jueves, 24 de noviembre de 2016

Dolor por las bibliotecas públicas de Andalucía

Dolor por las bibliotecas públicas de Andalucía 

Me duele Andalucía. En concreto me duelen las bibliotecas de esa comunidad autónoma. Con motivo del VIII Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas que acaba de celebrarse en Toledo, he realizado análisis sobre las estadísticas de las bibliotecas españolas, y los indicadores de esa hermosa región no son nada buenos. En realidad son muy malos, los peores de nuestro país.  Cuando el 28 de octubre pasado estuve en Sevilla, invitado por la Asociación Andaluza de Profesionales de la Información y la Documentación (AAPID), pronuncié la ponencia inaugural del IX Foro de Especialistas en Información y Documentación de Andalucía con el lema "Bibliotecas y compromiso social". Mi intervención tuvo un titulo similar al del encuentro: “El compromiso social de la biblioteca”. Pero antes fue el acto de inauguración, y participó el director general responsable de las políticas de libro y bibliotecas de la Junta de Andalucía.  Inicié mi intervención comentando que no entendía por qué si Andalucía tenía un responsable institucional que tenía tan claras las cosas sobre la importancia de las bibliotecas, su función social, los cambios que deberían operar, la necesidad de un trabajo en complicidad con la sociedad…luego no se veía reflejado ese interés en los presupuestos de las bibliotecas andaluzas.
Las bibliotecas de Andalucía tienen unos magníficos profesionales pero los políticos no están a su altura, al menos en el caso de las políticas bibliotecarias.  No se entienda, por tanto, este dolor profundo que siento por las bibliotecas públicas de esa región hermana y vecina como una crítica a los bibliotecarios sino como un lanzazo a los mediocres políticos andaluces que no quieren poner a las bibliotecas en su agenda ni dotarlas de los recursos humanos y presupuestarios que precisan.  Y ahora la noticia, como un verdadero mazazo, del cese “por pérdida de confianza” del director de la Biblioteca Pública del Estado en Huelva, mi amigo y compañero Antonio Gómez, uno de los grandes profesionales de nuestro país en bibliotecas públicas.  Es un nuevo despropósito. Su enorme “delito” ha sido pedir medios para su biblioteca. Eso es lo que yo vengo haciendo históricamente, así que sé lo difícil y lo arriesgado que resulta clamar por el derecho a la lectura, la información y las bibliotecas de los españoles (de los castellano-manchegos, de los andaluces…de todos los ciudadanos, vivan donde vivan). Pero no pueden silenciarnos.
En realidad quienes deberían dimitir, por vergüenza, son la delegada provincial que ha cesado a Antonio, el director general que tiene entre sus competencias las políticas bibliotecarias, la consejera de Cultura y la propia Presidenta de Andalucía. Ellos cesan a un bibliotecario magnífico y ejemplar, y los ciudadanos, incluso yo, que vivo en Castilla-La Mancha, pido el cese de estos políticos porque no merecen el sueldo público que reciben de los ciudadanos andaluces, porque al menos los bibliotecarios no tenemos confianza alguna en ellos.
Me voy a permitir hoy enseñar algunos indicadores estadísticos, que afectan sin duda a Andalucía, con datos oficiales del año 2014: En un estudio que  realicé para el citado Congreso Nacional y que titulo “Espacios bibliotecarios llenos de ciudadanos, plenos de vida”, en el análisis de 22 indicadores estadísticos Andalucía tiene el problema de situarse en el último lugar de las 17 comunidades autónomas.  De acuerdo con el lugar que ocupan en la Estadística de 2014, he asignado el máximo de 17 puntos a la comunidad mejor situada y así hasta 1 punto a la región que ocupa el último lugar en cada indicador. Estos 22 indicadores creo son los más significativos para evaluar un servicio público de estas características en las comunidades autónomas. Los he agrupado en los siguientes apartados: instalaciones (habitantes por biblioteca, puestos de lectura por 1.000 habitantes, superficie útil bibliotecaria  por 1.000 habitantes, superficie útil bibliotecaria por biblioteca, horas semanales de apertura por biblioteca , ordenadores de uso público por 10.000 habitantes y ordenadores del servicio de acceso a internet por 10.000 habitantes); colección (documentos por habitante, adquisiciones por 1.000 habitantes,  adquisición de libros y folletos por 1.000 habitantes  y adquisición de documentos audiovisuales por 1.000 habitantes );  uso de la colección  (préstamos por habitante, préstamos por usuario inscrito y préstamos por visita); uso y servicio de la biblioteca (visitas por habitante, población inscrita %, nuevos usuarios inscritos por 1.000 habitantes, y actividades organizadas por las bibliotecas por 1.000 habitantes ); eficiencia (gasto corriente por habitante, gasto corriente por visita  y gasto de personal por habitante) y recursos humanos (habitantes por trabajador ETC -Equivalente Tiempo Completo-). La comunidad autónoma que lidera la tabla suma un total de 307 puntos mientras que en el furgón de cola está Andalucía con sólo 86 puntos. ¿De quién es la responsabilidad de que Andalucía tenga el poco honroso honor de situarse el último lugar de las bibliotecas españolas según este estudio? Desde luego no de los bibliotecarios andaluces.
            Puedo ofrecer numerosos ejemplos: gasto corriente total en bibliotecas por habitante: con una media de 9,32 €/habitante, Andalucía ocupa el penúltimo lugar con 5,63 €/habitante; gasto en adquisición de colecciones: con una media lamentable de 0,56 €/habitante, Andalucía ocupa el último lugar con 0,16 €/habitante. En cuanto a colecciones, la media nacional de libros u otros soportes por habitante es de 1,81, siendo Andalucía la tercera por la cola con sólo  1,29. En el indicador de número de socios (población inscrita), con una media nacional del 34,49%, Andalucía está en el puesto 15 con el 24,09%  En el indicador habitantes por trabajador equivalente a tiempo completo. La media española es de un trabajador por cada 4.277 habitantes figurando Andalucía en el puesto penúltimo con un trabajador cada 5.402 habitantes….Y así hasta el infinito. Las Estadísticas son públicas y están disponibles para todos los ciudadanos, incluso para los políticos andaluces. En la web del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte: http://www.mecd.gob.es/cultura-mecd/areas-cultura/bibliotecas/mc/ebp/portada.html
         Desde Toledo, capital de Castilla-La Mancha, me solidarizo con Antonio Gómez y con toda la comunidad bibliotecaria andaluza y exijo el cese inmediato de cuantos políticos hayan tenido algo que ver con este cese que es un ataque a la libertad de expresión y a las bibliotecas andaluzas. Hoy soy andaluz, me siento andaluz y expreso mi dolor porque, una vez más, las bibliotecas públicas reciben el ataque de unos políticos que tienen la obligación de defenderlas, de desarrollar una política bibliotecaria acorde con la sociedad de la información y el conocimiento en la que vivimos y de creer que realmente las bibliotecas son un lugar de encuentro y debate para los ciudadanos y precisan unos recursos que se nos niegan. Como dijo el filósofo José Antonio Marina en su ponencia inaugural del Congreso, la lectura no es un lujo. Las bibliotecas no son un lujo ni un adorno, son necesarias como el aire que todos respiramos. Y Antonio Gómez  tiene que seguir construyendo desde su biblioteca de Huelva. 



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