Bibliotecas
públicas de Castilla-La Mancha:
para
seguir avanzando
He
reiterado muchas veces que las bibliotecas públicas deben estar en la agenda
política. Y en artículos anteriores expuse la necesidad de que, ante las
próximas elecciones autonómicas y municipales, los partidos políticos anuncien
sus propuestas e incorporen a los programas electorales las iniciativas que
prometen llevar a cabo. Estamos en compás de espera, pues generalmente sólo se
han hecho públicos los Programas-marco para estas convocatorias. De lo visto
hasta ahora, podemos calificar de escasas y de poco calado las menciones que
los partidos hacen respecto a bibliotecas, y sin referencias a la biblioteca
pública como motor de desarrollo, centro neurálgico para la sociedad local,
puerta democrática de acceso a la información, etc. Invito a consultar esos
programas pero anticipo que el resultado del encuentro será, nuevamente, la
decepción. Y sin embargo hay muchísimo por hacer. Si me lo permiten enunciaré
algunas de las prioridades.
Quien
gobierne a nivel regional deberá materializar el proceso de firma de convenios
de financiación de las bibliotecas públicas municipales integradas en la Red de
bibliotecas públicas de Castilla-La Mancha, que está previsto en la Ley 3/2011,
de la Lectura y de las bibliotecas de CLM, y que hasta ahora no ha sido
abordado. Ese es un gran objetivo y los partidos deberían pronunciarse y
comprometerse pues de esa acción depende el futuro de buena parte de las
bibliotecas de nuestra Comunidad Autónoma.
Por
su parte, las capitales y otras grandes poblaciones han de empeñarse en ofrecer
a sus habitantes una red municipal de bibliotecas moderna y con servicios
adecuados a su localidad. Por enésima vez menciono que la ciudad de Guadalajara
no tiene ni una sola biblioteca pública municipal; y que la capital de la
Región, Toledo, tiene cuatro bibliotecas municipales con reducidos horarios,
recursos humanos escasos y con bastante parálisis desde hace décadas. No citaré
la situación de cada una de las grandes ciudades, muy desigual y en algunos
casos sorprendente por su precariedad, hasta el punto de que incluso diversos
centros no pueden integrarse en el Catálogo Colectivo de la Red de Bibliotecas
Públicas de CLM.
Habrá
que intentar subsanar el escandaloso descenso en los presupuestos para
adquisiciones de fondos bibliotecarios, ya bien visible en las estadísticas del
conjunto del país y de la región. Pero además es necesario un impulso del Servicio
E-Biblio Castilla-La Mancha, de préstamo de libros digitales a través
de bibliotecas públicas mediante la incorporación periódica de nuevos títulos.
Las bibliotecas, si se quedan al margen del préstamo de libros electrónicos o
éste tiene una oferta muy reducida de títulos, perderán lectores y usuarios,
como ya se está experimentando por el poco presupuesto que se destina a la
compra de novedades.
Otro
aspecto esencial es el desarrollo de programas de culturales y de animación a
la lectura. A pesar de la creatividad e imaginación de los profesionales bibliotecarios,
se precisan presupuestos para que la biblioteca desarrolle un programa cultural
atractivo y permanente que atraiga a los ciudadanos de todas las edades y
sectores sociales a utilizar los servicios de la biblioteca pública.
Como
he mencionado otras veces, en tiempos de crisis los políticos tienen que
analizar las prioridades que precisan los ciudadanos. Y en esa tarea sin duda
los servicios bibliotecarios son absolutamente necesarios, frente a otras
políticas culturales basadas en grandes eventos, ciertamente más de escaparate.
En
positivo: animo a tantos candidatos a las alcaldías y concejalías de educación
y cultura a seguir promoviendo servicios bibliotecarios en sus localidades, a
apoyar a las bibliotecas para que constituyan centros básicos de cultura,
convivencia, desarrollo e inclusión social. Les animo a que apuesten por contar
con bibliotecarios profesionales que son el corazón de la biblioteca y una
garantía del éxito de este servicio público. Espero de su inteligencia que,
cuando tengan que optar presupuestariamente, nunca olviden o dejen de lado a la
biblioteca pública, garantía en las comunidades locales en la prestación de
muchísimos servicios.
Con
la presencia de internet y en pleno siglo XXI, las bibliotecas públicas siguen
siendo imprescindibles. También algunos políticos son imprescindibles para el
presente y el futuro de las bibliotecas. Aunque, lamentablemente, habrá otros
que por su olvido o desdén hacia las bibliotecas no merezcan pasar a la
historia de cada municipio sino a ser relegados al olvido.
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