Mateo Gómez es un bibliotecario creado por Juan Sánchez, del que se habla en otras entradas del blog. Carta de Mateo Gómez a Su Majestad el Rey se publicó en la revista Mi Biblioteca. La revista del mundo bibliotecario. Año III, nº 9 (Primavera 2007), págs. 32-36.Fue recogida también en el libro En defensa de la biblioteca pública, págs. 126-132.
Carta de Mateo Gómez a Su Majestad el Rey
Señor:
Se han cumplido dos años desde que
Su Majestad me encargó un informe sobre las causas que determinaban que la
nación española no pudiera calificarse como una sociedad lectora. Desde entonces, y con la mayor discreción
posible, he viajado por centenares de municipios españoles, me he entrevistado
con autoridades públicas y con profesionales y he consultado numerosos estudios
elaborados por las distintas Administraciones Públicas y por entidades
especializadas. La experiencia me ha permitido, además, dialogar
ampliamente con la gente.
Por supuesto, he cumplido
fielmente el mandato que me disteis y en ningún caso he relacionado a Su
Majestad con este estudio, ni a ninguna Institución Pública. Mis credenciales como autor de una hipotética
Tesis Doctoral sobre Lectura, Información y Bibliotecas Públicas en la Sociedad Española
de comienzos del Siglo XXI fueron siempre suficientes a la hora de abrir
puertas y de recibir fructíferas colaboraciones. Reconozco que he encontrado mucha sensibilidad y ayuda,
que me han permitido realizar el informe con un grado de descripción elevado y
formular una serie de recomendaciones y propuestas que en realidad laten en los
sectores más implicados y que en buena medida muchos ciudadanos reclaman de los
poderes públicos.
Tengo, Señor, disponible el Informe para entregárselo en el Palacio de la Zarzuela en la fecha que
estime, y nadie conoce el estudio ni imagina quién es el destinatario. Espero me disculpen las personas, a veces con
altas responsabilidades públicas, a quienes
he tenido que silenciar la verdad de este trabajo y en muchos casos
engañar para que no hubiera sospecha alguna. Especialmente compleja ha sido mi
relación con altos responsables del Ministerio de Cultura, que a toda costa
deseaban el informe, y a quienes he tenido que decir que pasarán no menos de
tres años antes de que concluya la Tesis Doctoral y que no deseaba dar ninguna
conferencia ni escribir artículos ni nada parecido para congresos y otros
eventos. Han sido también frecuentes las llamadas desde distintos medios de
comunicación pidiéndome opinión, al hilo de noticias relativas a los servicios
de lectura pública españoles o a polémicas puntuales que surgían en regiones y
ciudades; pero he dicho siempre que yo era un observador, un espectador que
tenía que centrarme en realizar mi trabajo académico y no podía permitirme el
lujo de estar opinando sobre lo divino y lo humano. De igual modo he visto con
sorpresa cómo representantes de algunos partidos políticos, entre ellos los dos
partidos mayoritarios de nuestro país, me han realizado distintos
ofrecimientos: desde participar en sus respectivas Conferencias Políticas hasta
colaborar en la redacción de sus Programas Electorales para las próximas
elecciones autonómicas y municipales, asumiendo unas propuestas que en realidad
desconocían. Sin duda, Señor, es una de
las ventajas de ser un perfecto
desconocido en España, tras mi vuelta a mi país para realizar este trabajo académico. Todos
sospechaban que “soy” de su partido, o al menos que tengo buena sintonía con
ellos, y aunque les reiteraba que yo era un bibliotecario-profesor y militaba
en la independencia más absoluta, pienso que no me creían. Por supuesto, he rechazado estos generosos
ofrecimientos, con la documentada excusa de mi pronta vuelta a Helsinki.
Permítame, Señor, que le adelante algunas de las conclusiones más
relevantes del Informe.
1) Conforman la población más lectora aquellos que tuvieron la
posibilidad de leer. No es cierto ese tópico de que los españoles no aman
la lectura: sólo hay que ofrecerle buenos servicios que hagan a todas las
personas accesibles el libro y los demás soportes de nuestro tiempo que contienen información.
En las ciudades y pueblos en los que hay buenas bibliotecas públicas, los
índices de lectura son mucho más altos que en las localidades que carecen de
este servicio público. Da verdaderamente gusto acceder a bibliotecas modernas y
cómodas, llenas de vida, con colecciones actualizadas y con profesionales que
efectúan un trabajo de apoyo y asesoramiento espléndido. En estas bibliotecas
encontramos personas de todas las edades, de todas las condiciones sociales y
constituyen el espacio integrador de las minorías así como de la población inmigrante.
2) La familia y la biblioteca
escolar tienen decisiva influencia en la creación y desarrollo de hábitos
lectores. Junto a la biblioteca
pública, el ámbito familiar resulta determinante para crear en los niños la
pasión por la lectura. Pero se precisa una continuidad cotidiana en los
espacios de referencia educativa, y para ello sigue pendiente una política que
consagre la biblioteca escolar como un servicio para el conjunto de la
comunidad educativa. Debe ser un centro de recursos informativos pero también
de motivación a la lectura, y de apoyo no sólo a los alumnos sino a los
docentes. Los estudios indican que en muchos casos la “lectura obligada” incide
negativamente en el descubrimiento del placer de leer.
3) Más de 3.000 municipios
españoles carecen de servicios de lectura pública. Esto me ha sorprendido, pues aunque es cierto
que la dispersión territorial y el pequeño número de habitantes de muchas
localidades influyen negativamente a la hora de establecer cualquier servicio
público, no podía imaginarme que en los inicios del siglo XXI, en plena
Sociedad de la Información
y del Conocimiento, existan tantos pueblos sin biblioteca y sin cualquier otro
servicio bibliotecario, como el Bibliobús. El problema sociológico que
significan estos pueblos ha sido resuelto en España en otros servicios
esenciales, como la educación o la sanidad, pero no en el caso de la biblioteca
pública. Ello sin duda es un obstáculo
para el desarrollo de una sociedad lectora y un ejemplo de que las barreras de
la desigualdad no se han eliminado plenamente en nuestro país. He visto con mis ojos, y con mi corazón, cómo
pequeñas localidades que cuentan con biblioteca pública propician que las
personas lean y constituyen firmes
pilares para el diálogo, el trabajo creativo, la solidaridad y la
creación de un espíritu crítico que es determinante para vivir en esos lugares
con esperanza y abiertos a nuestro tiempo.
4) Los municipios son claves para
promover la lectura. Junto a esos
tres millares de pequeños pueblos que carecen de servicios bibliotecarios, he
encontrado enormes diferencias en cuanto a la extensión y a la calidad de los
servicios de biblioteca pública. En
conjunto, los peores indicadores se dan
en las grandes ciudades, con estadísticas que se alejan de los países más
avanzados en servicios bibliotecarios. Hay municipios que no sólo han realizado
planes modélicos, y ello se percibe en el porcentaje de ciudadanos que son
usuarios estables de las bibliotecas, sino que además han diseñado unas
políticas culturales que tienen a la lectura y la biblioteca como el verdadero
eje de la vida ciudadana. Pero son muchas las ciudades en las que las
autoridades locales no han considerado importante este servicio y cuando se
presta se hace con condiciones que desde luego no representan a la sociedad de la información
en la que hoy estamos inmersos. Como la legislación nacional sólo obliga a que
presten servicio de biblioteca a los ayuntamientos de municipios mayores de
5.000 habitantes, este servicio aparece en demasiadas ocasiones como algo
voluntarista, y muchas veces la biblioteca tiene muy difícil cumplir su misión de integración en la comunidad local y
de constituir un verdadero motor de la vida ciudadana. La propia demanda social
ha propiciado la creación de bibliotecas en pequeños municipios, a veces
sujetas a vaivenes políticos y a subvenciones de otras administraciones
públicas. Sus carencias se perciben en todo tiempo: escasos horarios, jornadas
reducidas del bibliotecario, pequeñas colecciones que se quedan obsoletas, ...
A veces la pasión de los profesionales
hace que veamos impresionantes ejemplos de buenos servicios bibliotecarios a
pesar de los pequeños medios; pero
también las escasas retribuciones, no acordes con la titulación y
responsabilidad social del bibliotecario, inciden en cambios demasiado
frecuentes y envuelve a la biblioteca en una gran inestabilidad. En verano, he
encontrado muchas bibliotecas cerradas para que el bibliotecario pudiera
disfrutar de su período de vacaciones; este mismo hecho es significativo de la
falta de mayoría de edad de este servicio público.
5. Las librerías son un eslabón
crucial en la vida del lector. Muchas son las amenazas a las que tienen que
enfrentarse las librerías españolas. A la queja unánime respecto a la competencia
que efectúan las grandes superficies comerciales, hay que unir un factor que me
parece preocupante: demasiadas veces nos
encontramos con establecimientos que parecer “uniformados”, con idénticas
novedades en sus escaparates, con estrategias comerciales que invitan sólo a
leer a determinados autores...Las librerías de aeropuertos, centros
comerciales, grandes superficies, aparecen como meros lugares de consumo,
impersonales, sin comunicación posible con el lector. Son sin duda las reglas
del mercado. Pero creo que hay otro tipo de librerías, ya sean generales o
especializadas, que hay que proteger: librerías donde puedes respirar mejor
desde que cruzas el umbral de su puerta, donde recibes información, lugares en
los que el autor se mezcla de forma muy personal con el autor, librerías que
realizan actividades de difusión y de promoción lectora con un cariño que
resulta sobrecogedor,... Muchas veces estas librerías han puesto en marcha
iniciativas conjuntas con la biblioteca pública y con centros docentes, y en
localidades en las que la biblioteca se ha consolidado como un servicio
esencial esas librerías han recibido también un importante apoyo. Quienes han
entendido que no hay enfrentamiento entre ambas actividades culturales, hoy han
conformado una realidad de promoción lectora que resulta muy creativa y firme.
Sería aconsejable crear una figura de librería que, por su trayectoria y los
servicios que realiza de forma continuada a la sociedad, pudiera percibir
determinadas ventajas fiscales y financieras.
6. Leer es un derecho de todos. El acceso a la lectura, a la información, a
las fuentes de la cultura tiene que constituir de forma positiva un derecho de
todos los ciudadanos, con independencia de su lugar de residencia. Una de las
constataciones más lamentables es que existe una creciente desigualdad de los
españoles en el acceso a los servicios bibliotecarios. La débil e insuficiente
legislación nacional, las desigualdades en las políticas y en las legislaciones
autonómicas y, finalmente, la falta de regulación de los servicios de
biblioteca pública en los municipios españoles, han acuñado un mapa de
desigualdades que no se dan de forma tan acusada en otros servicios
comunitarios. Tengo el convencimiento de que la biblioteca pública es la puerta de acceso a la sociedad
de la información y es la vía más democrática para que todas las personas
puedan leer en libertad. Los hábitos
lectores no pueden medirse por el número de libros existente en cada hogar o
por el número de libros que compra una
familia anualmente. Los indicadores más determinantes para ver el carácter
lector de una sociedad son el porcentaje de población que es socio activo de
una biblioteca, el número de libros que consulta en préstamo cada año o el
gasto percápita que realiza un país, una región o un municipio en sostener sus
servicios bibliotecarios. Consiguientemente los poderes públicos tienen la alta
responsabilidad de diseñar un sistema nacional de lectura pública que facilite
el acceso a toda la población, y que desde el consenso garantice la
participación técnica y financiera de todas las administraciones públicas.
7. Los Planes de Lectura, una
estrategia de comunicación. He visto también con sorpresa la proliferación
de Planes de Lectura promovidos normalmente por las Administraciones Públicas.
Tras su análisis pormenorizado, tengo que concluir que me parecen positivos,
aunque frecuentemente son una estrategia de comunicación. Por mi experiencia en
los países bibliotecariamente más desarrollados, el mejor Plan de Lectura es contar
con una Red de Bibliotecas Públicas moderna y amplia, dotada de todos los
medios tecnológicos y de colecciones renovadas, y con un personal muy
capacitado profesionalmente. Esta Red será la garantía de un buen servicio de
forma estable a la sociedad y permitirá medir con indicadores establecidos
internacionalmente las verdaderas características de la población en cuanto a
su perfil de sociedad lectora. Las personas crecen y la biblioteca puede
conformar buena parte de ese crecimiento integral. He comprobado cómo los niños fueron
haciéndose adultos de la mano de los libros en la biblioteca pública, y cómo se
convirtieron en ciudadanos con capacidad de elegir y de discernir, en
ciudadanos críticos que fueron empapándose de la sabiduría y del conocimiento
que está en las bibliotecas.
Concluyendo, parecería conveniente que se propicie la articulación de un
verdadero PLAN NACIONAL DE FOMENTO DE LA LECTURA Y LAS BIBLIOTECAS PÚBLICAS, que cuente
con la participación del Ministerio de Cultura y la totalidad de las
Comunidades Autónomas y ponga las bases legales y financieras para consolidar
el desarrollo de la biblioteca pública en el conjunto de los municipios
españoles.
8. La lectura pública, una
cuestión de Estado. De lo anterior parece obvio que la lectura pública, es
decir los servicios de biblioteca pública, han de constituir una obligada
cuestión de Estado. La lectura influye decisivamente en la formación de las
personas, y por ello no se trata sólo de que los ciudadanos “consuman” libros.
Se trata de que sean personas que puedan educarse desde la lectura y la
información, que la lectura conforme en buena medida la estructura existencial
de una persona. Y esta exaltación de la biblioteca como servicio público
esencial no significa que estemos en contra de uno de los ámbitos comerciales
más importantes en nuestro país: el libro y el sector editorial constituyen un
factor económico muy importante, al que la potenciación de la red de
bibliotecas públicas le ocasionaría sólo influencias positivas. Autores, editores,
librerías y bibliotecas conforman un tejido que se necesita recíprocamente y pueden potenciarse si se
interrelacionan.
En fin, Señor, espero que el trabajo
realizado durante estos dos años pueda serle útil. Yo ahora sólo he esbozado
algunas de las ideas-fuerza que con más insistencia emanan del Informe, y cuya
lectura completa espero pueda resultar de utilidad a Su Majestad.
Quedo lealmente a su disposición.
Un afectuoso abrazo de.
Mateo
Gómez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario