martes, 22 de mayo de 2007

Decálogo para políticos



Decálogo para políticos*


            Preguntaron a Don Miguel de Unamuno a qué partido pertenecía, y contestó: “Yo soy unamuniano, y el día que se apunte alguien a mi partido yo me borro”. Y es que resulta difícil encontrar un partido que responda a tus ideas y a tu modo de conformar la sociedad. Yo mismo en muchas ocasiones he reiterado mi no adscripción a un partido político, y paralelamente la necesidad de contribuir  como ciudadano a la construcción de la vida pública. Pero, a pesar de las crecientes críticas a la clase política, siempre expreso mi respeto hacia quienes deciden dedicarse a la noble tarea de la política, al servicio de los demás. No soy de los que desprecian y ponen una etiqueta genérica negativa hacia políticos de todas las tendencias y de todos los ámbitos territoriales, pero sí reclamo la necesidad de una libertad de expresión real, de compartir mis opiniones desde la sociedad civil.
            Estos días de campaña electoral muchos buenos amigos se han animado a convertirse en candidatos. Son amigos que participan en todos los partidos políticos, y a la mayoría de ellos les votaría, pues sé que son personas íntegras, que renuncian a la comodidad de ser espectadores de la vida pública y están dispuestos a dar lo mejor que tienen dentro. Unos llegan con la ingenuidad del recién aterrizado en una lista, y otros llevan años dedicados a diseñar políticas de servicio a nuestra región y a nuestra gente. Pero todos ellos deberían tener presentes algunos principios básicos.

            1. Se gobierna para todos. La pertenencia a un partido no puede olvidar al conjunto de la sociedad y, específicamente, a quienes piensan de forma distinta. El gobernante debe ejecutar una política para todos los ciudadanos.

            2. Buscar el bien común. En general, es válido el principio de que se gobierna de acuerdo con la mayoría, aunque no siempre una decisión mayoritaria equivale a justa y necesaria. Gobernar al servicio de la sociedad pensando en la construcción de la persona, desde una dimensión ética y moral. Esto vale tanto para grandes decisiones conceptuales como para cuestiones cotidianas en un municipio o una región. Un político que busca el bien común deberá a veces tener en cuenta las propuestas de la oposición, y apoyarlas si considera que son buenas para construir ese bien común que afirman buscar.

            3. Respetar al adversario. Las descalificaciones, los insultos, la falta de respeto al adversario político son muestra de la poca calidad humana de quien asía actúa. Tiene además un alto coste: el conjunto de la sociedad capta e imita ese proceder, y así se construye un clima social de confrontación y de demagogia insultante que no beneficia en nada una cierta armonía social. Estas actitudes influyen, además, muy negativamente en los jóvenes. El político, aun con sus errores, es un espejo en el que mucha gente se mira. Lo contrario significa el fracaso de la política.

            4. No es lícito aprovechar la comunicación institucional con fines partidistas. Utilizar la publicidad institucional con carácter partidista es un modo de malversación de fondos. La comunicación y publicidad institucional debe constituir un servicio público, y no ha de emplearse con fines de difusión y exaltación de un partido. Es cierto que la campaña electoral dura en realidad toda la legislatura, es decir cuatro años. Por ello es ilícito que desde el poder se empleen cuantiosos recursos de última hora para intentar arrancar el voto del indeciso.

            5. Aceptar la crítica. Quien gestiona lo público debe saber que está expuesto al análisis y la crítica del conjunto de la sociedad. En un régimen democrático como el nuestro una de las alarmas que se encienden a menudo es el de la autocensura: es decir, un sistema formalmente de libertades pero que luego no acepta las opiniones discrepantes. Personas, instituciones, medios de comunicación, e inclusos partidos políticos son descalificados duramente, y a veces represaliados, cuando expresan opiniones que no gustan al Poder de turno. Estas situaciones, propias de dictaduras, desactivan la participación real de sectores de  la llamada sociedad civil en la construcción de la sociedad.  La participación en democracia no finaliza el día de las elecciones, sino que ha de ser permanente; y los políticos han de tener una actitud sinceramente abierta a la opinión de los ciudadanos.

            6. El programa electoral es el contrato. Los candidatos, con sus equipos de partido, han de diseñar unos programas electorales que sean realizables y hacerlos públicos al comienzo de la campaña electoral. Demasiadas veces comprobamos cómo los candidatos van desgranando sus ocurrencias durante el tiempo de campaña, aprovechándose del seguimiento que de las caravanas electorales realizan los medios de comunicación. Da la sensación de que más que un programa que refleje la filosofía del candidato o del partido en cuestión, se van soltando ideas que puedan impresionar a los votantes. Me parece lamentable que un partido político de tanto peso como el PSOE de Castilla-La Mancha  no haya hecho público el Programa Electoral para las Elecciones Autonómicas del próximo día 27, y que cuando se le ha solicitado guarde un extraño silencio. Tampoco resulta fácil conocer a fondo el programa del PP, pues en la página web de este partido se recogen una serie de Compromisos Cospedal, pero no un programa articulado para la región. Los partidos han de comprometerse también a hacer pública la evaluación del cumplimiento de sus programas.

            7. Las inversiones en servicios públicos no pueden ser partidistas. Escuchando las promesas de muchos candidatos se observa cómo hay Gobiernos y Administraciones que se ponen al servicio de los intereses de un partido. Se oyen frases parecidas a éstas: “Si ganamos en (nombre de una localidad) la Junta hará….”, dando a entender que si no gana su partido la Administración regional no construirá tal servicio…Las inversiones deben ser programadas con parámetros geográficos, demográficos, etc., pero nunca se puede utilizar la llave partidista como criterio de actuación. Es verdad que no es siempre así, y pueden citarse casos verdaderamente ejemplares, y que deben seguirse por otros gestores. Lo importante es que el político tenga claro este principio, y lo aplique.

            8. La política debe atender preferentemente a los sectores más necesitados. Gestionar dineros públicos;  dirigir gobiernos regionales, provinciales o municipales ha de hacerse desde un planteamiento de servicio al conjunto de la sociedad, pero especialmente a los más pobres. Por ello se debe tener una visión de conjunto de la acción de gobierno y, si es preciso, llevar recursos de áreas a veces con mayores presupuestos a aquellas otras en las que no llegan para paliar verdaderas situaciones de necesidad. Ya sabemos que los gobiernos no tienen una máquina de fabricar euros, pero precisamente porque se gestionan fondos procedentes de los ciudadanos se ha de ser muy cuidadoso en el gasto. No quiero poner ejemplos para no herir la sensibilidad de nadie, pero creo que todos somos conscientes de cómo a veces se despilfarra el dinero público en lugar de emplearlo en programas sociales realmente imprescindibles.

            9. Todo político ha de velar por los derechos fundamentales de la persona. Tener presente la ley natural resulta obligatorio, y debe  considerarse esencial en toda acción política proteger el derecho a la vida, la libertad de conciencia,  la formación integral de las personas, el apoyo a la familia, la necesidad y el respeto de la educación moral de la juventud. En estos ámbitos es crucial que los candidatos expresen  realmente sus opiniones, porque los ciudadanos tenemos derecho a conocer realmente qué piensa cada político, cada candidato. Y el político ha de ser fiel a sus ideas y no abjurar de ellas sólo porque estime que sus ideas pueden perjudicarle electoralmente. Es en estos campos donde los partidos en muchas ocasiones impiden a sus miembros actuar con libertad de conciencia, exigiéndole incluso el apoyo a decisiones y normas que chocan con sus ideas. Éste es un déficit democrático que padecemos, y se hace un gran daño al propio ejercicio democrático pues muchas personas que podrían realizar importantes servicios a la vida pública se apartan voluntariamente del escenario político.

            10. El ejercicio de la política debe ser temporal. Toda la vida estamos llamados a contribuir a la vida pública, pero la dedicación política debe ser temporal. No es buena la profesionalización de los cargos públicos, que puede influir en un alejamiento de la realidad social. Pero junto al tiempo de servicio público, ha de tenerse en cuenta para qué puestos se está capacitado y renunciar a aquellos que, a priori, no puedan ser desempeñados con dignidad. La mayor corrupción es ocupar cargos públicos sin tener una formación o aptitudes adecuadas. Relacionar temporalidad en el cargo y aptitud facilitará el éxito de la gestión y el desempeño del cargo o servicio a desempeñar. Y transcurrido ese tiempo está bien contar con las personas que más han contribuido a la cosa pública para que la sociedad pueda beneficiarse de su rica experiencia a través de órganos de consulta y otros instrumentos. Y siempre les quedará su derecho, y también deber, a opinar y a seguir construyendo la sociedad en la que vivan a través de artículos periodísticos, participación en asociaciones y entidades, conferencias, etc.

            Este decálogo intenta servir de reflexión no sólo para tantos candidatos que estos días se mueven en la campaña electoral sin apenas un minuto para la reflexión, sino también para otras personas que tal vez renunciaron a participar en la vida pública y tienen talentos de los que podría beneficiarse la sociedad. En política deben estar las personas más capacitadas y mejor dispuestas a servir a los demás. La política no debe ser un refugio de mediocres y de aduladores dispuestos sólo a ratificar la voluntad y los deseos de los líderes. Finalmente, el decálogo intenta que los ciudadanos seamos concientes de que tenemos una alta responsabilidad: participar cada día en la vida pública. La comodidad y los riesgos de censura no pueden servirnos de excusa.





* El Digital de Castilla-La Mancha. Nº 475 (22-5-2007). http://www.eldigitalcastillalamancha.es/articulos.asp?idarticulo=15486

La Crónica de Guadalajara (24-5-2007).

Cosas de Alcázar de San Juan  (Elecciones mayo 2007). http://cosasdealcazardesanjuan.wordpress.com/2007/05/23/decalogo-para-politicos/
Lanza digital. Diario digital de La Mancha. Año VI, nº 2.274 (25-5-2007) http://www.lanzadigital.com/diariolanza/pb/periodico/periodicodetalle.asp?REG=8670&sec=OPINION
Noticias Toledo Año I, nº 26 (25-5-2007), pág. 2.

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