¿Bibliobuses en
el siglo XXI?
Bibliotecas para
los más vulnerables.
No
olvido una fecha: el 9 de julio de 1973. Entonces comencé una aventura
apasionante: recorrer los pueblos de la provincia de Toledo llevando libros a
los ciudadanos de 168 municipios. Eran los últimos años del franquismo y se
unió el tesón de una bibliotecaria -la leonesa y toledana de adopción Julia
Méndez Aparicio- con un gobernador ilustrado y amante de los libros -Jaime de
Foxá. Eran dos bibliobuses que fueron la sorpresa de unos pueblos en tantos
aspectos abandonados y marginados. Por primera vez una provincia española
atendía totalmente a sus municipios en servicios bibliotecarios y todas las
localidades que carecían de biblioteca recibían este milagro de la cultura que
era un bibliobús. Yo recorrí la Mancha, Sagra, Mesa de Ocaña, la zona de Torrijos y los
pueblos más cercanos a la capital…Y de esa forma me enamoré de mi provincia y
de la función que realizan las bibliotecas, especialmente en el medio rural. La
provincia de Toledo fue pionera, en gran parte gracias al apoyo de la
Diputación Provincial, que a pesar de esos años del tardofranquismo, miraba con
amor a los pueblos.
De
aquello hace ya cerca de 45 años. Y aquella labor, que he narrado en artículos
periodísticos y en alguno de mis libros, influyó en mí poderosamente en un
principio: los ciudadanos tienen derecho a leer, a recibir información, a vivir
la cultura, residan donde residan. Y en esas sigo. Por eso me emociona que
desde hace varios años se haya impulsado en España la celebración del Día
del Bibliobús, el 28 de enero. Fue por empeño de otro leonés, Roberto
Soto, y de la asociación ACLEBIM, que promueve y defiende las
bibliotecas móviles y su necesidad ineludible en pequeños municipios y barrios
de grandes ciudades. El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte apoyó esta
celebración, igual que lo hacen la mayoría de las comunidades autónomas. Sin
embargo este buen deseo no se compadece en general con su apoyo a estas
bibliotecas que son esenciales para los ciudadanos sin voz, para quienes viven
muchas veces olvidados en aldeas y pequeños municipios.
Según
la estadística de 2015, un total de 1.920 municipios españoles son atendidos
por un bibliobús. Pero lamentablemente 3.106 municipios españoles carecen de
cualquier servicio bibliotecario; de ellos, 2.185 tienen menos de 400
habitantes; y 497 entre 401 y 1.000 habitantes.
Es el drama del medio rural en España, de una población que es pequeña
en cuanto a que hablamos de poco más de un millón y medio de ciudadanos pero
que afecta a tres millares de municipios olvidados por los responsables políticos
de todos los signos. Incluso las comunidades con mayor PIB, como Cataluña, no
se salvan de ese olvido y tienen más de quinientos municipios sin servicio.
Tuve
la fortuna de desarrollar el Servicio Regional del Libro, Archivos y
Bibliotecas y ello me dio la posibilidad de luchar por algunos de mis sueños y
retos. El más importante, sin duda, fue mi lucha para universalizar el derecho
a servicios bibliotecarios para toda la población. En Castilla-La Mancha
estuvimos a punto de hacerlo. Impulsamos una política bibliotecaria muy
progresista y democratizadora de estos servicios y ello, con la complicidad de
los ayuntamientos, permitió al Gobierno regional impulsar una Red de
Bibliotecas Públicas muy importante, que permitió contar con bibliotecas a
todos los municipios mayores de mil habitantes e incluso a muchos con menor
población. En 2011 sólo 87 de los 915 municipios de la región carecían de
servicios bibliotecarios, bien fuesen fijos o móviles; pero en 2015, último año
del que disponemos de estadísticas para el conjunto de España, eran 229 los
municipios sin servicio y 279 los municipios atendidos por bibliobús.
Durante
los primeros años del siglo XXI el Gobierno de Castilla-La Mancha potenció los
servicios de bibliobús, invirtiendo en una flota de 11 vehículos e intentando
el apoyo de las diputaciones provinciales, que tienen la responsabilidad de atender
a los municipios más pequeños. Pero la crisis económica y la falta de políticos
utópicos dió al traste con aquella utopía de la universalización. La Ley
3/2011, de la Lectura y de las Bibliotecas de Castilla-La Mancha,
explicitó claramente la competencia de cada Administración pública respecto a
las bibliotecas y servicios de fomento de la lectura en los municipios de menor
población. Se diseñó un sistema bibliotecario basado en el reparto competencial
y financiero entre Administración regional, diputaciones provinciales y
ayuntamientos. A pesar de escuchar a políticos regionales y provinciales
continuamente sobre la importancia del desarrollo rural y de poner en marcha
programas de apoyo a los municipios más pequeños, las Diputaciones Provinciales
tienen en el abandono más absoluto este servicio. De los once vehículos con que
contamos en Castilla-La Mancha, en la actualidad sólo siete prestan servicio y
hay alguno que todavía no ha podido ponerse en funcionamiento. Ello significa
que si se pusiesen en marcha los bibliobuses que no están parados podría
completarse la atención a todos los municipios de la región que carecen de
biblioteca. ¡Qué irresponsabilidad del Gobierno regional y de las diputaciones
provinciales! ¡Tienen en los garajes unos bibliobuses que fueron adquiridos con
el dinero de los castellano-manchegos! ¿No es una manera de malversar los
fondos y recursos públicos?
Las diputaciones de
Ciudad Real y Cuenca no aportan ni un euro a los servicios bibliotecarios y no
tienen firmado convenio de colaboración en esta materia con el Gobierno
regional. La de Albacete aporta la “grandiosa” suma de 20.000 euros al año y la
de Guadalajara, en una provincia con tantas necesidades, 60.000 euros. Toledo,
que siempre fue referente, en la actualidad se limita a poner el personal que
históricamente asumió sin hacer otras aportaciones. Por supuesto ninguna
Diputación parece dispuesta a apoyar la puesta en marcha de los bibliobuses que
están paralizados ni a colaborar en un plan de actividades de animación a la
lectura que potencie este importante servicio cultural.
Las
Diputaciones, si no cumplen sus fines, deberían desaparecer. No tiene ningún
sentido que se dediquen a organizar actividades de relumbrón en las propias
capitales de provincia olvidando a los pequeños municipios, que son a los que
se deben fundamentalmente. Si las diputaciones necesitan para su justificación
salir en los medios de comunicación, y de ahí lo de organizar tantas
actividades en las ciudades, tal vez sea el momento de replantear su
existencia. Cuando repasamos la estadística de bibliotecas de 2015 siento
vergüenza cuando veo que las diputaciones provinciales de CLM aportaron ese año
sólo 5.890 euros para bibliotecas (no estaría cuantificado el gasto en personal
de la provincia de Toledo), con una cifra ridícula cuando se compara con las
diputaciones de otras regiones.
Tengo
que hacer un descargo: esta falta de apoyo de las diputaciones provinciales se suma
a la falta de iniciativa del Gobierno regional, que abandonó su liderazgo
ideológico en materia de bibliotecas y también su apoyo económico a las
bibliotecas municipales. ¿Cómo puede ser ejemplo quien en toda esta década
tiene olvidadas a las bibliotecas municipales?
El
28 de enero celebramos el Día del Bibliobús. Estas bibliotecas
móviles continúan siendo necesarias en nuestro tiempo, y son imprescindibles en
una comunidad autónoma tan rural y con tantísimos municipios pequeños como es
Castilla-La Mancha. Otras regiones no han querido comprometerse tan claramente
como nuestra comunidad autónoma con el derecho a disponer de servicios
bibliotecarios. Fíjense qué claro este artículo de nuestra vigente Ley de
Bibliotecas: “Artículo 35. Derechos de la
ciudadanía. 1. Queda garantizado el acceso libre y gratuito a servicios
bibliotecarios de carácter público en todos los municipios de Castilla-La
Mancha”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario