viernes, 4 de noviembre de 2016

Ante el VIII Congreso Nacional de bibliotecas públicas: 4) Ejemplos de buenas prácticas de bibliotecas que, a pesar de no disponer de los espacios más adecuados, ofrecen unos servicios bibliotecarios de referencia.

Ante el VIII Congreso Nacional de bibliotecas públicas:
4) Ejemplos de buenas prácticas de bibliotecas que, a pesar de no disponer de los espacios más adecuados, ofrecen unos servicios bibliotecarios de referencia. 


Sin duda hay indicadores muy expresivos de la vitalidad de una biblioteca pública. Todos conocemos ejemplos de buenas prácticas, especialmente en nuestras propias comunidades autónomas, de bibliotecas pertenecientes a pequeñas localidades o a otras de mayor población pero que destacan por el singular trabajo que realiza su bibliotecario único o el equipo de profesionales. Tomando, por ejemplo, tres indicadores (actividades culturales por 1.000 habitantes, visitas a la biblioteca por habitante y préstamos por habitante) he realizado un análisis con datos ya de 2015 proporcionados por el Servicio de Bibliotecas de Castilla-La Mancha y los resultados son sorprendentes. Aunque la media de actividades organizadas por las bibliotecas españolas por 1.000 habitantes es de 3,84 (en este caso datos de 2014), el mejor resultado de España lo tenía Castilla-La Mancha, con 15,55 actividades, muy por delante de la segunda (Cataluña, 6,73) y las demás comunidades. Pues bien, con datos más actuales y aún no oficiales, en Castilla-La Mancha encuentro un grupo de un centenar de bibliotecas municipales que organizan más de 80 actividades al año por 1.000 habitantes, y de ellas cerca de una treintena organiza entre 200 y 831 actividades por 1.000 habitantes. Las características de estas bibliotecas son: pequeñas localidades, de incluso 200 habitantes, con espacios reducidos, normalmente una sala única que es polivalente…y un bibliotecario generalmente contratado con una categoría de auxiliar de bibliotecas, a media jornada.



Si repasamos las bibliotecas o profesionales galardonados con los premios de excelencia anuales otorgador por el Gobierno de Castilla-La Mancha, entre ellos están bibliotecarios y bibliotecas de muy pequeñas localidades, de esas que la ley de Bases de régimen local dictamina que no tienen obligación de prestar el servicio de biblioteca pública. Y cuando ya tenía redactado este texto aparece la noticia de las bibliotecas premiadas a nivel nacional con los premios María Moliner que otorga el Ministerio de Cultura: se acaba de publicar el fallo de la edición de este año de estos premios de fomento de la lectura del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte para municipios de menos de 50.000 habitantes. Cada año las bibliotecas de Castilla-La Mancha consiguen bastantes premios pero, como indica Óscar Arroyo, Jefe de Servicio de Bibliotecas de la Junta, “…este año el resultado ha sido totalmente espectacular para nosotros”. La biblioteca de Cabanillas del Campo ha ganado el premio en la categorías de 5.000 a 20.000 habitantes. Y de las 6 menciones especiales, 4 han sido otorgadas a bibliotecas de esta región: Villamalea, Azuqueca de Henares, Herencia e Illescas. Además, otras 58 bibliotecas de esta región han conseguido premios ordinarios, que equivalen al 20% del total de premios. En definitiva, que estamos muy orgullosos de las bibliotecas de Castilla-La Mancha y de sus profesionales, que realizan estos programas de actividades a menudo sólo gracias a su esfuerzo e imaginación y muchas veces sin apenas presupuesto
Cito a mi buen amigo Óscar Arroyo: “¿Qué harían los ciudadanos de esos pequeños municipios sin biblioteca o sin bibliotecarios? No es momento ahora para exponer con detalle las realizaciones de esos profesionales, que se sienten respaldados por sus usuarios y por la Corporación Municipal que hace tiempo descubrió las bondades y necesidad del servicio bibliotecario. Claro, a mí también me encantan las grandes bibliotecas, los edificios galardonados con premios de arquitectura, con espacios diáfanos y sugerentes…Pero eso no es posible en cualquier localidad sino sólo en las grandes ciudades. Pero el derecho a leer y a la información y, en general, a disfrutar de servicios bibliotecarios de calidad lo tienen todos los ciudadanos, aunque vivan en una pequeña localidad olvidada del mundo.” Estas palabras me llenan de alegría porque veo que el Servicio de Bibliotecas, que yo dirigí tantos años, está en muy buenas manos: las de un profesional altamente implicado en la defensa de las bibliotecas públicas, pero, por desgracia con unos presupuestos públicos que para nada tienen presente a las bibliotecas, en especial a las bibliotecas municipales de la región. Ahora se empieza a hablar de los presupuestos de 2017: ¿Corregirán el desgraciado cambio de rumbo que se inició en 2011 y aún no ha sido modificado? El Gobierno Regional convocaba ayudas para los programas de actividades culturales (“Biblioteca abierta”), para contratar y mejorar las condiciones de los bibliotecarios, para adquisiciones bibliográficas y de audiovisuales, para equipamiento…. Nada quedó de esa labor que fue pionera en todo el país. Pero el Gobierno regional no ha modificado esa deriva. Espero de la sensibilidad del consejero, Ángel Felpeto Enríquez, que consiga convencer al Consejo de Gobierno y que en el debate parlamentario las bibliotecas constituyan una prioridad regional. Ahora estamos a tiempo. Este VIII Congreso Nacional de bibliotecas públicas, que gozará de la conferencia inaugural del pensador toledano José Antonio Marina, y que tendrá alguna de sus actividades en la Biblioteca de Castilla-La Mancha sería una buena oportunidad para que los políticos de la región anuncien la vuelta a unas políticas bibliotecarias que finalicen con este largo túnel de 6 años.

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