Bienio de la lectura y de las bibliotecas públicas
(2015-2016)
Finaliza la Legislatura en la
mayoría de comunidades autónomas y en los ayuntamientos españoles. Y en unos
meses se convocarán las elecciones generales. Estos años de crisis y recortes
han afectado mucho a las bibliotecas públicas; podría enumerar los pasos atrás
que se han dado en nuestro país en la mayoría de las regiones pero no es tiempo
de reproches sino de futuro. En distintas intervenciones he utilizado recursos
literarios para reivindicar una política de Estado en materia de bibliotecas
públicas para nuestro país. También lo he hecho a través de numerosos artículos
periodísticos. En mis libros Combates por la biblioteca pública en España
(Ciudad Real: Almud ediciones, 2006) y En defensa de la biblioteca
pública (Ciudad Real: Almud ediciones, 2012) se recogen la mayoría de esos textos.
Este
año, 2015, celebramos el IV Centenario de la publicación de la segunda parte
del Quijote; y el próximo, 2016, se
cumplirán también 400 años del fallecimiento de su autor, Miguel de Cervantes.
Sin duda serán dos años de numerosas referencias a la obra cumbre de la
literatura española y al considerado “máxima figura de la literatura española”.
De momento, grandes conciertos y exposiciones, publicaciones, encuentros
literarios y científicos… van sucediéndose con motivo del primero de los
centenarios. En suma, se están desarrollando una serie de eventos culturales
para recordar la publicación de la segunda parte de la obra inmortal y tal vez
animar a su lectura.
Algo
similar ocurrió en 2005, con motivo del IV Centenario de la edición de la
primera parte del Quijote. Entonces propuse que, coincidiendo con esa
celebración, el Gobierno Regional declarase 2005 “Año de las Bibliotecas”, y
que anunciase una serie de medidas para consolidar y desarrollar la Red de
Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha. Fue predicar en el desierto. Y me parecía tan
importante que, mediante un recurso literario, tuve que imaginarme que el
Gobierno de España, que celebró su primera sesión de Consejo de Ministros el 23
de abril de 2004, tras el triunfo electoral del PSOE, tomaba una serie de
medidas sobre, el libro, la lectura y las bibliotecas. Fue un modo de soñar y
de clamar a favor de las bibliotecas públicas.
También
ahora he llegado a pensar que algún gobierno tomaría medidas para proclamar su
fe en el libro, en la información y en las bibliotecas. Pero tampoco en esta
ocasión se quiso aprovechar la celebración del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor para hacer un guiño a
las bibliotecas y a sus profesionales y
usuarios. Las bibliotecas, dando como siempre muestras de su creatividad,
imaginación y complicidad con la sociedad, han desarrollado centenares de
actividades culturales y de animación. Pero no ha habido medidas estructurales
sobre el sector.
Estoy
convencido de que los continuos llamamientos que estamos realizando a los
candidatos para las próximas elecciones municipales y autonómicas no caerán
esta vez en saco roto. Aunque personalmente ya he realizado públicamente muchas
de mis propuestas, hoy me permito, humildemente, lanzar la sugerencia de que
estos años de etiqueta cervantina y quijotesca sirvan de marco para la
declaración de un Bienio de la Lectura y de las Bibliotecas Públicas. No importa
que hayan transcurrido ya unos meses del primero de los acontecimientos
celebrados. Por supuesto estoy refiriéndome a que esta medida la tome el gobierno
autonómico que salga elegido en las urnas el 24 de mayo.
La
declaración podría hacerla el Gobierno de Castilla-La Mancha, tras un pleno de
las Cortes regionales en la que se inste en ese sentido. El objeto de esta
declaración: proclamar su confianza en el libro, la lectura, la información y,
especialmente, en los centros que en nuestro tiempo están llamados realmente a
democratizar el acceso de todos los ciudadanos a estos medios: las bibliotecas
públicas. Aunque vengo haciendo propuestas en ese sentido, ya ha habido un
Gobierno que ha sido consciente de la importancia de una declaración de ese
tipo: El Gobierno de Cataluña ha declarado el año 2015 como “Año de las
Bibliotecas, aunque con un motivo distinto al que yo propongo: el centenario de
la creación de la Red de Bibliotecas Populares de la Mancomunidad de Cataluña.
Cataluña tiene en sus bibliotecas públicas uno de los servicios más importantes
y al que están dedicando cuantiosos recursos las distintas Administraciones
Públicas. Han dado tanto relieve a esta celebración que en su puesta de largo
ha participado directamente el presidente de la Generalitat
Castilla-La Mancha también tiene una
amplia Red de Bibliotecas Públicas y viene haciendo grandes esfuerzos para su
desarrollo desde hace décadas. Por ello, las conmemoraciones de este Bienio
deberían enfocarse sobre todo a afianzar y consolidar esa Red de Bibliotecas
Públicas. Junto a las actividades culturales ya programadas, este Bienio debe servir
para reivindicar el idealismo del caballero manchego y anunciar una serie de medidas
que el Gobierno esté dispuesto a poner en marcha para garantizar el acceso
libre y gratuito de todos los ciudadanos de Castilla-La Mancha a la Sociedad de la Información y del
Conocimiento a través del mejor cauce que existe para todos los sectores de
la población: la biblioteca pública.
En mi artículo Bibliotecas
Públicas de Castilla-La Mancha: para seguir avanzando, de reciente
publicación, he mencionado algunas de las medidas concretas que los nuevos
gobernantes deberán llevar a la práctica, y que en su mayor parte son válidas
para el resto del país. Sigue siendo totalmente necesario
un gran pacto a nivel regional en el
ámbito de la lectura y las bibliotecas. Ese sería uno de los ejes del Bienio.
El Gobierno Regional debería
formular una declaración institucional
que abogue por un gran pacto regional de
las tres administraciones de Castilla-La Mancha a favor de trabajar planificada
y coordinadamente, aportando todas su
apoyo, que debe ser sostenido en el
tiempo. Hay que activar el Consejo de la lectura y bibliotecas,
creado por Ley hace 4 años y todavía no
constituido. También es necesario dar luz verde al Mapa de bibliotecas de Castilla-La Mancha,
que sea aceptado por el conjunto de administraciones. Y, como ya he reclamado,
es urgente poner en marcha los convenios de financiación que establece la Ley y
que vendrían a dar estabilidad a todo el sistema bibliotecario regional
Pero este Bienio no debería
reducirse al ámbito geográfico y político de Castilla-La Mancha. Puesto en
marcha en nuestra Comunidad Autónoma, por su directa implicación en la
conmemoración del Quijote y Cervantes, se debería trasladar al Gobierno de España esa petición de
declaración nacional. Y aún más: gestionar ante la UNESCO que realizase esa
declaración con carácter mundial. He alzado mi voz muchas veces en favor de que exista una política de Estado en
materia de lectura pública y por ello no quiero que los ciudadanos padezcan las
desigualdades que se están produciendo por vivir en unas o en otras regiones o
localidades. Es cierto que las competencias en bibliotecas, junto a las de
coordinación en materia cultural que conserva la Administración General del
Estado, son compartidas por las Administraciones Autonómicas y Locales. Pero la
confianza en la educación, la información y la cultura como factores de
desarrollo personal y social, así como los derechos constitucionales para
garantizar estos valores, deben llevar al Gobierno de España a desarrollar medidas que garanticen que las
bibliotecas públicas son un derecho de todos los españoles.
Con la
declaración de carácter nacional del Bienio de la Lectura y las Bibliotecas,
el
Gobierno de España debe impulsar un Plan
Nacional de Fomento de la lectura y las Bibliotecas Públicas. Las bases de
este Plan, han de ser consensuadas con las
Comunidades Autónomas y debatidas en una Conferencia Sectorial de Cultura monográfica sobre las bibliotecas
públicas. Los trabajos desarrollados en el Plan
de Fomento han de contribuir a articular un verdadero Pacto por la Lectura Pública y las Bibliotecas, en el que,
partiendo del reconocimiento de la autonomía municipal y de las regiones y
nacionalidades españolas, pueda hacerse realidad el acceso igualitario y sin
discriminaciones de todos los ciudadanos a este servicio público esencial que
es la biblioteca pública. En este Pacto ha de contarse, lógicamente, con la voz
de los autores, de los editores, de los bibliotecarios y de distintos sectores y agentes
socioculturales. Lo que planteo es que
el Gobierno de España asuma su papel en la consecución de una política de
Estado en materia de promoción del libro y, en general, de servicios de lectura
pública; una política bibliotecaria que sea el resultado de coordinar y sumar
las políticas ya en marcha o que puedan desarrollarse en este rico mosaico multicultural que es
la España de las Autonomías.
Entiendo
que el mejor homenaje que podemos hacer a la obra de Cervantes es proclamar los
valores de las bibliotecas públicas como centros neurálgicos de encuentro y en
los que las personas tengan a su disposición todos los registros de la palabra
y de la información. Esta propuesta de declaración tendría un carácter
estratégico y de marco para conseguir una política de Estado en el ámbito de
las bibliotecas públicas, en el espíritu del Manifiesto de la UNESCO sobre la Biblioteca Pública de 1994, que señala: “Para lograr la coordinación y cooperación bibliotecaria a nivel
nacional, la legislación y los planes estratégicos han de definir y promover,
también, una red nacional de bibliotecas, basada en normas de servicio
convenidas”.
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