Toledo desde el cielo
de la Biblioteca
He
escrito bastantes artículos sobre la Biblioteca de Castilla-La Mancha. Probablemente
una síntesis de su desarrollo y aportaciones se publicó al cumplirse los 80
años del inicio de la Guerra Civil, el 18 de julio de 2016, titulado “La
Biblioteca de Castilla-La Mancha, signo de reconciliación”. Por ello no insistiré
en la historia de la puesta en marcha de la Biblioteca ni en sus logros a lo
largo de estas dos décadas. Intentaré recordar algunos de los sueños que se
cumplen este 16 de octubre de 2018.
Que
sea una biblioteca pública para ciudadanos de todo tipo y edades. Las bibliotecas,
por carácter, son para todos los públicos y además no hay barreras ideológicas,
raciales, religiosas, sociales, de edad….A veces se hacen bibliotecas
exclusivamente para niños o para jóvenes. Todo es positivo, pero mi opción es
que las bibliotecas integren a personas de cualquier edad. Que los niños
convivan con personas mayores, que los emigrantes sean acogidos y participen
con la comunidad, que los jóvenes perciban que allí están algunos de sus
profesores; que artistas, escritores y profesionales tengan en la biblioteca su
lugar mágico de encuentro con la sociedad.
Yo
escuchaba frecuentemente a mi maestra Julia
Méndez Aparicio, directora de la Biblioteca de Toledo que fue nombrada
directora honoraria de la Biblioteca de Castilla-La Mancha en 2013, que niños,
jóvenes, adultos, ancianos….tenían que convivir con investigadores, educadores
y todo tipo de creadores. Eso me llevaba a que la biblioteca en el Alcázar
tenía que acoger todos los servicios de biblioteca pública. Y no tenía sentido
hacer una biblioteca especial denominada Biblioteca Regional, más considerando
los ricos fondos bibliográficos que atesoraba la biblioteca de Toledo. Por eso
el segundo sueño fue que hubiera una única biblioteca, y que el ciudadano no
percibiera que había dos centros: biblioteca pública del Estado en Toledo y
Biblioteca Regional. Fue una decisión valiente y arriesgada, no asumida por
casi ninguna otra comunidad autónoma pero el tiempo nos ha dado la razón. La
Biblioteca de CLM integra dos bibliotecas con una única dirección, una única
plantilla profesional y un único catálogo.
Pero
no fue fácil. En 1984 queríamos dedicar todo el Alcázar a gran centro
cultural, con la base esencial de la
biblioteca. Hubo parones, convenios, desencuentros, promesas… El Gobierno de
CLM, como ha hecho en otros temas esenciales para la región (universidad,
Cabañeros….) estuvo firme y luchó por su sueño: conseguir que el Alcázar fuese
centro de cultura y finalizase el largo período de imagen de división y guerra
que el edificio tenía. Por ello aceptó en un momento concreto que sólo se
ocupase la planta noble del edificio. Yo no podía compartir esa decisión. Es
verdad que veía en el Alcázar la solución a los problemas de espacio y
limitaciones de la Biblioteca en el Miradero, pero aceptar esa solución
significaba que sólo llegaría al edificio alcazareño la Colección
Borbón-Lorenzana, es decir el fondo antiguo, mientras que el resto de salas y
servicios de la Biblioteca permanecerían en el Miradero y no se creaba la
Biblioteca Regional. Me opuse con todas mis fuerzas a esa solución. El sueño de
la unidad de colecciones, usuarios y bibliotecas se esfumaba….En mi discurso de
ingreso en la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas el 29 de
noviembre de 1992 fui contundente: yo
era entonces Jefe del Servicio Regional
del Libro, Archivos y Bibliotecas pero me opuse a la división de las
colecciones y servicios, clamé por la Biblioteca Regional y me mostré
partidario del Alcázar como sede. Las hemerotecas recogen mi clamor.
Ser
funcionario público te hace a menudo ponerte del lado de los ciudadanos y del
sentido común. Por ello luché con todas mis fuerzas para que el Gobierno
regional no se conformase con esa planta principal, que no resolvía ningún
problema de la biblioteca ni de la cultura en Toledo. En febrero de 1993 hubo
un manifiesto de intelectuales toledanos en favor de la instalación de la
Biblioteca en el Alcázar, pero sin disgregación de fondos. Sin duda fue un
factor determinante en la renegociación del convenio entre Defensa y la Junta.
La solución sería la de utilizar la octava planta del edificio, además de los
cuatro torreones.
Todavía
quedaría mucho camino pero empezaban a corregirse los mayores errores aceptados
en la negociación. Los últimos dos años, incluso con la promesa de la
instalación de la Biblioteca en el Alcázar, no fueron fáciles y a menudo hubo
que utilizar tácticas casi de “guerrilla” y buscar el apoyo, de nuevo, de los
intelectuales, ahora con alcance nacional.
Se
estaba a punto de conseguir el logro de un Alcázar que fuese lugar de encuentro
de los ciudadanos, de cultura e información para todos, de debate público, de
educación permanente, de propuestas ciudadanas…. El Alcázar era reconquistado
para la cultura y la participación. Y ese logro influyó en una Biblioteca con
un carácter distinto a buena parte de las bibliotecas del país. Una biblioteca
que trabaja en coalición con la sociedad y que, recordando las palabras del
filósofo toledano José Antonio Marina, es “el laboratorio de la ciudad soñada”.
Hubo
otro sueño. La Biblioteca de CLM nacía con recursos, con una importante
plantilla de profesionales, con colecciones en todos los soportes, con un
amplio y permanente programa de actividades culturales….Y fue un espejo en el que la sociedad regional
se miró: la Red de Bibliotecas Públicas
de CLM, con sus cerca de 500 centros, debe mucho a la Biblioteca situada en
el Alcázar. Alcaldes, concejales, profesores y ciudadanos querían en sus
municipios una biblioteca como la del Alcázar, pero más pequeña. Fue sin duda
uno de los motores para desarrollar los servicios bibliotecarios en nuestra
comunidad autónoma. Las bibliotecas dejaron de ser lugares con una colección de
libros y se convirtieron en ágora permanente, en un centro cultural y social
esencial en cada municipio. Universalizar el acceso a los servicios
bibliotecarios en la región, no conseguido totalmente, fue uno de los retos de
la región, con bibliotecas que son faros de libertad, de actividad cultural y
debate ciudadano.
Y,
aunque las bibliotecas normalmente se hacen en planta baja, a pie de suelo, en
esta ocasión yo mismo estuve de acuerdo en que era una biblioteca muy especial:
tuvimos que hacerla en el borde del cielo. Y así fue como logramos crear el
lugar más singular: un centro para todos los ciudadanos que además permite
situar la cultura como un valor por encima de los demás, o al menos más alto. Y
nació una frase que quienes amamos este proyecto tenemos a gala: “Toledo
desde el cielo de la Biblioteca.”
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