El
olvido de la lectura en la Educación de Castilla-La Mancha
Comienza el nuevo curso y con este motivo el consejero de Educación,
Cultura y Deportes del Gobierno de Castilla-La Mancha, Angel Felpeto,
ha escrito un extenso artículo de opinión que está a caballo
entre un programa y una reciente memoria de gestión de los logros
alcanzados. Un artículo que he leído y releído, escrito por una
persona a la que aprecio, y que me obliga a escribir de nuevo por la
profunda decepción que sus palabras me provocan.
Sé con certeza que el consejero está trabajando con gran esfuerzo
en rescatar la política educativa y cada día nos asombran con
nuevos datos y con renovados éxitos. Como vengo insistiendo, esto no
ocurre en el ámbito de la Cultura. Nuestros gobernantes deben pensar
aquello de que “El cielo puede esperar” -por citar el
título en castellano de la conocida película de 1978- y cada vez
que alzamos la voz se remiten a los nuevos presupuestos para variar
el rumbo de la Cultura en general y de las bibliotecas en particular.
Hace unos días, un alto cargo del gobierno regional me decía:
“Juan, pronto va a haber buenas noticias para las bibliotecas”.
Pero así llevamos años, mientras cada día se corrigen recortes
educativos, se amplían plazas de profesores o se anuncian nuevas
infraestructuras. Como vengo diciendo, insisto: para mí tan
importante son las bibliotecas como los centros educativos o
sanitarios, pero el gobierno de Castilla-La Mancha no parece
coincidir en mi planteamiento.
Mi enfado ante este artículo-memoria es el radical olvido al libro,
la lectura y las bibliotecas, aunque haga una alusión
a las ayudas para compra de libros de texto. Puedo entender que se le
olvide al Presidente del gobierno regional en su discurso de
investidura o en sus intervenciones públicas, que al fin y al cabo
tiene mucho que decir, aunque demasiadas veces sus palabras sean
apenas humo. Pero que el consejero de Educación se olvide del papel
del libro y la lectura me parece gravísimo.
Demasiadas veces hablamos de que no estamos en una sociedad lectora.
Y los expertos coinciden en que la pasión por la lectura se forma en
un trípode: familia, centro educativo y biblioteca.
Pero las claves del fracaso de esta sociedad no lectora están
fundamentalmente en el sistema educativo. Los niños leen en su
infancia pero dejan de leer sobre todo tras su paso por la Educación
Secundaria. Sé que esta afirmación no puede ser genérica pero
normalmente es así. Unas lecturas obligadas, generalmente no las más
adecuadas para alumnos de esas tempranas edades, desembocan en un
cierto desprecio a la lectura. Si además muchas veces los alumnos
tienen que hacer un trabajo sobre esos libros o incluso algún modo
de examen, en todo caso evaluado, se comprende el miedo de un
alumnado que no encuentra placer alguno en leer sino una obligación
más impuesta por el sistema educativo. Claro que soy partidario de
una educación basada en el esfuerzo personal, pero se precisan
claves pedagógicas para ese modelo.
Tenemos maestros y otros profesores magníficos, que además poseen
estupendas técnicas de animación a la lectura. También disponemos
de profesores que se encargan en alguna medida de lo que pomposamente
llamamos biblioteca escolar. Pero, en general, la comunidad
educativa está huérfana de expertos para animar a leer. Desde hace
décadas he hablado de que los centros educativos, en todos sus
niveles, necesitan un bibliotecario escolar. No es momento ahora de
describir cómo debe ser ese profesional. Lo cierto es que los
centros educativos se fueron llenando de profesores de todo y de
profesionales de todo: profesores de idiomas, orientadores,
profesores de educación física o de música, etc. Y con el paso del
tiempo se logró contar con profesionales que eran muy necesarios.
Pero nunca se quiso hablar del bibliotecario escolar, aunque sí de
bibliotecas escolares, olvidando que una biblioteca sin bibliotecario
no lo es: es un almacén de libros. Y hubo mucho presupuesto para
compra de libros y otros materiales. Pero nunca quisieron afrontar
lo que es la verdadera asignatura pendiente de los sistemas
educativos en España: la biblioteca escolar.
El bibliotecario escolar es un profesional que es absolutamente
necesario en los centros y que tiene una función esencial en la
comunidad educativa: alumnos, padres y profesores.
Un experto en información y en técnicas de animación a la lectura
que, de existir, tendría un papel fundamental para conseguir el que
debe ser gran objetivo de la educación: apasionar a los alumnos
por la lectura, que pasen de una situación de obligación a la
lectura a la pasión por leer. Y de esa pasión por leer llegará
también la pasión y el deseo de escribir. Pero lo fundamental es
que la lectura es el eje de la educación de las personas, de los
verdaderos valores, y de la construcción de ciudadanos libres,
críticos, tolerantes y con un fuerte compromiso social y
participativo.
Pero, ¿qué podemos esperar? En un artículo de 1.622 palabras, tres
de las palabras más significativas de la Educación caen en el
olvido una vez más. En distintos momentos de las últimas décadas
hablé este tema con consejeros, viceconsejeros y directores
generales y nunca pude convencerles de la necesidad de contar con una
política de lectura en el sistema educativo que estuviera basada en
la existencia de un profesional. Y siempre fue la misma excusa: no
hay recursos. Y no era verdad, porque si se hubiese empezado esa
política hace años, hoy contaríamos con el mejor sistema educativo
del país.
Y si a este olvido al libro, la lectura y las bibliotecas escolares
añadimos el desprecio con el que las Cortes y el Gobierno de
Castilla-La Mancha están tratando a las bibliotecas públicas de la
región, podremos entender por qué fracasa nuestro sistema
educativo.
En la anterior legislatura, con gobierno del PP, se planteó un plan
piloto de bibliotecas escolares que se coordinarían en buena medida
con la Red de Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha. Se estuvo
trabajando durante dos años, con los 25 centros educativos
seleccionados para participar en el proyecto. No se llegaba a
proponer el tema del bibliotecario escolar pero era un proyecto
innovador en el panorama de nuestro país y un paso importante. Y
cuando todo estaba preparado, y ya se habían realizado los trabajos
y gastos previstos, hubo un cambio de gobierno y el actual no
pareció sensibilizado por este tema y paralizó el proyecto. Es esa
manía de los políticos españoles de hacer un gran “parque” en
una legislatura y en la siguiente abandonarlo… Así se lo hicimos
saber al consejero Felpeto cuando tomó posesión pero no se ha
enmendado el error.
Educar en un tiempo nuevo es necesario. Pero no se podrá educar con
los errores de tiempos pasados. Los nuevos tiempos necesitan libros
(en cualquier soporte) y bibliotecarios. Y no habrá una sociedad
lectora sin bibliotecas escolares y con bibliotecas públicas sin
recursos. Esta es la grave responsabilidad del gobierno regional. O
si se prefiere lo digo de otro modo: esta es la grave
irresponsabilidad del gobierno regional. Pero, como denuncié
recientemente en el ámbito de la Cultura, la lectura es la gran
olvidada del gobierno regional.
Impresionante, por ser tan real, la narración que haces de la realidad de las Bibliotecas en la actualidad.
ResponderEliminarGracias por tu alegato.