jueves, 10 de noviembre de 2016

Ante el VIII Congreso Nacional de bibliotecas públicas: 7) Las bibliotecas, además de necesarias, resultan baratas: 9,32 € por habitante al año.

Ante el VIII Congreso Nacional de bibliotecas públicas: 
7) Las bibliotecas, además de necesarias, resultan baratas: 9,32 € por habitante al año.


El conjunto de Administraciones Públicas españolas dedica un presupuesto medio de 9,32 € por habitante en gasto corriente para las bibliotecas públicas.  Esta cantidad, comenzó a bajar con el inicio de la crisis y ahí seguimos. El dato incluye las aportaciones de las administraciones autonómicas; los ayuntamientos, diputaciones provinciales y otros entes de la Administración Local, los consejos insulares y las aportaciones del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, además de algunas cantidades de entidades privadas y fundaciones.  En este indicador de  gasto corriente total en bibliotecas por habitante, con esa media de 9,32 euros/habitante, figuran a la cabeza País Vasco con 17,23 €, Cataluña con 13,53 € y Castilla-La Mancha con 12,87 €, frente a los 4,14 de Baleares, 5,63 de Andalucía y 6,25 euros de Murcia  Este desigual gasto, que sitúa a regiones tradicionalmente ricas junto a otras clásicamente pobres como Castilla-La Mancha a la cabeza en muchos de los indicadores, refleja las políticas estables y de decidido apoyo a las bibliotecas municipales, frente a Comunidades en las que los municipios no han gozado de similares apoyos de su correspondiente Administración Autonómica.  El mayor gasto en bibliotecas se corresponde con unas bibliotecas más dinámicas y con mejores servicios.

Sin duda, estamos ante una cifre ridícula, sobre todo si la comparamos con otros servicios públicos esenciales. No pretendo comparar la importancia de los servicios bibliotecarios frente a, por ejemplo, los servicios sanitarios pero sí es conveniente citar el gasto en ese ámbito para ver que las bibliotecas, que son imprescindibles, resultan muy económicas a la sociedad. En su memoria socioeconómica y laboral, el Consejo Económico y Social (CES) señala que el pasado año el gasto medio sanitario por habitante aumentó un 1,82 por 100 de media en España, hasta los 1.232 €, con una previsión de incremento de 3,8 por 100 para 2016. Castilla-La Mancha, que hemos dicho dedica 12,87 € por habitante al año a bibliotecas, tiene un gasto sanitario anual por habitante de 1.176 €

Es muy importante recordar que el conjunto de bibliotecas española recibió  108.866.068 de visitantes (usuarios) y que en 2014 el número de socios de las bibliotecas españolas era de  16.080.452 (un 34,49 % de la población).  Pero hay otro dato: si los presupuestos que se dedican a las bibliotecas disminuyen, sin embargo el número de socios se incrementa poderosamente: en 2010 el porcentaje de socios era de 28,72 %, por lo que se ha incrementado en más de cinco puntos. ¿Lecturas de este dato? Muy sencillo: con la crisis, los ciudadanos utilizan más los servicios bibliotecarios, que son gratuitos, en lugar de acceder a otro tipo de servicios de pago. Además, las bibliotecas están muy bien valoradas por la sociedad. Y otra cuestión: las bibliotecas son centros de libertad: a un centro educativo los ciudadanos van obligados (en estudios obligatorios) e igual ocurre con los usuarios de la sanidad. Pero a las bibliotecas los ciudadanos llegan libremente, gozosamente libres.  Por eso, que un tercio de la población española sea socio de una biblioteca pública es un dato esperanzador y que debería hacer reflexionar a los políticos españoles. Son datos mucho más relevante que aportados por las distintas encuestas de hábitos culturales sobre lectura de libros, visitas a las bibliotecas…

No comparto el modelo de cultura de escaparate, no porque no sea necesaria sino porque consume cuantiosos recursos públicos o de mecenazgo para eventos que benefician fundamentalmente a un sector de la sociedad. Por el contrario, el gasto en bibliotecas, que es siempre una inversión en el desarrollo de las personas, beneficia al conjunto de la sociedad y con recursos mucho menores se consigue desarrollar una política cultural más creativa, más democrática y más participativa.  El gráfico, elaborado por el Ministerio, que incluye también las ciudades autónomas, visibiliza muy bien la consideración que las distintas regiones dan a sus servicios bibliotecarios.


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