomprendidos, atacados o marginados, incluso en esos momentos la esperanza ha resurgido, como un arco iris lleno de vida, como una alianza. Nos hemos puesto las pilas, hemos renovado nuestro compromiso con la sociedad en los archivos y bibliotecas, y hemos proseguido el camino.
            En un relato inédito, Monólogo de Mateo Gómez, un comisionado al que el Presidente del Gobierno de Castilla-La Mancha y la Defensora del Pueblo de nuestra Región, le solicitan recorra la región y redacte un informe sobre la situación real de los servicios bibliotecarios, aparece esta actitud. Ficción y autobiografía, idealismo y realidad, se mezclan en esta narración que se incluirá en mi libro Combates por la Biblioteca Pública en España. Recuerdo varios fragmentos de este Monólogo:

 “No estoy desilusionado ni desesperanzado, pero sí abrumado. La existencia de una amplia red de bibliotecas, el esfuerzo que se viene realizando desde hace décadas, las luces en suma que alumbran esta realidad, conviven con las carencias, las debilidades del servicio en tantos lugares, las inquietudes de los profesionales, y todo el camino que resta para conseguir una verdadera red integrada de servicios....”
“...Me alegra que existan personas que creen en la fuerza democratizadora y transformadora de la biblioteca pública. Ellos son los aliados de la biblioteca. Frente a políticos que se convierten en una amenaza para las bibliotecas, profesionales que cogen la bandera de la biblioteca y, como nuevos quijotes, proclaman que la biblioteca pública es un derecho de todos los ciudadanos....”
            ...”Cojo mi equipaje y el maletín que guarda el portátil  que me sirve cada noche de lugar de encuentros para verter experiencias, crónicas, opiniones y propuestas. Ayer, Don Quijote y Sancho partieron de este pueblo con esa imagen de vencidos. Ahora, la prensa  me otorga ingredientes para marchar a nuevos lugares cargado de esperanza. En los pueblos de Toledo ya va quedando poco trabajo. Pronto entraré en el corazón de La Mancha, y entonces, como el estrafalario caballero andante, proclamaré al viento: “¡La misma justicia para todos!”. Es decir: ¡Servicios bibliotecarios para todos!”

            9) PASIÓN. Entre las distintas acepciones de este término por la RAE, pasión es definida como “afición vehemente a algo”. He mencionado a veces en distintas intervenciones algunas de mis pasiones. Ahora, en esta sistematización que formulo para mi propio diccionario de principios podría afirmar que he tenido en estos años tres pasiones:
            - La familia. «En la familia se fragua el futuro de la Humanidad», proclamó el Papa Juan Pablo II, y puedo afirmar que a pesar de todos los problemas cotidianos que salpican la vida de una familia numerosa como la mía, estoy muy contento de que mi mujer y mis hijos sean mi primera pasión, aunque se dedique generalmente más tiempo al trabajo. Pero es el reto que más te vincula, el más difícil y el de mayor responsabilidad. Educar en valores, transmitir vivencias, las grandes utopías por las que merece la pena luchar e intentar compartir un proyecto integral de vida. Yo doy gracias a mi familia, porque siempre ha sido comprensiva conmigo y no me ha reprochado que otras pasiones les haya restado mi tiempo y mis energías.
            - Los Archivos y Bibliotecas. Creo que no se precisan comentarios. Durante muchos años de mi vida, la defensa de los archivos y bibliotecas han sido una constante en mi actividad personal y profesional. El desdoblamiento de las competencias de archivos entre dos consejerías de la Junta, ha supuesto que durante los últimos cuatro años haya habido una mayor concentración de esfuerzos y de programas en bibliotecas, que han constituido un verdadero referente nacional.
            - Castilla-La Mancha. Me siento un firme defensor de la autonomía y de la España de las Autonomías, aunque ahora se estén produciendo desde mi punto de vista desajustes del modelo que no comparto. Viví la preautonomía de nuestra región y participé actividamente en la construcción y desarrollo de Castilla-La Mancha como Comunidad Autónoma, como puede desprenderse de mi actividad profesional durante el período 1984-1990. Luego, la pasión por Castilla-La Mancha se fundió con la pasión por los archivos y bibliotecas. Creo que, con los errores y las omisiones de toda realización humana, he contribuido honestamente a mejorar mi región, cuyo paisaje y cuyas gentes me apasionan también. Pero defiendo la igualdad de los ciudadanos ante los derechos que la Constitución y las legislaciones le otorgan. No puede haber ciudadanos de diversas categorías por vivir en una región o en otra, por vivir en un pueblo o en una ciudad. Esto lo afirman muchos políticos, pero los hechos contradicen a menudo sus ideas. Por ello tengo que reivindicar cada día el valor de la libertad para opinar y para ayudar a los responsables públicos a construir una sociedad más justa. Y no hay nada que soporte peor que la censura que a veces quiere imponerse a quien discrepa de los mensajes oficiales por opinar libremente.

            10) DIOS. Hace ya una década publiqué mi libro Soy un hombre libre. Confesiones de un espectador con Toledo al fondo, que recogía la mayor parte de mis artículos periodísticos. Hace unos días, en una entrevista televisiva, me preguntaban, al hilo del término libertad : Juan, ¿se siente usted un hombre libre? Medité la respuesta y contesté: No. Es cierto que me siento, como hijo de Dios, hombre libre, y sigo el consejo bíblico de que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres; pero la libertad está frecuentemente amordazada, incluso en una democracia como la nuestra. He dudado si incluir el término libertad en este diccionario personal, pero se rompía el número mágico, también bíblico, de diez. Por ello he decidido terminar con un término que resume y acoge todos los anteriores: Dios. Y aquí incluyo la libertad. Nunca he escondido mis creencias, que me han ayudado siempre a caminar, con esperanza y verdad. Creo en Dios, que me gustaría fuese me pasión principal. Un Dios que es Amor y que ama a la humanidad en cada generación. Y con Él creo en Jesucristo, a quien descubrí cara a cara, enamorado de mí y de mi historia, a quien siento cercano cada día, que me ayuda a amar a los demás, que tienen también a Cristo aunque no le conozcan. Y amo a este Jesús, a este Dios que me ha hecho libre y que he descubierto en la Iglesia, una barca dispuesta a acoger a todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo y a la que he sentido también siempre muy próxima. Entonces, caminar en esta vida resulta más fácil, más hermoso y más emocionante cuando sabes que no estás solo, que no caminas solo, sino que avanzas con todo un pueblo que ha experimentado que la felicidad, el amor, la paz, es posible. Que la Vida Eterna comienza aquí y es posible vivirla plenamente. 
            Dios, en suma, resume y acoge mi historia, mi complicidad, la lealtad, el trabajo en equipo, la soledad, la utopía, los retos, la esperanza, la esperanza, las pasiones....Toda mi vida. Pero también acepta y perdona mis rechazos a mi historia, mi falta de complicidad con el otro, mi pereza para acompañar al otro en su soledad, el cansancio ante los retos y las utopías, la desesperanza, la pasividad en los proyectos que otras veces te apasionan. Esta es la grandeza de Dios, que te quiere aún en tus debilidades, en tus imperfecciones, en tus infidelidades, en tu desamor.
            Y ésta es mi gran paradoja, que un hombre imperfecto como yo hoy es reconocido generosamente por vosotros. Y por eso, debo terminar, a mi pesar, con una última palabra, aunque no cuente en el diccionario: GRACIAS. Igual que Dios, finalizo diciendo que todos los términos que he utilizado deben englobarse en ésta. GRACIAS, con todos sus sinónimos: GRATITUD, AGRADECIMIENTO,.... Esto es lo que siente mi corazón en estos momentos hacia todos vosotros y otros muchos amigos que hoy no han podido acompañarnos, pero sé que también han estado presentes. MUCHAS GRACIAS.