El juicio de Salomón:
La biblioteca pública se muere por asfixia*
La adquisición del convento de santa Fe para
ampliar la biblioteca toledana suponía la solución ansiada a su asfixia. La
decisión de la Dirección General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas de
dividir el edificio entre Biblioteca y Museo de Santa Cruz ha provocado
diversas reacciones en la prensa toledana, a partir de la moción que hizo
pública la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Mis
trabajos bibliográficos hacen que me sienta ligado a nuestra Biblioteca, a la
que acudo asiduamente. Esta razón me mueve a opinar sobre este conflictivo
tema, obligado moralmente como lector y como toledano. Mi interés por este
centro cultural no es nuevo: buena prueba de ello son otros artículos
anteriores publicados en La Voz del Tajo.
En esta ocasión me he planteado el problema repasando la historia reciente de
este centro bibliográfico. Las memorias publicadas a partir de 1966, la moción
de la Academia y mi propio conocimiento empírico del problema son las claves en
que me asiento para tomar postura. Por otro lado, no niego las necesidades de
expansión del Museo: pero pienso, sinceramente, que deberá buscarse otra
solución distinta a la que el Ministerio de Cultura pretende. Dividir santa Fe
no eliminará, ni siquiera a corto plazo, los problemas de ninguno de los
centros. El gasto público que supondrá la adecuación del convento a sus nuevos
fines obliga a hacer las cosas bien y con visión de futuro.
España, se dice, es uno de los
países donde más se publica y donde menos se lee. Si esto es cierto, me parece
indudable que gran parte de la culpa de tal situación radica en la deficiente
infraestructura bibliotecaria del país. Escasas bibliotecas y unos cuerpos de
bibliotecarios tan exiguos que podrían hacer encasillarnos como país
tercermundista son los dos reflejos más evidentes de la nefasta política
bibliotecaria que en este terreno se ha hecho y se hace en España. No pretendo
ahora analizar este complejo problema, que tantos males acarrea en nuestra
sociedad y que, sin embargo, es marginado por propios y extraños.
La riqueza de la Biblioteca de Toledo
Dentro de esta problemática se enmarca la
situación de la Biblioteca Pública de Toledo. La importancia de sus fondos hace
que sus problemas deban tener dimensión nacional, pues el rico contenido
bibliográfico que atesora este centro debe ser hoy patrimonio de todos los
españoles: la internacionalmente conocida Colección
Borbón-Lorenzana, compuesta por unos 100.000 libros impresos ( entre ellos
411 incunables) y más de 1.000 manuscritos de los siglos XI al XIX la hace una
de las mas importantes de Europa. Si exceptuamos Madrid y Barcelona ninguna
provincia española cuenta con biblioteca de tal entidad, ni siquiera las
universitarias. Esta importancia se consideró ya en 1966, año de inauguración
de los nuevos locales que albergaban a la Biblioteca y al archivo provincial de
Protocolos: el entonces Director General de Archivos y Bibliotecas, don
Eleuterio González Zapatero, la calificó como una de las doce bibliotecas más
importantes del mundo desde el punto de vista de las ciencias eclesiásticas, lo
que es lógico si pensamos que la mayor parte de sus fondos antiguos proceden de
la biblioteca de los cardenales arzobispos de Toledo, entre los que hubo
grandes bibliófilos. Aquellas nuevas instalaciones se enmarcaban en la política
de creación de Casas de Cultura,
bibliotecas que presentaban una serie de servicios anejos (la de Toledo sólo
salón de actos) para que su labor pedagógica y cultural alcanzara una
proyección integral en la comunidad.
Una vieja utopia: planificar con visión de futuro
Conocemos que las directoras de la Biblioteca y
el Archivo, a la vista del proyecto del nuevo edificio, advirtieron que esa Casa de la Cultura sería incapaz de
alojar los fondos de ambos centros. El Ministerio se excusó de atender las
objeciones de las directoras diciendo que sus preocupaciones procedían de un
"celo excesivo". Pero el M.E.C. se equivocó: tan sólo cuatro años
después la dirección de la Biblioteca denunciaba los frecuentes altercados que
se producían en la sala de lectura debido al malestar que la insuficiencia de
plazas (sólo existen 48 puestos) provocaba entre los lectores. El paulatino
desarrollo cultural de Toledo (creación de un Centro Universitario, de la
Universidad Laboral y de varios institutos de bachillerato, por citar sólo las
instituciones docentes) ponía de manifiesto la total incapacidad de la
Biblioteca para atender al menos a la población estudiantil. La Directora
emitía un informe (publicado en la Memoria de 1970) sobre la necesidad de
construir un edificio anejo en el paseo del Miradero para ampliación de la
Biblioteca, alertando que de no hacerlo así "el desarrollo cultural de
Toledo, sede irradiadora durante siglos del máximo saber de la época, se verá
frenado y puede que hasta casi anulado por la carencia de una biblioteca eficaz
y actual y de los imprescindibles servicios agregados a ella, tan importantes
para la elevación del nivel espiritual y hasta material de sus habitantes
". Pero nadie se inmutó.
La cultura no
importa
Otra nueva medida vino a ensombrecer el panorama cultural
toledano: en abril de 1973 tuvo que dejarse de programar actos culturales por
la imperiosa necesidad de habilitar el salón de actos para nuevo depósito. Las
crecientes adquisiciones de nuevos volúmenes hizo aún más insuficientes sus
locales. Se pensaba que las autoridades provinciales y nacionales se alarmarían
ante el gravísimo problema que se cernía para los toledanos. Pero la cultura no
importó a nadie. Sólo la Directora de la Biblioteca hacía gestiones para
solucionar el problema. Su nueva propuesta fue la adquisición del convento de
Santa Fe, al haber marchado de la ciudad las religiosas de la Sagrada Familia
de Burdeos (ursulinas), que
utilizaban el mismo como colegio de E.G.B y B.U.P. Desde la Memoria de 1974, en
todas aparecen informes sobre la absoluta necesidad de comprar dicho inmueble,
habiendo efectuado intensas negociaciones con los sucesivos altos cargos del
MEC, primero, y del Ministerio de Cultura después. Nadie, salvo la Directora,
se ha molestado en colaborar en que esas gestiones fructificasen. Nadie ha
admitido, al parecer, que el constreñimiento de la Casa de la Cultura fuese problema que afectase por igual a todos
los toledanos y no exclusivamente a su Dirección. Ningún partido político tomó
entre sus objetivos electorales la solución de tal problema: quizá porque la
cultura importa a pocos y tal vez porque ni los mismos políticos se han
percatado de que no hay cuestión más prioritaria en una política cultural
coherente y avanzada que la atención preferente a las bibliotecas públicas. De
su dinamismo e incidencia en la sociedad dependerá en buen grado, el progreso
de los pueblos.
La esperanza:
la compra del Convento de Santa Fe
Los nuevos tiempos trajeron renovadas esperanzas. A finales de
1979, Toledo conocía que el Ministerio de Cultura había adquirido, por fin, el
antiguo convento, con aportación económica, a mitades, de las subdirecciones
generales de Bibliotecas y de Archivos, entonces dependientes de dos
direcciones generales distintas; la de Libro y Bibliotecas y la de Patrimonio
Artístico y Museos respectivamente. Era una medida harto esperada por los que
nos interesábamos en el tema: la continua expansión cultural de la ciudad hacía
imprescindible dicha compra, máxime en estos momentos en que, en varios años,
cabe la posibilidad de restaurar un pleno Toledo universitario, con la creación
de algunas Facultades de la proyectada Universidad de Castilla-La Mancha; de
otra parte, ya he apuntado en otros artículos la necesidad de crear un centro
bibliográfico regional, como base de la potenciación de la investigación
regional, para el que, sin lugar a dudas, apuesto por la Biblioteca Pública
toledana como el más adecuado. Y, en fin, la céntrica situación de la Casa de Cultura es otro aliciente más
para afirmar que este Centro deberá ser el lugar de donde emerja gran parte de
la cultura toledana y al que confluyan, en los distintos áreas de interés,
todos los toledanos.
La desesperanza: tropezar en la misma piedra
La Biblioteca proyectaba sacar el máximo rendimiento al nuevo edificio,
respetando su estructura arquitectónica por ser monumento nacional desde el año
1919. Así, la capilla del siglo XVII (con ábside del XIII) podría utilizarse
como amplio salón de actos que albergaría no sólo los acontecimientos
culturales cotidianos sino incluso congresos nacionales e internacionales, que
actualmente no encuentran en la ciudad su marco adecuado. Otro ejemplo es la
sala con artesonados mudéjares del XV, que sería una extraordinaria sala de
exposiciones. Junto a estos dos servicios, imprescindibles hoy además de nuevos
depósitos que permitan el ingreso de volúmenes a largo plazo, se crearía una
serie de dependencias especiales en razón de la magnitud de esta Biblioteca,
que hace aconsejable que cuente con servicios no comunes en otras bibliotecas
provinciales, como restauración del libro antiguo, microfilm, medios
audiovisuales, etc. Pero este país no tiene remedio: parecía lógico que nunca
volviera a darse la falta de planificación que el MEC mostró al proyectar la
actual Casa de Cultura, desoyendo,
como ya dije, las sugerencias de las responsables más inmediatas: las
directoras de biblioteca y archivo. La experiencia parece no contar en este
país. Por segunda vez ante un mismo problema, Madrid distribuye un edificio sin
realizar los estudios oportunos sobre las necesidades del Centro. y no sólo no
planifica sino que intenta una solución salomónica partiendo en dos mitades el
convento de Santa Fe, destinando una parte a ampliación de la Biblioteca y otra
a la del Museo de Santa Cruz. Nunca, durante los duros años de negociaciones,
hubo una petición del citado Museo de destinar el convento a sus instalaciones
museológicas: sólo lo ha hecho una vez adquirido. Pero esto no es lo más
importante: si fuese racional esta división apoyaríamos las legitimas
aspiraciones del Museo y diríamos que. "más vale tarde que nunca".
Pero no es así: la Dirección General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas
ofrece una solución que a mi juicio es aberrante e irracional, con el agravante
de que dictamina sin antes conocer in
situ la realidad del problema de la Biblioteca Pública. De no asegurarse el
futuro de esta institución estaremos hipotecando el futuro de Toledo, de su
desarrollo cultural e incluso privarla de una de las condiciones
imprescindibles que dan a una ciudad carácter universitario. Cuando tras diez
años Madrid quiere soslayar el tema desnudando a un santo para malvestir a dos,
está marginando un problema de importantes dimensiones que afecta no sólo a los
toledanos sino a todos los investigadores del país.
La moción de la
Real Academia
Como con la ya famosa polémica de la variante de Soria, empiezan a alzarse
voces clamando contra esta decisión injusta. La primera, y muy potente, ha sido la de la Real Academia de
Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, que ha hecho pública una densa
moción en la que pide que el convento de Santa Fe se destine "en su
totalidad" a ampliar los servicios de la Biblioteca. La moción constituye
toda una alternativa al problema. La Academia recuerda la necesidad de que la
Biblioteca presente todos sus fondos en un mismo edificio, céntrico para
facilitar el acceso de los lectores o de los asistentes a sus programas
culturales, y demuestra minuciosamente, con los mínimos que establece la UNESCO
para estos centros, que la Biblioteca no tendrá espacio sobrante para realizar
correctamente su actividad aún en el caso de que se destine todo el edificio
para sus fines. Uno de los párrafos intenta responder a la justificación que
alega el Museo para ejercer su pretensión a disponer de la mitad del
convento: “..las necesidades del Museo
de disponer los fondos de manera que se encuentren ordenados por culturas y por
periodos arqueológicos y artísticos, que permitan una exposición didáctica de
las colecciones se ha roto ya con la creación de las secciones monográficas de
la época visigoda, en San Román; Sefardí, que actúa administrativamente
desligado del Museo de Santa Cruz, en la sinagoga del Tránsito; de la sección
de artes mudéjares, instalada en el Taller del Moro; y del Museo monográfico de
Arte Contemporáneo en la calle de las Bulas. Por tanto, queda obviado el
problema de establecer nuevas secciones en las inmediaciones de la colección
central, más aún teniendo en cuenta que esta colección se refiere en su mayor
parte a las Bellas Artes y los museos monográficos actualmente existentes, y
que se pretenden instalar en el edificio que nos ocupa, son colecciones
arqueológicas que pueden muy bien ser instaladas con tal de facilitar una
circulación lógica a los visitantes, a lo largo de todo Toledo, en cualquiera
de los múltiples edificios que están quedándose vacíos dentro del casco antiguo
y que el Ministerio de Cultura tiene la obligación de conservar, por tratarse
de una ciudad monumental. Este no es, sin embargo, el caso de la Biblioteca
Publica que tiene, obligatoriamente, que presentar sus colecciones lo más
compactas posibles y en el lugar más céntrico y con mejores accesos para todos
los habitantes de la ciudad".
Cultura divide sin dar explicaciones
Esta es la concepción de la Academia. Por su
parte, la Dirección General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas divide el
convento sin aclaración alguna y, lo que es más grave, sin explicar en qué
medida podrán ser utilizadas y aprovechadas esas dos mitades por Biblioteca y Museo respectivamente. Y, en otro
grado habría que analizar, con proyección
de futuro, si esa solución salvará de
una vez por todas a la asfixiada Biblioteca Pública toledana. La moción ha sido
asumida por la comisión de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Toledo y por la
comisión de Patrimonio Artístico. Creemos que otras fuerzas políticas y
sociales se movilizarán si la solución salomónica del señor Tusell sigue
adelante. Tusell, actual Director General de Bellas Artes, es un intelectual
nato: su actividad como historiador es una garantía para ocupar un puesto de
tal responsabilidad en la cultura española. El, como nadie, debe saber la importancia que los fondos de la biblioteca toledana tienen para la cultura.
Si no los conoce, le animaría fervientemente
a que realizase una detenida visita a la
biblioteca para que se cerciore de la riqueza bibliográfica de la misma. De persistir en su actual decisión,
la imagen del Director General, podría verse seriamente desprestigiada y le alcanzaría una polémica de dimensión
nacional que ahora puede evitar si la razón y la lógica se imponen. Por otra
parte en una época que por todos lados, se bautiza como democracia, resultaría ilógico que no se abriese un diálogo franco
entre los responsables ministeriales y la Directora de la Biblioteca y demás
entidades afectadas.
Un deber de
todos los toledanos: proteger nuestra biblioteca
El problema, en su actual estado, no
compete sólo a la Biblioteca. Otras entidades culturales, políticas y sociales
deberán definirse en torno al tema. Deben ser presentadas nuevas alternativas
al problema y, aún más, las autoridades provinciales han de tomar postura ante
una acción que afectará al futuro cultural de la provincia en grado sumo.
Cuando una cuestión como la que comentamos ocurre en el marco provinciano, han
de rehuirse los amiguismos y las medias tintas. Estar entre dos aguas supone
una actitud digna de los buenos conservadores y un inhibirse de las situaciones
que se presentan. Hoy como ayer, no podemos ser neutrales si la razón, el bien
común y la cultura nos exigen que plantemos cara a los problemas reales de
Toledo: y hoy el atropello que se pretende hacer a nuestro máximo centro
bibliográfico no sólo es una reminiscencia de las formas de actuar de los
tiempos de la dictadura, sino una de las decisiones que mayor infuencia puede
tener en el futuro de la cultura toledana. La Historia ha evolucionado en su
objeto, su concepto, sus protagonistas y sus métodos: pero todavía juzga las
grandes responsabilidades: si un día los historiadores estudiamos la evolución
de la Biblioteca Pública toledana -en su doble dimensión de rico legado
bibliográfico de los siglos y nueva concepción en su proyección a la comunidad humana a la que sirve- sin duda
nos detendremos especialmente en este momento histórico. Usted, señor Tusell,
tiene en su mano el juicio de la
Historia a su decisión.
* La
Voz del Tajo (29-4-1981), págs. 4-5. Recogido en el libro Combates por la biblioteca pública en España, págs. 216-222.
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