Yo
no estoy en la biblioteca
Una
campaña del Observatorio
de la Lectura y el Libro
anima a enviar fotos que muestren la felicidad de estar en una
biblioteca, lo que aportan. Hay que participar en las redes sociales
con la etiqueta #EstoyenlaBiblio. Es con motivo del Día
de la Biblioteca
que se celebra cada 24 de octubre. Pero yo no puedo.
Yo
no estoy en la biblio, porque mi pueblo es uno de los 3.106 pueblos
de España que carecen de biblioteca. El delito de estas localidades
es ser pequeñas. Y, claro, quienes vivimos en pueblos de poca
población no tenemos derecho a leer, ni a estar informados ni a
tener espacios de convivencia ni a disfrutar de internet y todo lo
que puede aportar. Leer no es esencial, piensan los políticos y
quienes mandan. Quienes residimos en pueblos pequeños sí tenemos
derecho a recibir servicios educativos y sanitarios, e incluso a que
trabajadores sociales vengan a resolvernos necesidades burocráticas.
Pero la lectura es un grave peligro para construir ciudadanos
críticos y libres, para hacer personas que deseen participar en la
construcción de la sociedad.
Pero
no somos los únicos sin derecho a leer. Tampoco gozan de este
derecho muchos de los vecinos que residen en cualquiera de los
barrios o pedanías de una gran o mediana ciudad. Por supuesto que
allí hicieron un colegio, e incluso un instituto; y también un
centro cívico-social; y un centro de salud…. Pero quienes toman
las decisiones sobre qué servicios públicos necesitan los barrios
entendieron que una biblioteca es prescindible.
Los
gobiernos y muchos ayuntamientos siguen pensando que el derecho a
leer, a estar informado, a disfrutar de actividades culturales o
educativas se logra con una campaña de comunicación, con un plan de
lectura o regalando libros a los recién nacidos. Pero no es así. Se
precisan bibliotecas públicas en cada pueblo, en cada barrio, en
cada ciudad para construir una sociedad más activa y responsable,
más tolerante y participativa, más solidaria y emprendedora, más
inteligente, más esperanzada.
Las
bibliotecas tienen un doble corazón, compuesto por usuarios y
bibliotecarios. Y además precisan colecciones, instalaciones,
espacios acogedores, presupuestos para colaborar en su vitalidad y en
su presencia pública en la localidad.
Pero
quienes gobiernan, en lugar de corregir las legislaciones
inoperantes, en lugar de aportar recursos para adquirir nuevos fondos
bibliotecarios, en lugar de contratar bibliotecarios y edificar
hermosas bibliotecas, se dedican a hacer campañas y a regalar unos
lotes de libros.
Aun
así tengo que felicitar a los organizadores de esta iniciativa. La
biblioteca pública es la puerta más democrática para acceder a la
cultura y la información y hay que situarlas en el corazón de la
sociedad. Hay que trabajar en coalición con los ciudadanos y todo
tipo de colectivos. Pero, paralelamente, hay que alzar la voz
clamando para corregir el olvido de esta realidad que a pocos
políticos parece preocupar.
¿Cuándo
el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes abordará esta
verdadera asignatura pendiente?
¿Cuándo
los gobiernos regionales superarán esta vergüenza de tantos
municipios sin libros, sin servicios bibliotecarios?
Cuándo
los ayuntamientos estarán dispuestos a crear bibliotecas en los
barrios que carecen de ellas y a apostar con decisión por este
servicio público?
Yo
no estoy en la biblio. No puedo, por tanto, enviar una fotografía,
que refleje mi felicidad por estar en ese paraíso. Pero ¿quién es
responsable de ello? ¿Quién se atreve a desfacer este entuerto?,
como diría Don Quijote.
Un
cordial saludo de un ciudadano sin biblioteca pública.
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