IX Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas:
No se quiere coger el toro por los cuernos
Cuando
hace ya meses conocí el tema del IX Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas,
tuve cierta esperanza. El tema era muy importante: “Bibliotecas públicas: profesionales para todos los gustos”. Se celebra en Logroño, los
días 28, 29 y 30 de noviembre de 2018, y acudirán unos cuatrocientos
profesionales de toda España. Sé que no fue
sencilla esa elección, pues había sectores que, conociendo la complejidad, no
querían enfrentarse a uno de los temas más espinosos de las bibliotecas
públicas: el personal. El bibliotecario, junto con el usuario, constituye el
verdadero corazón de la biblioteca, su motor. Y no habrá mayoría de edad de las
bibliotecas como servicio público hasta que no se afronte la dignificación de
estos puestos de trabajo.
El personal docente o sanitario,
como ejemplos de servicios esenciales para la sociedad, lo asumió ya hace
décadas el Estado y así ha seguido con la configuración de la España
autonómica. Pero las bibliotecas públicas, centros que por desgracia no acaban
de estar en la primera línea de los servicios públicos, se han dejado a la
voluntad e iniciativa de los ayuntamientos. El problema es menor en las
bibliotecas públicas del Estado gestionadas por las Administraciones
Autonómicas y en bastantes bibliotecas municipales, especialmente las de
grandes ciudades. Pero ¿qué pasa en el resto? Los bibliotecarios lo saben bien:
buena parte de las bibliotecas municipales de pequeños municipios tienen como
único personal un Auxiliar de Bibliotecas, que en la mayoría de los casos
dispone de la cualificación profesional y la experiencia necesaria de un
técnico pero que para abaratar el puesto se le contrata con categoría inferior.
Y así ocurre con la jornada: un contrato de media jornada abarata aún más ese
puesto de trabajo, aunque el profesional realice su actividad con la mayor de
las cualificaciones y dedicación. Esto también ocurre en medianas e incluso
grandes ciudades, también en capitales de provincia, donde existe una situación
bibliotecaria muy dispar y las bibliotecas municipales no acaban de
configurarse con puestos de trabajo suficientes y adecuados a su importante
labor. ¿Alguien conoce que un consultorio médico o un centro de salud, un
colegio de primaria o un instituto de bachillerato dispongan de profesores
contratados como auxiliares sanitarios o auxiliares docentes cuando están en
localidades de no gran población? Siguiendo lo que se hace en las bibliotecas,
en esos pueblos no habría médicos o maestros, sino personal auxiliar. Pero
todos sabemos que cuando el profesional realiza su labor en soledad se requiere
incluso una mayor profesionalidad porque no tiene en quién apoyarse. Los
bibliotecarios son los “médicos de cabecera” en los pequeños municipios y en
los barrios de las ciudades para atender a los ciudadanos en las importantes
funciones y tareas que hoy tienen las bibliotecas.
No es ese el único problema. Las
bibliotecas cambian su papel en la sociedad. Ya no son sólo centros de lectura
e información. Su papel cultural está consolidado, pero se acrecienta su
consideración de centro social y amplía los contenidos como lugar de encuentro
y convivencia, de propuestas para la ciudad, de debate público…. Por ello han
de transformarse los perfiles profesionales: cada vez más se trabaja en red
(municipal, provincial o autonómica) y los aspectos técnicos bibliotecarios
cambian. Trabajar en una biblioteca pública constituye una de las opciones más
importantes para la comunidad local. No valen las rutinas, no son suficientes ya perfiles que aseguren la
correcta catalogación de los fondos. El bibliotecario municipal, en muchos casos
el único dedicado a la cultura y la educación permanente en la localidad, es un
verdadero dirigente social, que se comunica con la comunidad educativa, con el
movimiento vecinal, con el conjunto de la sociedad…Y por ello debe ser tratado
de acuerdo a su profesionalidad y altas funciones que realiza en la comunidad
local.
Pero nada de esto importa en el
Congreso de Bibliotecas. Tres días de congreso, más las actividades turísticas,
que se han decidido se dediquen únicamente a la formación: educación reglada y
no reglada. Pero ¿afrontar problemas del país? ¿Para qué? “Coger el toro por los cuernos” es una expresión popular que hace
referencia a enfrentarse a una situación complicada con decisión y de forma
inmediata, asumiendo las consecuencias que la misma pueda conllevar. Pero el
Ministerio de Cultura sigue sin querer asumir su parte de responsabilidad. No
lo hizo cuando se aprobó la Ley
10/2007, de 22 de junio, de la lectura, del libro y de las bibliotecas, que no
resolvió ninguno de los problemas prácticos que nos preocupaban a los que
habíamos clamado por esa Ley y que precisaban una
regulación nacional. Y ahora, con un congreso nacional de bibliotecas que
pensaba dedicarse al personal bibliotecario, al final las presiones
ministeriales han conseguido que el
Congreso multiplique los temas: la formación de los bibliotecarios, los modelos
de gestión y oportunidades de financiación de las bibliotecas, y los aspectos
de inclusión y diversidad en las bibliotecas. Por supuesto todos temas muy
importantes, pero que se han incluido para no tener que afrontar la cuestión
vertebral del Congreso: el personal bibliotecario.
No
asistiré al Congreso. Estoy jubilado y por tanto sólo soy un observador. Seguro
que el Congreso será un éxito. Mis felicitaciones al nuevo equipo ministerial,
que sigue de perfil en la cuestión de las bibliotecas públicas. Pero, incluso
antes de que comience, me veo en la obligación de lamentar públicamente que en
este país no quiera afrontarse el problema histórico y endémico del personal
bibliotecario. Ya sé que es difícil, sobre todo con un Ministerio que jamás ha
asumido sus deberes constitucionales de coordinación para el conjunto de las
bibliotecas del país y con unas comunidades autónomas que tienen graves
diferencias entre ellas. La desigualdad es la característica esencial del
panorama bibliotecario de España. No se quiere una sociedad lectora, crítica,
participativa. El Poder prefiere una sociedad adormilada, acrítica,
domesticada, inactiva, que vote cada cuatro años y permita que los gobernantes
se muevan a sus anchas. Y la garantía para el éxito de esa idea de los poderes
públicos es que no existan unas redes bibliotecarias desarrolladas y que
constituyan un derecho de todos los españoles. Da igual que haya tres mil
municipios sin servicio bibliotecario. Da igual que buena parte de los barrios
de las ciudades carezcan de biblioteca. Da igual que el personal bibliotecario
en buena parte de los casos “pase más
hambre que un maestro de escuela”, por seguir la frase del siglo XIX que
evidenciaba su escasa retribución y la falta de seguridad de su puesto de
trabajo.
Este
artículo sé que hay bibliotecarios que no lo comprenderán. Pero he escrito para
quienes tienen la certeza de que alguna vez habrá que coger el toro por los
cuernos en materia de personal bibliotecario. Y ellos sí lo entenderán.
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