Alfonso
González Calero,
forjador
de Castilla-La Mancha
Tal vez no aparezca en los libros de
historia ni en las obras que hablan de la construcción autonómica de
Castilla-La Mancha. Pero tiene méritos sobrados para estar.
Le conocí
cuando, con un puñado de soñadores, inició el proyecto de una de las pocas
revistas de carácter regional que se han publicado en nuestra tierra: Almud. Vivíamos la transición política y
muy pronto, por voluntad constitucional, comenzó a articularse el Estado de las
Autonomías. Eran tiempos aún preautonómicos (1980) y Alfonso, periodista
comprometido con su tierra, supo aglutinar un grupo de personas para que naciera
esa primera revista de estudios de Castilla-La Mancha, en la que yo mismo
publiqué alguna de mis investigaciones históricas.
Tras las primeras elecciones autonómicas, en junio de 1983 pasó a formar
parte del equipo directivo de la
Consejería de Educación y Cultura, con José María Barreda
como consejero. El fue nombrado director general de Bibliotecas y Animación
Socio Cultural, siendo por tanto el primer responsable de diseñar unas
políticas bibliotecarias para nuestra región. Ahí estuvieron también Juan
Sisinio Pérez Garzón -como director general de Educación, Juventud y Deporte- y Rafael García Serrano, de Bellas Artes; y yo mismo me incorporé al equipo meses más
tarde como director del gabinete. Fue una etapa apasionante en la que se
pusieron en marcha muchos proyectos para la naciente comunidad autónoma.
En septiembre de 1984 cesaría en su puesto de director general con el
encargo de crear la que fue la primera revista de información de la Junta de Comunidades, Castilla-La Mancha. La publicación tuvo
larga vida pero desde luego esa primera época, liderada por Alfonso, es la que
tuvo un carácter verdaderamente informativo sobre la región y menos una mera
publicación institucional. Asumiría
después Alfonso la fase de creación de TVE en Castilla-La Mancha, aunque
tuviera que hacerlo desde los estudios madrileños del Paseo de la Habana. Poner al
servicio de ese proyecto su idea de región y su profesionalidad permitió sin
duda que años después TVE fuera una realidad en su edificio toledano.
Estoy escribiendo de memoria, pero no necesito un currículum de Alfonso. Su
trayectoria la he vivido y admirado, unas veces desde muy cerca y otras desde
mayor distancia y tengo en mi corazón los hitos marcados por este manchego
forjador de Castilla-La Mancha. En los inicios de los años noventa volvió a su
aventura personal por la cultura y la investigación. El nombramiento del primer
equipo de la Consejería
de Educación y Cultura dejó paralizado aquel proyecto colectivo (pero
especialmente personal de Alfonso) de Almud.
Nadie recogió aquel testigo y de nuevo Alfonso puso en marcha una nueva
publicación: Añil, una revista de
investigación y difusión cultural sobre nuestra región que de nuevo llenó el
vacío existente. Sin ayudas institucionales, consiguió sacar adelante esta
nueva revista que recoge en sus números un rico patrimonio sobre Castilla-La
Mancha y sus creadores. Y paralelamente puso en marcha su gran proyecto: Almud Ediciones de Castilla-La Mancha,
la única editorial no institucional de carácter regional. Ver su web refleja
los libros que han visto la luz gracias a la generosidad, la entrega, el
entusiasmo y el regionalismo de Alfonso González Calero. Animo a comprobarlo en
http://www.editorialalmudclm.es/ En sus colecciones “Biblioteca Añil”, “Añil
literaria”, “Biografías”, “Añil feminista” y otras están libros que han
contribuido decisivamente al conocimiento de nuestra Comunidad Autónoma; de
nuestras ciudades, pueblos y comarcas desde una óptica regional. Lo que no han
hecho las Administraciones e Instituciones públicas lo ha posibilitado Alfonso,
con una editorial que aunque funcione como tal nunca tuvo ánimo de lucro y sí
el reto de contribuir decisivamente a que se promovieran investigaciones y se
difundieran.
También emprendió otra tarea: difundir en un boletín los “Libros y nombres de Castilla-La Mancha”,
en el que de forma quincenal lleva décadas recogiendo los libros de temática o
autores de nuestra región. Ya son 275 los publicados, que pueden consultarse en
la web de la editorial y en la del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha de la UCLM. Probablemente
es el máximo conocedor del panorama literario e investigador de Castilla-La
Mancha y siempre ha mostrado la generosidad y la humildad de los grandes
hombres.
Como autor ha sido siempre un gran conocedor de nuestra cultura y nuestra
historia, materializado en diversos numerosos que ha coordinado o en los que ha
contribuido. Su último libro, sobre Castilla-La Mancha en el siglo XVIII, es un
verdadero ejemplo de un trabajo colectivo y de su contribución personal. En las
redes sociales podemos disfrutar a menudo de su cultura universal,
especialmente en su cuenta de Facebook. Y varios medios de comunicación acogen
sus artículos, siempre de temas culturales y literarios.
Y muchísimo más. Participó en la articulación de la Oficina del Defensor del
Pueblo de Castilla-La Mancha, ha sido hombre imprescindible en puestos de
responsabilidad en distintas instituciones regionales y nacionales…Y en sus
últimos cuatro años deja una profunda huella de su carisma y profesionalidad en
la Biblioteca
de Castilla-La Mancha. Cuando me ofrecieron dirigir este magnífico centro y
supe de su vuelta a Toledo, propuse que prestase sus servicios como funcionario
en la Biblioteca
en lugar de en su destino administrativo. Afortunadamente nos hicieron caso a
otro amigo de las bibliotecas y a mí; y poco después me incorporé a un puesto que me habían ofrecido en
distintos momentos de mi vida profesional y nunca acepté porque me parecía más
importante luchar por la Red
de Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha.
La vida en la
Biblioteca no será igual sin Alfonso, hombre ilustrado y
cercano, siempre dispuesto a colaborar y que ha sido esencial en nuestra
estrategia de conseguir una Biblioteca que trabaja en coalición con la sociedad.
Hay un gran equipo en la
Biblioteca , pero es esencial el proyecto de actividades
culturales que hemos diseñado y en el que Alfonso González Calero y Emilio Recio
han sido pilares decisivos, unido al programa de exposiciones en el que tienen
un papel esencial Carmen Morales y los compañeros de la Sala de Castilla-La Mancha.
Pero hay que seguir, y espero que la Consejería tenga
sensibilidad para conseguir los recursos humanos que ahora mismo nos faltan y
que son vitales para seguir con el programa emprendido.
Seguro que Alfonso va a seguir presente en la vida cultural de
Castilla-La Mancha. De momento, ya ha aceptado integrarse en la nueva Junta
Directiva de la Asociación
de Amigos de la Biblioteca
de Castilla-La Mancha, que preside Jesús Fuentes Lázaro, que fue presidente de
Castilla-La Mancha y viene colaborando con la Biblioteca de una
manera también generosa y vital. Su editorial y su boletín va a continuar, y su
casa bargueña seguirá siendo su hogar de libros y proyectos. Siempre he gozado
de su amistad y seguro que vamos a seguir trabajando en el mismo barco, aunque
ahora lo haga sin horarios y con la libertad de poder él realizar los proyectos
que le apetezcan. Lo dije al principio: González Calero ha sido sin duda uno de
los forjadores de Castilla-La Mancha, aunque nunca haya destacado con un papel
relevante. Su amor continuado a esta tierra y a estas gentes debería ser
reconocida para que su trayectoria sirva de ejemplo a otros muchos ciudadanos.
Por mi parte, propongo que el Gobierno de Castilla-La Mancha le otorgue la Medalla de Oro de
Castilla-La Mancha. Es la máxima distinción que el Gobierno Regional concede y
creo que no hay nadie que merezca más esta distinción que Alfonso González
Calero, un hombre que lleva cuatro décadas trabajando y poniendo su imaginación
y esfuerzo para vertebrar y desarrollar Castilla-La Mancha, especialmente en el
ámbito de la cultura. Espero que el Gobierno Regional responda con la
generosidad que siempre ha mostrado Alfonso.
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