Toledo y la necesidad
de una cultura nueva*
Estos días los toledanos asistimos a la
culminación de la campaña electoral. Expectantes, leemos o escuchamos los
mensajes que los líderes de los distintos partidos o los candidatos
provinciales a diputados o senadores nos envían insistentemente. Como siempre,
las referencias a la cultura no son demasiado importantes. Y es, tristemente,
lógico. Porque la cultura no es popular. Porque la cultura no da de comer.
Porque cuando más de dos millones de españoles, entre jóvenes y adultos, sufren
el cáncer del paro, es difícil pensar en la cultura. Porque, en último caso, la
cultura atrae a muchos menos votantes que otros temas.
Y sin embargo me resisto a caer en la trampa de
considerar a la cultura cosa de poca importancia. Si son los poetas los que
"mueven a los pueblos" (Víctor Hugo), la cultura es la que creará las
ansias de renovación de la sociedad, la que permitirá al hombre enfrentarse con
su vida cotidiana. Por esto la Democracia y la Libertad sólo se consolidarán plenamente a través de la cultura, De aquí que
hoy me lance yo a escribir sobre este minoritario tema, con miedo. Miedo porque
la cultura se crea cada día, se vive, se coge entre las manos como el bien más
preciado y precioso y luego se reparte en forma de ilusión para seguir creando.
Porque eso es esencialmente la cultura: una creación cada día recreada, una
vivencia, el pulso especial de una vida en esperanza y en solidaridad con los
hombres, el triunfo de la ilusión, el
afán por conseguir el dominio de una imaginación que sirva a los hombres para
hacer un mundo más feliz y más justo.
La cultura, una cosa importante
Este es el problema de escribir sobre
cultura. Empiezas a soñar, a teorizar, a elevarte
un poco. Yo ya he citado mi miedo visceral a convertirme en un simple y cómodo teorizante de la cultura. Excúsenme, por
tanto, aquellos a los que al leer este artículo hayan pensado que esto es
palabrería pura. A mí no me importa demasiado. Me conformaría si supiera
hacerles comprender que la cultura debe ser un proyecto compartido por los
ciudadanos de una comunidad humana determinada, un proyecto vivido realmente,
en el que quepan niños, adultos y ancianos, hombres y mujeres. Estaría contento
si pudiera explicarles que la cultura está inmersa en el tiempo: que un pueblo
va por buen camino cuando no sólo conserva y respeta su cultura tradicional
sino que acepta valerosamente el reto a crear su propia cultura vivencial -la
de su tiempo- y la proyecta hacia el mañana con la esperanza de que sea algo bueno y necesario para los hombres del futuro. Me
daría realmente por satisfecho si pudiéramos coincidir en que la cultura
verdadera es aquella que permite al hombre ser combativo y dinámico, abierto y
tolerante, crítico y respetuoso, libre y democrático; una cultura que capacite
al hombre para diseccionar la información y tener su opinión propia y personal
sobre las cosas.
En fin, un poco de todo eso puede ser cultura.
Así, en frases, una cosa muy rara, algo de lo que todo el mundo hablamos y
pocos viven realmente en profundidad. Una bonita etiqueta, imprescindible para
poder alternar hoy en determinados ambientes. Pero yo insisto: seguramente aún
no he logrado convencerles de que estamos ante una cosa importante. Y lo que es peor: seguramente no puedo explicarles
ahora qué sea la cultura y el por qué de su presunta importancia. “Amor
definido -dijo Unamuno- deja de serlo". Algo parecido debe ocurrirle a la
cultura: definida, se convierte en un ejercicio intelectualoide: vivida,
experimentada puede ser una catapulta para las personas, una fuerza inmensa un
"arma cargada de futuro expansivo” (Celaya). Yo, en última instancia y
convencido de mi fracaso, de mi nulo poder de convicción para modificarles su actual opinión de que la
cultura es una de las marías de nuestra
vida, les rogaría encarecidamente que me crean: que se tomen esto casi como un dogma de fe: la cultura es apasionante y
necesaria. No me pidan –les ruego- más explicaciones. Quédense con la copla y
empiecen a experimentar. Yo espero que algún día reconozcan que no les mentí al
hacer este aserto.
Toledo: crear cultura viva, para el hoy y el mañana
Bien. Seguramente para que les deje tranquilos,
para que no les canse más con esto de la cultura, ya han confiado en mi
palabra. Se agradece. Pero esto no puede, evidentemente, quedarse así. Es
preciso aterrizar un poco.
Estamos en Toledo, en una provincia que ha sido
calificada por la prensa nacional -injustamente- como fuertemente conservadora
y como un reducto del ultraderechismo. No es momento ahora de análisis
políticos. Sí de recalcar lo importante que la cultura tiene que ser en Toledo.
Y como la cultura nace y se hace con voluntad política, tengo que pensar que si
deseamos el cambio en nuestra cultura, ese cambio tendrá que proceder de la
izquierda y de otros sectores progresistas. Porque no me sirven las pomposas
declaraciones de diversas personalidades de la cultura y la política toledana
pidiendo que Toledo sea declarada capital
cultural de España. Esas ideas -generalmente procedentes de grupos de la
derecha- son las que siguen permitiendo que Toledo sea sólo una falsa fachada,
un aeropuerto cultural para viajeros
madrileños y escaparate que mostrar a las múltiples personalidades que llegan a
España y se les trae a Toledo para cubrir una jornada de descanso; esos prohombres de la cultura y la política
toledana son los que obligan a los toledanos a tener el ancla clavada en el
pasado, impidiendo la creatividad y la participación en un proceso generador de
la nueva cultura toledana. Como los
toledanos de los siglos XVII, XVIII y XIX,
los hombres del siglo XX parece ser que estamos obligados a mirarnos en
el espejo del Toledo imperialista del siglo XVI y a pensar que nuestro progreso
será volver a aquellos tiempos gloriosos. Hoy, recuperar nuestra grandeza no es
mirar atrás, sino empezar a crear, conscientes de nuestra identidad y nuestra
fuerza. Nuestro toledanismo debe ser
nuestra esperanza, nuestra confianza en nosotros mismos, en reconocer que cada
tiempo tiene unos hombres y unas circunstancias. Nuestro proceso cultural no ha
de basarse sólo en el ayer: El presente es un inmenso reto que nos debe
impulsar a crear algo nuevo, a hacer como aquellos toledanos de los tiempos de
esplendor político y cultural: legar a los que vendrán detrás una cultura pujante
y representativa de la época actual.
¿Una
alternativa para la cultura toledana ?
Cuando en algún medio periodístico se me
ha pedido ofrecer una alternativa cultural para la ciudad toledana, he dudado
mucho. Y ello a pesar de ser una simple opinión, no vinculada a ninguna fuerza
política. Y es que, sin duda, la cultura está sujeta a numerosos
condicionantes: si el PSOE, por ejemplo, logra triunfar en las próxima
elecciones, desarrollará su política cultural; pero, aun con un hipotético
gobierno socialista, si esta provincia tuviese después una diputación dominada
por la derecha ( recordemos las amplias facultades económicas de las
diputaciones). Toledo podría difícilmente
llevar a cabo esos proyectos culturales. En todo caso, y consciente de
éstas y otras dificultades, cito, sin ánimo de estudiar en su totalidad el
panorama cultural, algunos de los objetivos que en materia cultural deberían
cumplirse con preferencia o, al menos, algunos de los temas que nuestros
próximos representantes en el Parlamento deberían anotar en su agenda de
trabajo como metas a facilitar desde el Gobierno central:
1.
Ni un pueblo sin libros: creación en los próximos cuatro años de
bibliotecas con servicios complementarios (Casas de Cultura) en todos los
municipios superiores a 3.000 habitantes que aún carecen de este servicio
imprescindible. También, al menos en tres barriadas de Toledo y Talavera de la
Reina. El resto de las localidades se atenderían de momento con el servicio de
autobuses.
2. Aún en el campo del libro, considero
primordiales dos acciones: la resolución de los profundos problemas de la Biblioteca Pública Provincial y la
creación de la Biblioteca Regional de Castilla-La Mancha, con sede en
Toledo y tomando como núcleo la
anterior.
3. Salvar
Toledo: Realización de un plan internacional, promovido por la UNESCO, para
salvar la ciudad de su paulatina destrucción. Mientras tanto, facilitar
créditos para acondicionar las viviendas actuales, siempre con total respeto a
sus caracteres básicos (conservación de patios típicos, fachadas...)
4. Amplias
campañas para conocer y amar la provincia: Nuestra historia en la escuela,
en los institutos de bachillerato y en la Universidad. Apoyo a la
investigación. Promover y financiar todos aquellos catálogos y otras obras que
sean fundamentales para colaborar en el conocimiento de nuestra historia y
nuestra cultura. Realización de congresos con doble proyección. popular y
especializada. Reorganización y catalogación de los archivos: campañas para su
mayor utilización, facilitando ésta. Puesta en marcha paulatinamente de la
Universidad de Castilla-La Mancha. Todo ello engarzado en un amplio plan. Con
objeto de que la Historia no sea patrimonio de una minoría sino que llegue a
amplios sectores sociales.
5. Creación
de un Centro Dramatico Provincial,
con campañas no sólo de representaciones sino también de enseñanza de las
actividades teatrales, con cursos en las cabeceras de cada comarca. Potenciar,
el cine y la música, sobre todo en sus aspectos de creación.
6. Llevar
la cultura a la calle: actividades recreativas y culturales periódicas,
dedicadas a todos los sectores de la población (infancia, adultos, tercera edad
). Todo ello, creando la infraestructura necesaria para la celebración de los
actos en condiciones adecuadas. Recuperación de las bandas municipales,
apoyándolas económicamente.
7. Fomentar
la unidad entre todos, los grupos y asociaciones que se dedican al mundo de
la cultura. Edición de una revista de calidad en la que colaboren personas de
la cultura en los distintos campos (literatura, pintura, fotografía,
historia...) Coordinar la actividad cultural informando periódicamente a todos
los toledanos a través de los medios de comunicación y boletines específicos.
8. Promocion
del turismo en 1a propia provincia: informar de la riqueza artística y
natural que encierra Toledo, instalando en cada 1ocalidad señales que permitan
al viajero conocer en cada momento los monumentos y parajes de interés que
puede visitar al atravesar un determinado municipio. Campañas de difusión de la
provincia y la región entre los escolares. Creación de un Equipo de animadores culturales efectivo, compuesto
por licenciados en distintas áreas y especialidades de diversos temas, que
realicen cuantas campañas sean necesarias en los centros docentes,
asociaciones, barrios, etc .
9. Proteger
y apoyar el folklore y las artes populares.
10. Reconversión
de los Museos en verdaderos instrumentos pedagógicos, promoviendo la mejora
de sus condiciones didácticas y la realización de guías y folletos de amplia
difusión entre la población. Creación del museo provincial de costumbres y
artes populares. Llevar a los toledanos especialmente a los niños a los museos
través de campanas difusoras permanentes.
Sin duda una alternativa cultural
depende de la voluntad política que exista de cumplirla. Las anteriores líneas
no tienen, evidentemente, ese carácter: Son sólo algunas sugerencias, unas
líneas de actuación que consideramos imprescindibles para lograr el cambio en materia cultural. Faltan otros
muchos temas (el apoyo a los autores, la edición, la prensa y los restantes
medios de comunicación social, etc.). Desde luego, desde mi posición de
independencia política, desconfío de la derecha ( incluso el centrismo) para
traer novedades culturales. Si tengo
alguna seguridad alguna esperanza de que en este país -y en esta provincia-
pueda darse el cambio, donde veo más
cercano y posible éste es en la cultura. El paro, la crisis económica, la
desastrosa administración, entre otros temas, pienso -con tristeza- que seguirán
campeando por algún tiempo en este país. Difícil les será a los socialistas -si
al fin se da e1 esperado triunfo del PSOE- eliminar esas barreras, sobre todo
si consideramos el presumible boicot de los sectores económicos de mayor
influencia.
Una auténtica alternativa cultural no puede darla una persona:
será fruto de un colectivo, de un grupo que busque en la cultura su identidad y
su fuerza. El viejo grito ácrata de ¡La
imaginación al poder! sigue hoy
vigente. Deseo con fervor que ello sea posible también en esta provincia a la
que la mayoría tacha de caciquil y conservadora, en esta provincia que a los
toledanos de vocación nos duele
tremendamente, como le dolía España a Miguel de Unamuno. Si los socialistas
ganan, será precisa la colaboración de muchos, la unidad, para que los
toledanos vivamos en participación y esperanza la nueva época. Que el cambio sea real, fructífero y duradero,
es mi deseo: que el cambio será
empresa de todos es una intuición y, seguramente, la primera necesidad
acuciante. Creo que ese es el camino: trabajar juntos, muchos sectores, en
respeto, para que el cambio pueda
vivirse en profundidad.
*
La Voz del Tajo (26 de octubre de 1982), pág. 2. Recogido en el libro Combates por la biblioteca pública en España, págs.256-260.
Yo
estaba interesado profundamente en todo el fenómeno cultural. Podría decir,
aunque pueda parecer pretencioso, que amaba la cultura. Desde que realicé mis
estudios de bachillerato en el viejo edificio de Lorenzana y luego en la nueva
sede del Instituto, puse en marcha, con otros compañeros, iniciativas como
grupos poético y teatral, y luego participé del movimiento vecinal y cultural
en distintas propuestas. Crítico con la política cultural de la transición, fui
invitado por el PSOE a colaborar en grupos de trabajo que desarrollasen
propuestas culturales. También desde los medios de comunicación presenté
análisis y ofrecí alternativas. En vísperas del triunfo electoral socialista de
octubre de 1982 y en los meses siguientes publiqué artículos periodísticos bajo
el epígrafe genérico de “La cultura en Toledo”. Esta serie de artículos, con el
prólogo del artículo “Toledo y la necesidad de una cultura nueva”, resumió la
situación cultural toledana en los inicios de los años ochenta y presentó vías
de trabajo en los distintos ámbitos culturales. En 1983 preparé el volúmen La Cultura en Toledo (1979-1983), una selección
de artículos de contenidos culturales, que iba a publicar la Editorial
Zocodover. Mi oncorporación al Gabinete del Consejero de Educación y Cultura,
José María Barreda Fontes, determinó la paralización de este proyecto
editorial.
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