Constitución
Española y bibliotecas públicas
A punto de abrirse las puertas del siglo XXI, el Defensor del Pueblo Andaluz, prestigiosa institución, proclamó en un informe sobre las Bibliotecas
Públicas Municipales de Andalucía el
derecho de todos a acceder a la cultura.
Lo hacía precisamente tomando como base el artículo 44.1 de la Constitución Española
de 1978: “Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a
la que todos tienen derecho”. Ese Informe
Especial al Parlamento fue un fuerte
detonante sobre la situación de las bibliotecas públicas en Andalucía y, en
general, en España y reflejaba dramáticamente la desigual situación de este
servicio público, demasiadas veces todavía obsoleto y con precariedad de personal, débiles presupuestos y colecciones
y en muchos casos con falta de estabilidad y penetración social. El estudio se
realizó en una franja de población (localidades de más de 5.000 habitantes) que
tiene legalmente, por la Ley de Bases de Régimen Local, obligación de crear y
mantener el servicio de biblioteca pública.
La
denuncia del Defensor del Pueblo Andaluz no encontró demasiado eco ni sirvió de
estímulo para que desde Instituciones similares se luchase por resolver este problema histórico en España. Quince
años más tarde, en distintas jornadas profesionales y estudios, constato que,
aunque se han experimentado indudables
avances, las desigualdades entre los ciudadanos, regiones y localidades no sólo
no se resuelven sino que se agrandan en la prestación de este servicio público.
A pesar de promulgarse la ley 10/2007, de 22 de junio, de la lectura, del libro
y de las bibliotecas, largamente esperada, esta legislación no resolvió los
problemas históricos de las bibliotecas españolas. No hubo voluntad política
para hacerlo.
Transcurridos 37
años de nuestra Constitución, reitero el derecho de todos los españoles a
disponer de servicios bibliotecarios públicos. No podemos olvidar que esta
referencia constitucional hacia un derecho fundamental (la cultura) para
justificar la necesidad de que exista un buen sistema bibliotecario
público puede y debe ampliarse a otros
artículos. Si las bibliotecas son centros para la información, la cultura, la
educación permanente y el ocio, podemos afirmar que las funciones asignadas
en nuestro tiempo a la Biblioteca Pública justifican que se recuerden, junto al
derecho a la cultura, otros derechos
fundamentales de nuestra Constitución: el Derecho a la información (“a comunicar o recibir información veraz por cualquier medio de
difusión”, art. 20.1) y el Derecho a
la educación (“Todos tienen el
derecho a la educación”, art. 27.1)
Indudablemente,
los servicios bibliotecarios han mejorado en España en las últimas décadas de
forma continua, pero en plena Sociedad de la Información y del Conocimiento, la biblioteca pública no acaba de ser
considerada un servicio básico para la sociedad española y se mantiene como
un servicio secundario, de segunda fila.
Ello explicaría que tres millares de municipios españoles carezcan de servicios
bibliotecarios y que especialmente en las bibliotecas de menor población la
biblioteca sea un servicio que se presta por el voluntarismo de autoridades
municipales y la pasión de los profesionales El desarrollo bibliotecario de nuestro país, especialmente en
regiones como Cataluña, Navarra, País Vasco y Castilla-La Mancha, no oculta las
deficiencias existentes todavía en los servicios de biblioteca pública. La
diversidad y desigualdad entre las diferentes Comunidades Autónomas se suma a
la distancia que nos separa en términos nacionales de los países más avanzados de
nuestro entorno. Y esas diferencias se visibilizan también entre las provincias
de las regiones: en Cataluña, por ejemplo, nada que ver la situación de la
provincia de Barcelona, gracias a la acción de su Diputación, con las restantes
provincias, que tienen indicadores muy graves en cuanto a municipios sin
servicio. Por cierto, que Cataluña lleva años que se permite no aportar los
datos estadísticos de sus servicios bibliotecarios al sistema nacional, lo que
me parece gravísimo.
Pero si
los indicadores estadísticos son preocupantes, es más grave la falta de una
política de Estado para afrontar el reto de las bibliotecas públicas y
garantizar este derecho constitucional a todos los españoles. Estos tres
pilares que constituyen la misión de la biblioteca pública (cultura, información y educación permanente) no han logrado convertirse
jurídicamente en un derecho que revierta
en la universalización o democratización del acceso de los españoles a
servicios de biblioteca pública.
Soy
defensor del Estado de las Autonomías, pero debo recordar que el Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte tiene un papel esencial en la resolución de estas
desigualdades: “El Estado tiene competencia exclusiva sobre…la regulación de
las condiciones básicas que garanticen la igualdad de todos los españoles en el
ejercicio de los derechos…” (art. 149.1.1ª), que incluso “… podrá dictar leyes
que establezcan los principios necesarios para armonizar las disposiciones
normativas de las Comunidades Autónomas, aun en el caso de materias atribuidas
a la competencia de éstas, cuando así lo exija el interés general…” (art.
150.3).
Recientemente
fui invitado por el Ministerio a una reunión de expertos para avanzar en la
redacción del segundo Plan Estratégico del Consejo de Cooperación
Bibliotecaria. Propuse, y así se acordó, incluir la puesta en marcha de un
grupo de trabajo que abordase propuestas para
avanzar en la eliminación de estas desigualdades y hacer posible que
todos los españoles tengan garantizados servicios bibliotecarios, como ocurre
con la sanidad y la educación. Pero esa medida necesitará el consenso del Pleno
del Consejo, en el que están representadas la totalidad de administraciones
públicas y otras entidades singulares vinculadas a las políticas de lectura y
bibliotecas.
En
el Día de la Constitución, y a las puertas de unas elecciones generales
fundamentales para nuestro país, hago un llamamiento a la totalidad de los
partidos políticos para que incluyan medidas relacionadas con las bibliotecas públicas para que este
servicio llegue a todos los españoles y se garantice que España esté en la
vanguardia de los servicios bibliotecarios.
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