Toledo, la despojada.
Entre la democracia y
la censura, lucha para ampliar una biblioteca pública*
La vuelta del Guernica a España es un gran acontecimiento
cultural, un triunfo para los hombres que rigen la política cu1tural de este
país. Siento, como muchos españoles, gran alegría por este evento y me veo
obligado a felicitar a todos los hombres que posibilitaron esta geesti6n. Sin
embargo, me preocupa hondamente que todo siga igual: la cultura de este país
parece que continúa latiendo al ritmo de lo
grande y presiento que quiere identificarse con una dinámica de grandes hechos, faraónica. Y aquí es
donde tengo que dudar de las luces de nuestros prohombres culturales, de las buenas intenciones del llamado
Ministerio de Cultura para que la cultura española cambie. La política
de acciones brillantes, relevantes, es importante y necesaria, pero por sí sola
no modificará el nivel cultural de un pueblo. Y esto es lo que me entristece:
que el Ministerio suele quedarse ahí. No cambiará la cultura teatral porque exista un Centro Dramático Nacional
(aunque, por supuesto, tambi6n debe existir), mientras que al resto del país no
llega generalmente una pizca de buen teatro. No se transformará la actitud
cultural de los españoles mientras que el Estado no se plantee seriamente (cosa
que le debe dar bastante miedo a nuestro Gobierno) la necesidad de potenciar
las bibliotecas, como instrumento no s6lo de lectura sino de formaci6n integral
de la sociedad. Y así podríamos citar otros muchos temas.
Igual de
preocupante me parece la imagen de demócratas
de algunos de nuestros dirigentes culturales. Mientras proclaman pomposamente que
con su gesti6n se ha logrado el "final de la transición” hacia la
democracia, en muchas de sus realizaciones cotidianas actúan como buenos
representantes de los tiempos de la dictadura franquista. Y lo digo porque hay
un hecho de provincias en el que se
da esta perspectiva, que resulta muy importante para la cultura y la vida de
una ciudad (Toledo) y que ha tratado de silenciarse por todos los medios: la
ampliación de la Biblioteca Pública de Toledo.
La Biblioteca de Toledo es uno de los más importantes centros
bibliográficos europeos. Además de su fondo moderno, contiene la
internacionalmente conocida Colecci6n
Borb6n-Lorenzana (100.000 libros impresos procedentes de los antiguos
arzobispos de Toledo, algunos grandes bibli6filos. Posee también 411 incunables
y más de 1.000 manuscritos de los siglos XI al XIX). Desde su ubicación en el
nuevo edificio (1966), se intentó hacer ver a los responsables del M.E.C. que
tan brillantes instalaciones quedarían pequeñas. Pero hicieron caso omiso. Tan
sólo cuatro años después, la Directora del Centro tuvo ya que iniciar contactos
para lograr la ampliaci6n de la Biblioteca, pues su eficacia había quedado
gravemente mermada por la carencia de instalaciones adecuadas. Tras diez años
de negociaciones, en los que los toledanos padecimos la cabezonería brutal y
vacía del Ministerio (por ejemplo, desde 1973 se suspendió la actividad
cultural de la Biblioteca, al tener que ocuparse su sal6n de actos con los
libros procedentes de nuevas adquisiciones), Cultura adquiri6 por fin el
edificio de Santa Fe, anejo a la biblioteca, para ampliación de ésta (finales
de 1979). Ya en 1981, la Direcci6n General de Bellas Artes, Archivos y
Bibliotecas anunció que el nuevo edificio se dividiría entre la Biblioteca y el
Museo de Santa Cruz. La aberrante y salomónica división -que no solucionaría
los problemas de expansi6n de ninguna de las entidades afectadas- provocó un
cúmulo de protestas contra esa arbitraria solución. La Real Academia de Bellas
Artes y Ciencias Históricas de Toledo hizo pública una extensa y documentada
moción en contra de la idea de partir Santa Fe. El Ayuntamiento, Comisiones
Obreras, la Asociación de Amigos de la Universidad, intelectuales toledanos y
la totalidad de la prensa provincial se opusieron a la división. El tema de la
Biblioteca ha sido quizás el que más páginas de la prensa local ha llenado en
muchos años. Una vez más se ha temido al poder de la prensa: el problema saltó
a las páginas de algún diario nacional y el Ministerio hizo lo imposible para
que un reportaje sobre el tema realizado por El País no apareciese (cosa que logró), para así impedir que
aumentase la dimensi6n nacional de este problema. En el Senado, el PSOE realizó
varias preguntas sobre el asunto, aún pendientes de contestaci6n. La oposici6n
fue tal que, finalmente, el Director General de Bellas Artes tuvo que ceder en
sus propósitos. Pero lo hizo con un castigo: olvidando que todas las gestiones
para ampliar sus instalaciones con Santa Fe las había realizado la Biblioteca,
el Director General (Tusell el fuerte,
se le llama; como Umbral a Sancho, el popular ministro) pensó tranquilamente en
trasladar la Biblioteca al antiguo monasterio de San Pedro Mártir, en una zona
poco transitable, y entregaba Santa Fe íntegramente al Museo. Era como un
castigo a los niños malos que no
acataban sumisamente las poco meditadas disposiciones de la Dirección General.
Se reavivó entonces la polémica: una nueva moción de los académicos toledanos y
rechazo, incluso, del traslado por parte de sectores centristas de la ciudad,
hicieron caer en la cuenta al Sr. Tusell que esta decisión era aún peor que la
primera. Se pidió reiteradamente a la
Dirección General que abriese un debate público y que permitiese a las
Directoras de Biblioteca y Museo hablar (la mudez obligada en los funcionarios
es un buen síntoma del conservadurismo de sus jefes).Tras continuas y nuevas
"brillantes" ideas de los responsables ministeriales, Tusell volvió a
ceder. Pero lo hizo acogiéndose otra vez a su primitiva disposici6n de partir Santa
Fe, con la novedad de que la capilla del siglo XVII que serviría para albergar
un amplio salón de actos pasaría a depender directamente de la Delegación
ministerial en la provincia, con lo que, de paso, la Cultura que se ofreciese
en tan magno aula podría dejar de sor independiente y seguiría las directrices
del partido de turno en el Gobierno. En suma, habían sido distintas soluciones
a un problema, todas acordadas o modificadas sin mediar palabra y sin
explicaciones (¡sociedad de mudos, leñe! ). Y todo hecho por hombres de la democracia... (¿?). Y un dato más, todo
dispuesto y ordenado desde un despacho de Madrid; hasta que la polémica no
estuvo muy avanzada ningún técnico vino a conocer in situ las necesidades de la Biblioteca; desde los medios de
comunicación toledanos se ha pedido insistentemente que el Sr. Tusell visite
personalmente la Biblioteca. Y aún esperamos. Cuando, por fin, el Director
General vino a Toledo no se dignó visitar el importante centro bibliográfico ni
escuchar las razones en que se basa la petici6n de que Santa Fe se destine
totalmente a ampliar la Biblioteca. Todo un ejemplo...
Esta es una brevísima historia de un hecho más
que ha sumido a los toledanos en la impotencia. Toledo sigue viendo cómo se
juega con ella. Sigue entristeciéndose al ver reunidos en el palacio de
Fuensalida a los rectores de las universidades españolas, mientras que
Castilla-La Mancha (de la que Toledo forma parte, claro) continúa siendo la
única región que carece de universidad. Toledo a menudo se convierte en uno de
los aeropuertos culturales del país, pero esa cultura viene y se va, sólo hace escala técnica en esta ciudad: así, la Universidad Internacional
Menéndez Pelayo ha celebrado este año algunos de sus cursos en Toledo, pero
¿han incidido en los toledanos?; Antonio Garrigues experimenta en nuestro
histórico marco uno de sus clubes liberales (el Bisagra); La Asociación
Tres Culturas (Toledo-Madrid) es
dirigida también por hombres de la Corte; universitarias españolas, agrupadas
también en Asociación, programan largos cursos de arte e historia en Toledo:
vienen en autobús, escuchan las sabias disquisiciones y se van de nuevo, tras
dos horas de estancia en esta ciudad cosmopolita (se dice por todas partes...)
y cuatro horas de padecimiento infernal en la carretera; como se ve la cultura
es capaz de fomentar el heroísmo... Y, para terminar y como contraste, lo único
que daba alegría y vida a los toledanos cuando veíamos que llegaba y marchaba
(el agua del río Tajo; ese tan cantado por poetas, románticos, urbanistas,
ecologistas y hasta políticos) ya no
pasa. Los toledanos pasamos de agua a
la fuerza. Unos sabios, cultos y demócratas hombres han hecho
realidad los proyectos del franquismo de transvasar nuestro agua a
Murcia.
Según Madrid, a los toledanos nos sobra de
todo... hasta paciencia. Madrid, el MOPU, Bellas Artes, todo el centralismo
juega con Toledo. Por protestar contra decisiones arbitrarias y precipitadas
como la de dividir Santa Fe, se nos amenaza con emplear los millones destinados
a Toledo en otras provincias (al que lo dude se lo demuestro documentalmente);
mientras que España desea fervientemente reincorporarse a Europa, cuando el
oportunismo lo requiere se rechazan las normas de la UNESCO para bibliotecas
(porque están hechas para Europa, no para España o Toledo); cuando los demócratas de UCD hablan del
regreso del último exiliado, de diálogo, de participación de todos en el
proceso cultural, de libertad de opini6n y de cumplir la Constituci6n, el
Ministerio de Cultura sigue silenciando a sus funcionarios, presionándoles
incluso a ratificar/legalizar situaciones impuestas; cuando se habla de
libertad, un delegado provincial de Cultura prohibe hablar de paro (tremendo
pecado...) en una revista hablada en Toledo, presionado por no se sabe quién.
En Toledo se ha comparado
el tema de la biblioteca con el ya famoso de la variante de Soria. Hace unos
años Tusell habría detentado toda la Verdad y toda la Razón e impondría su
sabiduría sin aceptar un diálogo con los más directamente implicados en un tema
determinado. Hoy nos cuesta creerlo; creo que algo ha cambiado y la Verdad y la
Razón (entre otras virtudes) pueden estar en cualquier ciudadano, quizá
repartidas entre todos, y hay que luchar para buscarlas. Hoy este país lucha
por la Libertad. Pero la libertad se gana cada día, en los actos pequeños o en
los brillantes. Igual que la Cultura. Y si el Ministerio de esta especialidad
va a seguir siendo demócrata sólo con los poderosos (Picasso podía ser ejemplo,
hoy, de poder) y dictador con los débiles (¿Toledo?) pienso que se ha
equivocado de época. Los toledanos hemos invitado a la Dirección General de
Bellas Artes y etcétera a un debate público a celebrar en esta ciudad, en el
que se traten en profundidad problemas del patrimonio histórico y cultural toledano
y se estudie conjuntamente la cuestión de la ampliación de la Biblioteca. Aún
no hay respuesta. El Sr. Tusell debería aceptar, para mostrar su talante
democrático real. Se lo he dicho en otros artículos, desde la prensa
provincial. Si no acepta ser demócrata, pediremos su dimisión. Y, por favor,
que no se nos castigue a los toledanos con instalar aquí una base de la OTAN.
Por favor...
*
Escrito en septiembre de 1981 para El País, periódico que no publicó el presente
artículo. Esto mismo hizo con noticias y reportajes enviadas por el
corresponsal en Toledo de este diario sobre el polémico tema de la biblioteca
toledana. Por todos los medios, este
periódico silenció esta polémica para evitar que el problema de la
biblioteca de Toledo saltase al ámbito nacional. Fue recogido en el libro Combates por la biblioteca pública en España, págs. 234-237.
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