miércoles, 1 de julio de 2015

Entrevista en Mi Biblioteca. Juan Sánchez: “Una biblioteca viva tiene que trabajar en claves de esperanza y de solidaridad, en complicidad con los usuarios”.



       Juan, ¿cómo fueron sus inicios en el mundo de las bibliotecas?

Mis primeros recuerdos son como usuario de la Biblioteca Pública Provincial de Toledo, que conocíamos como Casa de la Cultura. Residía en un pueblo cercano, Nambroca, y estudiaba bachillerato en el Instituto. Pasaba muchas horas en la sala de lectura, que conservaba las bellas estanterías del XVIII que ordenó fabricar el cardenal Lorenzana. Allí me hice lector. Luego, en 1973 comenzó mi relación profesional con las bibliotecas. Tras un breve tiempo como colaborador voluntario, en el que me inicié en tareas de catalogación, se puso en marcha el servicio de bibliobuses y tuve la oportunidad de cabalgar a lomos de uno de esos vehículos por cerca de cien pueblos de la provincia de Toledo. Fue hasta octubre de 1976. Seguí después siendo usuario de aquella mágica biblioteca, durante mis estudios de Geografía e Historia, y ante los problemas de ese centro impulsé el Comité Permanente de apoyo a la Biblioteca Pública de Toledo, un movimiento ciudadano que acogió a intelectuales, sindicalistas, profesores, estudiantes, profesionales…Nunca había existido un movimiento de esas características en defensa de una biblioteca y marcó varios años de la transición democrática. Y a mí me convirtió en un luchador por las bibliotecas… En 1984 pasé a desempeñar la dirección del Gabinete del consejero de Educación y Cultura, José María Barreda, a quien conocí en los congresos de Historia de España que fundó Tuñón de Lara en Pau (Francia). Estuve en tres puestos de responsabilidad política hasta 1990, en que presenté mi dimisión. Fue una experiencia muy interesante, que me ofreció un conocimiento de la Administración y me dio la oportunidad de poner en marcha proyectos regionales en el ámbito de la cultura, la información, las bibliotecas y los archivos…Y en marzo de 1991 comencé a desempeñar la jefatura del Servicio Regional del Libro, Archivos y Bibliotecas: ninguna de las bibliotecarias o archiveras a las que ofrecieron el puesto aceptó ese reto de poner en marcha el Servicio; yo también lo rechacé reiteradamente, hasta que finalmente estuve dispuesto a lidiar con un “toro” difícil, que conocía bien, y que sabía iba a precisar mucha dedicación y esfuerzo. Y ahí estuve hasta enero de 2006. Me emociona el cariño con el que mis compañeros me trataron. Cuando me despedí asumí el pleno compromiso de seguir luchando por ese servicio público esencial al que dediqué desde el Servicio quince años.

      ¿Qué significa para usted dirigir el centro bibliotecario más importante de la Región?

Una gran responsabilidad y todo un lujo. La Biblioteca de Castilla-La Mancha es un proyecto por el que clamé como ciudadano cuando la Región estaba creándose. Luego, desde los sucesivos puestos que desempeñé, luché para dar una respuesta a los problemas de la biblioteca de Toledo y a la creación de una biblioteca regional. Tuve la oportunidad de hacer el proyecto técnico bibliotecario de la Biblioteca en el Alcázar y propuse a sus dos primeros directores, Carmen Sañudo y Joaquín Selgas. Yo había  tenido tres ofrecimientos para dirigir el centro y siempre rehusé porque me parecía prioritario el trabajo que estábamos haciendo para desarrollar la Red de Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha. En 2012 tuve un cuarto ofrecimiento del puesto y, tras unos meses de reflexión, acepté y en diciembre de ese año asumí esta alta responsabilidad, una verdadera misión para una persona, como bibliotecario, como historiador, como persona e incluso como creyente.

                ¿Qué es lo que más valora de su trabajo en la biblioteca?

La cercanía a los ciudadanos, individualmente o a través de colectivos y entidades socioculturales y educativas. También el poder contar con un gran equipo, al que siempre defino como el verdadero corazón de la biblioteca. Y que estoy teniendo la posibilidad de luchar en un ámbito por el que siempre estuve interesado: la presencia pública de la biblioteca en la sociedad. Yo había tenido una amplia experiencia como usuario de biblioteca y trabajé en unas bibliotecas muy especiales: el servicio de bibliobuses; luego desde puestos técnico-políticos tuve la oportunidad de articular políticas bibliotecarias que creo que han sido muy fructíferas para la Región y que, junto a otros compañeros del Servicio y a muchos profesionales, sirvió para que en Castilla-La Mancha hubiera una política bibliotecaria progresista e innovadora, luchando para que la biblioteca pública sea reconocido como un derecho de todos los ciudadanos y de todos los municipios españoles. Y es verdad que colaboré estrechamente en el proyecto y puesta en marcha de esta Biblioteca, pero es distinto. Podría decir que antes veía los toros desde la barrera pero ahora estoy en el ruedo, con todo su atractivo y todos sus peligros. Acepté dirigir esta biblioteca en el peor momento, con grandes recortes, sin apenas presupuesto para adquisiciones o para actividades; pero creo que los profesionales también tenemos que aceptar retos difíciles, y desde luego no me arrepiento. Es ilusionante trabajar en este centro, en el que late la obra de mecenas del libro como el cardenal Lorenzana o el amor a las bibliotecas de Julia Méndez Aparicio, que me transmitió muchas de sus ideas. Aunque no hay nada perfecto, la clave de esta biblioteca es que estamos trabajando en coalición con la sociedad.

 ¿Qué proyectos se están llevando a cabo en la Biblioteca y hacia dónde va?

La Biblioteca de Castilla-La Mancha integra dos centros: la biblioteca pública del Estado en Toledo y la Biblioteca Regional, aunque en su momento creo que tuvimos el acierto de que funcionaran como un único centro. Nos interesaba que el usuario no tuviese que dirigirse a dos centros distintos, a veces en el mismo edificio; y que hubiese un único catálogo, una única plantilla, una única dirección. Y que un ciudadano, de cualquier edad, tuviera la posibilidad de convivir con investigadores, intelectuales, educadores, profesionales…. Luchamos también por el sueño utópico de que no se fraccionasen las colecciones y servicios, y se logró tras una férrea lucha. El objetivo de rentabilizar los recursos también presidió aquel proyecto que iniciamos en 1984 y que no culminó hasta octubre de 1998, cuando se inauguró la Biblioteca.
Digo esto porque los proyectos son distintos cuando tenemos presente la vertiente de biblioteca pública que cuando hablamos del ámbito regional. En cuanto a la pública, hemos dividido la antigua sala infantil-juvenil, creando el Enclave Joven y considerando a la población juvenil como uno de los sectores prioritarios de la población. Aunque la biblioteca está llena, frecuentemente de jóvenes, no nos cansaremos de intentar captar nuevos usuarios en ese sector que muchas veces da la espalda al libro, la lectura y las bibliotecas; por ello hicimos el pasado año el proyecto Jóvenes Lectores Europeos, con la Asociación de Amigos de la Biblioteca. Y en la infantil hemos reorganizado también el espacio, convirtiéndolo en más vivo, acogiendo clubes infantiles de lectura, sesiones de cuentacuentos, talleres…Uno de los pilares de la lectura es la familia y estamos desde esta sala, además de a los centros docentes, trabajando para que las familias vean a la biblioteca como su segundo hogar.
Otra clave es la solidaridad: llevamos poco más de un año en el proyecto Biblioteca Solidaria, que inició la Biblioteca Pública del Estado en Cuenca, para los sectores más vulnerables de la sociedad, los excluidos…Trabajamos con muchas ONGs y con otras entidades y administraciones públicas en ese sector.
Pero, con ser todos los servicios importantes, la actividad cultural nos permite una presencia pública constante y un contacto con numerosas entidades, medios de comunicación, creadores, investigadores… En 2014 realizamos cerca de 1.300 actividades, la mayoría de ellas con coste cero. Incluso en verano tomamos la opción de mantener un programa para que la Biblioteca sea un destino turístico atractivo. Tenemos en un nuestro plan estratégico el objetivo de materializar programas mediante mecenazgo privado y se está consiguiendo: en los dos años que llevo hemos multiplicado por cuatro los recursos destinados a programas culturales y educativos a través de convenios y protocolos con entidades privadas, con otras administraciones, con fundaciones…
            En cuanto a la vertiente regional, además de dirigir el Catálogo Colectivo de la Red de Bibliotecas Públicas de CLM, desarrollamos también BIDICAM (Biblioteca Digital de CLM) y numerosos proyectos que ahora estamos intensificando. También queremos abrirnos a otras experiencias, a otras tierras; por ello, junto al Servicio Regional de Bibliotecas, hemos puesto en marcha un Foro de debate para la Red.

   ¿Cómo afrontan la crisis económica para que la biblioteca que dirige funcione a toda máquina?

He dicho ya que mediante mecenazgo, pensando en programas culturales. Pero este centro tiene unas grandes fortalezas: una plantilla amplia, profesionalizada, que es una garantía para el funcionamiento de la Biblioteca. Y unas grandes colecciones bibliotecarias. Claro, los descensos en los presupuestos para adquisiciones han sido de vértigo, lo que nos obliga a poner en valor continuamente la colección y, mediante centros de interés temáticos, intentar que fondos adquiridos hace años se conviertan en novedades para los usuarios. En cualquier caso, mayor preocupación me produce la crisis y los recortes en las bibliotecas públicas municipales; espero que los nuevos tiempos que corren en la vida política regional sirvan para corregir la marginación y el olvido que las bibliotecas han padecido en la pasada legislatura.

    ¿Qué es para usted una biblioteca viva?

Una biblioteca “tomada” por los ciudadanos, un centro de convivencia que acoge a personas de todas las edades, razas, ideologías, religiones… Es la esencia de la biblioteca pública, puerta democrática para el acceso a la información, la cultura, la educación permanente… Una biblioteca viva tiene que trabajar en claves de esperanza y de solidaridad, en complicidad con los usuarios, hacer propuestas para la ciudad y para la comunidad a la que sirve y, junto a todos los servicios que tradicionalmente ofrece, constituir un centro neurálgico de actividad y creación cultural, con una presencia pública en la sociedad y en los medios de comunicación.

   ¿Qué podría decirnos sobre las bibliotecas públicas y los bibliotecarios de Castilla-La Mancha?

Es una Red muy potente y especial, pues se ha realizado con un modelo distinto a la legislación municipal básica. Queríamos democratizar el acceso a los servicios de biblioteca pública y, con todos los problemas que implica por falta de financiación suficiente, se ha conseguido que estén en funcionamiento cerca de quinientas bibliotecas públicas. A pesar de los recortes de estos últimos años y la paralización de la mayoría de los programas de colaboración para las bibliotecas municipales, los indicadores son muy expresivos. En una región con 2,1 millones de habitantes se producen más de 6,5 millones de visitas; un tercio de la población es socio de la Red de Bibliotecas Públicas y contamos con una colección que significa algo más de 3 documentos por habitante. En 2013, 450 bibliotecas realizaron actividades culturales, con más de un millón de participantes. El presupuesto conjunto para la Red fue en 2013 de más de 26 millones de euros, con un gasto por habitante cercano a los 13 euros, muy por encima de la media nacional, a pesar de los recortes producidos por la crisis. En fin, creo que los datos son mejorables pero desde luego durante años hemos estado en vanguardia y el esfuerzo conjunto que se ha realizado hace que la Red sea una fortaleza, especialmente por los profesionales que convierten estas bibliotecas en dinámicas y núcleos esenciales de cada comunidad local. Ahora, los nuevos tiempos espero y deseo que sean buenos para las bibliotecas públicas.

Aparte de dirigir esa biblioteca, también escribe libros y se dedica plenamente a la familia, ¿de dónde saca tiempo?


Soy historiador. Mis primeros libros e investigaciones fueron pues de contenido histórico. Pero mi dedicación a la administración pública me llevó a tener responsabilidades en las políticas bibliotecarias. He escrito centenares de artículos, muchos de ellos en defensa de las bibliotecas públicas, que he recogido en libros como Combates por la biblioteca pública en España (2006) y En defensa de la biblioteca pública (2012). También en una novela juvenil, creo que apta para todos los públicos, Rebelión por la Biblioteca (2013) intento concienciar a la sociedad de los valores de la biblioteca como institución y servicio público. Pero esencialmente siempre he intentado ser una persona comprometida con mi tiempo, realizando propuestas socioculturales, y acordes con mis ideas. Las bibliotecas, Castilla-La Mancha y la familia son las tres pasiones de mi vida, pero sustentadas desde la fe. Mi primer poemario, Hombre en camino  (2013) ha intentado mostrar mi itinerario personal como un seguidor de Cristo. Otros libros, como Soy un hombre libre (1995) e Hijo de Dios y de la Iglesia (2015, en prensa) recogen mis artículos de contenidos socioculturales, políticos, religiosos. No me he limitado a ser un espectador de la realidad, sino a luchar con esperanza para mejorar la sociedad que me ha tocado vivir. Mi tiempo, como el de todas las personas, es un regalo de Dios; intento aprovecharlo y participar plenamente en la vida pública, unas veces desde puestos de responsabilidad técnica o política y otras simplemente como un ciudadano que aspira a contribuir a un mundo mejor. 



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