miércoles, 23 de abril de 2008

Nueva carta de Mateo Gómez a Su Majestad el Rey





Esta Nueva carta de Mateo Gómez a Su Majestad el Rey fue escrita para presentar el Anuario de Bibliotecas Españolas 2008, publicado por la Fundación Alonso Quijano, editora de esta revista. La presentación se hizo en la Biblioteca Nacional, en Madrid, el día 23 de abril de 2008.Fue recogida en la revista  Mi Biblioteca. Año IV, núm. 14 (Verano 2008), págs. 41-45 y posteriormente en el libro En defensa de la biblioteca pública, págs.153-158. El texto comienza explicando quién es Mateo Gómez.
 





UN BIBLIOTECARIO LLAMADO MATEO GÓMEZ

         Mateo Gómez es un personaje de ficción creado por Juan Sánchez Sánchez. Apareció por vez primera en el relato Monólogo de Mateo Gómez, incluido en el libro Combates por la Biblioteca Pública en España (Almud Ediciones de Castilla-La Mancha, 2006; páginas 32-37). En este inicial  texto, Mateo Gómez recorre durante el año 2005 los municipios de Castilla-La Mancha por encargo del Presidente del Gobierno y de la Defensora del Pueblo de esta Comunidad.  Aunque el informe que elaboró no se hizo público, el cuento aporta una reflexión literaria sobre lo que fue y significó el recorrido de este bibliotecario por tierras y lugares de Castilla-La Mancha.
         Más tarde, este bibliotecario ficticio se dirigió  a Su Majestad el Rey de España, con una Carta en la que realizaba un diagnóstico sobre la situación de la lectura y las bibliotecas en nuestro país. La génesis de este segundo documento sería la siguiente: el Rey encarga a este bibliotecario un informe, de forma totalmente secreta y sin conocimiento del Gobierno de España. Sabemos que el Rey recibió a Mateo Gómez en el Palacio de la Zarzuela, y que el amplio informe sobre la situación de las bibliotecas públicas españolas no se ha hecho público. En la revista MI BIBLIOTECA se publicó la Carta de Mateo Gómez a Su Majestad el Rey,  en la que el bibliotecario le anuncia que ha concluido su trabajo y le resume los problemas fundamentales que a su juicio padecen las bibliotecas españolas.
         El tercer documento es una larga comparecencia de  Mateo Gómez en la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados, para expresar sus opiniones acerca del Proyecto de Ley de la Lectura, del Libro y de las Bibliotecas promovido por el Ministerio de Cultura. El anuncio de esta comparecencia literaria, que tuvo lugar en las XIV Jornadas Bibliotecarias de Andalucía en marzo de 2007 coincidió con los momentos más álgidos del debate de este proyecto de Ley en las Cortes. Aquí vuelve a insistirse en las ideas-fuerza que el autor mantiene sobre las bibliotecas públicas españolas y sobre la evolución de un proyecto de ley que me defraudó profundamente.
         Hoy, en la presentación del ANUARIO DE BIBLIOTECAS ESPAÑOLAS 2008, en la Biblioteca Nacional de España, Mateo Gómez hace pública la Nueva Carta a Su Majestad el Rey.

Nueva carta de Mateo Gómez a Su Majestad el Rey

Señor:

         Hace poco más de un año que presenté a Su Majestad mi informe sobre las causas que están impidiendo que los españoles constituyan una sociedad lectora. Ya vio, Señor, las polémicas que los resultados del estudio provocaron en determinados sectores, especialmente entre los responsables de gestionar las políticas culturales y bibliotecarias. Aunque no creo que sea cierto, me llegó el rumor de que el cese de la ministra de Cultura tuvo mucho que ver con las críticas que buena parte de los profesionales hicieron de su labor en el ámbito bibliotecario, tal vez muy concienciados por los datos que se hicieron públicos del informe. Pero sea como fuere, lo cierto es que debo en primer lugar agradecerle la confianza que me dispensa con este nuevo encargo. He vuelto a España en cuanto he recibido su llamada.
         La verdad es que llegué a pensar que no era necesario mi nuevo estudio. Como las noticias vuelan, supe en  Helsinki que una entidad española para el fomento de la lectura, la Fundación Alonso Quijano, había emprendido un importantísimo proyecto: un Anuario de bibliotecas españolas. Incluso un amigo, miembro del Comité Científico del Anuario, llegó a enviarme un correo electrónico con la estructura prevista de esta obra y tuve la oportunidad de realizar algunas sugerencias. Por cierto, que espero que los miembros de la Fundación y la coordinadora del Anuario, una bibliotecaria rural galardonada con un premio de promoción lectora, no se enfadaran conmigo por declinar su amable ofrecimiento de  formar parte de dicho Comité. Sus encargos, Majestad, han revolucionado en parte mi vida y quiero aparecer en el mayor anonimato para garantizar una mayor confidencialidad en mis trabajos científicos.
         Antes de proseguir, Señor, quiero abrirle el corazón. Estuve trabajando por espacio de más de dos años. Pude comprobar su exquisita sensibilidad con el libro,  la lectura y las bibliotecas. Y tengo la certeza de que Su Majestad habrá movido cuantos hilos haya podido para poder corregir las carencias que se observan en las bibliotecas españolas. Créame que estuve esperanzado: era un momento importantísimo, que coincidió con el debate en las Cortes del Proyecto de Ley de la Lectura, del Libro y de  las Bibliotecas. Quienes amamos las bibliotecas, quienes llevamos tantos años soñando con unos servicios bibliotecarios para todos los ciudadanos, por la universalización del derecho de todos los españoles de poder disfrutar de servicios bibliotecarios de calidad, pensamos que el gran momento había llegado. Me sorprendió que incluso hubiese cierta movilización de algunos sectores profesionales, llegaran a celebrarse muchos contactos con los diversos partidos políticos y se realizaran bastantes propuestas de mejora de la Ley a través de las diversas asociaciones de bibliotecarios. Mi decepción fue tremenda. Más de dos décadas de espera merecían un Proyecto de Ley que afrontase y resolviese problemas, pero el texto finalmente aprobado es inútil para las bibliotecas españolas. No se  regulan  los servicios básicos que debe prestar toda biblioteca pública ni se aborda la falta de servicios bibliotecarios en los pequeños municipios,  todavía más de 3.000. Tampoco se delimitan las competencias de las distintas Administraciones Públicas ni se plantea la financiación de este servicio público. La Ley aprobada no indica a quién corresponde la responsabilidad de prestar el servicio de biblioteca pública ni se establece cómo debe ser básicamente este servicio en función de los niveles de población de los municipios. De igual modo no incluye ninguna característica mínima de las bibliotecas escolares. En definitiva, no puede considerarse una ley integral en políticas de lectura pública, y, más grave aún, omite totalmente la obligatoriedad de la coordinación bibliotecaria entre el Ministerio, las Comunidades Autónomas y las Administraciones Locales,  y sólo alude a la cooperación como algo voluntario de las distintas administraciones y sectores implicados.
Majestad, en mi opinión, y en la de otros expertos en políticas bibliotecarias, el resultado es que se ha perdido la oportunidad de una Ley que garantice a todos los españoles el derecho a acceder a servicios bibliotecarios de calidad, dignos de nuestro tiempo y se afronte una verdadera Política de Estado en materia de lectura y bibliotecas.
         Tras leer en el BOE el texto de la Ley sentí una verdadera impotencia y pensé: ¿para qué he dedicado más de dos años de mi vida a este estudio que soñé sería tenido en cuenta por los gobernantes? Entonces recordé el viejo adagio de que El Rey reina, pero no gobierna. Y sentí un remordimiento por mis pensamientos. En ese momento, Señor, pensé que también Su Majestad se habría sentido embargado por la tristeza y la impotencia. Y que además tendría un problema mucho más grave: guardar silencio. Por respeto institucional. Ni siquiera podría desfogar su desilusión   escribiendo un artículo periodístico, como a veces hacemos los bibliotecarios…
         Pero dicho todo esto, ya que me desahogado, me reitero a su disposición y animado a desarrollar el nuevo informe que me solicita. Y le decía que llegué a pensar que no sería necesaria mi investigación porque intuí que el Anuario de la Fundación Alonso Quijano llenaría muchas de las lagunas existentes. Y así ha sido, pero no me podía imaginar que el nuevo encargo tuviese un carácter tan concreto y actual: Papel de las Bibliotecas Públicas en la Sociedad española de la Información y del Conocimiento. Estamos, Señor, ante otra de las grandes asignaturas pendientes: a menudo se presentan importantes estudios en España sobre la sociedad de la información, y me resultan sorprendentes las escasas referencias que tanto gobernantes, como empresas e incluso hasta expertos hacen hacia las bibliotecas y su papel neurálgico en la construcción y desarrollo de la nueva sociedad del siglo XXI en la que estamos inmersos. Por ello su propuesta no sólo me parece pertinente sino que es realmente necesaria.
         He tenido la oportunidad de leer en primicia el Anuario y creo que estamos ante una iniciativa verdaderamente ejemplar. Ya disponíamos desde hace varias décadas de la Estadística de Bibliotecas del INE, antes la única fuente para poder analizar con cierto rigor la evolución de las bibliotecas españolas. Después, gracias al trabajo coordinado del Ministerio de Cultura con los Servicios de Bibliotecas de las Comunidades Autónomas, se fue configurando el  Anuario de las Bibliotecas Públicas Españolas, fruto del trabajo cooperativo que dio lugar a las Estadísticas de Bibliotecas Públicas que difunde el Ministerio en su web. También han sido fundamentales los estudios abordados por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, tanto sobre las bibliotecas públicas como sobre las bibliotecas escolares, informes que han generado debate y han propiciado desde el conocimiento científico unos cambios reales en las bibliotecas españolas. Y ahora esta primera edición del Anuario de Bibliotecas Españolas 2008.
         Tengo que reconocer que el Anuario resulta utilísimo. Por primera vez puedo leer en un mismo estudio una visión, realizada por sus propios protagonistas, sobre las políticas bibliotecarias que se están desarrollando a nivel nacional por el Ministerio de Cultura y a nivel autonómico por las Comunidades Autónomas en el ámbito de las bibliotecas públicas. Así ocurre también con las bibliotecas escolares, con las universitarias y con algunas de las más importantes redes de bibliotecas especializadas: las del CSIC, las de las Reales Academias, las del Instituto Cervantes… Tras esa primera parte, esencial, dedicada a hacer una presentación institucional de las bibliotecas españolas, la segunda parte se dedica a información sobre recursos para bibliotecas, bibliotecarios y usuarios.
         Sin duda es una información objetiva, sugerente, actual y muy representativa de las políticas bibliotecarias. Pero es una información que se convierte en fuente, que tiene que servir de referencia necesaria para hacer un análisis del estado real de las bibliotecas españolas. Digamos que la Fundación ha puesto en marcha un proyecto -que deseo tenga una continuidad- que hoy nos permite conocer mucho mejor esas políticas, ese mosaico de políticas bibliotecarias que están al servicio de la sociedad española. La mayoría de los redactores han realizado su aportación desde un punto de vista muy institucional, como representantes de la Administración o de la Institución correspondiente en cada caso. Incluso en ocasiones no han sido los técnicos, por ejemplo los Jefes de Servicio de Bibliotecas, sino que firman  la colaboración políticos responsables de ese ámbito. No digo esto como una característica negativa, sino como algo a tener en cuenta por quienes deseen profundizar en el conocimiento de la realidad bibliotecaria española. La impresionante información que el Anuario aporta nos permitirá avanzar en ese estudio, y es un elemento complementario a las fuentes estadísticas de que ya disponíamos.
         Por lo demás, si leyésemos sólo el Anuario estaríamos tentados a definir las bibliotecas españolas como una especie de País de las Maravillas. Pero esa es responsabilidad de quienes dirigen o gestionan las redes o sistemas bibliotecarios que aparecen reflejados en el Anuario. Siempre he pensado que el mejor método para resolver los problemas es conocerlos, definirlos y afrontarlos. Por ello sería aconsejable que en próximas ediciones las intervenciones pudieran contener también una reflexión acerca de los retos pendientes, los problemas existentes en la red o sistema concreto, los debates,…Algunos autores lo hacen, y es de agradecer, porque nos damos cuenta de que estamos en camino. Es cierto que las bibliotecas españolas se han transformado muy positivamente en las últimas décadas, pero no es menos cierto que siguen latentes muchos de los problemas históricos, especialmente en las bibliotecas municipales y escolares.
         Ya sé, Señor, que le interesa el papel de la biblioteca como portal de la Sociedad de la Información y del Conocimiento. Pero no quiero comenzar mi trabajo sin recordar a Su Majestad que la realidad nos habla de desigualdad entre los ciudadanos de unas y de otras regiones, tal vez por premio o castigo de haber tenido unos responsables políticos que dieran mayor o menor importancia al servicio público bibliotecario. Deseo también recordarle que los medios de comunicación y las listas de distribución que existen entre los profesionales de la información, la documentación y las bibliotecas nos traen a menudo situaciones no precisamente ejemplares. Estos días, por ejemplo, nos asalta la noticia de los despidos de los bibliotecarios de la Red de Bibliotecas Municipales de Oviedo, que además del desprecio que significa hacia los ciudadanos de aquella ciudad refleja muy nítidamente el problema de muchas bibliotecas municipales y redes urbanas de bibliotecas públicas. Otro ejemplo: ¿Para cuando bibliotecas municipales en la ciudad de Guadalajara, la única capital de provincia española que sigue sin tener ni una sola biblioteca municipal? Me dolió también, muy profundamente, que el partido actualmente en el Gobierno de España olvidara totalmente a las bibliotecas en su Programa Electoral para las recientes Elecciones Generales de marzo de 2008. Perdone, Señor, que sea políticamente incorrecto, pero ¿qué iniciativas serias pueden esperarse en el ámbito de las bibliotecas de un partido y de un Gobierno que sume en el olvido a las bibliotecas ya en sus previsiones de futuro?
          La biblioteca pública continúa siendo un servicio que, a pesar de los espectaculares avances, sigue sin constituir un servicio público esencial: a veces sin presupuestos, con horarios que impiden que la biblioteca realice plenamente su misión en la sociedad, sin planes inversores que garanticen la extensión de este servicio de forma similar a lo que ocurre en el ámbito de los centros docentes, los centros de salud, las instalaciones deportivas,…Y lo más importante: sigue sin resolverse el problema histórico de la biblioteca, tanto de la pública como de la escolar: el bibliotecario. Los bibliotecarios son el corazón de la biblioteca, el motor de la biblioteca. María Moliner hablaba en tiempos de la II República del papel y de la problemática de los bibliotecarios municipales, y aún hoy, en pleno siglo XXI, el problema del personal atenaza como una losa el desarrollo bibliotecario de muchas ciudades y pueblos de España.
         Finalizo. Espero disculpe, Señor, la franqueza con la que le he hablado. Soy su leal colaborador y no podía empezar la nueva tarea que me asigna Su Majestad sin hacerle partícipe de mis sueños y mis desalientos. Hace más de una década, en la Biblioteca Nacional, un bibliotecario amigo expuso su teoría de los cuatro mundos bibliotecarios. Lo triste es que esa realidad de desigualdad no sólo existe entre países: España sigue presa  de esa misma desigualdad y la brecha digital la agranda en muchos casos . Por ello, mientras que nuestro Rey se preocupa del papel que las bibliotecas públicas han de tener en la conformación de nuestra sociedad, más de 3000 municipios españoles siguen sin tener unos servicios bibliotecarios básicos. Mientras que muchas bibliotecas españolas constituyen servicios neurálgicos, atractivos y son como la joya de la corona de  sus ciudades, en otras localidades el bibliotecario sigue peleándose con sus responsables políticos para poder tener un presupuesto estable y efectuar una selección de la colección con carácter profesional y no con imposiciones ideológicas o de otro orden. Mientras que unas ciudades o unas regiones presentan planes de desarrollo bibliotecario verdaderamente modélicos, en otras localidades o comunidades autónomas los indicadores siguen mostrando un tercermundismo acusado y se distancian de quienes se tomaron en serio sus políticas bibliotecarios.
         España, Señor, es un inmenso espejo. Cada  persona ve una realidad y vive una realidad. Pero necesitamos conocer realidades distintas a las propias. Precisamos intercambiar experiencias, abrir ventanas que nos permitan conocer esas otras realidades. Esto, en el trabajo por las bibliotecas, resulta imprescindible. Trabajar en una grande e importante biblioteca no nos puede hacer olvidar a esas bibliotecas pequeñas, rurales o de barrios, que también están llamadas a ser la puerta democrática para el acceso a la información, la educación permanente, el ocio constructivo, la cultura…
         Por ello, aplaudo esta iniciativa de la Fundación Alonso Quijano, que ha diseñado y puesto en marcha una potente herramienta para profundizar en el conocimiento de la realidad bibliotecaria española. Me propongo, Señor, iniciar mi tarea con la certeza de que seguiremos dando pasos fundamentales. Por las bibliotecas. Por la sociedad española. Por la libertad.
         Quedo lealmente a su disposición.
         Un afectuoso abrazo de.
                                              
                                                        Mateo Gómez.

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