Un
Gobierno inspirado en una biblioteca pública
Las
bibliotecas públicas son una gran fortaleza democrática y un lugar
sin barreras de ningún tipo: acogen a personas de cualquier clase
social, a hombres y mujeres; a niños, jóvenes, adultos y ancianos;
sin distinciones de religión o ideología; a ciudadanos en situación
de exclusión social y a profesionales de todos los ámbitos; a
educadores, artistas, intelectuales…y a vecinos que necesitan
formación básica… Como se financian con impuestos, los ciudadanos
son verdaderos copropietarios de las bibliotecas públicas y por ello
está garantizada la gratuidad de los servicios que ofrecen, porque
la distinta situación económica tampoco constituye un impedimento
para acceder a una biblioteca. Son maravillosas las bibliotecas,
aunque buena parte de los políticos crean poco en ellas.
Sin
embargo las traigo hoy como ejemplo para esta etapa desgraciada que
nuestro país está viviendo. La democracia española está
padeciendo cada vez más una verdadera partitocracia y en lugar de
encontrarnos ante unos políticos con una visión de Estado y de
servicio público constatamos cada día la sombra de la mediocridad,
del egoísmo partidista y de la escasa voluntad de diálogo y de
consenso. No soy yo de los que ataco sistemáticamente a la clase
política: muy al contrario defiendo a los políticos, a pesar de
los casos de corrupción y de la mediocridad que muchas veces les
caracteriza. Pero el atasco monumental en que se encuentra la
formación de gobierno está mostrando que en lugar de estar
decididos a buscar soluciones para los ciudadanos y para la sociedad
española en su conjunto, los dirigentes de los partidos se empeñan
en convertir el Parlamento, los medios de comunicación y la propia
estructura del sistema democrático en un gran escenario y en un
ejercicio de cinismo en el que muestran que tienen un desprecio
absoluto hacia los ciudadanos que dicen defender.
No
es de recibo lo que están haciendo. Vivimos en una sociedad en la
que se desprecian los valores y tiene altísimas cotas de desempleo,
y hace falta un gobierno dispuesto a trabajar por cambiar para bien
ese panorama nacional; estamos inmersos en una sociedad en la que,
como en épocas que tanto se critican, parece que vale todo y vuelven
a difundirse las ideas de sembrar España de “pan y circo”; de
pokemon, botellones y diversiones zafias; y se precisa un gobierno
fuerte que lance esperanza en lugar de desasosiego. Pertenecemos a
una sociedad que da la impresión de querer destruir convivencias en
lugar de construir proyectos comunes, y hace falta el ejemplo del
entendimiento, de que España es un proyecto común por encima de
las ideologías; y por ello es necesario un gobierno de consenso que
dé ejemplo a la sociedad española de que necesitamos diálogo y
planes que generen actitudes generosas y de encuentro. No quiero
creer que nuestros políticos son maquiavélicos y prefieren una
sociedad hipnotizada e idiotizada, que los ciudadanos no piensen,
que la libertad sea un espejismo, que la cultura sea sólo un
escaparate de consumo en lugar de un proceso de creación y de
participación ciudadana…No quiero creer que esas sean las
ideas-fuerza de nuestros políticos.
Necesitamos
un gobierno. No comulgo con ninguno de los cuatro partidos que en
estos momentos son mayoritarios. Pero confieso que en todos hay cosas
que comparto y cosas que detesto. Los ciudadanos debemos exigir que
los políticos estén dispuestos a buscar el bien común, a gobernar
en función de todas las ideas con respeto, a renunciar a lo que les
separe y a buscar lazos que permitan vías de desarrollo personal y
social del conjunto de los españoles. España no necesita títeres
sino políticos dispuestos a servir a la sociedad española con
grandeza y generosidad. La transición como ejemplo, los Pactos de la
Moncloa, los consensos que en ocasiones se buscan y que ahora no se
quieren afrontar por mezquindad electoral. Ese es el camino.
En
las bibliotecas caben todas las ideas, todas las religiones, todas
las sensibilidades y todos los ciudadanos. El único límite es el
respeto. ¿Es tan difícil pedir esto a nuestros políticos? ¿Es tan
difícil que reflexionen y estén dispuestos a ceder en función de
una sociedad vertebrada y que camine buscando retos comunes? Las
bibliotecas tienen muchas lecciones que podemos aprender, y tal vez
por eso no se apoya a estos centros de cultura, información,
educación permanente y ocio positivo. Creo firmemente en las
bibliotecas como ejemplo para facilitar
los derechos
democráticos y desempeñar un papel activo en la sociedad. La UNESCO
proclama
la fe en la biblioteca pública “como una fuerza viva para la
educación, la cultura y la información y como un agente esencial
para el fomento de la paz y del bienestar espiritual a través del
pensamiento de hombres y mujeres.”
Defendiendo
las bibliotecas públicas he aprendido a defender un modelo de
sociedad basado en la participación, el pluralismo y la libertad.
Pero estas ideas se han conformado además desde una vivencia
religiosa: mi fe me ayudó a descubrir que Cristo rompió todas la
barreras y que Dios ama a todas las personas, sin importarle
pensamiento, raza o religión. Desde la firme convicción de que la
verdad se busca entre todos, pido a nuestros políticos que estén a
la altura de las necesidades de nuestro tiempo y busquen con
prontitud un consenso que permita que España tenga pronto un
gobierno y que nuestro país no esté a la deriva, como un barco sin
capitán.
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