PALABRAS DE PRESENTACION DEL LIBRO
“ELOGIO DE LA BIBLIOTECA PÚBLICA”
Buenas tardes.
Muchísimas gracias a todos por acompañarme en este acto siempre especial
de la presentación de un libro, de mi cuarto libro sobre bibliotecas públicas.
Tengo cuatro hijos y también cuatro hijos en forma de libro dedicado a defender
y extender los valores de la biblioteca pública. No voy a hablar de mi libro,
que espero puedan leer. Sobre las razones, las vengo exponiendo desde hace
cuarenta años: extender el derecho de los ciudadanos a acceder a servicios
bibliotecarios con independencia de donde vivan. Mis palabras, mis ideas, están
en estos cuatro libros: Combates por la biblioteca pública (2006),
En
defensa de la biblioteca pública (2012), Rebelión por la biblioteca
(2013) y este Elogio de la biblioteca pública. Todo lo que pienso, buena parte de mis luchas,
a veces de mis enfrentamientos con políticos por defender este derecho a un
servicio público que considero tan esencial como la educación y la sanidad,
están recogidos en estos cuatro libros, resultado a su vez de centenares de artículos periodísticos, de
intervenciones en congresos, de investigaciones profesionales, de publicaciones
científicas, de obras literarias, incluso de poemas y canciones…. Creo que este
“Elogio
de la biblioteca pública” -un ensayo que considero escrito desde la
madurez y también desde la sencillez- es un libro para todos. No he querido que
fuese un tratado de biblioteconomía o sólo una obra destinada a los
profesionales bibliotecarios. Es un libro para cualquier persona, especialmente
para quienes aman los libros, la lectura y las bibliotecas; un libro que
refleja mi “enamoramiento” de las bibliotecas, mi pasión por las bibliotecas, y
que resume buena parte de mi trayectoria en defensa de las bibliotecas unido
con mi propia experiencia como gestor de políticas bibliotecarias para una
región a la que amo, Castilla-La Mancha, y también como director de una gran
biblioteca, una biblioteca que soñé mucho antes de que naciese la propia región
y sobre la que he tenido la oportunidad
de intervenir primero como proyecto ideológico, luego para desarrollar e
implantar una biblioteca muy singular en un lugar tan especial como es el
Alcázar de Toledo y, finalmente, tras mis tres
negativas a lo largo de los años a dirigir este centro, como director de
una Biblioteca que está en el cielo de Toledo y que para muchos ciudadanos es
verdaderamente un paraíso en un lugar que ha contemplado historias excepcionales
y ahora acoge la Biblioteca más importante de Castilla-La Mancha gracias a sus
colecciones, a sus usuarios, a sus profesionales, a las instalaciones y a su
trabajo en complicidad con la sociedad.
Es un libro que empezó a nacer en el año 2005, cuando intervenía, junto a
otros compañeros del Servicio Regional de Bibliotecas, en las II
Jornadas Bibliotecarias de Castilla-La Mancha. Empezó a bullir en mi cabeza, y lo fui
forjando como idea incluso durante el largo período que estuve fuera del
trabajo bibliotecario, al menos como ocupación profesional, porque desde luego
las bibliotecas están en mi corazón desde hace décadas. Finalmente hace dos
años comencé a escribirlo y luego fue aceptado para su publicación por la
editorial argentina Alfagrama, especializada en libros de bibliotecas, archivos
y documentación. Es un libro escrito desde la propia autobiografía pero
intentando que refleje mi idea de lo que debe ser hoy una biblioteca pública, no de forma
teórica sino desde la propia experiencia vivida durante estos más de cuatro
años que llevo dirigiendo la Biblioteca Regional.
Como quiero ser breve voy a trazar simplemente mi retrato, mi
autorretrato, dejando el libro abierto para que cobre vida en sus manos, ante
sus ojos, y que sea su lectura la que arranque emociones, si es que surgen.
1) Soy un utópico. Aunque la
RAE define el término utopía como “Plan,
proyecto, doctrina o sistema halagueño, pero irrealizable”, yo creo en las
utopías, y afirmo que cuando se pone el tesón, la ilusión, el esfuerzo, los
recursos precisos, la voluntad…es posible realizar esos planes que parecían
irrealizables. Podría enumerar bastantes utopías
concretas; aunque creo que la utopía verdadera en la que he participando con un
equipo de soñadores ha sido luchar para conseguir el sueño de la
universalización de servicios bibliotecarios para el conjunto de la población y
los municipios de la región. Y trasladar ese combate a todo el país. Éste es uno de los más ambiciosos retos que
esta joven Comunidad Autónoma se impuso y si aún no se ha culminado ha sido por
la parálisis en la política bibliotecaria, con falta de voluntad política y de
recursos presupuestarios para continuar esa ingente labor. Ojalá el Gobierno Regional recupere aquel
protagonismo en unas políticas que situaron a Castilla-La Mancha, a pesar de
ser región pobre, a la vanguardia del país.
2) Soy un ingenuo. Hace muchos
años que me lo decía mi mujer, Pilar, a quien agradezco toda la comprensión que
ha tenido conmigo, aceptando siempre tantos tiempos robados a la vida familiar
por las bibliotecas. Siempre he tenido
la fortuna de apasionarme en todos los trabajos que he tenido, aunque me sé de
memoria aquellos versos de León Felipe:
“Yo no sé muchas cosas es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto que la cuna del hombre la mecen
con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los
ahogan con cuentos…
Yo sé muy pocas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos”.
Muchas veces fui
crédulo, y creí con facilidad cuanto me decían. Y participé en proyectos que
luego más tarde me desilusionaron. Pero para caminar hay que mancharse con
polvo y lodo los zapatos. No hay nada peor que pararse y quedarse quieto, con
cualquier pretexto. Yo siempre he preferido hacer camino andando, como enseñó
Machado. Y he optado por combatir siempre en la defensa de mis ideas y mis
convicciones, aunque no fuese políticamente correcto. He preferido ser ingenuo
y buscar la verdad desde esa ingenuidad que atrincherarme en mis cuarteles de
invierno por miedo al frío, a las consecuencias o al qué dirán. Aún hoy escucho
cómo determinados políticos intentan engañarme y justificar su falta de
decisión en determinadas políticas. Otra de las grandes escritoras que en este
año 2017 recordamos especialmente, la poeta Gloria Fuertes, escribió en su Autobiografía
estos versos:
“Luego me salió una oficina,
donde trabajo como si fuera tonta,
-pero Dios y el botones saben que no lo soy-.”
Pues sí, yo también a veces he sido
un tonto útil, un ingenuo, que parece que se chupa el dedo para no estar
denunciando públicamente a tanto cuentista de la política. Aunque la denuncia
profética la he venido ejerciendo con convicción durante cuatro décadas.
3)
Soy hombre esperanzado. Siempre he
militado en la esperanza, y siempre he tenido una actitud esperanzada ante la
evolución de la historia, de los acontecimientos. Aunque haya denunciado los
problemas de las bibliotecas de nuestra región, como del conjunto del país, he
mostrado una actitud de combate pero esperanzada y constructiva. Pero no he
caído en la propaganda ni el autobombo,
y aunque haya expuesto indicadores positivos siempre he apostado por la verdad
como mejor camino para afrontar y resolver los problemas. Exponer los avances
junto con los problemas, desde una óptica crítica, pero siempre con esperanza.
Y cuando ha surgido el desánimo, cuando yo o mi equipo nos hemos sentido
incomprendidos, atacados o marginados, incluso en esos momentos la esperanza ha
resurgido, como un arco iris lleno de vida, como una alianza. Nos hemos puesto
las pilas, hemos renovado nuestro compromiso con la sociedad en las bibliotecas
y hemos proseguido el camino.
4)
Soy un pesado. ¡Exactamente llevo 39 años diciendo las mismas cosas! El
primer artículo que escribí sobre bibliotecas fue hace 39 años y he seguido, en
unos períodos con mayor o menor intensidad. También en muchos foros
profesionales clamé por una Ley estatal de coordinación bibliotecaria, por la
celebración de una conferencia sectorial sobre bibliotecas públicas, por una
legislación que garantizase las bibliotecas como un derecho de todos los
ciudadanos… Y así vengo proclamando mis ideas, desde una defensa que reconozco
tiene cierto tono de misión. Y cuando me invitan a impartir una conferencia o a
un congreso, insisto: tengo pocas cosas nuevas que contar pues llevo repitiendo
prácticamente cuatro décadas las mismas ideas. Algunos, sobre todo los políticos con los que
me ha tocado vivir en cada tiempo, aún se sorprenden de mi línea de defensa de
las bibliotecas públicas. Tal vez leyeron los artículos que en cada momento fui
publicando en los medios de comunicación pero no me han leído en las obras de
conjunto que acogen mis ideas, artículos, conferencias, ponencias e
investigaciones bibliotecarias. Y cada palabra que escribo piensan que es nueva
y se dirige como un dardo a los responsables de las políticas bibliotecarias y
culturales. Pero no es así: defiendo las cosas en las que creo, y las
bibliotecas son una de mis prioridades vitales. Y seguiré siendo un pesado.
Como escribió el genial Quevedo al Conde de Olivares:
“No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencie avises o amenaces miedo.”
5)
Soy un cómplice. He trabajado siempre con la idea de complicidad. Cuando
creé el Comité Permanente de apoyo a la
Biblioteca Pública, todavía en la transición democrática, tuve que buscar y
trabajar con cómplices. Fue una lucha fantástica, que llegó a Madrid, cuanto
todavía el Ministerio de Cultura representaba el centralismo del Estado. Luego
trabajé cerca de ocho años al lado de José María Barreda, y le escuchaba
diariamente que había que trabajar en coalición con la sociedad. Durante mis 16
años al frente del Servicio Regional del Libro, Archivos y Bibliotecas trabajé con
complicidad con los profesionales y con las asociaciones, instituciones y Administraciones
Públicas...Cuando eres funcionario público, muchas veces tienes la duda sobre a
quién debes servir. ¿Cómo eres más fiel a los ciudadanos que pagan con sus
impuestos tu sueldo, aceptando sin más decisiones que ves que claramente
perjudican a la sociedad o buscando fórmulas de convergencia o de modificación
de planteamientos? El problema es que mostrar la discrepancia tiene sus
consecuencias, y siempre tienes que medir en el termómetro ético hasta dónde se
puede llegar sin deslealtad a nadie. Mis artículos periodísticos, que
reflejaron frecuentemente posiciones distintas a los responsables políticos,
siempre los escribí siendo consciente de que tenía que ser fiel a mis
principios y que, en la duda, debía optar por los ciudadanos y no por los
políticos. Por ello fui decididamente cómplice de las asociaciones
profesionales e incluso a veces diseñamos estrategias conjuntamente para buscar
soluciones a los problemas. Creo que puedo decir abiertamente que soñamos
juntos. En la Biblioteca de Castilla-La Mancha esa es la línea del trabajo que
dirijo: trabajar con la gente, con los ciudadanos, con los colectivos, con
profesores….en coalición con la sociedad.
La complicidad tiene sus riesgos, pero estoy
contento de haber seguido siempre a mi conciencia, aunque a veces ser cómplice te pueda haber convertido en un guerrillero. Pero ya
sabéis, del ejército por la Paz y
la Palabra, título con el que definí
a los profesionales bibliotecarios.
6) Soy un hombre creyente. Nunca
he escondido mis creencias, mi fe, que es un regalo, un don de Dios. Por ello mi último libro publicado antes del
que hoy presento se titula Hijo de Dios y de la Iglesia. Y hace
ya dos décadas que publiqué otro titulado Soy un hombre libre expresaba
fundamentalmente mi libertad por ser hijo de Dios. Esto a mí me ha marcado para
caminar con libertad en mis ocupaciones profesionales y para defender mis
convicciones personales. La fe me ha ayudado siempre a caminar, con
esperanza y verdad. Creo en Dios, que me gustaría fuese me pasión principal. Un
Dios que es Amor y que ama a la humanidad en cada generación. Y con Él creo en
Jesucristo, a quien descubrí cara a cara, enamorado de mí y de mi historia, a
quien siento cercano cada día, que me ayuda a amar a los demás, que tienen
también a Cristo aunque no le conozcan. Y amo a este Jesús, a este Dios que me
ha hecho libre y que he descubierto en la Iglesia, una barca dispuesta a acoger
a todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo y a la que he sentido también
siempre muy próxima.
7) Soy hombre agradecido. Hace
unos días, en un programa de radio me preguntaban por las canciones de mi vida.
Y hablé de Patxi Andian, del que me encantan canciones como “El maestro” o “Rogelio”;
también de Ricardo Cantalapiedra, con
canciones como: “En donde están los
profetas”, siempre necesarios, también en nuestra época; también para
denunciar las desigualdades que se dan en el ámbito de las bibliotecas. Serrat
nos marcó a los de mi generación, y recordé su versión de poemas de Antonio
Machado como “Españolito…Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón”. Y Víctor Jara, del que aunque tengo siempre
presente su “Te recuerdo Amanda”, me
impactó mucho, y la sigo cantando, “A
desalambrar”, una versión de la canción que había compuesto el uruguayo
Daniel Viglietti. Y finalmente recordé una canción que es todo un símbolo: “Gracias a la vida”, de Violeta Parra,
que relata algunas de las razones por las que debemos dar cada día gracias
sinceramente a la vida, como:
“Gracias a la vida que me ha dado
tanto
Me ha dado el sonido y el abecedario
Con el las palabras que pienso y declaro…”
Me ha dado el sonido y el abecedario
Con el las palabras que pienso y declaro…”
Yo tengo muchas razones para dar
gracias a la vida, para dar gracias a Dios, para dar gracias a mi familia, a
las personas con las que vengo caminando como testigos de la fe en la Iglesia
desde hace también cuarenta años, a mis compañeros en los sucesivos trabajos y
singularmente con los que he compartido proyectos a favor de las bibliotecas
públicas. GRACIAS a todos. Gratitud, agradecimiento, con todos los sinónimos
que sea posible…Esto es lo que siente mi corazón en estos momentos hacia todos vosotros
y otros muchos amigos que hoy no han podido acompañarme, pero sé que también
han estado presentes. MUCHAS GRACIAS.
8) Soy atrevido. Voy a terminar. Hablaba antes de las canciones de
mi vida y omití deliberadamente al cantautor Paco Ibáñez. Todas sus canciones y
recitales me gustan. Últimamente he recuperado uno de sus títulos: “La
poesía es un arma cargada de futuro”, basada en un poema de Gabriel
Celaya. Siempre me gustó especialmente la poesía social y este poema era de mis
preferidos. Celaya reivindica la poesía como algo necesario en la vida de las
personas, en el discurrir cotidiano de la gente. Y dice en el mismo poema:
“Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.”
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.”
Me van a permitir una
licencia. Voy a transformar este alegato en un grito a favor de las bibliotecas
públicas:
“Bibliotecas para todos,
bibliotecas necesarias
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
exijamos bibliotecas,
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
exijamos bibliotecas,
defendamos el derecho a las palabras.”
Ya ven que en verdad soy un tanto
atrevido.
Muchas gracias.
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