Cambiar Toledo:
Notas para un análisis del panorama cultural de la ciudad*
Toledo, se dice, vive en estos tiempos un hermoso resurgir de la
cultura. La casi mítica apatía de los toledanos va arrinconándose poco a poco,
y en distintos frentes surgen personas iniciadoras de proyectos culturales
destinados a cambiar Toledo. Desde las animosas y trabajadas manifestaciones en
los barrios, organizadas por las Asociaciones de Vecinos, hasta el amplio y
completo programa que este año ha organizado el Ayuntamiento democrático, hay
un denso abanico de movimientos culturales, realmente inusual en estos pagos.
Una revista para la comunicación
Benacazón, como Patio Toledano, rebosa su capacidad porque la gente quiere
comunicarse y dialogar en la revista hablada que dirige ese hombre infatigable
que es Martínez Ballesteros, e informarse, por boca de los propios
protagonistas de la noticia, del discurrir de la vida toledana.
Tolmo y Alberto Sánchez
En la plástica, la Galería Tolmo pasó ya a Asociación Cultural y
prosigue con sus representativas exposiciones, trabajando ahora, además -entre
otros proyectos-, en dotar a la ciudad de un Museo de Escultura al aire libre;
pero antes -era obligado- organiza la rehabilitación en Toledo del que fuera
panadero, becario de la Diputación, pintor, escultor universal y embajador toledano en el exilio: Alberto Sánchez. La presencia en El Patio Toledano de su viuda Clara y de su hijo, homenajeados con el aplauso de los
toledanos de 1980 y por los versos entrañables de Neruda y Alberti, ha supuesto sólo el aperitivo de una
serie de actos tendentes a terminar con
el silencio en que se ha mantenido al más
universal de los toledanos de nuestro siglo.
Amigos de la Música
Respecto a la música, la respuesta
al corte de suministro que efectuó el
llamado Ministerio de Cultura, al suprimir las Decenas de nuestra ciudad, ha sido elocuente. Frente a las migajas
organizadas por el centralismo cultural madrileño para los toledanos (¡señores,
aprovechen estos 10 días de música, ya no tendrán otra oportunidad en 355
jornadas. Es una gran oferta!...) ha surgido la labor de los aficionados
toledanos unidos en la Agrupación Musical
Toledana, ofreciéndonos importes y continuados conciertos. Si además de
esta novedad, viene el Excmo. Sr. Ministro del gremio (Don Cierva, que diría
Umbral) a Toledo y promete, ratificando
así las manifestaciones de otras personas,
que Toledo volverá a tener Decena, no hay duda de que estamos de doble
enhorabuena. Sólo resta que se cumpla la
promesa. Que estamos tan acostumbrados a promesas incumplidas como lo estaba
Don Quijote en desfacer entuertos...
Por un mejor toledo universitario
Una promesa que nunca se cumplió fue la
ampliación del Toledo universitario. Un día (eran otros tiempos, claro...)
algún prohombre prometíó para Toledo la cuarta
universidad de Madrid. Ya era
paradójico aquello, pero, por otro lado, no era novedoso. Toledo, había sido
designada como una de las sedes permanentes de la descongestión de la capital
de España. Primero fue el Polígono Industrial. Entonces sería la Universidad.
No había mayor problema. Los toledanos, movidos a devoción por nuestras
autoridades, hicimos público reconocimiento en Zocodover de nuestra gratitud a
aquellas buenas personas que nos e iban a conceder ( ¡nada más y nada a menos!
) una ¡UNIVERSIDAD! Luego todo quedó en
agua de borrajas. Mientras tanto, el
Centro Universitario proseguía su anodina
labor. La Dirección, desde Madrid casi siempre, ponía todas las trabas
posibles a la actividad cultural que no partiese de su digna iniciativa. Y los estudiantes pintaban en las paredes y
vociferaban en las calles aquella cantinela de "Ridruejo, dimite; el Centro no te admite". Con los
nuevos tiempos, vino el cambio. Y la imagen es distinta. La iniciativa de alguno de sus profesores hace
que el C.U.T. adquiera resonancia nacional a través de los Coloquios de
Arqueología Medieval recientemente celebrados. Ex-alumnos del Centro mantienen
en pie, recordándonos las dificultades de los tiempos de la Dictadura, el
Cine-Club, y organizan las Semanas de Teatro, por supuesto generalmente con la
falta de colaboración y asistencia de la mayoría del profesorado (sobre todo
los de algunas disciplinas, no integrados en la vida. universitaria por su
dedicación marginal y no exclusiva a la enseñanza) e incluso ( ¡y ya es triste!
) del propio alumnado.
La conclusión, en vista de la historia -ya de más de una década
del C.U. T., es que no se trata, primordialmente, de personas (aunque a veces
sea factor notable) sino de modelos de universidad. Toledo necesita una
Universidad. Es claro que ahora lo importante es potenciar el Centro, mejorar
nuestro presente universitario. Pero, repito, no hemos de olvidar que TOLEDO
NECESITA UNA UNIVERSIDAD. Este es el S.O.S. que las autoridades toledanas,
locales y provinciales, incluidos los parlamentarios, deben repetir
mentalmente, aprenderse bien y luego soltar a modo de martilleo continuo donde
proceda y 1o juzguen conveniente sus señorías. Una llamada que debemos
aprender, también, todos los toledanos de
a pie. Porque a todos nos interesa que exista Universidad estatal: El C.U.
T. se sostiene con las aportaciones económicas de la Diputación, Caja
Provincial de Ahorros y Ayuntamiento de Toledo, dineros que, como es lógico,
tienen su origen en el pueblo toledano. Por otro lado, a través de los impuestos
generales, los toledanos contribuímos al sostenimiento de las universidades. Es
decir, los toledanos y, en general, los castellano-manchegos, estamos
contribuyendo a la financiación de las universidades de otras regiones,
mientras que esas mismas regiones no sólo no contribuyen a la nuestra (QUE NO
LA TENEMOS) sino que además algunas nos roban las fuentes de ingresos y de vida
más preciosas que tenemos: el agua de nuestro río. Todo en pro, parece ser, de
los "equilibrios regionales". No esta mal para empezar...
Hacia la capitalidad de la cultura
Lo que sí ha empezado es la
campaña-bombardeo difusora de la brillantísima idea de convertir Toledo en
capital de España, al menos culturalmente. El viejo grito ácrata de "¡LA
IMAGINACION AL PODER! " adquiere aquí su más exacta dimensión. Los
toledanos de a pie queremos cambiar Toledo, y por eso unos enarbolan la bandera
de la plástica, otros proyectan revistas, habladas o escritas; algunos crean
una Asociación de Amigos de la Universidad reivindicando ésta para Toledo o la
región; los amantes de la música organizan conciertos; los que se sienten
obreros establecen Semanas Culturales para los trabajadores, etc. Son dos
concepciones de vida. Las bases
luchan por cambiar Toledo a fuerza del trabajo y de la concienciación de las
gentes de que la cultura salvará al hombre. Otros piensan que Toledo cambiará a
golpe de Decreto-Ley. Uno es ingenuo y nunca se había planteado tal
posibilidad. ¿Por qué luchar contra las críticas, para qué recorrer las calles
toledanas en petición de limosnas, posibilitadoras de cultura, a los
administradores de los fondos públicos? ¿por qué no quedarse tranquilamente en
casa, viendo T.V. o leyendo las novelas toledanas de los escritores más
brillantes, a la espera de que el Sr. Presidente del Gobierno resuelva todo el
problema con sólo una rúbrica en papel para el B.O.E.? Angel Palomino, hombre
de fábulas y, por tanto, de imaginación, ha dicho que sería bonito ver a los
infantes corretear por los jardines del Alcázar. Otros audaces, recogiendo la
idea, dicen que sería excelente verles, sí, paseando con los libros bajo el
brazo, en descansos entre clase y clase, por el patio de un Alcázar convertido
en Universidad de Castilla La Mancha. No es mala tampoco la idea. Claro que
todo vendría por añadidura. No creo que se declarase a Toledo capital cultural
del país sin antes dotarla (me imagino que también a base del famoso
Decreto-Ley, quizás por procedimiento de urgencia) de la infraestructura
cultural necesaria. Porque es verdad que la historia pesa mucho... pero el
presente... también cuenta y debe ser el mejor aval para que la nación disponga
de una flamante capital cultural.
Y convencido de estos razonamientos,
pienso que lo mejor que podemos hacer los toledanos es organizar una peregrinación a La Moncloa, a la que al
menos debemos unirnos las 100.000 personas que posiblemente estemos en Toledo
el día del Corpus para ver la magna procesión, y pedir -con voces educadas y
pancartas censuradas- la capitalidad cultural para Toledo. Es la mejor rogativa
que se me ocurre hacer. Que ya está bien de niñerías, pequeñeces y actividades
culturales de pacotilla, sí señor: Que se firme el Decreto aludido y otro gallo
nos cantará.
Tres Culturas
(Toledo-Madrid)
Por cierto que la que está cantando, y
muy alto, es la nueva Asociación Tres Culturas-Toledo. En poco más de un
mes ha traído a Toledo a Antonio Domínguez Ortiz, en la vanguardia de la
historiografía española actual; a Julio Caro Baroja, prestigioso antropólogo; y
a otras personalidades. Y lo que queda... Todo para culturizar Toledo, en frase del buen amigo Luis Rodríguez. Sería
deseable que esta labor continuase mucho tiempo, en bien de los toledanos. Que
todo lo que sea cultura viene bien, aunque se planifique en Madrid
fundamentalmente. Esta Asociación sí que se ha percatado de la importancia de
la actual capital española para sede de la Asociación, que allí se está más
cerca de los hombres que firman los Decretos y se conocerán mejor y antes los
méritos de Toledo para la capitalidad que se propone... Pero por si lo del
Decretillo fracasa, que es lo más probable, yo quisiera animar a los toledanos currantes de la cultura a que sigan en
su noble empeño: a los que ya me he dirigido y a los que resta: a las entidades
que ofrecen exposiciones de Arte, a los hombres de la Asociación Cultural Montes de Toledo, de las corales Bab-all-mardon y Toledana, al grupo Pigmalión
de teatro, al Instituto de Estudios
Visigótico-Mozárabes de San Eugenio, a la Real Academia. También a los que ahora omita, sin más razón que mi
olvido involuntario. A todos, pienso, no sólo debe guiar el desarrollo cultural
de nuestra ciudad, sino el acercamiento y ofrecimiento de esa cultura al
pueblo. Porque no podemos olvidar que, si bien es cierto que cada vez
proliferan más los actos culturales de todo tipo, lo triste es ver casi siempre
idénticos rostros en todos los sitios.
Busqueda de identidad
Una buena muestra es la labor, recientemente emprendida por el
I.P.I.E.T., de publicar la colección Temas
Toledanos, para divulgar nuestra historia y cultura. Colección popular que
hay que unir al amplio y valioso repertorio de publicaciones de cuestiones
toledanas editadas por dicho Instituto. Que si ahora resurgen los regíonalísmos
no olvidemos que nuestra región ofrece escasísimo interés por la cuestión. Y,
no nos engañemos, en la nueva estructuración del Estado no podemos quedar fuera
de ese proyecto nacional. Debemos embarcarnos. Si no tenemos sentimiento
regionalista, se ha de crear. Aunque parezca que la cosa es artificiosa. Y,
desde luego, mal vamos a conseguir esa identidad regional si no comenzamos por
tenerla provincial. Aunque ahora nos ocupamos sólo de la actividad cultural de
la capital toledana, cabe reseñar, por constituir un nuevo e importante
instrumento para el logro de esa identidad que comentamos, y porque lógicamente
atañe también a esta capital, la aparición de Almud, revista de estudios de La Mancha, con estudios de toda la
región, desde una perspectiva interdisciplinar y uniendo análisis de nuestro
pasado con artículos que se ocupan del presente regional. El hecho, además, de
que sea de iniciativa privada indica que van surgiendo personas que intentan la
comunicación interprovincial en Castilla-La Mancha, la elevación del nivel
cultural y sentimiento regional y la adecuación de los instrumentos culturales
a los nuevos tiempos.
Algunos objetivos
En este contexto, las autoridades no
deben dejar de plantearse el logro, aun a medio y largo plazo, de objetivos
como estos:
-
La Universidad de Castilla-La Mancha, ya expuesto. Tarea que debe ser
prioritaria, máxime ahora que se rumorea que sus Facultades -si las hay-
recaerían en otras provincias. Además de la potenciación del C.U.T., de momento
sería recomendable la consecución de algunas Facultades pertenecientes a las
universidades madrileñas, como parte de la infraestructura que ofrecer en su
día al Ministerio en busca de nuestra Universidad.
- La potenciación de la Biblioteca
Pública, en sus dos vertientes de Biblioteca y de Casa de Cultura. En este
organismo deben concentrarse los distintos intentos de crear un fondo
bibliográfico toledanista de primer orden, a libre disposición de todos los
toledanos. Centro bibliográfico que bien pudiera ser, si nuestros magnates
culturales y políticos lo deseasen, núcleo de otro de carácter regional. Y en estas tareas, no deberán
olvidarse las orientaciones de los técnicos, aún cuando parezca que sus ideas
se escapan de la realidad. Una labor de este tipo que no esté convenientemente
dirigida, o al menos asesorada, por personal facultativo podría ser seriamente
objetada.
-
El fomento de la investigación, no solo histórica, sino también económica,
sociológica, geográfica, etc. de temas toledanos. Para ello sería fundamental
la convocatoria por parte de la Diputación Provincial (que ya lo hizo en otras
épocas) o Cajas de Ahorro de becas importantes que estimulasen y colaborasen
decisivamente en la realización de estos estudios.
- La creación de un seminario de
estudios toledanos en el C.U. T., de cara a integrar a los universitarios toledanos
en la labor de rescatar nuestra historia. Y por otro lado, resulta esencial que
comience la labor toledanista y regionalista en los centros de enseñanza, como
lo están haciendo ya en otras zonas de la geografía nacional y prevee incluso
la actual legislación académica, en esto, por desgracia, también papel mojado.
La historia, la cultura en su conjunto, el presente económico y sociológico de
nuestra tierra, todo ello debe ser tratado adecuadamente en los colegios, en
los institutos, en las escuelas del profesorado de E.G.B., y, por supuesto,
como ya dije, en el Colegio Universitario. En ello está nuestro futuro de
comunidad con raíces en su tierra.
-
La intensificación de actividades culturales y recreativas dirigidas,
fundamentalmente, a la juventud más joven, a esos chicos y chicas de 13 a 16 ó
18 años que no pueden hacer otra cosa que lo que hacen. Y no creo que se
necesiten explicaciones. Si no pensamos en ellos, ¿por qué lamentarse?
-
Y, finalmente, la unidad de acción. Hoy nos mata la dispersión. Debe existir
diálogo fecundo y constructivo entre todos los organismos, asociaciones y
personas que trabajan por la cultura. Diálogo en el que todos debemos
participar: desde los hombres y mujeres de las Asociaciones de Vecinos hasta
los de la Real Academia de Bellas Artes y
Ciencias Históricas. Desde los hombres de la música y del arte, hasta los
de la prensa y la historia. Que todos sepamos renunciar a los personalismos. La
Delegación de Cultura (siempre que ese Ministerio sea más coherente que hasta
el momento, pues es verdad que las buenas intenciones -al menos eso-
provincianas son desbaratadas por los jerarcas que gobiernan el Ministerio)
podría ser vehículo idóneo para la alternativa unitaria.
Todos,
objetivos imprescindibles si queremos revitalizar la cultura toledana y que
puedan gozar de ella todos los toledanos. Objetivos, incluso, que son sólo una
mínima expresión de las condiciones que debe reunir una ciudad que quiera
constituir capitalidad cultural de cualquier nivel, no sólo nacional, sino
hasta provincial y regional.
Una nueva generación
Este es, a grandes rasgos panorama
culturaI de la que fuera Ciudad Imperial. Se ha hablado, fundamentalmente, de
las gratas novedades existentes, que presagian, al menos en apariencia, buenas
perspectivas. Por otro lado, nuestra cultura es joven: una nueva generación
está surgiendo con fuerza entre los toledanos, sumándose a esos hombres que
durante muchos años se han ocupado de Toledo: podríamos citar, entre otros, a
Luis Béjar, Premio Sésamo de Novela, y Fernando Martínez Gil, flamante Premio
Nacional de Literatura Infantil, en la nueva literatura; a Isidro Sánchez
Sánchez, Premio Sixto Ramón Parro de temas toledanos por sus investigaciones
sobre la historia de la prensa toledana, y Ricardo Izquierdo, en el campo de la
Historia; a Ventura Leblic, polifacético, entre los grandes animadores
culturales. Habría que citar a otros muchos: poetas, historiadores, artistas,
arqueólogos, etc. Y en todos una misma característica: No se limitan a una
faceta. Unen su labor literaria o histórica a su participación o creación de
proyectos culturales importantes para el pueblo toledano. Piensan que no es oro
todo lo que reluce, y por eso se lanzan a divulgar sus conocimientos
incipientes entre los que les rodean. No desdeñan nada. No les importan las
ideologías a la hora de la cultura. Pueden asistir con la misma tranquilidad y
ánimo a un acto en un barrio que a una sesión de la Academia.
Además de esta nueva generación, cabría
citar a otros de una generación intermedia, con una labor no totalmente
reconocida por los toledanos, y que ahora adquieren resonancia cada vez mayor
fuera de nuestras tierras. Es el caso, por ejemplo, de Martínez Ballesteros,
que se está convirtiendo en uno de los autores de teatro contemporáneo más
estudiados en E.E.U.U., publicándose allí algunas de sus obras más
significativas.
Aun con todo este bagaje, el futuro hay
que labrárselo a golpe de trabajo. Desconfío de los donativos culturales, que,
en todo caso y aunque los den, hay que ganárselos trabajando, día a día, a
pulso. Pienso que los objetivos antes reseñados son algunos de los que han de
cumplirse ineludiblemente si aspiramos a algo. Pero si hubiésemos de elegir
entre alguno, ese es la UNIDAD. Todos los toledanos unidos, pese a los múltiples
obstáculos que en nuestra carrera encontraremos, sí podremos CAMBIAR TOLEDO. Y
no sólo culturalmente: así alcanzaríamos también otro sueño: la convivencia.
Todos unidos por una ciudad mejor en todos los aspectos. Es un reto que merece
la pena.
* La
Voz del Tajo, nº extraordinario del Corpus (junio, 1980), 2 págs. Recogido en el libro Combates por la biblioteca pública en España, págs. 250-256.
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