lunes, 4 de septiembre de 2017

Adiós de un bibliotecario



Adiós de un bibliotecario



El 9 de julio de 1973 inicié formalmente mi trabajo en bibliotecas públicas, en uno de los dos bibliobuses que Julia Méndez arrancó al Ministerio de Educación para que los libros llegasen a toda la provincia de Toledo. Fue una experiencia que me marcó: comencé a amar las bibliotecas y a defenderlas. Tras la paralización en 1976 de ese servicio, llegó un período como funcionario de la Seguridad Social destinado en el Hospital Nacional de Parapléjicos, que me ayudó a conocer el sufrimiento fuerte de esos enfermos y sus familias y cómo muchos iniciaban una nueva vida, sin rendirse a la desesperanza. Una atapa que coincidió con la finalización de mis estudios de Geografía e Historia y mis comienzos en la defensa de la cultura y de las bibliotecas a través de los medios de comunicación. Y un bienio apasionante: 1981-1982, en el que puse en marcha el Comité de Defensa de la Biblioteca de Toledo, con la complicidad de una buena muestra de la sociedad civil toledana, en lucha a favor de la Biblioteca, que moría de asfixia. Nuestras voces llegarían al Ministerio tras el triunfo electoral del PSOE en octubre de 1982 y mantuvimos una reunión con el recién nombrado director general del Libro, Archivos y Bibliotecas, Jaime Salinas, editor e hijo del poeta Pedro Salinas. Pero el Ministerio, que entendió nuestras propuestas y valoró nuestra lucha, decidió no decidir nada y los proyectos de ampliación de la Casa de la Cultura y Biblioteca de Toledo quedaron en un cajón.

Por eso, cuando en enero de 1984 me incorporé al gabinete del consejero de Educación y Cultura tenía muy claro que una de las cuestiones pendientes que había que resolver era la Biblioteca. Cuando José María Barreda me preguntó: “¿Y el Alcázar como sede?” me sorprendí pero vi que era una propuesta maravillosa. Y comenzamos a trabajar en el proyecto para convertir el Alcázar en un gran centro cultural que acogiera también la sede de la Biblioteca de Toledo, como germen además de la futura Biblioteca Regional. He escrito sobre las vicisitudes para desarrollar este proyecto, que culminaría con la apertura de la Biblioteca de Castilla-La Mancha el 16 de octubre de 1998, después de diversos proyectos. Tras siete años de director de gabinete presenté mi dimisión en enero de 1990 por razones personales y familiares cesando en septiembre de ese año. Y en marzo de 1991 me hice cargo del Servicio Regional del Libro, Archivos y Bibliotecas, permaneciendo hasta el 31 de enero de 2006, un quindenio fundamental en la gestión de los archivos y bibliotecas de la Junta. No es momento de balances, que ya están hechos en numerosos trabajos e investigaciones. Pero sin duda lo más importante fue el objetivo de democratizar y universalizar el servicio de biblioteca pública en la región, como un reto que era una verdadera utopía en todo el país. El Gobierno regional entendió la importancia del objetivo y nuestra política bibliotecaria se convirtió en un referente nacional. Por ello no acepté dirigir la Biblioteca de Castilla-La Mancha en las diversas ocasiones que me ofrecieron ese puesto: quería seguir luchando por las bibliotecas municipales de nuestra tierra, incluso en pequeñas poblaciones. Uno de los grandes expertos en lectura de nuestro país, Antonio Basanta, director general de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, calificó a Castilla-La Mancha como “motor del sistema español de bibliotecas”. Y con los principios de cofinanciación y corresponsabilidad, Gobierno Regional y Administraciones Locales consiguieron un avance espectacular en las bibliotecas de nuestra región.

Después fui cerca de siete años Jefe del Servicio de Enseñanza Universitaria, en un momento crucial, con los cambios en las titulaciones y las nuevas propuestas de estudios formuladas por el Gobierno Regional. Y el 1 de diciembre de 2012 asumí la dirección de la Biblioteca de CLM, sin duda en el peor momento: con funcionarios interinos cesados, con el departamento de Actividades desmantelado por despido de los profesionales de la Fundación de Cultura y Deporte, y sin presupuesto para actividades ni para adquisiciones, que luego en los primeros meses de 2013 se subsanó mínimamente. Era un proyecto que me apasionaba y que conocía bien, porque había estado cercano a todo lo acaecido en ese centro desde mucho antes de su apertura. Y como Jefe de Servicio de Bibliotecas mantuve un estrecho contacto y colaboración con los dos primeros directores, Carmen Sañudo y Joaquín Selgas, ambos magníficos profesionales y excelentes personas, a los que yo mismo propuse para el puesto.

Estos cinco años en la Biblioteca son sin duda los más apasionantes y fundamentales en mi trayectoria profesional. Diseñar políticas bibliotecarias y ejecutarlas fue una necesidad y un desafío que ha permitido sembrar los valores de las bibliotecas públicas. Incluso en estos largos años de crisis y desierto, desde 2010, las bibliotecas han seguido funcionando de manera ejemplar, a pesar del olvido del Gobierno regional hacia estas casi cinco centenares de bibliotecas, que como escribí en 2006 son una verdadera “constelación de estrellas para Castilla-La Mancha en nuestro tiempo”. Sin subvenciones y sin apenas apoyos, las bibliotecas han actuado gracias a unos profesionales que son un referente en cada municipio y que en conjunto suponen una de las mayores fortalezas de la sociedad y la cultura regionales.

Dirigir esta Biblioteca me ha permitido algo fundamental: estar en contacto directo con los usuarios. Y ello desde un modelo de trabajo muy concreto: la Biblioteca ha trabajo en coalición y complicidad con la sociedad, con todo tipo de colectivos y entidades y con una legión de defensores de esta Biblioteca que me llevo como lo más hermoso de mi tarea: La Asociación de Amigos de la Biblioteca de CLM, los medios de comunicación, las asociaciones vecinales y socioculturales, la Universidad y el conjunto de los centros educativos, el Conservatorio y la Escuela de Música, la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas, el Ateneo, los creadores (artistas, escritores, músicos, historiadores, geógrafos, urbanistas, filósofos…), editores, libreros, Organizaciones no Gubernamentales y otros colectivo del llamado “tercer sector”…. ¡He encontrado tanto apoyo en la sociedad toledana que tendré gratitud de forma permanente y me sentiré comprometido con ella siempre!

Mi trabajo ha sido posible gracias a un gran equipo. Menciono a Carmen Morales, directora adjunta, para mostrar mi reconocimiento a todos los compañeros. He reiterado que aunque la Biblioteca tiene en su sede una gran fortaleza, y también lo son el conjunto de sus instalaciones y de sus importantes colecciones, tanto de fondo antiguo como moderno, la verdadera fortaleza de ésta y de todas las bibliotecas públicas está en su corazón, en realidad un doble corazón formado por los profesionales que trabajan en la Biblioteca y por los ciudadanos, especialmente aquellos que de forma cotidiana vienen a este centro, su segunda casa en muchos casos. La Biblioteca de CLM es de los ciudadanos, que la financian con sus impuestos y espero y deseo que siga siendo un referente en sus vidas.

Digo adiós, y lo hago con gratitud. A la sociedad, en todos sus sectores. A los distintos responsables políticos y técnicos que han confiado en mí a lo largo de todos estos años y a tantos compañeros de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, especialmente del Servicio de Bibliotecas. En un nombre quiero expresar mi agradecimiento a todos los compañeros: Óscar Arroyo, actual Jefe de Servicio de Bibliotecas y que cogió la bandera de su defensa. A archiveros y bibliotecarios de toda España, e incluso de otros países, que he ido conociendo en estos muchos años. Pero especialmente a los profesionales de mi región, a los que tienen un equipo importante y a quienes trabajan en soledad cada día, dejándose su esfuerzo e imaginación para que los ciudadanos puedan ser un poco más felices a través de su centro.

Digo también perdón, a aquellas personas que haya podido ofender, a quienes tal vez se sintieron atacados por mis palabras en mis artículos periodísticos o en intervenciones públicas: confieso que la defensa de mis ideas y especialmente de las bibliotecas la he ejercido de forma apasionada.

Queda mucho camino por recorrer. Seguiré con mis dos pasiones: las bibliotecas públicas y mi tierra, Castilla-La Mancha, especialmente Toledo. Intentaré seguir contribuyendo en la medida que Dios me otorgue fuerzas y sabiduría. Y defenderé la libertad de expresión, el derecho a la vida, la cultura, la regeneración de la política y las instituciones, la participación de la sociedad civil y los valores de respeto, solidaridad, tolerancia y convivencia como necesarios para nuestra vida cotidiana y para una sociedad mejor. Espero que la Biblioteca de Castilla-La Mancha, en el emblemático Alcázar de Toledo, siga siendo un faro de esperanza, un referente del compromiso social, cultural y educativo; la principal puerta de acceso democrático a la información, un centro de propuestas para mejorar la vida local y regional, y un foco en el que cada día se practique la libertad, sin barreras ideológicas, religiosas, sociales o educativas. Las bibliotecas son el gran baluarte de la democracia y, como conquista ciudadana y servicio público, necesitan recursos que las Administraciones Públicas responsables deben consignar en sus presupuestos. Cuando los gobiernos desdeñan a las bibliotecas en sus presupuestos se están olvidando del corazón de la sociedad y por ello no merecen gobernar.

Termino con una palabra, sencilla pero escrita con tinta del corazón: gracias.

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