Política de centros culturales en Toledo
Toledo dispone de importantes
instalaciones culturales, gestionadas tanto por administraciones públicas como
por entidades e instituciones muy diversas: La Biblioteca Regional, museos,
salas de exposiciones y conciertos… De titularidad municipal, el Teatro de
Rojas, el Archivo Municipal o San Marcos, con ámbitos muy específicos, aportan
por sí mismos una importante y permanente actividad cultural o informativa.
Sin embargo, la realidad de los centros culturales municipales en Toledo tiene varias lecturas. El Ayuntamiento podría decir que ofrece una oferta variada para atender a los ciudadanos de todos los barrios. Desde una visión más crítica se puede afirmar que los centros culturales han ido llegando por aluvión, a medida que el Consistorio disponía de subvenciones para construirlos, dotarlos e, incluso, ponerlos en funcionamiento; pero realmente no existe el concepto de Red de centros culturales municipales. Una red requiere unos objetivos muy precisos, una filosofía de funcionamiento y una concepción de sociedad del ocio y la cultura. La simple enumeración de los centros disponibles refleja la debilidad de estos servicios públicos y el caos existente.
Uno de los activos de esta red, las bibliotecas públicas municipales, son un testimonio elocuente de la falta de iniciativas del Ayuntamiento: las bibliotecas de Santa María de Benquerencia, Buenavista, Santa Bárbara y Azucaica no han experimentado avances sustanciales en los últimos años. Siguen abiertas sólo de lunes a viernes en horario de tarde, y en verano por las mañanas. No ofrecen servicios en red y, salvo la del Polígono, que se amplió hace unos años, no han tenido nuevos espacios y puestos de lectura. Sus plantillas profesionales son raquíticas.
Los Centros Cívicos son otro tipo de instalaciones En algún caso, como Buenavista, comparte edificio con la biblioteca, pero funcionan separadamente. Existen 7 centros: Santa María de Benquerencia, Casco histórico, Palomarejos, Buenavista, Santa Bárbara, Azucaica y Valparaíso, el más reciente. Disponen de salas para reuniones o exposiciones; organizan talleres, conferencias, teatro… En ellos se reúnen en ocasiones asociaciones y otros colectivos y en algunos está ubicada también la Junta Municipal del Distrito. En el polígono existe además una Casa de Cultura.
Otra tipología son los Clubes de la Tercera Edad, existentes en el Polígono y en San Antón.
En definitiva, se multiplican los centros sociales, culturales y de ocio, pero luego no pueden prestar servicios adecuados. Los horarios son reducidos, las inversiones son escasas y no se dispone de ningún plan estratégico sobre el conjunto de centros. Poco podemos esperar en esta legislatura: ya vimos en el artículo anterior la falta de propuestas en el ámbito de la cultura en el reciente debate; leer el programa electoral con el que concurrió el PSOE a las municipales no nos permite ser más optimistas. Las promesas se centraban en un nuevo tipo de centros, al viento de la moda: "Todos los barrios de la ciudad contarán con un Centro de Internet de acceso gratuito". Y, dentro de la sociedad del conocimiento, incluyeron la siguiente medida: "Impulsaremos la Red wi-fi municipal en parques, kioscos urbanos, bibliotecas, centros sociales, etc.".
Como existen centros para la tercera edad o para la mujer, debieron pensar que los jóvenes estaban olvidados. Por ello, el programa electoral socialista para el municipio comprometía la puesta en marcha de un "Centro de la Juventud, como referente de actividad, ocio y participación de los jóvenes".
En los barrios, además de los citados Centros de Internet, sólo en Santa Bárbara se planteaba ampliar el horario, medios, recursos y personal de la biblioteca. En este mismo barrio se asume el compromiso de mejorar el Centro Cívico y de construir un centro de ocio para jóvenes. Finalmente, una de las propuestas estrella era rehabilitar como Centro Social y Cultural el antiguo Gimnasio de la Escuela Central de Educación Física.
En definitiva, el Ayuntamiento persiste en su dinámica de construir centros culturales y de ocio, con una orientación sectorial, pero carece de una política planificada y coherente de estos espacios públicos para la sociedad local. Se construyen sin ninguna filosofía unos centros cerrados demasiadas horas y luego no se impulsan tal vez por carecer de recursos adecuados para su funcionamiento. Pero esta diversidad de centros no sólo es costosa para las arcas municipales: es poco efectiva.
¿Alguien ha pensado, por ejemplo, que esta red sea una alternativa al botellón y se conviertan en un atractivo permanente para unos jóvenes a los que el ayuntamiento sólo ofrece semanas de la juventud y actividades musicales o de ocio de forma esporádica? Se acaban de anunciar a bombo y platillo actividades culturales para el verano, insistiéndose en unas políticas culturales temporales en lugar de estables.
El Ayuntamiento debería clarificar qué tipo de servicios desea ofrecer a sus ciudadanos en el conjunto de la ciudad y en los distintos barrios. Hacer las cosas bien no sólo no es más caro: los centros tendrían una mayor rentabilidad social y una influencia mucho más decisiva en las personas. Prometo ofrecer una propuesta al respecto.
Sin embargo, la realidad de los centros culturales municipales en Toledo tiene varias lecturas. El Ayuntamiento podría decir que ofrece una oferta variada para atender a los ciudadanos de todos los barrios. Desde una visión más crítica se puede afirmar que los centros culturales han ido llegando por aluvión, a medida que el Consistorio disponía de subvenciones para construirlos, dotarlos e, incluso, ponerlos en funcionamiento; pero realmente no existe el concepto de Red de centros culturales municipales. Una red requiere unos objetivos muy precisos, una filosofía de funcionamiento y una concepción de sociedad del ocio y la cultura. La simple enumeración de los centros disponibles refleja la debilidad de estos servicios públicos y el caos existente.
Uno de los activos de esta red, las bibliotecas públicas municipales, son un testimonio elocuente de la falta de iniciativas del Ayuntamiento: las bibliotecas de Santa María de Benquerencia, Buenavista, Santa Bárbara y Azucaica no han experimentado avances sustanciales en los últimos años. Siguen abiertas sólo de lunes a viernes en horario de tarde, y en verano por las mañanas. No ofrecen servicios en red y, salvo la del Polígono, que se amplió hace unos años, no han tenido nuevos espacios y puestos de lectura. Sus plantillas profesionales son raquíticas.
Los Centros Cívicos son otro tipo de instalaciones En algún caso, como Buenavista, comparte edificio con la biblioteca, pero funcionan separadamente. Existen 7 centros: Santa María de Benquerencia, Casco histórico, Palomarejos, Buenavista, Santa Bárbara, Azucaica y Valparaíso, el más reciente. Disponen de salas para reuniones o exposiciones; organizan talleres, conferencias, teatro… En ellos se reúnen en ocasiones asociaciones y otros colectivos y en algunos está ubicada también la Junta Municipal del Distrito. En el polígono existe además una Casa de Cultura.
Otra tipología son los Clubes de la Tercera Edad, existentes en el Polígono y en San Antón.
En definitiva, se multiplican los centros sociales, culturales y de ocio, pero luego no pueden prestar servicios adecuados. Los horarios son reducidos, las inversiones son escasas y no se dispone de ningún plan estratégico sobre el conjunto de centros. Poco podemos esperar en esta legislatura: ya vimos en el artículo anterior la falta de propuestas en el ámbito de la cultura en el reciente debate; leer el programa electoral con el que concurrió el PSOE a las municipales no nos permite ser más optimistas. Las promesas se centraban en un nuevo tipo de centros, al viento de la moda: "Todos los barrios de la ciudad contarán con un Centro de Internet de acceso gratuito". Y, dentro de la sociedad del conocimiento, incluyeron la siguiente medida: "Impulsaremos la Red wi-fi municipal en parques, kioscos urbanos, bibliotecas, centros sociales, etc.".
Como existen centros para la tercera edad o para la mujer, debieron pensar que los jóvenes estaban olvidados. Por ello, el programa electoral socialista para el municipio comprometía la puesta en marcha de un "Centro de la Juventud, como referente de actividad, ocio y participación de los jóvenes".
En los barrios, además de los citados Centros de Internet, sólo en Santa Bárbara se planteaba ampliar el horario, medios, recursos y personal de la biblioteca. En este mismo barrio se asume el compromiso de mejorar el Centro Cívico y de construir un centro de ocio para jóvenes. Finalmente, una de las propuestas estrella era rehabilitar como Centro Social y Cultural el antiguo Gimnasio de la Escuela Central de Educación Física.
En definitiva, el Ayuntamiento persiste en su dinámica de construir centros culturales y de ocio, con una orientación sectorial, pero carece de una política planificada y coherente de estos espacios públicos para la sociedad local. Se construyen sin ninguna filosofía unos centros cerrados demasiadas horas y luego no se impulsan tal vez por carecer de recursos adecuados para su funcionamiento. Pero esta diversidad de centros no sólo es costosa para las arcas municipales: es poco efectiva.
¿Alguien ha pensado, por ejemplo, que esta red sea una alternativa al botellón y se conviertan en un atractivo permanente para unos jóvenes a los que el ayuntamiento sólo ofrece semanas de la juventud y actividades musicales o de ocio de forma esporádica? Se acaban de anunciar a bombo y platillo actividades culturales para el verano, insistiéndose en unas políticas culturales temporales en lugar de estables.
El Ayuntamiento debería clarificar qué tipo de servicios desea ofrecer a sus ciudadanos en el conjunto de la ciudad y en los distintos barrios. Hacer las cosas bien no sólo no es más caro: los centros tendrían una mayor rentabilidad social y una influencia mucho más decisiva en las personas. Prometo ofrecer una propuesta al respecto.
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