Un bibliotecario invitado en el XXIX Recital de Poetas Bargueños
El viernes 26 de agosto de 2016 he estado en el XXIX
Recital de Poetas Bargueños como poeta invitado. He escrito libros de historia, de bibliotecas, de
recopilación de artículos periodísticos...Por ello me cuesta aceptar que
me consideren poeta, un oficio que a veces ejerzo con miedo y a la vez
pasión. Lo decía hace unos días: "No sabiendo los oficios los haremos
con respeto" (León Felipe). Y es lo que intenté en Bargas. Yo he cultivado poco la
poesía y sólo he publicado mi poemario Hombre en camino (editorial Bendita María, colección Gotas del alma, 2013) aunque tengo otros poemarios inéditos. El acto
se ha desarrollado en la Casa de la Cultura "María Zambrano",
de Bargas, que acoge también a la Biblioteca Pública Municipal de esa
localidad. Se veía la mano de esa espléndida bibliotecaria, Sara Sánchez
del Cerro, y su pequeño pero gran equipo. Cuando seleccioné los tres poemas que recitaría, como cierre del acto, pensé que uno de ellos sería de temática bibliotecaria. Muchas veces
puse mi imaginación literaria al servicio de las bibliotecas, también en
el género poético.
El
acto tenía dos partes: la entrega de premios del certamen que el
Ayuntamiento de Bargas convoca, anualmente, y que ya tiene 38 ediciones,
en las modalidades de relato y poesía. Y la segunda parte un recital
de poetas de la localidad, que celebraba su XXIX convocatoria.
He
sentido una honda emoción de ver cómo personas de todas las edades aman
la poesía, la
comunicación, la creatividad, la sensibilidad. Y he vislumbrado una vez
más la verdadera cultura, no la cultura-escaparate que se hace a golpe
de talonario y de grandes presupuestos, sino la que hace la gente, la
que crean personas de todas las edades. Este acto es uno más de los
miles que organizan las bibliotecas públicas en nuestra región, la
mayoría sin contar con presupuestos y sí con la complicidad de la
sociedad.
El
salón de actos estaba repleto de público y contaba, además de con las
autoridades municipales y de distintas organizaciones bargueñas, con la
presencia del consejero de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Castilla-La Mancha, Ángel Felpeto Enríquez.
Angel es un buen amigo, que ya desde el retiro de la jubilación ha
accedido hace unos a meses a desempeñar este puesto desde su compromiso
político y personal por la cultura y la educación. Pero no
todos los día un bibliotecario tiene la posibilidad de que tantas
personas conozcan qué son y para qué sirven las bibliotecas públicas.
Así que me parecía obligado en mi intervención
previa a la lectura de los poemas hacer un alegato a favor de las
bibliotecas públicas, defender públicamente estos centros que son
neurálgicos en la vida de los municipios y de las personas. Como estaba
presente el
consejero, que como he dicho es buen amigo,
aclaré que he conocido pocos políticos que valoren y apoyen las
bibliotecas; y que en su caso tenía la esperanza de que los
bibliotecarios vamos a tenerle como nuestro cómplice, a pesar de los
malos tiempos presupuestarios que corren. Me habían pedido que por la
larga duración del acto sólo leyera dos poemas y decidí que el poema "Tengo la voz ronca de clamar..." sería uno de ellos. Como
dije anteriormente, a
veces he utilizado la literatura (novela, relato, poesía, artículos...)
como una forma de combatir a favor de las bibliotecas públicas, de
defender estos centros. Y este poema lo escribí hace ya muños años, en
2004,
como prólogo a una conferencia que pronuncié en Murcia, y que tuvo esta
función clara. Era un momento en el que crecían los "gigantes" contra
las bibliotecas, en forma de políticos que no sólo no apoyaban la
política bibliotecaria que veníamos haciendo en Castilla-Las Mancha sino
que intentaron suprimir algunos de sus programas de subvenciones más
emblemáticos y necesarios. Luego
ha ocurrido otras veces porque la historia se repite, lamentablemente:
ahora prácticamente llevamos en Castillas-La Mancha sin programas de
subvenciones para las bibliotecas municipales desde hace un quinquenio.
Este
primer poema emocionó
a los bargueños. Y luego recité, teniendo en cuenta que el patrón de la
localidad es el Cristo de la Sala, uno de mis poemas del libro Hombre en camino, "Camino del calvario".
Me
sentí abrumado por la acogida por parte de este pueblo, localidad natal
de un "revolucionario" de principios del siglo XX, Manuel Puñal, a
quien rescaté del olvido hace treinta años en una investigación
histórica. Los pueblos que aman la cultura están en la senda adecuada y
ver en el recital a personas de todas las edades, unidas por la poesía y
la cultura, creo que es algo relevante. Los bargueños llevan tres décadas organizando este recital y casi otras cuatro décadas convocando unos certámenes
literarios de poesía y relato que ya tienen un espacio en la vida
literaria de nuestro país. Enhorabuena al Ayuntamiento de Bargas
y a todas las personas que colaboran en este singular proyecto de
participación, en especial el escritor y cervantista José Rosell Villasevil.
Sigo combatiendo con todas mis fuerzas a favor de las bibliotecas públicas, en todos los ámbitos. Un
amigo presente en el recital, profesor del Instituto de Bargas, tomó
unos imágenes y el video que comparto, que incluye el final de mi
recitado de este poema, titulado: "Tengo la voz ronca de clamar…"
Tengo la voz
ronca de clamar.
Son ya muchos años de gritar,
como un profeta
en el desierto.
Palabras,
palabras, palabras lanzadas al viento
defendiendo un
derecho que se niega
como el pan y el
agua se niega en tantos países de la tierra.
Y sigo caminando.
A veces soy un
peregrino de esperanza,
pero tantas veces
siento el deseo de quedarme quieto…
y callado,… en
silencio….
Es cierto
que ya somos un
verdadero ejército
que lucha a favor
del libro,
que sueña con que
algún día
todos puedan
acceder a bibliotecas repletas de palabras y pensamientos,
todos puedan
disfrutar
de información en
libertad y en convivencia.
Y, sin embargo,
renacen gigantes que muestran sus dientes afilados,
que pretenden
segar la cosecha de un trigo
que aún no tiene
el tiempo necesario.
Si, en verdad
somos un ejército inmenso,
bibliotecarios
para un servicio público esencial,
cada uno en su
barrio, en su ciudad, en su pueblo,
ofreciendo
exquisitos manjares a quienes los demandan,
a quienes los
aceptan, a tantos que aman las palabras.
Somos un ejército de paz y
de palabras,
pero demasiadas
veces yo siento
que soy un
corredor de fondo y voy solo corriendo,
sin nadie a mi
lado,
y la meta se me
antoja lejana,
infinitamente
lejos,
y entonces me
siento sin fuerzas,
y cesaría en mi
empeño
si no fuera por
Dios y por el Viento.
Información y
lectura son derecho de todos,
derecho de los
que viven en las grandes ciudades
derecho de los
que viven en las áreas rurales,
en municipios
medianos o en pequeñas aldeas,
derecho de los
niños y también de los jóvenes,
derecho de los
ancianos y de todos los adultos,
de hombres y
mujeres y de pobres y ricos,
de inmigrantes
que llegaron de tierras lejanas
y de quienes
crecieron a la sombra de los árboles de su ciudad.
Y, sin embargo,
se sigue negando este derecho
como se niegan el
pan y el agua en tantos lugares de la tierra.
¿Cuándo
bibliotecas para todos?
¿Cuándo políticos
que asuman este derecho con valentía y firmeza?
A caminar, a
caminar,
a seguir
proclamando las palabras,
aunque el
cansancio amenace por los cuatro
costados
y te sientas
señalado por el dedo como un soñador enloquecido.
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