Compás de espera para
la Biblioteca Pública de Toledo*
Indudablemente es positivo el gesto de la Dirección General del Libro, y
Bibliotecas de llamar a un comité de defensores de la Biblioteca Pública
toledana. Pero absolutizar el valor de
esa acogida sería engañoso.
Frente a la inaccesibilidad del
Iltmo. Tusell hace varios años, Jaime Salinas ha reconocido explícitamente la
importancia de que un grupo de ciudadanos levante una campaña de proporciones
al parecer inusitadas y clame pidiendo soluciones para una Biblioteca. Y como
en este país “el que no llora, no mama”, mostraba el Director General su deseo
de que hubiese otros muchos como los locos miembros de este Comité en la
confianza de que bastante mayor sería la atención que desde el Gobierno se
prestaría al sector bibliotecario.
El
encuentro entre el Comité Permanente de Apoyo a la Biblioteca de Toledo y los
representantes ministeriales no sirvió para conseguir la apertura de la
Biblioteca pero sí para determinar algunas responsabilidades y aclarar ciertas
posturas ante el problema de la ampliación de nuestro máximo centro
bibliográfico.
Porque,
con ese común denominador de la preocupación por nuestra biblioteca, esos dos
eran los aspectos concretos para los que exigíamos aclaración: el cierre de la
biblioteca y el proyecto de ampliación de ésta, en base a la división del
convento de Santa Fe.
Tras las promesas de apertura, la biblioteca permanece cerrada
De la cordial y sincera
entrevista de casi tres horas de duración, este Comité pudo constatar la
absoluta responsabilidad/culpabilidad de la Dirección General en el cierre de
nuestra biblioteca. Y esto es un hecho gravísimo: sin buscar soluciones
alternativas, Madrid dejó a los
ciudadanos toledanos sin servicio bibliotecario con una ligereza pasmosa. Que
el traslado de los 36.000 volúmenes de la Colección
Borbón-Lorenzana había que hacerlo –dada la precaria situación del edificio
de la calle Cervantes- nadie lo pone en duda; pero que ello se hiciese a costa
de la privación de la lectura y la información, hace que pongamos serios
reparos a la sensibilidad cultural de los encargados ministeriales de velar por
el libro y las bibliotecas.
En
el encuentro se reconoció que la solución podía haber sido situar la totalidad
de los volúmenes en la capilla del convento de Santa Fe. Incluso el Ministerio
había dado previamente orden a la directora del Museo de Santa Cruz de quitar
de esa dependencia unas vitrinas utilizadas en una exposición de cerámica. Al
final, faltó autoridad y se prefirió dejar a los toledanos sin acceso al libro
antes que enfrentarse al Museo (?)
Hubo
otra cuestión pintoresca: la directora de la Biblioteca tenía solicitados desde
hacía meses los créditos necesarios para acondicionar unas salas de Santa Fe
para biblioteca infantil (en previsión de que en la actual sala infantil se
colocarían parte de los volúmenes de la Colección
Borbón-Lorenzana traladados). La Subdirectora General de Bibliotecas,
Alicia Girón, profirió quejas contra la Administración, que “es tan lenta y
había impedido la realización de esas obras”. Lo curioso es que había olvidado
que ella era también Administración
y, por tanto, corresponsable de esa lentitud y esa falta de instalaciones
bibliotecarias para los niños.
Sin
atreverse a dar fecha, el Ministerio siguió diciendo que la biblioteca se
abrirá en quince días “más o menos”. Ya son cuatro meses los que lleva cerrada
y resaltamos que, cuando se abra, los niños, que son lo que más necesitan la
biblioteca para adquirir hábitos lectores y a los que más perjudica el cierre
por la ruptura del ritmo lector, seguirán sin esperanza de poder reanudar las
consultas o el préstamo de libros en la biblioteca toledana.
Este
Comité, exceptuando sus numerosas declaraciones en emisoras de radio, ha
preferido guardar silencio en la prensa durante un tiempo prudencial. Veinte
días después de la entrevista, la Biblioteca permanece cerrada a cal y canto y
nos vemos obligados a entonar nuestra protesta.
La futura ampliación de las instalaciones bibliotecarias
Sobre
el proyecto de división de Santa Fe para ampliar Biblioteca y Museo, se ha
escrito mucho. Quizá demasiado. Numerosos artículos en prensa, polémicas y
actitudes dictatoriales de antiguas autoridades ministeriales han conformado la
historia reciente de una biblioteca que nació incapacitada para su crecimiento
natural. No faltó tampoco la oposición de la izquierda, materializada en un
momento en un comunicado de CC.OO en contra de la división del convento y una
interpelación del senador socialista al Gobierno en idéntico sentido. A
distintos niveles, el contencioso Biblioteca-Museo fue politizado al máximo, y
siempre se dijo que el rojerío
apoyaba a la biblioteca y la derecha (UCD, Opus,... ) al Museo. Evidentemente,
se trata de una clasificación simplista, pero que tiene su parte de razón. El
hecho, además, de que el concejal del P.C.E., Luis Alfredo Béjar defendiera en
el Ayuntamiento que la totalidad del convento se destinase a ampliación de los
servicios de la Biblioteca –apoyando así la moción de la Real Academia de
Bellas Artes y Ciencias Históricas- fue otro ingrediente más de la creciente
politización del tema.
Esta
ha sido una de las cuestiones que recordamos al Director General del Libro y
Biblioteca en la entrevista del 2 de julio. ¿Por qué el PSOE, hoy en el poder,
se desdice de su postura anterior y asume sin la más mínima autocrítica el proyecto Tusell?
Desde
hace unos días obran en nuestro poder los planos de Santa Fe, con el
anteproyecto sobre la distribución de los servicios destinados a Biblioteca y
Museo. No es momento ahora de presentar las graves deficiencias que observamos
en el mismo de cara a que sea válido a corto, medio o largo plazo. En su día lo
haremos, tras su estudio exhaustivo. Pero sí queremos afirmar rotundamente que
con las instalaciones que se proyectan, Toledo volverá a hipotecar seriamente
el futuro bibliotecario e informativo. Sin duda que todo lo que se construye
viene a significar alguna mejora y una aportación; pero cuando se observan con
certeza las deficiencias estructurales que el nuevo centro tendrá y las limitaciones para su
crecimiento, no podemos por menos que echarnos a temblar.
Nos
preocupa también el empecinamiento de que la división en intocable. “Bellas
Artes exige la parte museable” –nos
dijeron- . Incluso llegó a afirmarse que sólo la capilla de Belén y el ábside
eran monumento histórico nacional; no así el resto del edificio (en el que hay
que destacar un magnifico artesonado pintado del siglo XV y unas yeserías del
siglo XVI). Luego llegó la contradicción -el Ministerio querría adquirir todo el edificio para
biblioteca, pero los problemas económicos...- Y entonces recordamos que ya el
Ministerio estuvo dispuesto en la época de Tusell (ante la oposición al
proyecto de división de Santa Fe que se dio en 1981) a acondicionar el
monasterio de San Pedro Mártir para biblioteca, financiando el costo de esa
adaptación. Ya entonces alguno de nosotros dijo que si bien era una solución
aberrante para la biblioteca era una medida óptima para el museo, que se podía
desdoblar en dos vertientes y trasladar a San Pedro Mártir la parte
arqueológica.
Creemos
que no está existiendo clarividencia. Estamos ante la oportunidad histórica de
dotar a Toledo de unas instalaciones informativo-culturales decisivas, y sin
embargo da la sensación de que vuelve a no planificarse cara al futuro; la
falta de ilusión por conseguir un edificio válido al menos para los próximos
veinte años indican una cierta tacañería
de principios al pensar que los problemas con que cuentan las bibliotecas hoy
no se va a solucionar en gran parte con un gobierno socialista en el poder, que
debe poner en el libro y la cultura las máximas esperanzas de transformación de
nuestra sociedad. Pero esta pobreza planificadora no afecta sólo a la
biblioteca: también el museo de Santa Cruz padecerá el lastre de la falta de
visión. El Museo, que lo es fundamentalmente de Bellas Artes, a la larga no va
tampoco con este pedazo de tarta del
edificio de Santa Fe a solucionar sus necesidades de espacio. Y cuando una
autoridad tan eminente como el profesor Máximo Martín Aguado recuerda que
Toledo perdió la posibilidad de tener un gran museo arqueológico, es nuestra
obligación decir que Santa Cruz seguirá siendo un mediocre museo arqueológico,
sin posibilidad de adaptarlo –en sus actuales y futuras instalaciones de Santa
fe- para convertirlo en un museo moderno, con las condiciones
pedagógico-didácticas que la museología actual reclama para estos centros
educativos. Cuando San Pedro Mártir atraviesa una preocupante situación de
deterioro, debemos recordar otra moción de la Academia toledana en la que esta
institución solicitó la instalación allí del nuevo Museo Arqueológico toledano,
con espacio suficiente y válido a largo plazo para concebir un museo modélico.
La responsabilidad es del Ministerio de Cultura
Desde
las sucesivas direcciones generales de bibliotecas –la de UCD de Tusell y la
del PSOE de Salinas- se ha pretendido hacer creer a la opinión pública que si
carecemos de biblioteca o si el proyecto de ampliación de ésta permanece
paralizado es por culpa de los protestones
de turno. Ante esa postura tan poco realista y escasamente ética, volvemos a
manifestar que este Comité está compuesto por ciudadanos que no tienen ninguna
capacidad decisoria, ni siquiera de gestión. En un gesto que ya hemos valorado
suficientemente, fuimos llamados a Madrid para infomarnos y ser convencidos de
lo que Toledo iba a ganar con este proyecto, incluso –según se dijo allí- a
costa de dejar a otras provincias sin consignación presupuestaria para nuevas
inversiones. Con la mayor seriedad del mundo, y ante la posibilidad de que
todas las provincias españolas vean en Toledo la culpable de sus desdichas bibliotecarias,
afirmamos que es preferible sacrificar a nuestra tierra en una cosa más que no
enemistarnos con el resto del país, máxime cuando esas cuantiosas inversiones se van a hacer sin la certeza de que constituyan una
solución para la privilegiada Toledo.
Por tanto, la responsabilidad de si se amplían o no la biblioteca y el museo; y
de si se tarda más o menos en la realización de esas obras, será exclusivamente
del Ministerio de Cultura. Y, evidentemente, el cómo se haga (bien o mal, con
perspectiva de futuro o como una solución muerta antes de nacer) será
igualmente responsabilidad de las autoridades ministeriales. Así lo dijimos
claramente en Madrid y hoy volvemos a recordarlo. Nosotros, en todo caso,
seremos espectadores de cuanto suceda y ciudadanos con derecho a opinar y a
denunciar si fuera preciso unas soluciones que en nada cambiarán el presente
culturalmente mortecino de esta ciudad.
Uno
de los máximos retos del P.S.O.E. es el del libro y las bibliotecas. Si existe
suficiente convicción política de que la lectura es importante en este país, se
invertirá en ese terreno. Si no es así, seguiremos hablando de las dificultades
económicas, que a veces ya suenan a eterna excusa. Ley de Bibliotecas, creación
de bibliotecas en las localidades mayores de 3.000 habitantes, bibliotecas
modélicas en las capitales de provincia, con arreglo a las normas de la
I.F.L.A.; e impulso de la actividad editorial a través de crecientes
adquisiciones de libros con destino a las bibliotecas públicas, son algunas de
las promesas del equipo del señor Salinas. Deseamos que todo el Gabinete asuma
este proyecto y no pierdan la ocasión de sentar un mal precedente en Toledo.
Porque si es verdad que ahora hay escaso presupuesto para adquirir libros,
cuando el cambio sea realidad la
nueva biblioteca de Toledo (la que se cree en Santa Fe) quizá ya tenga que ir
pensando en otra ampliación para poder acoger los miles de volúmenes que
tendrán la posibilidad de ingresar en nuestro centro bibliográfico y
convertirse así en privilegiados compañeros de los 100.000 volúmenes que
legaran los cardenales Borbón y Lorenzana, los 20.000 del fondo Malagón
Barceló, los 10.000 de temática toledana y los adquiridos a lo largo de su
historia por la biblioteca pública de esta ciudad.
Hacemos
un llamamiento a la meditación y abrimos un compás de espera.
* La
Voz del Tajo
(30-7-1983), pag. 2. Redacté este artículo, que apareció publicado y firmado
por el Comité Permanente de Apoyo a la
Biblioteca Pública. Recogido en el libro Combates por la biblioteca pública en España, págs. 243-247.
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