Sus
Señorías no tienen quién les escriba...
¿Tienen los diputados
regionales la obligación, al menos ética, de contestar a los ciudadanos que se
dirigen a ellos con sugerencias, ideas o iniciativas? ¿Y los grupos
parlamentarios? La web de las Cortes de Castilla-La Mancha publica la relación
de diputados, con sus direcciones oficiales de correo electrónico.
Paradójicamente no aparecen las direcciones de los grupos parlamentarios, pero
me las remitieron tras solicitarlas en varias ocasiones.
Durante el año 2017 he
escrito una veintena de artículos de opinión en defensa de las bibliotecas
públicas, que han sido publicados por buena parte de los medios de comunicación
de Castilla-La Mancha. Además he difundido otros textos, muchos de ellos
alegatos a favor de las bibliotecas o reflexiones a partir de datos
estadísticos, que han llenado las redes sociales, esencialmente Facebook, y
también las listas profesionales en Internet como Iwetel o Públicas,
clamando por una política de Estado en materia de bibliotecas, pidiendo a los
gobernantes que incluyan a las bibliotecas en la agenda política y
presupuestaria o la vuelta a las convocatorias de ayudas del Gobierno de
Castilla-La Mancha para las bibliotecas municipales de nuestra región.
Normalmente ha sido predicar en el desierto, aunque sé que los mensajes han
llegado a sus destinatarios y, además, han consolidado una posición de combate
entre los profesionales. Hasta el punto que el propio presidente del Gobierno
regional ha anunciado en su discurso del debate del estado de la región las
próximas iniciativas de la Junta de Comunidades en ese sentido. Ahora estamos a
la espera que cumpla sus palabras.
Pero hay un hecho que no me resisto a hacer público. Mi
posición de lucha por las bibliotecas públicas no es nueva. La he ejercido
durante cerca de cuarenta años y cuatro de mis libros dan fe de esa defensa
continuada mediante artículos periodísticos, investigaciones, intervenciones en
congresos, textos literarios… Por eso cuando en el mes de septiembre de este
año me he jubilado no sólo no he abandonado esa labor sino que incluso la he
intensificado, al disponer de más tiempo personal. Este año he dirigido algunos
de mis artículos más críticos al Gobierno regional y a las Cortes de
Castilla-La Mancha, intentando especialmente convencer a los parlamentarios de
la necesidad de que apoyen las políticas dirigidas a la Red de
Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha. Baste recordar los
titulados “El olvido de la Cultura”, “Señorías, con el debido
respeto”, “Que cierren las Cortes”, “Elegir bibliotecas públicas”… En uno de ellos, dije: “Hoy escribo al
margen de mi dolor como bibliotecario al comprobar cómo ni el gobierno regional
ni los partidos gobernantes (PSOE y PODEMOS) han escuchado mi clamor pidiendo
que las bibliotecas públicas estuvieran dentro de las prioridades políticas y
se plasmara en los acuerdos o en las enmiendas. ¡Allá ellos!, que no desoyen al
director de la Biblioteca de Castilla-La Mancha sino a un tercio de los
castellano-manchegos que son socios de la Red de Bibliotecas. Un día se
iniciará una rebelión de los bibliotecarios y de los usuarios y todos los
políticos que ahora dan la espalda a las bibliotecas comprobarán que no serán
votados por los ciudadanos en próximas elecciones. Y se lo habrán ganado a
pulso…”
Por
este desprecio de gobernantes y diputados hacia las bibliotecas, decidí que,
además de continuar mi labor periodística, buscaría una relación más directa
con los representantes de los ciudadanos en las Cortes de Castilla-La Mancha.
Con esta idea, desde el mes de octubre he enviado desde mi correo personal
mensajes a los tres grupos parlamentarios de las Cortes regionales y a todos y
a cada uno de los diputados de estas Cortes. En el primer mensaje les remití un
artículo publicado en el mes de agosto: “Señorías, con el debido respeto”
y les decía lo siguiente: “Sé
que las tareas de los diputados regionales son muchas y las valoro debidamente.
Pero entiendo que no conocen la importancia estratégica que tienen las
bibliotecas públicas en la actual sociedad. Uno de los retos en los que he
participado con todas mis fuerzas es conseguir que los servicios bibliotecarios
constituyan un derecho de todos los ciudadanos, vivan donde vivan. Y así se
intentó durante años en nuestra región, con programas que fueron admirados en
otras comunidades autónomas…Para que conozcan la necesidad de contar con
bibliotecas públicas y que, en consecuencia, apoyen en los presupuestos
programas para la Red de
Bibliotecas Públicas de CLM, he pensado en mantenerles informados,
en su calidad de representante de los ciudadanos de nuestra región en las
Cortes de CLM. Les iré enviando directamente mis artículos, aunque se publiquen
en los distintos medios de comunicación… Muchas
gracias por su atención y espero que paulatinamente ustedes sean defensores de
las bibliotecas públicas. Eso significaría que optan por un modelo de educación
que piensa en formar ciudadanos libres, críticos y más participativos.”
Y así he hecho. Con un resultado que
para cualquiera podría ser considerado como desalentador. Pero yo no me rindo.
Un resumen de esta estrategia ha sido el siguiente: No he recibido respuesta
alguna ni del grupo parlamentario de Podemos ni de sus dos
diputados. Sorprende que para nada sigan la declaración política que incluyen
en la web oficial de las Cortes regionales: “Podemos no ha nacido para ser una
fuerza testimonial más o menos influyente, sino para que los ciudadanos y las
ciudadanas recuperemos de un modo efectivo el control democrático de nuestras
instituciones y el rumbo de nuestras vidas en común” ¿Se
creen estas palabras programáticas? Ya saben el refranero: “Obras son amores y
no buenas razones”. Permítanme sugerirles que eliminen una declaración programática
en la que no creen.
Similar
comportamiento ha tenido el PSOE. Este grupo político tampoco ha respondido a
ninguno de los cinco correos electrónicos que he remitido. Como tal grupo
parlamentario no he recibido respuesta alguna. Y de los 15 diputados con que
cuenta el grupo sólo uno, Emilio Sáez Cruz, respondió a mi primer correo,
animándome con estas palabras: “Sigue
en esta tarea de sensibilizar y apoyar algo tan básico como es la lectura y sus
centros, que son fuente de sabiduría. Sigue en la defensa de nuestras
bibliotecas públicas y de su capacidad de influir en el medio rural
especialmente.” Lógicamente
agradecí esta respuesta. Pero no he recibido ninguna comunicación sobre el
planteamiento del PSOE de cara a las bibliotecas. Incluso cuando el presidente
regional se comprometió, escribí un artículo urgiendo a realizar enmiendas para
garantizar que las iniciativas del presidente contarían con el presupuesto
necesario. En definitiva, 17 parlamentarios regionales, que respaldan al
Gobierno regional, no se han molestado en contestar a un ciudadano que se ha
dirigido directamente a ellos. Al fin y al cabo, ¿quién soy yo? Sólo un
ciudadano. ¿Como van a molestarse los parlamentarios en responder a una
persona, a un ciudadano, que les muestra su preocupación por un ámbito concreto
y les pide que actúen?
Como es público, no milito en ningún
partido político ni tengo preferencias ideológicas sobre ninguno de los tres
grupos parlamentarios con presencia en las Cortes. Pero debo reconocer que el
único grupo que se ha mostrado interesado en mi planteamiento ha sido el
Popular. A mi primer correo contestó Carolina Agudo, diputada regional del PP y
portavoz de cultura del Grupo Parlamentario Popular en las Cortes
de Castilla-La Mancha: “En representación
de mi Grupo Parlamentario, le traslado nuestro agradecimiento por haberse
puesto en contacto con nosotros para trasladarnos de primera mano cuál es la
situación de las bibliotecas públicas de Castilla-La Mancha, así como por el
trabajo que ha venido desarrollando en sus distintas responsabilidades a los
largo de su carrera profesional, sobre todo, por su contribución en defensa de
las bibliotecas públicas.” En el mismo correo me expresó las distintas
iniciativas parlamentarios que habían presentado al Consejo de Gobierno
mostrando su preocupación por las bibliotecas y otros centros culturales.
También la enmienda que habían presentado a los presupuestos de 2017 destinada
a incrementar el presupuesto para bibliotecas. En fin, no es momento de narrar
el contenido del correo: lo importante es que hubo una respuesta. Pero no fue la única, pues posteriormente he
recibido otros dos correos de esta diputada, en su calidad de portavoz de
Cultura del grupo parlamentario Popular, y en el último me ha remitido las tres
enmiendas presentadas ampliando las partidas presupuestarias en distintos
programas bibliotecarios. Me sorprendió el tono: me pedían perdón por no poder
ampliar en la línea que yo he demandado públicamente. Pero ya sólo el gesto de
responder y de hacer una serie de propuestas me pareció enormemente positivo.
Todas esas enmiendas, como las restantes presentadas por el grupo Popular,
fueron desestimadas por la mayoría PSOE-PODEMOS.
También recibí dos respuestas
individuales de la diputada Claudia Alonso, igualmente del grupo Popular. Lo
esencial de la comunicación era mostrarme el apoyo e indicar que seguirían
trabajando en el sentido de ampliar las partidas presupuestarias para
bibliotecas.
No sé cómo finalizarán los
presupuestos para bibliotecas municipales en 2018. Vengo solicitando hasta 3
millones de euros. La responsabilidad es del Gobierno y de los dos grupos
parlamentarios que lo soportan. Pero en este artículo quería denunciar el
tratamiento de silencio que los diputados regionales aplican a los ciudadanos
que decidimos mostrarles nuestra preocupación o nuestras iniciativas. De los 33
diputados, sólo 3 han respondido a alguno de mis correos. Por cierto, los
grupos parlamentarios, según expresa también la web de las Cortes, cuentan con
idéntico apoyo de personal: 2 asesores grupo A/B, nivel 28; y 2 administrativos
grupo C, nivel 18, todos con Plena Dedicación. Imagino que nuestros diputados
tienen tanto trabajo que contestar a los ciudadanos a los que nos representan
no está entre su catálogo de deberes o de prioridades. ¿Ni siquiera un acuse de
recibo? ¿Estos son los próceres que sirven a la región, a sus ciudadanos? Y si
ellos no pueden, ¿el personal adscrito a cada grupo no puede contestar en
nombre del grupo o del diputado? Entonces, comprendo: el problema es que los
diputados no tienen quién les escriba...
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