¿La Biblioteca Pública a San Pedro
Mártir?
¡Qué error, qué inmenso error!, señor Tussell*
Iltmo. Tusell:
Decía
Benavente que “los libros son como los amigos; no siempre es el mejor el que
más nos gusta”. Esto lo aplico, después de dar muchas vueltas mi cabeza, al
polémico tema de la división de Santa Fe entre Biblioteca y Museo. La noticia
aparecida en La Voz del Tajo el
pasado miércoles 27 de mayo, me ha dejado sumido en una sorpresa tal que, a no
ser por lo acostumbrado de estos hechos en este país, malamente se recuperaría
uno de este susto. Porque, ¡qué susto! Numerosas llamadas telefónicas de amigos
interesados en el tema, me sorprendieron en la mañana de aquel día, diciéndome:
“Tusell ha cedido, se ha arrepentido”, o “Ya no habrá división. Tusell imitó a
Salomón”. Era una cantinela sospechosamente esperanzadora. Y yo, sorprendido y
ávido de noticias, marché a comprar el semanario para comprobar con mis propios
ojos el evento y poder asignarle a Vd., señor Tusell, la categoría de sabio que
acompañó al rey Salomón y que sin duda se merece.
Ya
el avance de portada resultaba inquietante. Y la página 10 era un tremendo
mazazo que incitaba a la confianza de
este pueblo en sus dignísimos gobernantes. La vieja rima romántica becqueriana
expresa la tremenda expresión que me produjo la noticia:
“Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja
de acero en las entrañas;
me apoyé
contra el muro, y un instante
la conciencia
perdí de dónde estaba”.
Porque la cosa es grave. Yo, tal
vez muy ingenuo, quiero pensar que ha sido una decisión de buena voluntad,
aunque no sopesada suficientemente. Es bueno corregir a tiempo los yerros. Y
dividir Santa Fe lo era, y muy grande. Uno se siente halagado al saber que ha
formado parte de ese sector de “ciudadanos de Toledo” que se opusieron a la
división salomónica. Uno se alegra profundamente de constatar el interés que el
Ministerio de Cultura, y concretamente la Dirección General de Bellas Artes,
Archivos y Bibliotecas, tiene para solucionar los graves problemas que aquejan
a Biblioteca y Museo. Pero uno se entristece enormemente al conocer la solución
que ahora se pretende: Santa Fe para el Museo, íntegramente; y para la
Biblioteca ... San Pedro Mártir.
De mal en peor
Como
diría el pícaro Lázaro de Tormes
–que, al fin y al cabo, es también Lázaro
de Toledo- cuando dejó al ciego para servir al clérigo en busca de mejor vida,
“escapé del trueno y dí en el relámpago”. Y es que la “mejor vida” que pretende
el Ministerio se me antoja dura, sobre todo para el libro. Por esto le
recordaba la frase de Benavente, por si le ayuda a reflexionar sobre la
política cultural que este país necesita y Vd., en gran parte, lleva de su mano
experta. Me da la impresión –ojalá esté yo equivocado- de que su mejor amigo es
el patrimonio, y de que su amigo más lejano (no el peor, claro está, que Vd. es
intelectual y debe amarlo, aunque un poco a distancia) es el libro. Y no se
trata ahora, evidentemente, de sentenciar sobre si es más importante la función
social de una biblioteca o lo es la de un museo. Ambas instituciones son, sin
lugar a dudas, fundamentales para la educación y la cultura. Por esto nunca he
desdeñado la importancia de los problemas del museo de Santa Cruz, aunque por
mis trabajos me siento más identificado con los de la biblioteca y la haya
defendido ante una solución –partir santa Fe- que era/es inadecuada y que
hipotecaba peligrosamente su futuro. Lo que busco es otra solución, una
solución que salve a ambas entidades. Y esa solución tienen que darla los
técnicos del Ministerio. Mas, siendo trascendentales esos dos medios
culturales, por encima de la cultura como abstracción esta el HOMBRE, la
persona. “La gente es el Reyno”, escribía en 1619 el arbitrista toledano Sancho
de Moncada. ¿para qué un país sin gente?, pensaba Moncada. Y ¿por qué un país
sin gente bien formada?, me pregunto yo ahora. La riqueza de un país son sus
hombres. Todo ha de estar en función suya. Blas de Otero daba “todos sus versos
por un hombre en paz”, porque las cosas en sí mismas no tienen sentido. La
mayor riqueza de una nación son sus hombres, no su Patrimonio. Y a esto hemos
de aspirar: a crear hombres, a formar hombres con espíritu de libertad,
igualdad, tolerancia. Hombres en paz para hoy y el mañana. Y a esto está
llamado el libro.
Recordando
el Manifiesto de la UNESCO sobre la biblioteca pública
La
UNESCO proclama la confianza que mantiene en la biblioteca pública como “fuerza
viva al servicio de la enseñanza, la cultura y la información, y como
instrumento indispensable para fomentar la paz y la compresión internacional”.
En un mundo falto de paz, el libro está llamado a formar al hombre, a ejercitarlo
en la comprensión y en la formación de su propia opinión. Porque si la UNESCO
enuncia la importancia de la biblioteca como “institución democrática de
enseñanza, de cultura y de información”, donde pone más el acento es
precisamente en su labor informativa: un hombre sin información, se ha dicho,
es un hombre sin opinión. Para esto nacen las bibliotecas: para evitar la
manipulación del hombre. “La biblioteca pública –sigue diciendo el Manifiesto-
es el principal medio de dar a todo el mundo libre acceso a la suma de los
conocimientos y de la ideas del hombre, y a las creaciones de su imaginación”.
Tristemente, gran parte de estas importantísimas funciones que está llamada a
ejercer en nuestra sociedad la biblioteca pública toledana no han podido ser puestas
en práctica todavía. Y ello porque a los problemas generales de las bibliotecas
del país hay que unir algunos particulares: nació asfixiada, porque no se
planificó teniendo en cuenta su crecimiento natural y a los pocos años era sólo
un gran almacén de libros, no un centro de cultura viva y de importancia para
todos. Santa Fe era la esperanza para iniciar los servicios que asegurasen al
pueblo toledano el acceso al libro; Santa Fe era el lugar idóneo donde
confluyesen todos los toledanos que buscan formarse su espíritu y su opinión o
ansían, simplemente, convertir su tiempo en ocio enriquecedor. Pero no es todo:
si la biblioteca renueva el pensamiento del hombre; si le distrae, si es ayuda
para el estudiante, otra misión es cuidar y ayudar al progreso: “dar a conocer
la última información técnica, científica y sociológica”, ser fuente que
facilite el progreso económico de un pueblo por la formación intelectual y
humana de sus hombres.
La Biblioteca a San Pedro Mártir: un grave atentado para los toledanos
La
decisión, si culmina, de trasladar la biblioteca toledana al monasterio de San
Pedro Mártir no sólo atenta gravemente contra el espíritu del Manifiesto de la
UNESCO sino que vulnera los derechos de los toledanos de acceder fácilmente al
libro. El fácil acceso, las buenas comunicaciones, el lugar céntrico, el
emplazamiento en lugar concurrido, todas estas condiciones las cumple el
Miradero, no San Pedro Mártir. Da la impresión, y me parece tristísimo, de
querer alejar al pueblo toledano de los libros, estos peligrosos vehículos de transformación de la sociedad. Si ahora no
hay inquisidores que requisen los libros malditos; si nuestro país no es hoy,
afortunadamente, el estado policial y perseguidor/destructor del libro que Ray
Bradburry plasmó en su novela Farenheit
451, los toledanos podrían pensar en esta ocasión que alguien quiere
esconder los libros, alejarlos de los centros vitales de la ciudad toledana
para que no molesten y reposen plácidamente y se llenen lentamente de polvo por
el no uso y duerman, en fin, el sueño de
los justos.
Hay,
a mi entender, señor Tusell –y según la noticia de prensa que me empuja a
escribir estas líneas- otro grave error en su decisión actual de largar la biblioteca a San Pedro Mártir:
parece que las actividades culturales se desligarían de las meramente
bibliotecarias. El actual edificio del Miradero sería aula cultural y San Pedro biblioteca pública (¿y tal vez archivo?).
Perdóneme que me atreva a recordarle otro párrafo del citado Manifiesto: “La
biblioteca pública es, de un modo natural, el centro cultural de la comunidad,
en el que se reúnen las gentes que tienen intereses semejantes. Ha de poder
disponer, pues, de los locales y el material necesarios para organizar
exposiciones, debates, conferencias, conciertos y proyecciones
cinematográficos, lo mismo para los adultos que para los niños”. Uno, que
siempre ha tratado de sustituir el refrán aquel de “piensa mal y acertarás” por
el de “piensa bien, aunque no aciertes”, trata de quitar leña al fuego y piensa
que quizás la noticia sea un falso rumor de Ministerio. Pero como “cuando el
río suena, agua lleva”, me pongo a la defensiva –compréndalo, señor Director
General- y me pregunto: ¿y si fuera
cierto? ¿Y si ese error, inmenso error, fuese verdad, no un mal sueño, y tratasen
de consumarlo? Yo no sé, pero pienso en las fatigas del señor Alcalde de
nuestra ciudad y de otras autoridades que tratan de que el Consejo de Europa se
fije en nosotros. Considero que sería un golpe bajo a su excelente labor por
tierras europeas pregonando el carácter ineludible de meca cultural de Toledo.
y pienso en el rubor que pasarían nuestros doctos munícipes cuando en Europa
conocieran esta decisión –“sublime decisión”, que se dijo en el teatro- y
comprobaran todo el caso que los españoles hacemos a la UNESCO y demás.
Otra
cuestión que no entiendo es por qué precisamente San Pedro Mártir para
biblioteca y Santa Fe para el Museo. ¿no podría hacerse al revés? Pienso en la
impotencia que se debe sentir después de diez años de negociaciones intensísimas
para conseguir ampliar la biblioteca a través del viejo convento de las
Ursulinas. Y me produce amargura el que
vuelvan a hacerse las cosas con los tradicionales y característicos
autoritarismo y centralismo (ni siquiera el señor delegado del Ministerio de
Cultura conocía esta decisión cuando el miércoles tarde le telefoneé para que
me confirmara o denegara la noticia), sin dar explicaciones. De dividir San Fe
a esta otra solución –mil veces peor que aquella, y ya es decir- se ha pasado
sin decir esta boca es mía, sin presentar la alternativa por la que venimos
clamando, sin dar una razón que justifique o serene mi intranquilidad y la de
otros toledanos. Por esto le escribo, señor Tusell, para que hablen alto, para
que pidan opinión a los técnicos en el tema que trabajan en esta ciudad, para
que la democracia sea un poco más real y un poco menos ficticia.
Pero,
en fin, usted verá. No es mi responsabilidad, desde luego. Quisiera finalizar,
para no pecar tanto de localista, recordándole que los problemas de Toledo no
son únicos, están dentro de una dinámica
nacional, tal vez aquí agudizados por la importancia de la biblioteca toledana.
Proteccion
a las bibliotecas españolas
Sí,
la mayoría de las bibliotecas españolas siguen careciendo de personal técnico
suficiente. Este país sigue sin LEY DE BIBLIOTECAS. Y, finalmente, comunicarle,
con el debido respeto, que muchos españoles –entre los que me cuento- veríamos
con buenos ojos que un día hablase Usted sobre las bibliotecas españolas, sobre
lo que piensa hacer para modificar su triste vida actual, o simplemente para
decirnos que estamos en un periodo de crisis económica y que para el libro no
ha quedado demasiado presupuesto y... No sé. Son cosas complicadas. Lo
comprendo. Pero yo deseo, con total sinceridad, que usted y sus colaboradores
puedan dar buena solución a todo esto. Si no, apaga y vámonos.
Un
saludo.
*La Voz del Tajo (10-6-1981), pág. 5. Recogido en el libro Combates por la biblioteca pública en España, págs. 226-230.
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