¿El
reinicio de una política regional de bibliotecas?
¡Por fin un paso adelante en la
política bibliotecaria del Gobierno Regional! Con unos programas de ayudas a
las bibliotecas municipales suspendidos desde el inicio de esta década -ya en los
últimos tiempos de gobierno socialista- y con una ley regional de la Lectura y
las Bibliotecas aprobada en 2011, Castilla-La Mancha lleva viviendo siete años
sin política bibliotecaria, viviendo de las rentas de las dos ultimas décadas
del siglo XX y la primera del XXI. Ni siquiera se abordaron proyectos que no
cuestan dinero y, como dice la copla, “son
los primeros para convencer”. La Ley de Bibliotecas de Castilla-La Mancha
es probablemente de las más progresistas de nuestro país pero su desarrollo
reglamentario está costando sangre, sudor y lágrimas. Y ello, unido a los
recortes en las cinco bibliotecas de gestión autonómica (la Regional y las
cuatro bibliotecas públicas del Estado) y a la total supresión de las ayudas a
los municipios para sus bibliotecas, han propiciado un lamentable parón en una
Red de Bibliotecas Públicas que fue un verdadero referente para el conjunto de
nuestro país. Desde mi punto de vista no ha sido sólo un problema presupuestario
sino una falta de convicción y voluntad política hacia este servicio público
esencial que son las bibliotecas unido a desidia y miopía en las políticas
culturales desarrolladas en nuestra tierra. Aún hoy, con siete años de recortes
y ausencia de una verdadera política bibliotecaria, las bibliotecas de
Castilla-La Mancha presentan unos datos estadísticos positivos en el conjunto
de España que reflejan el esfuerzo que hizo esta región, aplicando una fórmula
verdaderamente eficaz: cofinanciación y corresponsabilidad entre la Junta de
Comunidades y las Administraciones Locales.
Ahora, por fin, se ha constituido
el Consejo de la Lectura y Bibliotecas de
Castilla-La Mancha, “órgano
colegiado de coordinación y de fomento de la cooperación entre los diferentes
centros e instituciones integrantes del Sistema de Bibliotecas de Castilla-La
Mancha, especialmente entre la Administración Regional y las Administraciones
locales.” En su primera sesión se ha aprobado
el Mapa
de Bibliotecas, una herramienta de planificación que servirá de guía al
modelo de servicio bibliotecario que tiene que tener cada uno de los municipios
de nuestra región. El Mapa persigue el objetivo de distribuir "en tramos
poblacionales" la totalidad de los municipios de la región y, en función
de dicha población, "determinar los recursos, colecciones, condiciones de
apertura al público, personal, espacios y equipamiento que las bibliotecas
públicas necesitan.”
Es un documento en el que algunos
hemos trabajado desde hace veinte años y que por fin se pone en marcha,
especialmente gracias al impulso que le ha dado el Servicio de Bibliotecas,
Libro y Lectura de la Consejería. Lógicamente el Mapa debe estar vivo y
revisarse periódicamente, de acuerdo con el desarrollo social y cultural.
Quienes sabemos las pocas regiones de nuestro país que tienen un instrumento de
este carácter lo valoramos en su justa medida y, otra vez, queremos creer que
el Gobierno Regional está dispuesto a recuperar su liderazgo en materia de
bibliotecas públicas y a hacer que Castilla-La Mancha vuelva a ser un espejo en
el que se miren otras muchas comunidades autónomas.
Además, el Consejo dio dictamen
positivo para iniciar la tramitación de varios decretos y normas que son
imprescindibles en la arquitectura del Sistema bibliotecario regional
(reglamento-marco para las bibliotecas de la Red regional, directorio de
bibliotecas, organización de la Biblioteca de Castilla-La Mancha…), que
esperemos que ahora no se queden paralizados como han estado años.
Veo, pues, esta constitución del
Consejo como un hecho sin duda muy importante para la cultura de la región y
espero que constituya un indicio de un cambio de orientación del Gobierno
Regional. No dudo en felicitar al consejero, mi buen amigo Angel Felpeto, por
haber abordado estos importantes temas pero tengo que recordar que este Consejo
si no hay voluntad política y presupuestos para desarrollar una verdadera política
bibliotecaria, quedaría en humo. Lo dije en la sesión del viernes 30 de junio,
ante todos los miembros de este importante órgano: se precisa la acción y la
colaboración del conjunto de Administraciones Públicas de la región. La Ley de
Bibliotecas deja meridianamente claro que el modelo de servicio bibliotecario
en Castilla-La Mancha precisa coordinación, cooperación y recursos del Gobierno
Regional, las cinco diputaciones provinciales y los ayuntamientos. Cuando el
consejero mencionó que se está trabajando en un Pacto por la Educación, recordé
que, paralelamente, hay que impulsar un pacto social por la Lectura. Por cierto,
algo que no me invento sino que está previsto en el artículo 5 de la Ley de
Bibliotecas de 2011: “La Administración Regional promoverá la
puesta en marcha de un Pacto social por la lectura que incorpore, además de a
las Administraciones Públicas directamente implicadas en la educación y la
cultura, a las industrias culturales tales como editores, libreros y
distribuidores, así como a los agentes sociales públicos y privados.” Una
vez más corresponde al Gobierno Regional asumir esa iniciativa y liderar un
proceso fundamental para la cultura y el desarrollo de la sociedad de la
información en la que vivimos.
El Plan
Estratégico de Cultura recientemente aprobado y que fue presentado en
las Cortes hace unos días, no fue un buen presagio. A pesar de afirmarse que
había contado con más de un centenar de profesionales en su elaboración, la
verdad es que en la versión definitiva que aprobó el Gobierno se eliminaron
todas las medidas que el grupo de trabajo de bibliotecas había incluido y el
Plan es un verdadero desierto en cuanto a medidas relacionadas con la cultura
desde las políticas bibliotecarias. Una pena.
Por eso,
¿se abre una puerta a la esperanza de que las bibliotecas van a estar en la
agenda del Gobierno Regional? Eso deseamos. Si se ha empezado a recuperar
-aunque sea tímidamente y con poco presupuesto- el programa de ayudas para la
contratación de bibliotecarios municipales, deben convocarse también el
programa para adquisición de fondos bibliográficos y audiovisuales y el
relativo a las ayudas a las actividades culturales y de animación a la lectura
por las bibliotecas municipales. Por otro lado, además de la obra faraónica del
Hospital de Toledo, ¿volverá a haber inversiones para, por ejemplo, las
bibliotecas municipales? Una región no puede basar todo su programa inversor en
un sector, porque el cambio que se está produciendo en los modelos de edificios
bibliotecarios y por lo tanto en el servicio de las bibliotecas no llega a
Castilla-La Mancha. Y, respecto a las cinco bibliotecas gestionadas por la Junta,
además del recorte que padecemos desde 2011, este año se nos asfixia porque los
escuálidos recursos de Cultura se van a Educación y prácticamente todos los
expedientes de gasto quedan paralizados porque la Cultura parece que no es
prioritaria.
Un Gobierno que dice que tiene a la
Cultura entre sus prioridades no puede ser insensible a una de las fortalezas
de nuestra Región: la Red de Bibliotecas de Castilla-La Mancha, que se mantiene
viva y en pie en gran parte gracias a unos profesionales que nos sentimos al
servicio de los ciudadanos y que entendemos que precisan de nuestros centros
porque son la puerta más democrática para el desarrollo de la cultura, la
información, la educación permanente y el ocio positivo. Los ayuntamientos han
entendido que tienen que apoyar las bibliotecas porque ven que son su servicio
público más vivo en sus municipios. Pero
el Gobierno Regional, que llevó a las Cortes una ley de bibliotecas que es
probablemente la más progresista del país, no puede permanecer impasible mientras
pasa el tiempo y las bibliotecas se quedan inmersas en el abandono.
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