Elogio de una bibliotecaria rural
Dicen los
expertos que la riada de Cebolla era un desastre tan previsible como evitable.
El encauzamiento del arroyo Sangüesa, escondiendo y estrechando su cauce en el
centro de la localidad, viene provocando estas riadas, que en esta ocasión han
arrasado el pueblo y algunos de sus servicios públicos básicos, como la
biblioteca municipal. Jaime Lener,
un arquitecto brasileño, escribió en su libro “Acupuntura urbana”: “Cuesta mucho corregir una idiotez. Sí,
cuesta mucho; pero más contemplar año tras año, tormenta tras tormenta, sus
consecuencias.” Y en esas están los vecinos de Cebolla y el ayuntamiento
del pueblo, intentando convencer a los organismos competentes que hay que
actuar y no sólo esperar una nueva tormenta que inunde casas, servicios
públicos, ilusiones…
La riada,
como suele ocurrir, ha tenido un efecto positivo: mostrar la solidaridad de la
gente ante desastres y sufrimientos de estas características. Pero
probablemente esa oleada de cariño y humanidad, de ayuda solidaria, la está
recibiendo de una forma patente uno de los servicios públicos que
frecuentemente pasan más desapercibidos: la biblioteca pública. De toda España,
y singularmente de la región de Castilla-La Mancha, se están recibiendo libros,
palabras de esperanza, ayuda económica…para reconstruir la biblioteca y que
pueda volver a prestar sus importantes servicios. Tantas iniciativas, que el Servicio del
Libro, Bibliotecas y Lectura de Castilla-La Mancha, con Óscar Arroyo al frente, está organizando la recogida, selección y
posterior entrega a la biblioteca de Cebolla de los nuevos fondos que formarán
parte de una colección prácticamente nueva. Donde hubo 12.000 volúmenes apenas
quedaron dos millares recuperables.
Cebolla es
uno de los 6.825 municipios españoles menores de 5.000 habitantes que, según la
legislación nacional, no está obligada a prestar a sus ciudadanos el servicio
de biblioteca pública. ¡País! Afortunadamente, las legislaciones autonómicas,
el propio interés de los ayuntamientos y las demandas ciudadanas, han hecho
posible que muchos de estos pueblos cuenten con biblioteca. La estadística del
año 2016 indica que son 2.053 los municipios españoles de menos de 5.000
habitantes que disponen de biblioteca pública, y 1.888 son servidos por
bibliotecas móviles. Pero 3.006 municipios de toda España, en las regiones más
desarrolladas o en las de menos recursos, no cuentan con ningún tipo de
servicio bibliotecario. ¡Un escándalo a corregir!
Cebolla, con
3.445 habitantes, sí tiene biblioteca. Es un ejemplo, con horario de mañana y
tarde (35 horas a la semana), un horario que por ejemplo no tienen las
bibliotecas municipales de Toledo, a pesar de sus 83.972 habitantes. Y con una
bibliotecaria municipal que lleva al frente de la biblioteca desde mayo de
2000. Unos 1.400 habitantes son usuarios (socios) de la biblioteca, con cerca
de 6.000 préstamos anuales. El edificio de la biblioteca tiene 170 m2, con 36
puestos de lectura y 12 ordenadores. Es una biblioteca dinámica, que ha sido
reconocida en varias ocasiones con el Premio
“María Moliner” para programas de animación a la lectura que concede el
Ministerio de Cultura, como otras muchas bibliotecas de nuestra región,
verdaderamente un ejemplo para el conjunto del país.
Hace dos años
vinieron a Castilla-La Mancha dos profesionales colombianas, de Medellín, a
conocer nuestra realidad bibliotecaria. Les mostramos, entre otras, esta
biblioteca, como ejemplo de servicio bibliotecario en este tipo de localidades
pequeñas. Y se fueron sorprendidas por estos centros en poblaciones tan
pequeñas. Pero bibliotecas como la de Cebolla proliferan en toda nuestra
región, con profesionales creativos y apasionados, aunque no siempre
reconocidos adecuadamente en sus contratos y retribuciones.
El día de la
riada, sábado y además gran fiesta del municipio, afortunadamente la biblioteca
estaba cerrada. Cualquier otro día podría haber sido una tragedia, pues es una
biblioteca siempre viva, llena de gente, con clubes de lectura y con
actividades culturales y de animación a la lectura que organizan casi de forma
permanente. Ahora, todo ha sido destruido
e incluso el edificio presenta una situación que hay que evaluar para
ver qué actuaciones precisa.
María José Olivares Saldaña, nacida el
4 de enero de 1972 en Talavera de la Reina, bibliotecaria municipal de Cebolla,
recuerda el día que se hizo cargo de la biblioteca como uno de los más felices
de su vida. Considera que era el mejor trabajo para ella, una mujer que llevaba
trabajando desde los 14 años en talleres de confección, haciendo Bachillerato
en el nocturno y COU con nota de
sobresaliente en todas las asignaturas, excepto en inglés. Luego estudiaría en
la UNED, universidad en la que se licenció en Geografía e Historia y cursó
también estudios del Grado de Historia del Arte en la misma universidad. Conoce
bien la vida de los pueblos: toda su familia es de Cebolla, y residieron hasta
los 17 años en Alcaudete de la Jara. La Biblioteca forma parte de la vida de
María José desde su niñez. Cuando era
pequeña no había apenas libros en su casa y los devoraba. Cuando salía del
colegio, cogía la merienda y se iba rápidamente a la biblioteca, creciendo
entre libros. Utilizaba la Biblioteca todos los días, pero, nos cuenta, había
tan poquitos que volvía a releerlos. Convocaron
la oposición a bibliotecaria municipal y decidió presentarse. En el tribunal estuvo uno de los grandes
profesionales de nuestra provincia, Modesto
Triviño, que ha formado a generaciones de bibliotecarios. Entonces, me
cuenta María José, tenía una niña de dos meses que tomaba el pecho y entre examen
teórico y el práctico la tenía que amamantar. Por esa razón fue la última en enterarse de que había sido ella
quien aprobó la oposición. En principio tuvo una jornada de 4 horas, pero la
Biblioteca fue creciendo poco a poco y cada vez demandaba más tiempo, un
horario más amplio. Con las ayudas a los contratos de Bibliotecarios de la
Junta a los 4 años pasó a jornada de 35 horas semanales. Eran tiempos en los
que el Gobierno de Castilla-La Mancha
impulsó el desarrollo de las bibliotecas municipales con ayudas a la
contratación y mejora de puestos de bibliotecarios, subvenciones para las
adquisiciones y actividades…. María José fue completando su formación
bibliotecaria gracias a los cursos que se han ido organizando a nivel regional
y provincial, y que han sido una escuela de biblioteconomía para los
profesionales de Castilla-La Mancha.
Las
bibliotecas, poco a poco, han pasado a formar parte de los servicios básicos
imprescindibles de estos municipios. Sin duda una de las claves ha estado en
los bibliotecarios, que son amigos, confidentes, formadores, promotores de la
cultura, la información y la educación permanente de los ciudadanos. Los
bibliotecarios son verdaderos dirigentes sociales en estos municipios y
trabajan en coalición con la sociedad. María José es un ejemplo muy singular:
Además de los clubes de lectura, uno de ellos infantil, intentan participan en
los encuentros con autores que se organizan en los pueblos de la zona y en el
provincial. También organizan salidas culturales, con visitas a museos,
conciertos, obras teatrales… Y participan en los programas que organizan
conjuntamente diversas bibliotecas públicas municipales de la comarca…. María
José, y tantos bibliotecarios, especialmente en municipios pequeños, viven con
pasión su trabajo, entregados a la gente. Las bibliotecas forman parte de su
vida. El día de la riada, cuando comprobó los efectos devastadores del agua,
lloró con amargura: su segunda casa estaba inundada y el mobiliario y casi toda
la colección destrozada.
Estos
bibliotecarios y bibliotecarias del mundo rural merecen todo un reconocimiento.
Están solos ante el peligro. Sus contratos son normalmente como técnicos
auxiliares de bibliotecas, en lugar de como técnicos de bibliotecas. Es una de
las situaciones que demuestra que las bibliotecas siguen marginadas en nuestro
país. En los colegios y en los centros de salud o consultorios médicos, por
supuesto los profesionales que los atienden no son discriminados por estar en
una localidad de menor población. Hay médicos, maestros, enfermeras…. Las
bibliotecas municipales deberían contar todas con al menos un técnico de
bibliotecas, contratado y pagado como tal. Pero es una de las demandas
históricas que los políticos españoles no han afrontado, igual que no afrontan
esa vergüenza de que tres millares de municipios españoles carezcan de
servicios bibliotecarios. Muchos de los bibliotecarios tienen un contrato a
media jornada, lo que dificulta su vida familiar y personal desde esas
condiciones laborales. María José es mileurista y tiene que conciliar la
dedicación a su biblioteca con la que
debe a su familia, especialmente sus tres hijos: una chica de 18 años que
estudia bachillerato de Artes, un chico de 12 que estudia en la escolanía del
Escorial, y un niño de 7 años que
estudia en Cebolla 3º de primaria. Me emociona cómo percibe a su familia: “Tengo una familia feliz, trabajando mucho
pero feliz”.
Tengo la
certeza de que la biblioteca de Cebolla no va a ser abandonada a su suerte.
Todo el país mira a Cebolla y envía libros y otros materiales. Pero, ¿alguien
pensará en esta bibliotecaria rural y en tantos profesionales que llevan
décadas ejerciendo apasionadamente su trabajo en la biblioteca y siguen en unas
condiciones paupérrimas? Su trabajo es cada vez más especializado, con una
actividad que resulta imprescindible en las bibliotecas, mucho más que sus
edificios o colecciones. Sabemos que los ayuntamientos tienen graves
dificultades para afrontar estos puestos de trabajo. Por ello, resulta urgente
que se firmen los convenios que garanticen una financiación adecuada para las
bibliotecas públicas municipales, y singularmente para que los bibliotecarios
tengan unos contratos dignos. Es algo
previsto en la Ley 3/2011, de la Lectura y de las Bibliotecas de Castilla-La
Mancha: pero ni el Gobierno regional del Partido Popular ni el del PSOE han
afrontado esta previsión. El cielo puede esperar…
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