Esta Nueva
carta de Mateo Gómez a Su Majestad el Rey fue escrita para
presentar el Anuario de Bibliotecas
Españolas 2008, publicado por la Fundación Alonso
Quijano, editora de esta revista. La presentación se hizo en la Biblioteca Nacional,
en Madrid, el día 23 de abril de 2008.Fue recogida en la revista Mi
Biblioteca. Año IV, núm. 14 (Verano 2008), págs. 41-45 y posteriormente en el libro En defensa de la biblioteca pública, págs.153-158. El texto comienza explicando quién es Mateo Gómez.
UN BIBLIOTECARIO LLAMADO
MATEO GÓMEZ
Mateo Gómez es un personaje de ficción creado por Juan
Sánchez Sánchez. Apareció por vez primera en el relato Monólogo
de Mateo Gómez, incluido en el libro Combates
por la Biblioteca
Pública en España (Almud
Ediciones de Castilla-La Mancha, 2006; páginas 32-37). En este inicial texto, Mateo Gómez recorre durante el año 2005 los
municipios de Castilla-La Mancha por encargo del Presidente del Gobierno y de la Defensora del Pueblo de
esta Comunidad. Aunque el informe que elaboró no se hizo público, el
cuento aporta una reflexión literaria sobre lo que fue y significó el recorrido
de este bibliotecario por tierras y lugares de Castilla-La Mancha.
Más tarde, este bibliotecario ficticio se dirigió a Su Majestad el Rey de España, con una Carta en la que
realizaba un diagnóstico sobre la situación de la lectura y las bibliotecas en
nuestro país. La génesis de este segundo documento sería la siguiente: el Rey encarga a este
bibliotecario un informe, de forma totalmente secreta y sin conocimiento del
Gobierno de España. Sabemos que el Rey recibió a Mateo Gómez en el Palacio de la Zarzuela, y que el amplio
informe sobre la situación de las bibliotecas públicas españolas no se ha hecho
público. En la revista MI BIBLIOTECA se publicó la Carta de Mateo Gómez a Su
Majestad el Rey, en la que el bibliotecario le anuncia que ha concluido
su trabajo y le resume los problemas fundamentales que a su juicio padecen las
bibliotecas españolas.
El tercer documento es una larga comparecencia de Mateo Gómez en la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados, para expresar sus opiniones acerca del Proyecto de Ley de la Lectura, del Libro y de las Bibliotecas promovido por el Ministerio de Cultura. El anuncio de esta comparecencia literaria, que tuvo lugar en las XIV Jornadas Bibliotecarias de Andalucía en marzo de 2007 coincidió con los momentos más álgidos del debate de este proyecto de Ley en las Cortes. Aquí vuelve a insistirse en las ideas-fuerza que el autor mantiene sobre las bibliotecas públicas españolas y sobre la evolución de un proyecto de ley que me defraudó profundamente.
El tercer documento es una larga comparecencia de Mateo Gómez en la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados, para expresar sus opiniones acerca del Proyecto de Ley de la Lectura, del Libro y de las Bibliotecas promovido por el Ministerio de Cultura. El anuncio de esta comparecencia literaria, que tuvo lugar en las XIV Jornadas Bibliotecarias de Andalucía en marzo de 2007 coincidió con los momentos más álgidos del debate de este proyecto de Ley en las Cortes. Aquí vuelve a insistirse en las ideas-fuerza que el autor mantiene sobre las bibliotecas públicas españolas y sobre la evolución de un proyecto de ley que me defraudó profundamente.
Hoy, en la presentación
del ANUARIO DE BIBLIOTECAS ESPAÑOLAS 2008, en la Biblioteca Nacional
de España, Mateo Gómez hace pública la
Nueva Carta a Su Majestad el Rey.
Nueva carta de Mateo Gómez a Su Majestad el Rey
Señor:
Hace
poco más de un año que presenté a Su Majestad mi informe sobre las causas que
están impidiendo que los españoles constituyan una sociedad lectora. Ya vio, Señor, las polémicas que los resultados
del estudio provocaron en determinados sectores, especialmente entre los
responsables de gestionar las políticas culturales y bibliotecarias. Aunque no
creo que sea cierto, me llegó el rumor de que el cese de la ministra de Cultura
tuvo mucho que ver con las críticas que buena parte de los profesionales
hicieron de su labor en el ámbito bibliotecario, tal vez muy concienciados por
los datos que se hicieron públicos del informe. Pero sea como fuere, lo cierto
es que debo en primer lugar agradecerle la confianza que me dispensa con este
nuevo encargo. He vuelto a España en cuanto he recibido su llamada.
La
verdad es que llegué a pensar que no era necesario mi nuevo estudio. Como las
noticias vuelan, supe en Helsinki que
una entidad española para el fomento de la lectura, la Fundación Alonso
Quijano, había emprendido un importantísimo proyecto: un Anuario de bibliotecas españolas. Incluso un amigo, miembro del
Comité Científico del Anuario, llegó a enviarme un correo electrónico con la
estructura prevista de esta obra y tuve la oportunidad de realizar algunas
sugerencias. Por cierto, que espero que los miembros de la Fundación y la
coordinadora del Anuario, una bibliotecaria rural galardonada con un premio de
promoción lectora, no se enfadaran conmigo por declinar su amable ofrecimiento
de formar parte de dicho Comité. Sus
encargos, Majestad, han revolucionado en parte mi vida y quiero aparecer en el
mayor anonimato para garantizar una mayor confidencialidad en mis trabajos
científicos.
Antes
de proseguir, Señor, quiero abrirle el corazón. Estuve trabajando por espacio
de más de dos años. Pude comprobar su exquisita sensibilidad con el libro, la lectura y las bibliotecas. Y tengo la
certeza de que Su Majestad habrá movido cuantos hilos haya podido para poder
corregir las carencias que se observan en las bibliotecas españolas. Créame que
estuve esperanzado: era un momento importantísimo, que coincidió con el debate
en las Cortes del Proyecto de Ley de la Lectura, del Libro y de las Bibliotecas. Quienes amamos las
bibliotecas, quienes llevamos tantos años soñando con unos servicios
bibliotecarios para todos los ciudadanos, por la universalización del derecho
de todos los españoles de poder disfrutar de servicios bibliotecarios de
calidad, pensamos que el gran momento había llegado. Me sorprendió que incluso
hubiese cierta movilización de algunos sectores profesionales, llegaran a
celebrarse muchos contactos con los diversos partidos políticos y se realizaran
bastantes propuestas de mejora de la
Ley a través de las diversas asociaciones de bibliotecarios.
Mi decepción fue tremenda. Más de dos décadas de espera
merecían un Proyecto de Ley que afrontase y resolviese problemas, pero el texto
finalmente aprobado es inútil para las bibliotecas españolas. No se
regulan los servicios básicos que debe prestar toda
biblioteca pública ni se aborda la falta de servicios bibliotecarios en los
pequeños municipios, todavía más de
3.000. Tampoco se delimitan las competencias de las distintas Administraciones
Públicas ni se plantea la financiación de este servicio público. La Ley aprobada no indica a quién
corresponde la responsabilidad de prestar el servicio de biblioteca pública ni
se establece cómo debe ser básicamente este servicio en función de los niveles
de población de los municipios. De igual modo no incluye ninguna característica
mínima de las bibliotecas escolares. En definitiva, no puede considerarse una
ley integral en políticas de lectura pública, y, más grave aún, omite
totalmente la obligatoriedad de la coordinación bibliotecaria entre el
Ministerio, las Comunidades Autónomas y las Administraciones Locales, y sólo alude a la cooperación como algo
voluntario de las distintas administraciones y sectores implicados.
Majestad, en
mi opinión, y en la de otros expertos en políticas bibliotecarias, el resultado
es que se ha perdido la oportunidad de una Ley que garantice a todos
los españoles el derecho a acceder a servicios bibliotecarios de calidad,
dignos de nuestro tiempo y se afronte una verdadera Política de Estado en
materia de lectura y bibliotecas.
Tras
leer en el BOE el texto de la Ley
sentí una verdadera impotencia y pensé: ¿para qué he dedicado más de dos años
de mi vida a este estudio que soñé sería tenido en cuenta por los gobernantes?
Entonces recordé el viejo adagio de que El
Rey reina, pero no gobierna. Y sentí un remordimiento por mis pensamientos.
En ese momento, Señor, pensé que también Su Majestad se habría sentido
embargado por la tristeza y la impotencia. Y que además tendría un problema
mucho más grave: guardar silencio. Por respeto institucional. Ni siquiera
podría desfogar su desilusión
escribiendo un artículo periodístico, como a veces hacemos los bibliotecarios…
Pero
dicho todo esto, ya que me desahogado, me reitero a su disposición y animado a
desarrollar el nuevo informe que me solicita. Y le decía que llegué a pensar
que no sería necesaria mi investigación porque intuí que el Anuario de la Fundación Alonso
Quijano llenaría muchas de las lagunas existentes. Y así ha sido, pero no me
podía imaginar que el nuevo encargo tuviese un carácter tan concreto y actual: Papel
de las Bibliotecas Públicas en la
Sociedad española de la Información y del
Conocimiento. Estamos, Señor, ante otra de las grandes asignaturas
pendientes: a menudo se presentan importantes estudios en España sobre la
sociedad de la información, y me resultan sorprendentes las escasas referencias
que tanto gobernantes, como empresas e incluso hasta expertos hacen hacia las
bibliotecas y su papel neurálgico en la construcción y desarrollo de la nueva
sociedad del siglo XXI en la que estamos inmersos. Por ello su propuesta no
sólo me parece pertinente sino que es realmente necesaria.
He
tenido la oportunidad de leer en primicia el Anuario y creo que estamos ante una iniciativa verdaderamente
ejemplar. Ya disponíamos desde hace varias décadas de la Estadística de Bibliotecas del INE, antes la única
fuente para poder analizar con cierto rigor la evolución de las bibliotecas
españolas. Después, gracias al trabajo coordinado del Ministerio de Cultura con
los Servicios de Bibliotecas de las Comunidades Autónomas, se fue configurando
el Anuario
de las Bibliotecas Públicas Españolas, fruto del trabajo cooperativo que
dio lugar a las Estadísticas de Bibliotecas Públicas que difunde el Ministerio
en su web. También han sido fundamentales los estudios abordados por la Fundación Germán
Sánchez Ruipérez, tanto sobre las bibliotecas públicas como sobre las
bibliotecas escolares, informes que han generado debate y han propiciado desde
el conocimiento científico unos cambios reales en las bibliotecas españolas. Y
ahora esta primera edición del Anuario de
Bibliotecas Españolas 2008.
Tengo que reconocer que el Anuario resulta utilísimo. Por primera
vez puedo leer en un mismo estudio una visión, realizada por sus propios
protagonistas, sobre las políticas bibliotecarias que se están desarrollando a
nivel nacional por el Ministerio de Cultura y a nivel autonómico por las
Comunidades Autónomas en el ámbito de las bibliotecas públicas. Así ocurre también
con las bibliotecas escolares, con las universitarias y con algunas de las más
importantes redes de bibliotecas especializadas: las del CSIC, las de las
Reales Academias, las del Instituto Cervantes… Tras esa primera parte,
esencial, dedicada a hacer una presentación institucional de las bibliotecas
españolas, la segunda parte se dedica a información sobre recursos para
bibliotecas, bibliotecarios y usuarios.
Sin
duda es una información objetiva, sugerente, actual y muy representativa de las
políticas bibliotecarias. Pero es una información que se convierte en fuente,
que tiene que servir de referencia necesaria para hacer un análisis del estado
real de las bibliotecas españolas. Digamos que la Fundación ha puesto en
marcha un proyecto -que deseo tenga una continuidad- que hoy nos permite
conocer mucho mejor esas políticas, ese mosaico de políticas bibliotecarias que
están al servicio de la sociedad española. La mayoría de los redactores han
realizado su aportación desde un punto de vista muy institucional, como
representantes de la
Administración o de la Institución correspondiente en cada caso. Incluso
en ocasiones no han sido los técnicos, por ejemplo los Jefes de Servicio de
Bibliotecas, sino que firman la
colaboración políticos responsables de ese ámbito. No digo esto como una
característica negativa, sino como algo a tener en cuenta por quienes deseen
profundizar en el conocimiento de la realidad bibliotecaria española. La
impresionante información que el Anuario aporta
nos permitirá avanzar en ese estudio, y es un elemento complementario a las
fuentes estadísticas de que ya disponíamos.
Por
lo demás, si leyésemos sólo el Anuario estaríamos
tentados a definir las bibliotecas españolas como una especie de País de las Maravillas. Pero esa es
responsabilidad de quienes dirigen o gestionan las redes o sistemas
bibliotecarios que aparecen reflejados en el Anuario. Siempre he pensado que el
mejor método para resolver los problemas es conocerlos, definirlos y
afrontarlos. Por ello sería aconsejable que en próximas ediciones las
intervenciones pudieran contener también una reflexión acerca de los retos
pendientes, los problemas existentes en la red o sistema concreto, los
debates,…Algunos autores lo hacen, y es de agradecer, porque nos damos cuenta
de que estamos en camino. Es cierto que las bibliotecas españolas se han
transformado muy positivamente en las últimas décadas, pero no es menos cierto
que siguen latentes muchos de los problemas históricos, especialmente en las
bibliotecas municipales y escolares.
Ya
sé, Señor, que le interesa el papel de la biblioteca como portal de la Sociedad de la Información y del
Conocimiento. Pero no quiero comenzar mi trabajo sin recordar a Su Majestad que
la realidad nos habla de desigualdad entre los ciudadanos de unas y de otras
regiones, tal vez por premio o castigo de haber tenido unos responsables políticos
que dieran mayor o menor importancia al servicio público bibliotecario. Deseo
también recordarle que los medios de comunicación y las listas de distribución
que existen entre los profesionales de la información, la documentación y las
bibliotecas nos traen a menudo situaciones no precisamente ejemplares. Estos
días, por ejemplo, nos asalta la noticia de los despidos de los bibliotecarios
de la Red de
Bibliotecas Municipales de Oviedo, que además del desprecio que significa hacia
los ciudadanos de aquella ciudad refleja muy nítidamente el problema de muchas
bibliotecas municipales y redes urbanas de bibliotecas públicas. Otro ejemplo:
¿Para cuando bibliotecas municipales en la ciudad de Guadalajara, la única
capital de provincia española que sigue sin tener ni una sola biblioteca
municipal? Me dolió también, muy profundamente, que el partido actualmente en
el Gobierno de España olvidara totalmente a las bibliotecas en su Programa
Electoral para las recientes Elecciones Generales de marzo de 2008. Perdone,
Señor, que sea políticamente incorrecto, pero ¿qué iniciativas serias pueden
esperarse en el ámbito de las bibliotecas de un partido y de un Gobierno que
sume en el olvido a las bibliotecas ya en sus previsiones de futuro?
La biblioteca pública continúa siendo un
servicio que, a pesar de los espectaculares avances, sigue sin constituir un
servicio público esencial: a veces sin presupuestos, con horarios que impiden
que la biblioteca realice plenamente su misión en la sociedad, sin planes
inversores que garanticen la extensión de este servicio de forma similar a lo
que ocurre en el ámbito de los centros docentes, los centros de salud, las
instalaciones deportivas,…Y lo más importante: sigue sin resolverse el problema
histórico de la biblioteca, tanto de la pública como de la escolar: el
bibliotecario. Los bibliotecarios son el corazón de la biblioteca, el motor de
la biblioteca. María Moliner hablaba en tiempos de la
II República del papel y de la problemática
de los bibliotecarios municipales, y aún hoy, en pleno siglo XXI, el problema
del personal atenaza como una losa el desarrollo bibliotecario de muchas
ciudades y pueblos de España.
Finalizo.
Espero disculpe, Señor, la franqueza con la que le he hablado. Soy su leal
colaborador y no podía empezar la nueva tarea que me asigna Su Majestad sin
hacerle partícipe de mis sueños y mis desalientos. Hace más de una década, en la Biblioteca Nacional,
un bibliotecario amigo expuso su teoría de los cuatro mundos bibliotecarios. Lo
triste es que esa realidad de desigualdad no sólo existe entre países: España
sigue presa de esa misma desigualdad y
la brecha digital la agranda en muchos casos . Por ello, mientras que nuestro
Rey se preocupa del papel que las bibliotecas públicas han de tener en la
conformación de nuestra sociedad, más de 3000 municipios españoles siguen sin
tener unos servicios bibliotecarios básicos. Mientras que muchas bibliotecas
españolas constituyen servicios neurálgicos, atractivos y son como la joya de
la corona de sus ciudades, en otras
localidades el bibliotecario sigue peleándose con sus responsables políticos
para poder tener un presupuesto estable y efectuar una selección de la
colección con carácter profesional y no con imposiciones ideológicas o de otro
orden. Mientras que unas ciudades o unas regiones presentan planes de
desarrollo bibliotecario verdaderamente modélicos, en otras localidades o
comunidades autónomas los indicadores siguen mostrando un tercermundismo
acusado y se distancian de quienes se tomaron en serio sus políticas
bibliotecarios.
España,
Señor, es un inmenso espejo. Cada
persona ve una realidad y vive una realidad. Pero necesitamos conocer
realidades distintas a las propias. Precisamos intercambiar experiencias, abrir
ventanas que nos permitan conocer esas otras realidades. Esto, en el trabajo
por las bibliotecas, resulta imprescindible. Trabajar en una grande e
importante biblioteca no nos puede hacer olvidar a esas bibliotecas pequeñas,
rurales o de barrios, que también están llamadas a ser la puerta democrática
para el acceso a la información, la educación permanente, el ocio constructivo,
la cultura…
Por
ello, aplaudo esta iniciativa de la Fundación
Alonso Quijano, que ha diseñado y puesto en marcha una
potente herramienta para profundizar en el conocimiento de la realidad
bibliotecaria española. Me propongo, Señor, iniciar mi tarea con la certeza de
que seguiremos dando pasos fundamentales. Por las bibliotecas. Por la sociedad
española. Por la libertad.
Quedo
lealmente a su disposición.
Un
afectuoso abrazo de.
Mateo
Gómez.
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