Juan, ¿cómo fueron sus inicios en
el mundo de las bibliotecas?
Mis primeros recuerdos son como usuario de la
Biblioteca Pública Provincial de Toledo, que conocíamos como Casa de la Cultura. Residía en un pueblo
cercano, Nambroca, y estudiaba bachillerato en el Instituto. Pasaba muchas
horas en la sala de lectura, que conservaba las bellas estanterías del XVIII
que ordenó fabricar el cardenal Lorenzana. Allí me hice lector. Luego, en 1973
comenzó mi relación profesional con las bibliotecas. Tras un breve tiempo como
colaborador voluntario, en el que me inicié en tareas de catalogación, se puso
en marcha el servicio de bibliobuses y tuve la oportunidad de cabalgar a lomos
de uno de esos vehículos por cerca de cien pueblos de la provincia de Toledo.
Fue hasta octubre de 1976. Seguí después siendo usuario de aquella mágica
biblioteca, durante mis estudios de Geografía e Historia, y ante los problemas
de ese centro impulsé el Comité
Permanente de apoyo a la Biblioteca Pública de Toledo, un movimiento
ciudadano que acogió a intelectuales, sindicalistas, profesores, estudiantes,
profesionales…Nunca había existido un movimiento de esas características en
defensa de una biblioteca y marcó varios años de la transición democrática. Y a
mí me convirtió en un luchador por las bibliotecas… En 1984 pasé a desempeñar
la dirección del Gabinete del consejero de Educación y Cultura, José María
Barreda, a quien conocí en los congresos de Historia de España que fundó Tuñón
de Lara en Pau (Francia). Estuve en tres puestos de responsabilidad política hasta
1990, en que presenté mi dimisión. Fue una experiencia muy interesante, que me
ofreció un conocimiento de la Administración y me dio la oportunidad de poner
en marcha proyectos regionales en el ámbito de la cultura, la información, las
bibliotecas y los archivos…Y en marzo de 1991 comencé a desempeñar la jefatura
del Servicio Regional del Libro, Archivos y Bibliotecas: ninguna de las
bibliotecarias o archiveras a las que ofrecieron el puesto aceptó ese reto de
poner en marcha el Servicio; yo también lo rechacé reiteradamente, hasta que
finalmente estuve dispuesto a lidiar con un “toro” difícil, que conocía bien, y
que sabía iba a precisar mucha dedicación y esfuerzo. Y ahí estuve hasta enero
de 2006. Me emociona el cariño con el que mis compañeros me trataron. Cuando me
despedí asumí el pleno compromiso de seguir luchando por ese servicio público
esencial al que dediqué desde el Servicio quince años.
¿Qué significa para usted dirigir
el centro bibliotecario más importante de la Región?
Una gran responsabilidad y todo un lujo. La
Biblioteca de Castilla-La Mancha es un proyecto por el que clamé como ciudadano
cuando la Región estaba creándose. Luego, desde los sucesivos puestos que
desempeñé, luché para dar una respuesta a los problemas de la biblioteca de
Toledo y a la creación de una biblioteca regional. Tuve la oportunidad de hacer
el proyecto técnico bibliotecario de la Biblioteca en el Alcázar y propuse a
sus dos primeros directores, Carmen Sañudo y Joaquín Selgas. Yo había tenido tres ofrecimientos para dirigir el
centro y siempre rehusé porque me parecía prioritario el trabajo que estábamos
haciendo para desarrollar la Red de Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha.
En 2012 tuve un cuarto ofrecimiento del puesto y, tras unos meses de reflexión,
acepté y en diciembre de ese año asumí esta alta responsabilidad, una verdadera
misión para una persona, como bibliotecario, como historiador, como persona e
incluso como creyente.
¿Qué es lo que más valora de su
trabajo en la biblioteca?
La cercanía a los ciudadanos, individualmente o a
través de colectivos y entidades socioculturales y educativas. También el poder
contar con un gran equipo, al que siempre defino como el verdadero corazón de
la biblioteca. Y que estoy teniendo la posibilidad de luchar en un ámbito por
el que siempre estuve interesado: la presencia pública de la biblioteca en la
sociedad. Yo había tenido una amplia experiencia como usuario de biblioteca y
trabajé en unas bibliotecas muy especiales: el servicio de bibliobuses; luego
desde puestos técnico-políticos tuve la oportunidad de articular políticas
bibliotecarias que creo que han sido muy fructíferas para la Región y que,
junto a otros compañeros del Servicio y a muchos profesionales, sirvió para que
en Castilla-La Mancha hubiera una política bibliotecaria progresista e
innovadora, luchando para que la biblioteca pública sea reconocido como un
derecho de todos los ciudadanos y de todos los municipios españoles. Y es
verdad que colaboré estrechamente en el proyecto y puesta en marcha de esta
Biblioteca, pero es distinto. Podría decir que antes veía los toros desde la
barrera pero ahora estoy en el ruedo, con todo su atractivo y todos sus peligros.
Acepté dirigir esta biblioteca en el peor momento, con grandes recortes, sin
apenas presupuesto para adquisiciones o para actividades; pero creo que los
profesionales también tenemos que aceptar retos difíciles, y desde luego no me
arrepiento. Es ilusionante trabajar en este centro, en el que late la obra de
mecenas del libro como el cardenal Lorenzana o el amor a las bibliotecas de
Julia Méndez Aparicio, que me transmitió muchas de sus ideas. Aunque no hay
nada perfecto, la clave de esta biblioteca es que estamos trabajando en
coalición con la sociedad.
La Biblioteca de Castilla-La Mancha integra dos
centros: la biblioteca pública del Estado en Toledo y la Biblioteca Regional,
aunque en su momento creo que tuvimos el acierto de que funcionaran como un
único centro. Nos interesaba que el usuario no tuviese que dirigirse a dos
centros distintos, a veces en el mismo edificio; y que hubiese un único
catálogo, una única plantilla, una única dirección. Y que un ciudadano, de
cualquier edad, tuviera la posibilidad de convivir con investigadores,
intelectuales, educadores, profesionales…. Luchamos también por el sueño
utópico de que no se fraccionasen las colecciones y servicios, y se logró tras
una férrea lucha. El objetivo de rentabilizar los recursos también presidió
aquel proyecto que iniciamos en 1984 y que no culminó hasta octubre de 1998,
cuando se inauguró la Biblioteca.
Digo esto porque los proyectos son distintos cuando
tenemos presente la vertiente de biblioteca pública que cuando hablamos del
ámbito regional. En cuanto a la pública, hemos dividido la antigua sala
infantil-juvenil, creando el Enclave
Joven y considerando a la población juvenil como uno de los sectores
prioritarios de la población. Aunque la biblioteca está llena, frecuentemente
de jóvenes, no nos cansaremos de intentar captar nuevos usuarios en ese sector
que muchas veces da la espalda al libro, la lectura y las bibliotecas; por ello
hicimos el pasado año el proyecto Jóvenes
Lectores Europeos, con la Asociación de Amigos de la Biblioteca. Y en la
infantil hemos reorganizado también el espacio, convirtiéndolo en más vivo,
acogiendo clubes infantiles de lectura, sesiones de cuentacuentos, talleres…Uno
de los pilares de la lectura es la familia y estamos desde esta sala, además de
a los centros docentes, trabajando para que las familias vean a la biblioteca
como su segundo hogar.
Otra clave es la
solidaridad: llevamos poco más de un año en el proyecto Biblioteca Solidaria, que inició la Biblioteca Pública del Estado
en Cuenca, para los sectores más vulnerables de la sociedad, los
excluidos…Trabajamos con muchas ONGs y con otras entidades y administraciones
públicas en ese sector.
Pero, con ser todos los
servicios importantes, la actividad cultural nos permite una presencia pública
constante y un contacto con numerosas entidades, medios de comunicación, creadores,
investigadores… En 2014 realizamos cerca de 1.300 actividades, la mayoría de
ellas con coste cero. Incluso en verano tomamos la opción de mantener un
programa para que la Biblioteca sea un destino
turístico atractivo. Tenemos en un nuestro plan estratégico el objetivo de
materializar programas mediante mecenazgo privado y se está consiguiendo: en
los dos años que llevo hemos multiplicado por cuatro los recursos destinados a
programas culturales y educativos a través de convenios y protocolos con
entidades privadas, con otras administraciones, con fundaciones…
En
cuanto a la vertiente regional, además de dirigir el Catálogo Colectivo de la
Red de Bibliotecas Públicas de CLM, desarrollamos también BIDICAM (Biblioteca Digital de CLM) y numerosos proyectos que ahora estamos intensificando. También
queremos abrirnos a otras experiencias, a otras tierras; por ello, junto al
Servicio Regional de Bibliotecas, hemos puesto en marcha un Foro de debate para
la Red.
¿Cómo afrontan la crisis económica
para que la biblioteca que dirige funcione a
toda máquina?
He dicho ya que mediante mecenazgo, pensando en
programas culturales. Pero este centro tiene unas grandes fortalezas: una
plantilla amplia, profesionalizada, que es una garantía para el funcionamiento
de la Biblioteca. Y unas grandes colecciones bibliotecarias. Claro, los
descensos en los presupuestos para adquisiciones han sido de vértigo, lo que
nos obliga a poner en valor continuamente la colección y, mediante centros de
interés temáticos, intentar que fondos adquiridos hace años se conviertan en novedades
para los usuarios. En cualquier caso, mayor preocupación me produce la crisis y
los recortes en las bibliotecas públicas municipales; espero que los nuevos
tiempos que corren en la vida política regional sirvan para corregir la
marginación y el olvido que las bibliotecas han padecido en la pasada
legislatura.
¿Qué es para usted una biblioteca
viva?
Una biblioteca “tomada” por los ciudadanos, un
centro de convivencia que acoge a personas de todas las edades, razas,
ideologías, religiones… Es la esencia de la biblioteca pública, puerta
democrática para el acceso a la información, la cultura, la educación
permanente… Una biblioteca viva tiene que trabajar en claves de esperanza y de
solidaridad, en complicidad con los usuarios, hacer propuestas para la ciudad y
para la comunidad a la que sirve y, junto a todos los servicios que
tradicionalmente ofrece, constituir un centro neurálgico de actividad y
creación cultural, con una presencia pública en la sociedad y en los medios de
comunicación.
¿Qué podría decirnos sobre las
bibliotecas públicas y los bibliotecarios de Castilla-La Mancha?
Es una Red muy potente y especial, pues se ha
realizado con un modelo distinto a la legislación municipal básica. Queríamos
democratizar el acceso a los servicios de biblioteca pública y, con todos los
problemas que implica por falta de financiación suficiente, se ha conseguido
que estén en funcionamiento cerca de quinientas bibliotecas públicas. A pesar
de los recortes de estos últimos años y la paralización de la mayoría de los
programas de colaboración para las bibliotecas municipales, los indicadores son
muy expresivos. En una región con 2,1 millones de habitantes se producen más de
6,5 millones de visitas; un tercio de la población es socio de la Red de
Bibliotecas Públicas y contamos con una colección que significa algo más de 3
documentos por habitante. En 2013, 450 bibliotecas realizaron actividades
culturales, con más de un millón de participantes. El presupuesto conjunto para
la Red fue en 2013 de más de 26 millones de euros, con un gasto por habitante
cercano a los 13 euros, muy por encima de la media nacional, a pesar de los
recortes producidos por la crisis. En fin, creo que los datos son mejorables
pero desde luego durante años hemos estado en vanguardia y el esfuerzo conjunto
que se ha realizado hace que la Red sea una fortaleza, especialmente por los
profesionales que convierten estas bibliotecas en dinámicas y núcleos
esenciales de cada comunidad local. Ahora, los nuevos tiempos espero y deseo
que sean buenos para las bibliotecas públicas.
Aparte de dirigir esa biblioteca,
también escribe libros y se dedica plenamente a la familia, ¿de dónde saca
tiempo?
Soy historiador. Mis primeros libros e
investigaciones fueron pues de contenido histórico. Pero mi dedicación a la
administración pública me llevó a tener responsabilidades en las políticas
bibliotecarias. He escrito centenares de artículos, muchos de ellos en defensa
de las bibliotecas públicas, que he recogido en libros como Combates por la biblioteca pública en España
(2006) y En defensa de la biblioteca
pública (2012). También en una novela juvenil, creo que apta para todos los
públicos, Rebelión por la Biblioteca (2013)
intento concienciar a la sociedad de los valores de la biblioteca como
institución y servicio público. Pero esencialmente siempre he intentado ser una
persona comprometida con mi tiempo, realizando propuestas socioculturales, y acordes
con mis ideas. Las bibliotecas, Castilla-La Mancha y la familia son las tres
pasiones de mi vida, pero sustentadas desde la fe. Mi primer poemario, Hombre en camino (2013) ha intentado mostrar mi itinerario
personal como un seguidor de Cristo. Otros libros, como Soy un hombre libre (1995) e Hijo
de Dios y de la Iglesia (2015, en prensa) recogen mis artículos de
contenidos socioculturales, políticos, religiosos. No me he limitado a ser un
espectador de la realidad, sino a luchar con esperanza para mejorar la sociedad
que me ha tocado vivir. Mi tiempo, como el de todas las personas, es un regalo
de Dios; intento aprovecharlo y participar plenamente en la vida pública, unas
veces desde puestos de responsabilidad técnica o política y otras simplemente
como un ciudadano que aspira a contribuir a un mundo mejor.
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