viernes, 14 de noviembre de 2014

Toledo: de la tolerancia al pacto

Toledo: de la tolerancia al pacto


Recientemente, en el histórico Salón de Mesa, sede de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, pronuncié el discurso inaugural del presente curso 2014-2015. Esto se hace por riguroso turno, cada año un académico numerario, y decidí que Toledo estuviera en el centro de mi intervención, con el título “Decálogo para Toledo: ideas y propuestas de un historiador y bibliotecario”. El discurso está publicado en la web de la Real Academia y accesible en el siguiente enlace http://www.realacademiatoledo.es/index.php?start=6
Al respecto he recibido muchas llamadas y mensajes, que agradezco. Pero quiero hacer público que me sorprende que buena parte de quienes me han felicitado por este Decálogo tienen una actitud conformista, en el sentido de que mi discurso puede ser un buen instrumento literario e incluso histórico pero no creen, por ejemplo, que la despoblación del casco histórico tenga solución. Y yo digo que claro que todos los problemas cuando se plantean pueden tener solución, cuando nos señalamos metas y retos que pueden parecer utópicos se pueden abordar si confiamos en nuestro esfuerzo y, lo más importante, en el esfuerzo colectivo.
Dije en mi intervención que el eslogan que podríamos considerar para ese sueño de los toledanos que deseen compartir o discutir las ideas que propuse podría ser “De la tolerancia al pacto”. Y es que es fundamental, no sólo para Toledo sino para el conjunto de nuestro país, la necesidad de pactar aquellos aspectos que consideremos fundamentales para nuestra sociedad. Pero no habrá pacto sin tolerancia, sin respeto al otro, si pretendemos monopolizar la verdad. Toledo, ciudad de las tres culturas, no estuvo exenta históricamente de confrontaciones e incluso de luchas como consecuencia de ideologías o religiones; pero en esencia, ese espíritu de tolerancia prevaleció y ahora debe ser un camino para los toledanos del siglo XXI.


El Decálogo comienza con la idea de Vertebrar Toledo. La necesidad de un modelo de ciudad, definir y trabajar por Toledo como un todo, como una ciudad única. No debemos centrarnos en el casco histórico sin considerar a los demás barrios toledanos ni viceversa. Pero para ello es preciso Pensar Toledo, reflexionar sobre Toledo de forma colectiva, contando con los expertos. Nuestra ciudad no puede estar exclusivamente en manos de sus instituciones políticas; necesita las ideas de la sociedad y de los colectivos y entidades socioculturales, educativas y científicas. El Padre Tajo, tercer objetivo de mi Decálogo, tiene que estar presente de forma estratégica en la vida de la ciudad y en los planes y proyectos que se desarrollen. Y no sólo en los aspectos ornamentales: algún día deben afrontarse con seriedad las claves del río: caudal y calidad de sus aguas. Y efectivamente también hacer proyectos que animen a los toledanos a mirar a su río, a amar nuestro rio. El cuarto apartado del Decálogo se llama Las personas son el Reino: ¿Qué decirles de la gravedad de una ciudad sin gente, de un casco histórico sin residentes? En la ciudad en la que llegaron a vivir 60.000, y según algunas fuentes, hasta 80.000 toledanos, hoy apenas sobrepasamos los 10.000 habitantes. Un casco histórico vivo necesita residentes, familias que vivan y sueñen en el Casco. Ventajas fiscales, ayudas en cuantías no casi simbólicas como ahora se otorgan y, sobre todo, convicción: animemos a los toledanos a vivir en el casco, con ventajas.
El quinto apartado se refiere al paisaje, patrimonio permanente de Toledo. Hace unos años, el Gobierno Regional dio marcha atrás en los proyectos de edificación en la Vega Baja, pero surgen nuevos riesgos y es preciso que uno de los objetivos comunes de nuestra ciudad sea defender el paisaje de Toledo.
La cultura debe constituir un firme pilar de Toledo . Ha de conjugar una política de eventos atractiva para los toledanos y para atraer turismo, pero no puede relegar a los centros socioculturales, que deben ofrecer servicios de primera calidad a los ciudadanos que viven en los distintos barrios. El turista no puede ser más importante que el toledano. Y las políticas culturales deben mirar, especialmente, a los ciudadanos de Toledo, que han de ser el foco de atención de toda labor cultural democrática. Esto no impide programar acontecimientos culturales de gran resonancia que difundan la marca Toledo internacionalmente.
El conjunto de la ciudad debe considerar siempre en el ámbito del turismo el patrimonio histórico-artístico y natural de Toledo como un factor estratégico y sugestivo de atracción de turistas. Pero no sólo por parte del sector tradicionalmente más vinculado al turismo como es el hotelero y restauración. Junto al patrimonio, la cultura es el otro ámbito que puede atraer turismo y consolidar la imagen de ciudad cultural de Toledo.
Todos estos aspectos de la vida toledana han de unirse a la necesidad de relanzar una política económica que desarrolle el tejido industrial y afiance también el sector servicios como fuente de riqueza y empleo. Pero con un reto: no olvidar los sectores sociales más vulnerables y más necesitados, que son los que más precisan el esfuerzo conjunto de la sociedad.
El Decálogo dedica sus últimos apartados a las dos ideas-fuerza que entiendo son cruciales en este momento: La lección de la tolerancia, donde encontramos las raíces de Toledo; y la necesidad imperiosa de articular un gran Pacto por Toledo, un pacto de generosidad y de apertura, de respeto, de libre opinión, que crea en la necesidad de que Toledo ha de construirse entre todos. Pero ese pacto tiene que estar al margen de las confrontaciones electorales y de los tiempos limitados de una legislatura.
Están próximas las elecciones municipales, y ya anticipo que sólo votaré a quien tenga en su programa el compromiso de construir Toledo desde la generosidad, la esperanza, el compromiso y el esfuerzo colectivo.


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