Pacto por Toledo
Se
cumplen 35 años de la celebración en Toledo de un importante congreso que
organizó el Colegio Universitario, del 26 al 30 de abril de 1983. Nuestra
región carecía entonces de universidad y todavía no se habían desarrollado las primeras
elecciones autonómicas de Castilla-La Mancha. El Congreso, que aglutinó a un
selecto grupo de historiadores, geógrafos, economistas, urbanistas y otros
expertos, llevó por título Toledo ¿ciudad viva? ¿ciudad muerta?,
y en él se revisaron las claves del pasado de esta ciudad y se aportaron
propuestas de futuro. Las actas fueron publicadas en 1988 y constituyen un
verdadero tesoro.
Treinta años después, en
2013, con motivo del XV aniversario de la Biblioteca de Castilla-La Mancha,
organizamos en esta institución cultural un ciclo de conferencias con el título
El Toledo que soñamos, el Toledo que
queremos, con
textos que fueron publicados por la editorial Celya y que merece la pena releer.
Se contó con intelectuales y
personas representativas de diversos ámbitos para que expresasen su visión
sobre Toledo en los últimos años y formulasen propuestas de futuro. Tras la
conferencia inaugural del filósofo José Antonio Marina, se hizo una visión de
Toledo desde la historia y una reflexión sobre el modelo de la ciudad, ambas a
cargo de dos historiadores, de un geógrafo y de un urbanista. Después fueron dos escritores los que
hablaron de “Sueños, utopías y realidades: la imaginación al servicio de la
construcción de la ciudad” y participaron también representantes de las
instituciones culturales para valorar el efecto en la ciudad de las grandes
conmemoraciones. En el ciclo se evitó la presencia de políticos en activo, pero
se invitó a tres personas muy representativas de la reciente historia toledana
por su participación y contribución política desde distintas opciones
ideológicas. Hablaron de su experiencia y de cómo debía construirse el Toledo
actual y afrontar los retos pendientes. Como clausura, una mesa redonda en la que intervinieron
representantes de algunos de los medios de comunicación con presencia en la
ciudad, que aportaron su personal visión del desarrollo de Toledo.
Más recientemente, en 2017, otro ciclo de la Biblioteca
regional, organizado con la Asociación de Amigos de la Biblioteca de
Castilla-La Mancha, titulado Toledo en cien años, ha vuelto a
plantear muchas de las cuestiones que sobre el modelo de ciudad y la situación
de algunos de los temas esenciales se vienen debatiendo sin grandes avances.
En estas décadas Toledo
ha experimentado, sin duda, una evolución positiva y un desarrollo social,
económico, urbanístico, cultural y educativo
muy importantes. Pero, por desgracia, junto a las luces, no se han
resuelto muchos de los problemas estructurales que se abordaron en aquel
encuentro científico y sobre los que en buena medida se ha vuelto a debatir
Toledo
carece de modelo de ciudad, presenta una estructura urbana desvertebrada; problemas
como el tráfico y el despoblamiento del casco histórico siguen sin resolverse
con decisión y no se han aprovechado plenamente las oportunidades que la
declaración de Toledo como Ciudad Patrimonio de la Humanidad o el fenómeno del
turismo patrimonial podrían haber tenido en la sociedad toledana. ¿Qué medidas
poner en marcha para incentivar un regreso de habitantes al casco? Cuestiones
muy graves, como el P.O.M. y Vega Baja; o temas cotidianos como el sistema de recogida
de residuos urbanos; la planificación de un sistema de canalización de redes
eléctricas, de comunicaciones y de otros
servicios públicos; la simbiosis entre servicios para turistas o para los
residentes; la situación de los centros culturales municipales, con una
parálisis en el desarrollo de las bibliotecas públicas; los parques y un plan
municipal de arbolado…
Son
muchos los problemas que Toledo ha de afrontar. Pero esos grandes temas han de
plantearse en el medio y largo plazo y no en el corto espacio de una
legislatura. La lucha partidista dificulta la planificación y el desarrollo de
esas políticas, que necesariamente requieren de un consenso. El legítimo
sistema democrático, con las luchas por el poder municipal, regional y
nacional, no impide que la ciudad tenga una estrategia de consenso en su
horizonte. Todos hemos contemplado cómo Toledo ha sido maltratada por
instituciones públicas muy representativas cuando los colores políticos no
coinciden: parecemos más preocupados en la confrontación partidista y en
políticas de corto plazo que en buscar soluciones estructurales y vertebrar un
modelo de ciudad para nuestro tiempo y el futuro, ese largo período (“dentro de
cien años”…) sobre el que conversábamos en la Biblioteca de Castilla-La Mancha.
Si
los partidos rehúyen la cultura del pacto y apuestan por el escenario de la
confrontación, la partitocracia ha influido también en la parálisis de la
sociedad civil. Salvo palabras de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias
Históricas de Toledo, la Real Fundación de Toledo o
colectivos como Iniciativa Ciudadana del Casco Histórico y la propia Federación
de Asociaciones de Vecinos “El Ciudadano” la sociedad en general está
bastante ajena a la configuración de nuestra ciudad. A veces las actuaciones de
esas entidades han servido para reabrir debates que han evitado graves
atentados contra el patrimonio y la configuración urbana y paisajística de la
ciudad. Pero es muy escasa su influencia sobre el modelo de ciudad y las claves
que han de configurar el presente y el futuro de Toledo. Igual ocurre con las
redes sociales, que sirven de altavoz de problemas y propuestas, pero
normalmente no permiten configurar iniciativas.
Para esas coordenadas se necesita
grandeza y mirada en un tiempo largo. En la actual situación está asegurada la
lucha fratricida entre partidos y será imposible abordar políticas
estructurales para nuestra ciudad. Lo
comprobaremos especialmente cuando se acerquen las fechas de los
comicios. He reiterado en diversas ocasiones que ha de afrontarse un verdadero Pacto
por Toledo, en el que no sólo intervengan los partidos políticos con representación en el
Consistorio. Los mecanismos de participación puestos en marcha por el
Ayuntamiento pueden ser suficientes para cuestiones cotidianas, pero en los
grandes temas el destino de Toledo no debe estar sólo en manos de las Administraciones
e Instituciones y los políticos sino del conjunto de la sociedad civil
toledana. Los especialistas en los distintos ámbitos que tengan algo que decir han
de ser escuchados; y también las
entidades y asociaciones culturales, y las asociaciones de vecinos. Porque la
democracia no puede ser flor de un día, del mágico momento en el que se abren
las urnas.
El
privilegio de amar a esta ciudad no puede estar en manos de un ramillete de
personas sino de toda su sociedad, que debe implicarse con altruismo. Y para
ello ésta puede ser una fórmula integradora y motivadora: Un Pacto
por Toledo, un pacto de generosidad y de apertura, de tolerancia y de
respeto, de libre opinión y de constatar la necesidad de que Toledo ha de
construirse entre todos.
Lo
expresé en mi Decálogo para Toledo, pronunciado
en el histórico Salón de Mesa el 5 de octubre de 2014: “Es preciso que en esta
sociedad de la información y del conocimiento en la que vivimos, el talento sea
puesto a disposición de la mejora de nuestra ciudad en todos los ámbitos.
También ahora es necesario apoyar a los emprendedores y cuantos proyectos de
innovación puedan tener una repercusión positiva en la vida y desarrollo de
nuestra ciudad.”
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