viernes, 1 de julio de 2005

Monólogo de Mateo Gómez



En el verano del año 2005 nació Mateo Gómez, un personaje de ficción que el autor creó para expresar públicamente sus ideas y, mezclando de nuevo la realidad con la ficción, expresar los sueños por los que venía luchando desde hacía décadas en el ámbito de las bibliotecas públicas.  Apareció por vez primera en el relato Monólogo de Mateo Gómez. En este inicial  texto, Mateo Gómez recorre durante el año 2005 los municipios de Castilla-La Mancha por encargo del Presidente del Gobierno y de la Defensora del Pueblo de esta Comunidad.  Aunque el informe que elaboró no se hizo público, el cuento aporta una reflexión literaria sobre lo que fue y significó el recorrido de este bibliotecario por tierras y lugares de Castilla-La Mancha. En otros momentos vendrán otras intervenciones de este bibliotecario imaginado...



Monólogo de Mateo Gómez*

I.

            Ha entrado la noche. Mis ojos están enrojecidos de cansancio y mi frente se ha topado en varias ocasiones, por el sueño que me vence, con la pantalla del ordenador. Mañana continuaré, como Don Quijote, recorriendo caminos y ciudades. Y seguiré manteniendo en mi cabeza aquellas dos ideas que el  Señor Don Quijote pronunció y que a mí hoy me saben a programa, a ideario, a reto utópico: la misma justicia para todos, deshaciendo los entuertos que impiden el logro de esa justicia.

            Porque ¿cuál es la razón que impide que todos los ciudadanos puedan disfrutar de servicios bibliotecarios?, ¿qué poderoso gigante estimula que se agrande la brecha digital, que las diferencias entre unas y otras regiones, entre unos y oros ciudadanos, aumenten a la hora de acceder al libro, la lectura y la información?

            Y, como telón de fondo, una pregunta se introduce en mi cabeza y en mi corazón y  no me deja descansar: ¿servirá de algo mi itinerario por estas tierras de Castilla-La Mancha?, ¿serán tenidas en cuenta mis observaciones, mis recomendaciones y propuestas  sobre la situación de las bibliotecas de la Comunidad Autónoma?

            Hoy ha sido un día repleto de emociones. En este pequeño pueblo toledano he coincidido con unos sorprendentes viajeros que me han ayudado a reflexionar sobre mi misión y sobre el contenido de mi informe…



II.



Todavía resuena dentro de mí aquel grito estridente, pero armonioso, del Caballero andante:

- ¡La misma justicia para todos!

Había leído infinidad de veces esta idea de Don Quijote, pero esta calurosa mañana de la primavera del 2005 me supo a nueva, a tremendamente actual, y con tanta fuerza que no he conseguido desalojarla de mi cerebro.  Eran geniales aquellos estrafalarios intérpretes de Don Quijote y Sancho Panza. ¿La Recua, se llamaba el colectivo teatral? Creo que sí. Repetían, como un viejo disco de vinilo rayado, dos de las ideas emergentes de la obra universal de Cervantes: “Desfacer entuertos” y “Justicia para todos”.  Esa casi veraniega mañana, en un pueblo de Toledo,  parecía que habíamos entrado en el túnel de la historia y que estábamos en el tiempo del Quijote. En la plaza, junto a la iglesia, en las calles saltaba la sorpresa, y los diálogos entre Quijote y Sancho salpicaban el aire cálido y seco. Y era muy visible la expectación  que en niños y mayores arrancaban aquellos personajes nacidos en la literatura y trasportados siglo a siglo a la historia, como modelos de idealismo y realismo y todavía cargados de futuro.

A estas alturas del año, repleto en todo el país, y singularmente en nuestra región, de celebraciones relacionadas con la efemérides de la publicación del IV Centenario del Quijote, todo el mundo relacionaba el evento que esa mañana contemplábamos con ese logotipo de las aspas del molino manchego que llenaba las páginas e imágenes de publicidad de las más importantes instituciones y empresas del país. Pero, aun así, ver, sobre todo, esos ojos chispeantes y sorprendidos de los niños era suficiente para dar por bienvenida y bien financiada esta representación callejera. Una actuación que sin duda había roto la monotonía matinal que cualquier día del año caracteriza la vida de este pequeño pueblo. Especialmente causaba sorpresa, inquietud incluso,  la cabeza de Don Quijote, ensangrentada y malherida, reflejo de los avatares de sus aventuras. Viéndoles alejarse, bien podríamos recitar los versos de  León Felipe:

Por la manchega llanura

se vuelve a ver la figura

de Don Quijote pasar.

Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,

 y va ocioso el caballero sin peto y sin espaldar,

va cargado de amargura,

que allá encontró sepultura

su amoroso batallar.



Por la manchega llanura

se vuelve a ver la figura

de Don Quijote pasar.

Va cargado de amargura,

va, vencido, el caballero de retorno a su lugar.

¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura

en horas de desaliento así te miro pasar!

¡Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura

y llévame a tu lugar;

hazme un sitio en tu montura,

caballero derrotado,

hazme un sitio en tu montura,

que yo también voy cargado

de amargura

y no puedo batallar!



Sí, inevitablemente yo, Mateo Gómez, también me sentía esa mañana derrotado, cansado, comprobando en mí mismo qué largo es el camino, y qué áspero;  y tal vez a punto, como León Felipe, de cobijarme bajo la sombra de un árbol –da igual un ciprés que un álamo- donde pueda conseguir el descanso, el sosiego que los acontecimientos de los últimos meses me hurtaban. ¿Ya no puedo batallar?, me preguntaba insistentemente. Y cantaba en silencio, en mi interior,  estos versos con la melodía que en los años setenta compuso Paco Ibáñez. Era una imagen tal vez excesivamente derrotista la que ofrecía el poeta sobre Don Quijote en estos versos, pero sin duda así debió sentirse en tantas ocasiones, en tantas derrotas, en tantas batallas perdidas…Porque esas dos ideas-fuerza emergían de nuevo, y me llenaban de razón. Y otra vez hacía acopio de esperanza. Desfacer entuertos y la misma justicia para todos…Y ambas frases se me quedaban revoloteando por mi mente…



III

Se ha hecho el silencio. Ya no hay gentes en las calles en esa mañana tórrida. Don Quijote y Sancho, La Recua,  abandonaron ya la localidad. En mi imaginación les veo ahora distintos, nuevamente pletóricos, llenos de vida, deseosos de seguir luchando, sin heridas ni en cuerpo ni en alma, portadores de esperanzas y anhelos de justicia. ¿Dónde estarán ya? ¿Fueron sólo unos intérpretes? ¿Llegó a este pueblo sólo la farándula o fue realmente el espíritu de Don Quijote y Sancho quien cabalgó esta mañana por estas calles castellanas?

Todavía me queda trabajo. ¿Tal vez un año? Llevo ya recorridos 355 municipios. Aquí, en este mismo  municipio, estuvo hace cien años Adolfo Alvarez Buylla, comisionado por el naciente Instituto de Reformas Sociales,  como en tantos pueblos de las dos Castillas, para elaborar una Memoria sobre la realidad agraria y social de los pueblos castellanos en aquellos comienzos del siglo XX. Todavía impresiona leer esas páginas llenas de realismo y crudeza. También hubo un bibliotecario, Juan Vicens, que en tiempos de la II República recorrió más de un centenar de pueblos españoles en calidad de  inspector de las bibliotecas de Misiones Pedagógicas y de las Juntas Municipales creadas por la Junta de Intercambio y Adquisición de Libros. También en nuestros años, en distintas regiones, hay profesionales que se dedican a una labor de apoyo e inspección de las bibliotecas públicas, aunque su labor sea muy anónima y no se convierta en noticia.

Yo también soy un comisionado. Un anónimo enviado del Gobierno autonómico. Es verdad que no soy un clandestino, pero se intenta que mi presencia pase lo más desapercibida posible ante la opinión pública. Tal vez para no politizar la cuestión. La Defensora del Pueblo quiere conocer en profundidad la situación de las bibliotecas públicas de la región. En realidad, pienso que es el propio Presidente quien ha lanzado este reto. Le preguntaban continuamente qué quería que permanezca de este año mítico del IV Centenario. Y decía que una estupenda Red de Bibliotecas que sirviese de espejo, de ejemplo, para todo el país. Luego han surgido las críticas procedentes de tantos municipios porque parecía que el edificio bibliotecario regional se resquebrajaba…No todos los políticos tienen la misma sensibilidad hacia este servicio público que es la biblioteca, pero era muy llamativo que precisamente se paralizasen proyectos y se rebajasen los presupuestos regionales  coincidiendo con un momento histórico de reforzamiento teórico de las políticas de lectura en la Comunidad Autónoma….

Leo y escucho a menudo otra idea: ningún ciudadano puede sufrir discriminación por razón del territorio, de la ciudad o pueblo, donde le ha tocado vivir. Y el propio Presidente lo reitera en muchas de sus intervenciones. Concretamente, en política bibliotecaria, se venía trabajando en esa línea: conseguir que todas las personas tengan acceso a servicios bibliotecarios de calidad y de última generación, como puerta de entrada a la Sociedad de la Información y el Conocimiento. En realidad es la  primera idea de Don Quijote: la misma justicia para todos. Y si no existe esa misma justicia, si todos los ciudadanos no tienen acceso a la biblioteca pública, hay que desfacer ese entuerto y cambiar la realidad de desigualdad existente.

Creo en la sinceridad del planteamiento. Pero mis fuerzas se debilitan a medida que escucho de viva voz la problemática de cada lugar. Y rumio en silencio el informe que cada noche, al descansar en la última localidad visitada, redacto. He prometido no adelantar aspecto alguno sobre los contenidos del informe. Es verdad que la Administración elabora y publica muchos y buenos datos sobre la situación bibliotecaria  regional. Pero éste es un informe confidencial  que sólo entregaré a dos altos destinatarios: el Presidente y la Defensora del Pueblo. Ni siquiera en estas cuartillas que, como un desahogo, escribo hoy, quiero revelar noticia alguna.



IV.

Estoy hablando con bibliotecarios, con alcaldes y concejales, a veces con usuarios a los que me presento como un forastero e inicio conversaciones que me ayuden a conocer mejor la realidad. Es un informe científico, pero está lleno de diálogos, de frases que recojo, de visiones que mis ojos captan. No me siento un arbitrista, pero a veces tengo la sensación de estar escribiendo como aquellos arbitristas del siglo XVII que exponían al Rey sus preocupaciones sociales y económicas. En los municipios que carecen de todo servicio bibliotecario me resulta especialmente complejo aparecer allí, conocer planteamientos y posibilidades y marcharme sin levantar expectativas pero al mismo tiempo sin generar desesperanzas. Especialmente dramático me ha resultado el viaje por las comarcas de Cuenca y Guadalajara que ya he visitado, y que contienen buena parte de los municipios sin servicios bibliotecarios. Y tal vez todo el peso, o la responsabilidad, empieza a hacer mella en mí y comienzo a preguntarme si merecerá la pena este esfuerzo. Si realmente el análisis y recomendaciones que formulo serán después tenidas en cuenta.

A veces me ha venido un grupo de niños. Y con sus grafías todavía en formación me han escrito en un papel: “Don Mateo: No queremos que la biblioteca vuelva a cerrarse. Ésta es nuestra casa. Es la casa de los libros para todos”. A veces han hecho un dibujo lleno de color, que es un cántico de esperanza, y que a mí me retorna a toda la dimensión del arco iris, a una vida más llena de mensajes vitales, en la que la sociedad tiene un papel menos pasivo y lucha por cambiar lo negativo, por conseguir los sueños y los retos que merecen la pena. En esas ocasiones me he preguntado. ¿Y por qué vienen a mí, si yo hago mi labor en silencio? Y entonces veo la mano del bibliotecario o la bibliotecaria, siempre generadores de actitudes positivas; y en la sonrisa de sus ojos percibo la complicidad que le llevó a delatar mi presencia.

No estoy desilusionado ni desesperanzado, pero sí abrumado. La existencia de una amplia red de bibliotecas, el esfuerzo que se viene realizando desde hace décadas, las luces en suma que alumbran esta realidad, conviven con las carencias, las debilidades del servicio en tantos lugares, las inquietudes de los profesionales, y todo el camino que resta para conseguir una verdadera red integrada de servicios. Tanta información, tantas imágenes no sólo se plasman en el trabajo que cada día realizo en mi portátil. Se quedan en mi interior, en mi cabeza, y también en mi corazón. Según voy recorriendo las carreteras y llego a nuevos pueblos, imposible eludir el recuerdo de tantas experiencias, de tantas confidencias, de tantas frustraciones, de tantos sueños en marcha….Pero al llegar, nuevos datos, nuevas sensaciones hacen que en el disco duro de mi cerebro tengo que dejar hueco a nuevas informaciones, y que tenga, al menos momentáneamente, que archivar las historias que venía recordando mientras conducía mi vehículo.

Sin duda estoy viviendo una experiencia única, irrepetible, enriquecedora. Pero día a día los kilómetros, mezclados con la frecuente dura realidad que percibo o me cuentan, crean en mí una sensación de comisionado al borde del límite, interrogado por la duda de si podré culminar el trabajo emprendido y que me ha sido encargado seguramente por mi condición de experto. Seguramente soy un privilegiado que no valora en su justa medida la posibilidad de aportar un informe que pueda definitivamente propiciar unas iniciativas legales y programáticas que sitúen a nuestra tierra en una posición destacada en el conjunto español en cuanto a servicios bibliotecarios.



V.



            Amanece. Abandono el pequeño hostal que me ha servido como lugar de descanso y de reflexión sobre las ideas y sensaciones que ayer me salpicaron en esta pequeña localidad. De repente mis ojos reparan en un titular del periódico La Tribuna de Toledo.  Recoge información sobre un encuentro científico  de bibliotecarios. “Sembradores de estrellas”, es el titular; y un subtítulo aclara la temática del texto periodístico: “La lenta travesía de las bibliotecas públicas de la región”.

            Se refiere a la intervención de un grupo de profesionales en ese Congreso. En Castilla-La Mancha ha habido verdaderos sembradores de estrellas, personas que han luchado para conseguir que el servicio de biblioteca pública se desarrollase cuantitativa y cualitativamente en la región. Proclaman sus autores que cada una de estas bibliotecas es como una estrella para su municipio, aunque a veces todavía tenga una débil luz porque sus colecciones bibliográficas o multimedia, sus servicios, la propia situación del bibliotecario o la proyección de la biblioteca en su comunidad no sean representativos de un servicio público tan estratégico e importante como es la biblioteca pública. Pero, continúan diciendo,  potencialmente estamos ante una verdadera constelación de estrellas,  un conjunto de servicios bibliotecarios que convierte a Castilla-La Mancha en un referente para el conjunto del país, 515 bibliotecas llamadas a convertirse en una red de servicios integrados que ofrezcan a la sociedad regional los beneficios de la Sociedad de la Información y del Conocimiento de forma gratuita y democrática.

            Resulta hermoso. Sé que lo han dicho convencidos del avance, que yo percibo también; pero veo en mi recorrido por las tierras, ciudades y pueblos de Castilla-La Mancha cuántas sombras impiden que esas estrellas, que esas más de quinientas bibliotecas alumbren con una luz potente y constante.

            Me alegra que existan personas que creen en la fuerza democratizadora y transformadora de la biblioteca pública. Ellos son los aliados de la biblioteca. Frente a políticos que se convierten en una amenaza para las bibliotecas, profesionales que cogen la bandera de la biblioteca y, como nuevos quijotes, proclaman que la biblioteca pública es un derecho de todos los ciudadanos.

            Cojo mi equipaje y el maletín que guarda el portátil  que me sirve cada noche de lugar de encuentros para verter experiencias, crónicas, opiniones y propuestas. Ayer, Don Quijote y Sancho partieron de este pueblo con esa imagen de vencidos. Ahora, la prensa  me otorga ingredientes para marchar a nuevos lugares cargado de esperanza. En los pueblos de Toledo ya va quedando poco trabajo. Pronto entraré en el corazón de La Mancha, y entonces, como el estrafalario caballero andante, proclamaré al viento: “¡La misma justicia para todos!”. Es decir: ¡Servicios bibliotecarios para todos!



* Escrito en el verano de 2005. Publicado en mi libros Combates por la biblioteca pública en España (2006) y En defensa de la biblioteca pública (2012).

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