La
oportunidad del Congreso Nacional de
bibliotecas públicas
Durante los días 16 al 18 de
noviembre se va a celebrar en Toledo el VIII
Congreso Nacional de bibliotecas públicas. Esta serie de encuentros
profesionales, que organizan conjuntamente el Ministerio de Educación, Cultura
y Deporte y las comunidades autónomas, se inició en Valencia, en 2002, y nunca
antes de había celebrado en Castilla-La Mancha. Además colaboran la FEMP y fundaciones y
asociaciones profesionales de bibliotecas. Más de 500 profesionales se darán
cita en el Palacio de Congresos y Exposiciones y, en el caso de algunas
actividades, en la propia Biblioteca de Castilla-La Mancha, con un tema
central: los espacios bibliotecarios. Se trata de analizar las nuevas
tendencias en bibliotecas públicas en relación a los espacios, físicos y
virtuales, prestando especial atención a los nuevos usos y servicios que
demanda una sociedad cada vez más tecnológica.
Durante el último mes, utilizando
foros profesionales y las redes sociales, he analizado los distintos aspectos
bibliotecarios en nuestro país reiterando algo que vengo proclamando desde hace
décadas: en España existe una grave desigualdad en el acceso a servicios
bibliotecarios entre las distintas regiones y localidades al no existir una
política de Estado en materia de bibliotecas públicas.
Con la crisis económica y los recortes, en la mayoría de las regiones y
en numerosas localidades, las
bibliotecas sobreviven a pesar de los escasos recursos gracias a unos
profesionales muy comprometidos con su actividad. El conjunto de bibliotecas
españolas recibió en 2014 cerca de 109 millones de visitantes (usuarios) y
contaban con un número de socios superior a los 16 millones de ciudadanos (un
34,49 % de la población). Sin duda no hay ningún otro servicio que atraiga a un
tercio de la población española. Es un dato singular: aunque los presupuestos
que se dedican a las bibliotecas disminuyen, sin embargo el número de socios
aumenta poderosamente: en 2010 el porcentaje de socios era de 28,72 %, por lo
que se ha incrementado en más de cinco puntos. Con la crisis, los ciudadanos
utilizan más los servicios bibliotecarios, que son gratuitos, en lugar de
acceder a otro tipo de servicios de pago. Además, las bibliotecas están muy
bien valoradas por la sociedad. Y otra cuestión: las bibliotecas son centros de
libertad: a un centro educativo los ciudadanos van obligados (en estudios
obligatorios) e igual ocurre con los usuarios de la sanidad. Pero a las
bibliotecas los ciudadanos llegan libremente, gozosamente libres. Por eso, que
un tercio de la población española sea socio de una biblioteca pública es un
dato esperanzador y que debería hacer reflexionar a los políticos españoles.
Son datos mucho más relevantes que los aportados por las distintas encuestas de
hábitos culturales sobre lectura de libros, visitas a las bibliotecas… La Biblioteca de Castilla-La
Mancha, que desarrolla cerca de 1.500 actividades culturales al año, recibió en
2015 a
un total de 315.000 visitantes y cuenta con cerca de 45.000 socios, es decir
prácticamente la mitad de la población de la ciudad toledana.
Frente a quienes piensan que las bibliotecas en la era de Internet no son
tan necesarias, se equivocan. Cada vez más las bibliotecas tienen un compromiso
social que amplía nítidamente sus actividades: junto a los tradicionales
servicios de lectura en salas, préstamo, preservación de las colecciones,
cuentacuentos, presentaciones de libros…. las bibliotecas constituyen hoy un
lugar de encuentro y convivencia, un centro de debate y propuestas ciudadanas,
un servicio para la solidaridad y la integración sin barreras de ningún tipo…En
suma, las bibliotecas son ahora la puerta democrática para que los ciudadanos accedan
a la sociedad del conocimiento, a la cultura, a la educación permanente y a un
ocio positivo. Por ello, precisan de recursos tecnológicos, de colecciones en
todos los soportes y de unos profesionales que son esenciales para el trabajo
mediador y experto en cada una de estos ámbitos. Los bibliotecarios son la
piedra angular de las bibliotecas y, junto a los usuarios, constituyen el doble
corazón de una biblioteca pública.
El Congreso va a contar en su ponencia inaugural con la intervención del
filósofo toledano José Antonio Marina y sin duda van a ser muchos los
bibliotecarios de nuestra región que acudan al Congreso. En Castilla-La Mancha,
que fue calificada hace una década como “motor de las bibliotecas españolas”
por un experto, llevamos seis años de abandono de una política bibliotecaria
que dio muchos frutos y situó a nuestra región en la vanguardia del país en
materia de servicios bibliotecarios, junto a comunidades mucho más ricas como
Cataluña, Navarra o País Vasco. Hubo apoyos para contratar bibliotecarios
municipales o mejorar sus puestos, para desarrollar programas culturales y de
animación a la lectura, para incrementar y modernizar las colecciones, para
dotar a las bibliotecas de recursos tecnológicos y propiciar su trabajo en red,
para construir bibliotecas y mejorar sus instalaciones y equipamiento…De ese
ambicioso plan nada ha quedado, aunque ahora tenemos la promesa del Gobierno de
Castilla-La Mancha de iniciar alguna de estas convocatorias.
Vamos a asistir a un Congreso sobre los espacios físicos y virtuales en
una región donde actualmente no se cuenta con ningún instrumento para
actualizar las bibliotecas y sus edificios de acuerdo a las nuevas tendencias.
A pesar de ello, Castilla-La Mancha no tiene mucho que envidiar a la mayoría de
las regiones españolas, que tienen similar parálisis que la nuestra, pero
estamos ante una gran oportunidad. En el solemne acto de apertura las
autoridades regionales deberían comprometerse nítidamente con la sociedad
regional y con los profesionales que día
a día otorgan vida y esperanza a las bibliotecas: anunciar algún compromiso
concreto en lugar de simples palabras que demuestran que conocen la importancia
de este servicio público pero que luego no sitúan a las bibliotecas públicas en
la agenda política o en las prioridades presupuestarias. Las bibliotecas son
baratas, o al menos así resultan. El año 2014, apenas gastaron el conjunto de
Administraciones Públicas de nuestro país una media de 9,32 € por habitante,
mientras que, por ejemplo, el gasto sanitario por habitante ha sido en 2015 de
1.232 € por habitante. La
Administración Autonómica dedicó recursos
importantes a la Red
de Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha, y lo sigue haciendo, aunque de
forma recortada con las cinco bibliotecas que gestiona; pero en cuanto a las
bibliotecas municipales, sería necesario que los presupuestos regionales del
año 2017 tuvieran una partida de al menos 3 millones de euros para intentar
volver a las políticas democratizadoras del servicio de bibliotecas públicas que
identificó como una gran fortaleza a las bibliotecas de nuestra región.
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