Buenos días.
Estamos en la plaza de Zocodover de
Toledo, el corazón de la ciudad, que durante unos días se convertirá en ágora y
corazón de los libros gracias a esta nueva edición de la Feria del Libro de Toledo.
Los libros tienen que estar en los
hogares, en los centros educativos y socioculturales, en la calle, en las
bibliotecas…Gracias a libreros, editores e instituciones, los libros han salido
de sus estanterías y han volado a esta plaza para visibilizar que necesitamos
libros en nuestras vidas. Agradezco la deferencia que han tenido conmigo de
encargarme que pronuncie este pregón inaugural de la feria, apenas a cien
metros del edificio de la
Biblioteca de Castilla-La Mancha, que quiere ser corazón de
la vida cultural y ciudadana y que atesora libros, audiovisuales y palabras y
constituye un verdadero templo del saber, del encuentro, de la convivencia, de
la solidaridad, de la esperanza. Las bibliotecas son la puerta democrática de
acceso a la información y a la cultura y nuestra biblioteca desea ser la casa
de todos los ciudadanos. Esta biblioteca, junto a las bibliotecas públicas
municipales, son la garantía del servicio bibliotecario a los toledanos, que
tienen derecho a leer y a disfrutar con los servicios que ofrecen las
bibliotecas.
Esta Undécima edición de la Feria recuerda al gran poeta
Federico García Lorca, que se desvivió para que en su pueblo natal, Fuente
Vaqueros, se crease una biblioteca pública y pronunció uno de los discursos más
reproducidos y que se conoce con el título de Medio pan y un libro.
Los poetas mueven a los pueblos y por eso está bien que se recuerde a uno de
los grandes escritores de nuestro país. Es verdad que este año, por distintas
circunstancias, recordamos también a Cervantes, Cela y Buero Vallejo.
Lorca decía en su alocución:
“No sólo de pan vive el hombre. Yo, si
tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que
pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí…a los que solamente hablan
de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones
culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los
hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del
espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del
Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.”
Estas palabras, escritas en 1931, siguen
tremendamente vigentes. ¡Cuántas veces recriminamos a nuestros políticos que en
los discursos de investidura, en los presupuestos, en sus programas
electorales, no tengan presente la cultura! Por desgracia la cultura no suele
ser una prioridad de los gobernantes. Pero para ser justo, esta alcaldesa
prioriza estar en este acto de amor al Libro y ha reiterado su presencia en la Biblioteca Regional
en numerosas ocasiones; es decir, que también hay gobernantes que piensan en
clave de cultura. Ahora tendremos unas nuevas elecciones generales. Y desde
este marco incomparable tengo que pedir alto y claro a todos los partidos que
piensen en los ciudadanos y que, en el caso de la cultura, apuesten por
programas vinculados a las bibliotecas públicas, a la lectura, en potenciar los
hábitos lectores. ¡No votaré a ningún partido que no tenga entre sus
prioridades los servicios bibliotecarios!
Y seguía diciendo Federico García Lorca:
“Yo tengo mucha más lástima de un hombre
que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede
calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un
hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía
porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos
libros?
¡Libros! ¡Libros! He aquí una palabra mágica que equivale a
decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como
anhelan la lluvia para sus sementeras.”
En nuestro tiempo, hay personas, entre
ellos bastantes políticos, que piensan que con internet las bibliotecas ya no
son tan necesarias y que no se precisan bibliotecarios. Y yo proclamo que no es
cierto: ¡Necesitamos leer para ser ciudadanos críticos, para participar de
forma activa en nuestra sociedad, para colaborar en construir el bien común,
para intentar que la sociedad civil no se resigne a ejercer sólo sus
responsabilidades depositando el voto cada cuatro años! Necesitamos libros,
información, ideas, debate, proyectos, y para ello las librerías y las
bibliotecas son los buques insignias para conseguir una sociedad más lectora y
más autocrítica. Tenemos que impregnar a niños y jóvenes una verdadera pasión
por la lectura: contra la obligación de leer, establezcamos programas para que
descubran leer por placer, el deleite de la lectura. Una sociedad más lectora
será una sociedad más justa, más esperanzada, menos manipulable, más
participativa y tolerante…
Uno de los autores recordados durante
este año, Antonio Buero Vallejo, reivindicó en 1992 la importancia de las
bibliotecas públicas:
“Los pueblos que aspiren
a culturizarse han de consolidar… su red de Bibliotecas Públicas, donde, si
tampoco es posible encontrarlo todo, sí se halla mucho más de lo que un pobre
hogar podría reunir. Niños y niñas pueden enriquecer en ellas su sensibilidad
con los más fascinadores cuentos infantiles. Muchachos y muchachas, satisfacer
su sed de aventuras, sentimientos y, fantasía, allí la persona adulta
descubrirá el incomparable gozo de la gran obra literaria; quienes estudian
dispondrán allí de textos que iluminen decisivamente su tarea.
Emprendamos, pues, la
vuelta al mundo y a nuestro propio interior mediante los libros. Somos personas
porque leemos y, lo seremos cada vez más si no pasamos día sin lectura. Y el
mundo en que vivimos lo es por los libros que lo reflejan. La ciencia, el arte,
el pensamiento, no existiría sin ellos. Las Bibliotecas nos esperan siempre;
sus estantes nos reservan no sólo auténticos placeres, sino buena parte de
nuestra verdadera madurez. ¿Quién, que lo comprenda, querría resistirse a tan
limpia llamada?”
Un año
después, otro gran escritor y humanista, José Luis Sampedro, habló en su
mensaje para el Día del Libro en CLM del valor de la Palabra y dijo:
“Leer nos enriquece la vida. Con el libro volamos a
otras épocas, y a otros paisajes; aprendemos el mundo, vivimos la pasión o la
melancolía. La palabra fomenta nuestra imaginación: leyendo inventamos lo que
no vemos, nos hacemos creadores.”
Esa es la
clave: hacernos creadores. La pasión por leer conduce a la pasión por escribir,
a la pasión por crear, por compartir, por ilusionar, por sembrar esperanzas,
por VIVIR...Este escaparate de los libros que se ha instalado en Zocodover es
una oportunidad para que cualquier ciudadano descubra el valor del libro, se
encuentre con un libro amigo que le está esperando, que desea vivir en el
corazón y la cabeza de cualquier persona. Los libros necesitan lectores para
sentirse vivos y quienes escribimos necesitamos librerías y bibliotecas para
que nuestras palabras e ideas, nuestra imaginación, puedan llegar a los
ciudadanos. Librerías y bibliotecas trabajamos por una misma causa, no
competimos pues sabemos que ambos espacios culturales son necesarios. En las
bibliotecas públicas se democratiza el acceso al saber, a la cultura, a la
información; sin ninguna barrera cualquier persona, aunque carezca de recursos,
puede utilizar sus servicios y hacer de la biblioteca su segundo hogar. Las
librerías también están a nuestro alcance, cerca de nuestras vidas, y en ellas
podemos adquirir ese libro que nos dejó profunda huella y deseamos tener en
nuestra casa; o regalar ese libro singular que hemos pensado para el amigo, la
familia, nuestros hijos…
Editores,
libreros y bibliotecarios viajamos de la mano. Pero no vamos solos: a nuestro
lado la gente; o mejor: nosotros al lado de la gente, de los ciudadanos de
todas las edades. Y los bibliotecarios clamamos a favor de los derechos de los
ciudadanos de disfrutar de servicios bibliotecarios de calidad, dotados de
presupuestos, con horarios amplios, realizando un programa permanente de
actividades culturales en coalición con la sociedad. Hace doce años fui
invitado a un foro denominado Bibliotecas y Sociedad y pronuncié una
conferencia que tuvo el siguiente título: “La biblioteca pública, derecho de
los ciudadanos”, y como introducción proclamé este poema, que hoy reitero,
porque aunque han pasado tantos años las circunstancias no han variado
demasiado:
Tengo la voz ronca de clamar.
Son ya muchos años de gritar,
como un profeta en el desierto.
Palabras, palabras, palabras lanzadas al viento
defendiendo un derecho que se niega
como el pan y el agua se niega en tantos países de la tierra.
Y sigo caminando.
A veces soy un peregrino de esperanza,
pero tantas veces siento el deseo de quedarme quieto…
y callado,… en silencio….
Es cierto
que ya somos un verdadero ejército
que lucha a favor del libro,
que sueña con que algún día
todos puedan acceder a bibliotecas repletas de palabras y pensamientos,
todos puedan disfrutar
de información en libertad. y en convivencia.
Y, sin embargo, renacen gigantes que muestran sus dientes afilados,
que pretenden segar la cosecha de un trigo
que aún no tiene el tiempo necesario.
Si, en verdad somos un ejército inmenso,
bibliotecarios para un servicio público esencial,
cada uno en su barrio, en su ciudad, en su pueblo,
ofreciendo exquisitos manjares a quienes los demandan,
a quienes los aceptan, a tantos que aman las palabras.
Somos un ejército de paz y de palabras,
pero demasiadas veces yo siento
que soy un corredor de fondo y voy solo corriendo,
sin nadie a mi lado,
y la meta se me antoja lejana,
infinitamente lejos,
y entonces me siento sin fuerzas,
y cesaría en mi empeño
si no fuera por Dios y por el Viento.
Información y lectura son derecho de todos,
derecho de los que viven en las grandes ciudades
derecho de los que viven en las áreas rurales,
en municipios medianos o en pequeñas aldeas,
derecho de los niños y también de los jóvenes,
derecho de los ancianos y de todos los adultos,
de hombres y mujeres y de pobres y ricos,
de inmigrantes que llegaron de tierras lejanas
y de quienes crecieron a la sombra de los árboles de su ciudad.
Y, sin embargo, se sigue negando este derecho
como se niegan el pan y el agua en tantos lugares de la tierra.
¿Cuándo bibliotecas para todos?
¿Cuándo políticos que asuman este derecho con valentía y firmeza?
A caminar, a caminar,
a seguir proclamando las palabras,
aunque el cansancio amenace por los cuatro costados
y te sientas señalado por el dedo como un soñador enloquecido.
Voy
terminando. Empecé citando a García Lorca y voy a finalizar con otro de mis
poetas preferidos: Gabriel Celaya. Uno de sus poemas más famosos, especialmente
en los años setenta, gracias a la versión que hizo el cantautor Paco Ibáñez, se
titula “La poesía es un arma cargada de futuro”. Una de sus estrofas
dice:
“Maldigo
la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden
y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido
hasta mancharse....”
En
este sentido, pienso que los bibliotecarios tenemos también un enorme
compromiso con la sociedad. No podemos desentendernos del problema de
desigualdad que existe en nuestro país en cuanto al acceso a servicios
bibliotecarios, no podemos lavarnos las manos y desentendernos: la fortaleza
más importante en una biblioteca son los ciudadanos que, junto a los
bibliotecarios, conforman el doble corazón de una biblioteca. Y por ello
quienes, pagados con los impuestos de los ciudadanos, trabajamos en una
biblioteca pública debemos ser profetas a favor de las bibliotecas, a favor de
este derecho de todos las personas, vivan donde vivan: en una gran ciudad, en
un barrio populoso, en una aldea, en un suburbio... , en cualquier región, en
cualquier ciudad.
Federico García Lorca luchó para que en su Fuente Vaqueros natal hubiese
una biblioteca. Y sufría cuando descubría que mucha gente no podía acceder a
los libros. Gabriel Celaya reivindica la poesía como algo necesario en la vida
de las personas, en el discurrir cotidiano de la gente. Y dice en el mismo
poema:
“Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.”
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.”
Me van a permitir una
licencia. Voy a transformar este alegato en un grito a favor de las bibliotecas
públicas:
“Bibliotecas para todos,
bibliotecas necesarias
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
exijamos bibliotecas,
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
exijamos bibliotecas,
defendamos el derecho a las palabras.”
Disfruten de esta Feria del Libro de Toledo, de sus actividades, de las
presentaciones de libros, de los encuentros y firmas con autores. Adquieran
libros. Apoyemos a libreros y editores, animándoles a seguir su hermosa tarea
profesional. Acudan a cualquiera de las bibliotecas de nuestra hermosa ciudad.
Y, lean, ¡vivid leyendo!, ¡vivir disfrutando de los libros!, sin duda uno de
los paraísos de nuestra vida.
Muchas gracias.
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